LA CONCEPCIÓN DEL DESARROLLO EN EL PENSAMIENTO ECONÓMICO DE JULIO LE RIVEREND BRUSONE
Yazmín Bárbara Vázquez Ortiz
La interpretación del proceso de desarrollo capitalista y de su dialéctica, continúa desplegándose en la obra de Le Riverend, con sus análisis sobre el subdesarrollo contemporáneo, sus causas, sus características, su perpetuación y sus posibles alternativas de solución entendiendo el mismo como fenómeno consustancial a esta dialéctica en una nueva etapa del desarrollo del sistema en el cual las fuerzas productivas y las relaciones de producción de los países neocoloniales son dominados directamente por el capital internacional.
En la producción del autor sobre este tema, se aprecia un entendimiento de cómo el subdesarrollo en la fase del imperialismo monopolista, se constituye en un sistema que forma parte de un sistema mayor: el capitalismo como totalidad. Le Riverend señala frecuentemente la causa de ello en la acción de la ley de la acumulación capitalista, que en las nuevas condiciones de desarrollo del sistema, signadas por la creciente internacionalización del capital, posibilita la realización de la ley de la plusvalía a escala internacional, propiciando la formación de un complejo y contradictorio tejido internacional de las economías y de las relaciones de producción y sociales de los países subdesarrollados e integrándolos a las necesidades de la acumulación a nivel internacional mediante el mantenimiento de su función colonial bajo nuevas formas y mecanismos de dependencia.
En sus estudios sobre la cuestión Le Riverend precisa cómo esta dialéctica continúo concretándose a través de la aplicación de nuevas formas de dominación en la época del imperialismo para garantizar su desarrollo y la continuidad de la función colonial de los países subdesarrollados, provocando en los mismos el “desarrollo anormal del capitalismo”. En este sentido señala la acción de los monopolios a través de la exportación de capitales, del capitalismo monopolista de estado, de las formas de dominación financieras y de lo que él llama “neoesclavismo”.
Sobre el monopolio imperialista afirma que se constituye en el mecanismo fundamental de tipo económico que a través de la exportación de capitales obtiene las ganancias en la etapa monopolista: “El capital monopolista obtiene, por virtud de su concentración, beneficios cada vez mayores, producto de la explotación de miles y miles de trabajadores y de grandes zonas coloniales o colonizadas. En estas condiciones aparece el mecanismo que permitirá a los monopolios aumentar más su poderío: la exportación de capital....” Pero por otra parte, “... la característica del monopolio imperialista es que detiene el desarrollo de los países y zonas donde penetra. Ya no sería posible en el mundo un fenómeno de desarrollo pleno de tipo capitalista por parte de países nuevos, porque la dominación económica de su producción y de su mercado por parte del pequeño grupo de países avanzados lo impide.”
La concepción de Le Riverend acerca del lugar y papel del monopolio en la vida moderna de los pueblos lleva la impronta no solo de los clásicos del marxismo, sino también, como era de suponer, del Héroe Nacional Cubano; esta influencia puede ser comprobada por ejemplo cuando refiriéndose a Martí dice:“Tanto ha sido que no es indispensable explicar aquí cómo ese futuro previsto y alentado por él configuró lo esencial de nuestro presente, pues las amenazas y agresiones, lejos de reducirse desde aquellos años, se han acrecentado y desenmascarado hoy día. ¿Podríamos olvidar o desconocer que en la mayoría de las humanidades, incluso en los EE.UU, son cada día más los insatisfechos de las descomedidas ambiciones de dominación y que madura la unidad, todavía vacilante, de Nuestra América en la solidaridad con nuestra enhiesta batalla por una plena conciencia y decisión de sí?”
