2.3-Maduración de la concepción sobre el desarrollo en la etapa revolucionaria.

En el periodo posterior al triunfo de la Revolución cubana en 1959, se produce lógicamente un salto cualitativo en la concepción del desarrollo de Julio Le Riverend al acercarse de manera más profunda y sistemática a la teoría y metodología marxistas. Esto tiene lugar en medio del proceso de aprendizaje del Marxismo-Leninismo en Cuba, que se produce por disímiles vías como su impartición en los diferentes niveles de enseñanza, la capacitación a través de las organizaciones políticas y sociales, y la creación de las Escuelas de Instrucción Revolucionaria a partir de 1960, entre otras.

La reinterpretación de Julio Le Riverend del problema estructural se produce en el contexto de la revolución triunfante que se traza como objetivo la solución de las taras del subdesarrollo, y cuando, además, como expresara Carlos Rafael Rodríguez: “La Revolución ha atraído la atención de la inmensa mayoría del pueblo cubano hacia los temas económicos. Problemas que quedaban hasta ahora reducidos al estudio de los especialistas, empiezan a ser motivos del debate común.”

La necesidad de estudiar las características primordiales del subdesarrollo en esta etapa se revelan a partir de las nuevas interrogantes que en el plano teórico-práctico plantea la Revolución Cubana sobre cómo debía transcurrir la transición al socialismo y qué particularidades le imprimía a este proceso en Cuba el hecho de ser un país subdesarrollado, sobre todo en un contexto en el cual según el Ché, el escolasticismo que había frenado el desarrollo de la Economía marxista, impedía el tratamiento sistemático del periodo de transición.

Las ideas en torno a este problema y su debate, en la búsqueda de la profundización de las causas y características del subdesarrollo se publican en revistas como Cuba Socialista, Pensamiento Crítico, Nuestra Industria, Economía y Desarrollo y Comercio Exterior, entre otras. En las mismas se refleja la visión del problema y los estudios realizados sobre el particular, tanto desde las posiciones marxistas o cercanas a ella de autores nacionales como Carlos Rafael Rodríguez, Jacinto Torras, Ernesto Guevara y Fidel Castro, extranjeros como André Gunder Frank, como desde las posiciones burguesas reformistas de Raúl Prebisch y de los teóricos del neo-estructuralismo cepalino.

En estas publicaciones de la época, así como en las intervenciones y conferencias nacionales e internacionales, se refleja el espíritu de la época que nace en la producción intelectual. Estas influencias también se ponen de manifiesto en la proyección de la formación de economistas cuya preparación teórica les permitiera vencer el reto de eliminar el subdesarrollo a partir de su comprensión. En función de ello se crea, como parte de la Reforma Universitaria, la Escuela de Economía en 1962. Participan en este empeño, entre otros, Carlos Rafael Rodríguez, Ernesto Guevara y Francisco Noyola, quien confeccionó, junto a Carlos Rafael, el Plan de Estudios de la carrera y se desempeñó como profesor de la misma. Presencia que por demás denota la gran influencia cepalina que existía en Cuba desde que en mayo de 1959 el gobierno revolucionario solicitara a la CEPAL el envío al país de una misión técnica que hiciera un diagnóstico de la economía cubana y elaborara un programa de desarrollo.

El Plan de Estudios de la carrera que se confecciona, incluía dos semestres de Historia Económica, materia necesaria en la base de la preparación de los estudiantes para cumplir el propósito perseguido, pues sólo a través de la misma conocerían las regularidades del proceso de desarrollo del país y, por tanto, las verdaderas causas del fenómeno que debían eliminar. A través de este curso Le Riverend se vincula a la enseñanza universitaria revolucionaria, y para la impartición del mismo desarrolla el ciclo de conferencias que constituyen la base del libro Historia Económica de Cuba, editado por vez primera en 1963. Curso que además responde a la urgencia de reinterpretar desde el marxismo, la evolución de los procesos económicos en Cuba en función de explicar el proceso del subdesarrollo cubano como base para la proyección de las transformaciones necesarias.

Es en este contexto que se produce la profundización en los postulados marxistas-leninistas de interpretación del proceso de desarrollo por Julio Le Riverend, que hacen posible la maduración de su concepción al respecto. La misma se expresa en su nueva manera de entender la historia y, particularmente la historia económica, dada por la aprehensión de la concepción materialista de la historia y del estructuralismo marxista como base de integración de la totalidad de las perspectivas de análisis para el conocimiento del objeto.