LA CONCEPCIÓN DEL DESARROLLO EN EL PENSAMIENTO ECONÓMICO DE JULIO LE RIVEREND BRUSONE
Yazmín Bárbara Vázquez Ortiz
Como parte de la conformación del pensamiento económico desde el subdesarrollo, surgió y ha evolucionado el pensamiento económico cubano. Su historia constituye el reflejo y la interpretación de los problemas fundamentales que han afectado el desarrollo socio-económico y político de Cuba a lo largo de su historia.
Las perspectivas de análisis burguesa y marxista sobre el desarrollo han sido retomadas en los estudios que se han realizado sobre los problemas particulares del país: la deformación de las estructuras socio-económicas que constituye el problema fundamental de las economías dependientes. La influencia de las mismas no ha implicado la ausencia del carácter creativo de las investigaciones y propuestas autóctonas, pero de alguna manera ha incidido en su nivel de objetividad.
1.3.1- Las bases del tratamiento del problema estructural como obstáculo al desarrollo.
Los presupuestos que cimentan las perspectivas de análisis del problema del desarrollo en el pensamiento económico cubano se encuentran ya en la etapa colonial. Es en esta etapa cuando, unido a las preocupaciones por la defensa de la nacionalidad cubana y de los derechos de la nación, se esgrimen las primeras concecpiones que postulan la necesidad de realizar cambios en la estructura económica de la Isla en función de impulsar su desarrollo, o progreso, como en ese momento era nombrado.
Por supuesto que el entendimiento de lo que significaba el “progreso” variaba atendiendo a los intereses sociales que representaban los que esgrimían sus alegatos y también a los diferentes enfoques filosóficos de que se partía. De la misma manera que variaban en función de ello las maneras que proponían para lograrlo.
Las bases de la conformación de la concepción reformista nativa se manifiestan ya en esta etapa, por ejemplo, en la reflexión sobre la libertad de comercio representada fundamentalmente por Francisco de Arango y Parreño, que a decir de Julio Le Riverend tiene “Sin duda, en el orden histórico, el primer lugar en el desarrollo del pensamiento económico cubano […]”
Declarado como un seguidor de las ideas liberales, pero de una manera original atendiendo a las exigencias particulares de su realidad concreta, en el pensamiento de este cubano se aprecian ya las ideas que van a constituir las bases del futuro pensamiento reformista burgués cubano: la identificación del camino al desarrollo con el ajuste de la economía nacional a los requerimientos del desarrollo capitalista internacional, como expresión de los intereses de una clase dominante pero dominada por sus vínculos con el capital extranjero.
Desde otras perspectivas, los elementos que sientan las bases del entendimiento del desarrollo en la tendencia revolucionaria, así como de las particularidades que la misma asume en el caso cubano, se observan esencialmente en el pensamiento de José Martí. En su obra, se aprecian los primeros postulados generales para la comprensión de los problemas estructurales que afectaban el proceso de desarrollo cubano y latinoamericano como resultado de la dialéctica desarrollo-subdesarrollo, en el periodo de gestación de los mismos en la etapa colonial. De manera concreta estas ideas se reflejan en el análisis de cómo el avance del capitalismo en los inicios de su fase imperialista traía aparejado la limitación del desarrollo de los pueblos americanos. En este sentido Muñoz González afirma que José Martí “... fue el primero de los americanos en captar, reflejar y criticar los elementos esenciales del subdesarrollo y el neocolonialismo, que apenas se gestaban como fenómenos de la nueva época del dominio de los monopolios.” Es en relación con estas ideas que se revela el principio básico que sustenta todo su pensamiento económico sobre el desarrollo: el desarrollo económico debía sustentarse en la independencia política y económica ya que siendo la libertad la condición primera de la existencia natural del hombre, el desarrollo económico debía reposar en ella.
Partiendo de esos presupuestos Martí enuncia los principios a tener en cuenta para la proyección de las soluciones que viabilizaran el proceso de desarrollo de Cuba y de la región: buscar a problemas propios soluciones propias, identificando las condiciones para ello en el conocimiento de las particularidades del proceso en estos países en todas sus dimensiones: económicas, políticas, culturales y étnicas. Por lo que se cimenta la visión del desarrollo como un proceso de intensos e integrales cambios estructurales.
Estos principios se tendrían en cuenta por la tradición de pensamiento revolucionario cubano y constituirían la semilla germinal de su originalidad y autoctonía.