La comprensión de este proceso se muestra de manera particular en los estudios del autor sobre la historia económica de Cuba donde explica las peculiaridades que asume el proceso de acumulación y la formación de las relaciones capital-trabajo desde el periodo de la ocupación norteamericana a partir de la insuficiencia de capitalización, ya que en el momento en que surgía la necesidad de modernizar la economía no había capital suficiente para ello, por lo que a través del Estado el país entra en un proceso de endeudamiento acelerado. Lo que contribuyó a perpetuar la dependencia exterior de la economía cubana.
En necesario destacar que en su obra Historia Económica de Cuba, Le Riverend todavía no demuestra comprender de manera completa la esencialidad de la explicación de Lenin acerca del carácter relativo del excedente de capital, que permite su exportación especialmente hacia los países subdesarrollados; ya que enfatiza en la idea de que la misma no es más que el resultado de la búsqueda, por parte del capital financiero, del aumento de la obtención de ganancias a costa de la extracción de beneficios de los países menos desarrollados señalando que: “... No es cierto, como expresa Lenin en su básica obra titulada El imperialismo fase superior del capitalismo, que haya exceso de capitales. Lo que ocurre es que los capitalistas financieros van en busca de más altos beneficios por medio de la explotación de las masas de los países menos desarrollados, sustrayendo los capitales que exportan de las necesidades de desarrollo del propio país capitalista.” Ideas en las que muestra cierta identificación con la concepción que sobre la exportación de capitales expone Rudolf Hilferding en El capital financiero, cuando identifica los motivos que la generan con las ventajas que obtiene el capitalista de su inversión en países menos desarrollados a pesar de que los mismos gozan “en el propio mercado nacional de ciertas ventajas, a causa de su conocimiento de las costumbres del país, de los hábitos de consumo, de una mayor afinidad y, sobre todo, a consecuencia de la protección que le supone la escasa distancia, esto es, el ahorro de costes de transporte, ahorro que se incrementa aún más con las medidas de la política de tarifas. En cambio en la industria extranjera le surgen ciertos obstáculos derivados de la diversidad del idioma, del derecho, de la moneda, etc.”
Esta manera de entender el fenómeno no le permite comprender integralmente las tesis expuestas por Lenin en El Imperialismo, fase superior del capitalismo, donde demostró la necesidad de estas inversiones a partir del enorme excedente relativo de capital surgido del proceso agigantado de acumulación que se derivó del alto nivel de concentración del capital y de la falta de campo para las inversiones lucrativas en los países desarrollados, sobre todo ante la posibilidad que se mostraba en los países atrasados de obtener un mayor excedente en relación con la presencia de estos países o su incorporación a la circulación del capitalismo mundial con condiciones de escaso capital, bajos precios de la tierra, salarios bajos y materias primas baratas.
Sobre esta base el autor define al imperialismo como: “... el fenómeno de dominación de países y territorios por el capital extranjero.” Concepto que comprende los rasgos del fenómeno que le son esenciales para las reflexiones sobre la acción del proceso dialéctico de desarrollo capitalista sobre los países subdesarrollados y en el que se aprecian también puntos de contacto con las concepciones de Hiferding sobre el imperialismo.
Le Riverend es de la opinión de que la situación de sometimiento de éstos países como resultado de la dinámica del desarrollo capitalista, se agrava a partir de la segunda guerra mundial con el desarrollo de nuevos mecanismos de dominación que van a potenciar el grado de dominación y sojuzgamiento de los países subdesarrollados por el capital. Esta opinión se sustenta en las necesidades generadas por la evolución del capitalismo en su fase imperialista y por la situación de crisis en la que se encontraba en estos años, que conducen a la búsqueda de nuevas alternativas para elevar la obtención del excedente y de la plusvalía; destacando la acción del capitalismo monopolista de estado, de las formas de dominación financieras y del “neoesclavismo” como mecanismos para lograr este fin como parte del llamado Nuevo Orden Económico Mundial.
Sobre la manifestación de estos problemas en el contexto desarrollo del capitalismo monopolista de estado, considera la imposibilidad de que la alianza entre el Estado y la oligarquía financiera pudiera generar otra cosa que no fuera ganancias y no algún tipo de desarrollo real, sobre todo para los países más atrasados. Partiendo de la esencia monopolista del desarrollo del capitalismo, aprecia la falsedad de las ideas sobre el papel moderador y ordenante del Estado y afirma: “... La identidad de la política del estado y de los monopolios en cuanto al desarrollo y garantía de los beneficios de las grandes empresas, unido al abandono de toda protección a las empresas medias y pequeñas; la pretensión de planificar la producción monopolística así como la función estatal de prestamista y de consumidor de productos de las grandes empresas, constituyen una negación de todo papel "neutral" del aparato político burgués, ... los políticos profesionales no son los que guían el aparato del estado sino los ejecutivos de los monopolios situados en los más altos cargos de los gobiernos." Puede observarse el entendimiento marxista de la cuestión y cómo coincide con Lenin, quien consideró que: “... el monopolio del Estado en la sociedad capitalista no es más que un medio de elevar y asegurar los ingresos de los millonarios que están a punto de quebrar en una u otra rama de la industria.” Y con su reafirmación de esta tesis al afirmar que: “Dentro de un régimen de propiedad sobre los medios de producción, todos esos pasos hacia una mayor monopolización y una mayor estatificación de la producción van acompañados inevitablemente de una intensificación de la explotación de las masas trabajadoras, del reforzamiento de la opresión, de trabas a la lucha contra los explotadores, acentúan la reacción y el despotismo militar y al mismo tiempo conducen inevitablemente a un increíble acrecentamiento de las ganancias de los grandes capitalistas a expensas de todas las demás capas de la población, a esclavizar por muchos decenios a las masa trabajadoras, imponiéndoles tributos a pagar a los capitalistas bajo la forma de miles de millones de intereses de los empréstitos...”
Sobre su acción en los países subdesarrollados Le Riverend plantea: “Ya es visible por doquier la estrecha vinculación del estado y la gran plutocracia y es innegable que en los países dominados por el gran capital, los gobiernos son agentes de los monopolios extranjeros o plurinacionales...” mientras que en relación a los países desarrollados plantea que estas políticas “... descargan esa crisis permanente sobre todos aquellos que se han unido con él en monopolios plurinacionales.”
A decir de Julio Le Riverend en este proceso la constitución de la política financiera posterior a la segunda guerra mundial asume importancia particular, como un mecanismo más explotador de los pueblos, a partir del fortalecimiento del capitalismo financiero en los Estados Unidos y el cambio en la correlación de fuerzas a escala internacional, donde, se había puesto de manifiesto que la evolución del capitalismo financiero conducía a acentuar y consagrar la "mundialización" de su dominio, ya iniciada, aunque cada día más difícil de imponer, con exacerbada intensidad de explotación de los pueblos como elemento descollante del Nuevo Orden Internacional.
Le Riverend aprecia cómo este dominio mundializado se llevaría a cabo a través de instituciones internacionales, organismos que sirven para darle apoyo a los gobiernos corruptos. Señalando que: “Ahora se crearán nuevas formas de dominación en los países extranjeros... Los intereses de los grupos capitalistas vendrían ahora disfrazados bajo la apariencia de instituciones oficiales e, incluso, internacionales (Import-Export Bank, Banco Mundial, Fondo Monetario Internacional, acuerdo sobre aranceles y comercio, etc.)” Agregando que: “Este nuevo aspecto se hace patente sobre todo con relación a los préstamos ... Ahora, junto con el New Deal y la política del buen vecino se tratará de garantizar adecuadamente esas operaciones. Se crean, en consecuencia, agencias y organismos a través de los cuales los banqueros prestan, pero como se trata de instituciones oficiales e internacionales, ellas obtienen privilegios y garantías excepcionales que aseguran que todo será recuperado. Y, como ahora los préstamos se conceden para comprar productos norteamericanos, el capital y los beneficios de la operación serán triplicados y cuadruplicados.”
En este sentido coincide con los análisis que sobre esa situación realizó Fidel Castro cuando planteó que tal evolución, ha conducido a una coyuntura en la cual se destaca la aparición de un nuevo rasgo en los procedimientos tradicionales de exacción monopolista del mundo subdesarrollado, los medios característicamente financieros, señalando particularmente el endeudamiento externo. Situación explicada por Castro Ruz a través de la acción del Nuevo Orden Económico Internacional en el cual el Fondo Monetario Internacional funciona como gendarme financiero del imperialismo, institucionalizando la dominación a escala internacional y potenciando el aumento de las desigualdades del sistema como base de la obtención de ganancias.
De manera particular la incidencia de estos mecanismos en la evolución de la estructura económica de los países dependientes, es valorada por Le Riverend en los términos siguientes: “La década de los 70 ha mostrado que la crisis del sistema entra en una fase aguda. La relación de intercambio, lejos de mejorar, se agrava, la concentración del capital se incrementa a beneficio de la banca internacional y las "transnacionales" (centralizadas en Estados Unidos), el endeudamiento adquiere categoría de quiebra de las economías "nacionales" y, en consecuencia la balanza en cuenta corriente revela un deterioro permanente porque se financia con nuevos endeudamientos. Todo ello, además, se puede expresar como una descapitalización constante que muestra la calidad frustránea de todo emprendimiento nacional a menos que la economía y la sociedad se transformen en sus bases y objetivos...”
Estas características señaladas por el autor se hacen más evidentes en los últimos veinte años en los que se acentúan a partir del proceso de globalización neoliberal. Para Le Riverend esta situación no es más que el resultado final de la puesta en práctica de los mecanismos de dominación y subordinación capitalistas que derivan en una mayor dependencia, una eliminación progresiva de la propiedad nacional, un cierre final a todo posible crecimiento y un esclavizamiento sin salida ya que, atendiendo a sus palabras: “... Desposeer a todo un país o un pueblo –ya suficientemente empobrecido- de sus escasos recursos supone una adscripción total, exhaustiva diríamos, a un esclavizamiento sin salida como no sean los estallidos sociales indetenibles.” Entendiendo este esclavizamiento no como la forma tradicional y clásica del esclavismo, sino una nueva forma de esclavitud, que responde a las condiciones histórico-concretas en las que se genera, y sobre la cual se abundará posteriormente con el análisis del concepto neoesclavismo.
Le Riverend destaca que esta situación es consustancial a la dialéctica del desarrollo capitalista, en la etapa de la internacionalización de sus relaciones de producción, en la que la internacionalización de la dominación del capital, como rasgo fundamental del sistema, se expresa a través de lo que denomina “globalización del neoesclavismo”. En este sentido señala que “No cabe duda de que la vida toda, la sangre, las energías del pueblo están en el juego neoesclavista, encabezado por el capitalismo financiero mundializado.” Puede observarse como la situación o estado del mundo capitalista contemporáneo, que él llama neoesclavista, lo preside y determina precisamente el gran capital financiero, que en virtud de su creciente internacionalización, se ha “mundializado”.
El concepto globalización del neoesclavismo expresa, en el pensamiento del autor la forma histórico concreta que asumen estas relaciones, como manifestación suprema de la dominación consustancial a la dialéctica del proceso de desarrollo capitalista, que incide en todos los niveles de su estructura económica y social, así como en las formas de la conciencia social. Que pone de manifiesto, por tanto, la multidimensionalidad que adquiere esta dominación, no limitándose a los aspectos económicos, sino extendiéndose a los sociales, políticos y culturales, con una perspectiva estructural más compleja y que a juicio de Le Riverend revela que: “... cada día los hacedores de la política global del capitalismo se acercan más a un estado de posible esclavización de naciones enteras, que les pertenecen y deciden su vida nacional e internacional. ...” Para Le Riverend, nuevas formas de dominación generan dialécticamente nuevos mecanismos de explotación, pero ahora a una escala de mayor interdependencia y globalidad.
Con la definición de este concepto en la década del ochenta, cuando todavía en Cuba este proceso no constituía objeto central de debate general, Le Riverend aporta importantes elementos para la comprensión del proceso de globalización desde una perspectiva marxista y tercermundista. Se destaca particularmente la identificación de algunos de sus rasgos esenciales: su base eminentemente socioeconómica, ligada a la expansión de las relaciones de producción capitalistas, propiamente al desarrollo a nivel internacional de sus relaciones de dominación, y las múltiples dimensiones que adquiere esta dominación, sobre todo para los países subdesarrollados.
Estos elementos permiten rebatir las ideas sobre la globalización como un proceso radicalmente nuevo al revelar, desde la perspectiva marxista, la forma histórico concreta a través de la cual se realiza en este período la ley económica fundamental del sistema, la obtención de plusvalía a escala internacional, como muestra de la permanencia de los rasgos esenciales de su desarrollo histórico, exacerbados en su tendencia progresiva, al tiempo que resultan indispensables para la precisión del significado teórico del término globalización cuya ambigüedad es destacada por múltiples estudios sobre el mismo en la década del noventa. De otra parte, a través de estas definiciones se expresan las implicaciones del fenómeno para el mundo subdesarrollado, particularmente la permanencia del carácter colonialista y dominador del imperialismo respecto a éste, manifiesto en el lugar y papel que asumen los países periféricos en la dinámica de las relaciones internacionales.
En especial se destaca este último aspecto ya que a partir del tratamiento del asunto por el autor se precisan los resultados de las interdependencias, de las que tanto se habla en el pensamiento burgués sobre la globalización, demostrando la poca consistencia de sus tesis sobre los resultados favorecedores de las mismas y revelando su contenido esencial, el de subordinación y dominación propio de las relaciones capitalistas. Así Le Riverend contribuye al esclarecimiento del concepto interdependencia desde estas perspectivas.
Las consecuencias para los países subdesarrollados latinoamericanos de las formas de interdependencia que se despliegan en la nueva etapa de la internacionalización de la dominación del capital, como parte del proceso de internacionalización de las relaciones de producción capitalista o de globalización, son identificadas por Le Riverend atendiendo a las características estructurales que se desarrollan en los países que son dominados por este imperialismo y, por tanto, a las consecuencias de su inserción en el proceso de desarrollo capitalista más general.
En relación con los resultados de la dominación económica por el capital extranjero señala, en primer lugar, la influencia de estos mecanismos en el proceso de acumulación que tiene como resultado el despliegue en las neocolonias de “economías y sociedades en las cuales las estructuras se componen de islotes y sectores relativamente inconexos, en vías más o menos lentas de integración desigualitaria presidida por las inversiones extranjeras;” Estas características inherentes a las estructuras socioeconómicas de los países de América, según el autor, muestran que en los mismos, a pesar de su “fundamental y anormal condición capitalista en la actualidad”, no ha completado “...el ciclo de su formación capitalista,...” Por lo que sus rasgos, como formación económica social, no están definidos atendiendo a la coexistencia de elementos de varios modos de producción. Línea de análisis en la que coincide con las ideas expresadas por el conocido intelectual mexicano Pablo Gonzáles Casanova cuando afirma que América Latina es una de las regiones periféricas y dependientes del capitalismo como sistema mundial, donde más clara y acusadoramente, se da el desarrollo desigual y combinado en cuanto a las fuerzas productivas y a las relaciones de producción, con desarrollos tecnológicos y empresariales diversos y combinándose las formas de explotación del trabajo forzado (esclavo o servil, abierto o encubierto) con formas de explotación salarial, semicapitalistas y capitalistas.
En este sentido Le Riverend considera que la incidencia de la exportación de capital entrañaba no sólo la exportación de un factor de producción, sino también el condicionamiento del progreso de formas de relaciones de producción específicas al crear la forma de capitalización “externa” en América Latina, de carácter monopolista y en base a la relación “pura” capital-trabajo asalariado, en contraposición con la naturaleza limitada y llena de residuos precapitalistas del desarrollo autóctono producto también del propio capital extranjero. Como puede observarse existe cierta coincidencia con los planteamientos dependentistas sobre el proceso de la acumulación capitalista en la región como un “proceso externo”, o sea que pasa por los centros mediante la importación de bienes de capital, tecnologías y activos monetarios.
Partiendo de estas características específicas, Le Riverend también valora cómo se produce la inserción de estos países a la economía mundial, señalando que: “La incorporación a la economía mundial se reproduce como fenómeno externo, como “variable” independiente de las economías subdesarrolladas y sus decisiones pero su resultado no es simplemente “desde afuera” sino que se transforma en principal factor de la economía interna, de su incapacidad de decisión y de su dependencia, en suma.” Le Riverend señala que esta forma de inserción no excluye elementos de crecimiento derivados de los cambios de la economía capitalista mayor y de la constitución de mercados internos de limitada expansión, pero que ello no significa un encaminamiento al desarrollo necesario ya que: “Exhibir un crecimiento que se compone, de una parte, por copiosas inversiones extranjeras para un endeudamiento creciente y un freno insuperable, y de otra, por la formación de grandes capitales comerciales, en gran medida distribuidores de productos extranjeros y en mínima dimensión promovedores de una producción nacional; ...; constituye realmente, la evidencia de los caracteres del capitalismo del subdesarrollo, ...”
Estos “caracteres del capitalismo del subdesarrollo” son los que, según el autor, mutan las posibilidades de desarrollo de estos países ya que: “... se constatan grandes islotes – únicos – de origen internacional que acentúan la incapacidad no ya de desarrollo sino de simple crecimiento.” Es así como considera que, atendiendo a las características que asume la estructura económica a partir de este proceso de crecimiento, se produce en lo esencial un grado mayor de dependencia y de contradicciones internas por lo que plantea que: “... con tales estructuras ... es imposible avizorar un desarrollo al nivel que requieren las necesidades crecientes de las masas.
En relación con las consecuencias de la internacionalización de la dominación capitalista sobre la evolución de la estructura social señaló que: “En los países de mayor crecimiento se han producido cambios en las clases ... la pequeña burguesía se transforma en clase asalariada y sus sectores industriales y comerciales, apenas supervivientes frente al capitalismo mayor, van reduciéndose, porque la producción y la circulación en escala de poco capital y poca tecnología ... constituyen una de las primeras víctimas del desarrollo y la penetración del capitalismo ...”
Considera, además, que este problema no solo repercute en la deformación de las estructuras socioeconómicas sino también en la restricción del desarrollo de las formas superestructurales, al limitarse el progreso de la cultura y de la conciencia de los pueblos: “El desarrollo cultural -señala- es obstaculizado por la economía y la sociedad latinoamericana cuya función colonial aparecía sustentada y acrecentada en las nuevas condiciones del crecimiento imperialista.” Señalando finalmente que este escaso desarrollo cultural no contribuye a crear la conciencia necesaria para solucionar los problemas existentes, limitando el desarrollo de los proyectos nacionales con este fin.
A partir de las peculiaridades que asumen las estructuras socioeconómicas de los países subdesarrollados en la etapa imperialista, Le Riverend valora las consecuencias de este proceso, manifestando como se ha visto cierta coincidencia con los planteamientos de los autores de la vertiente izquierdista de la llamada teoría de la dependencia, aún cuando a diferencia de este enfoque, considera estas características no como el resultado de leyes del movimiento, específicas de un modo de producción capitalista menos desarrollado, sino como resultado de sus regularidades en el marco de la dialéctica del desarrollo del sistema de producción capitalista mundial. Estas coincidencias se ponen de manifiesto en relación con la identificación de una formación económico-social en América Latina con características específicas, resultante de la dependencia y la dominación.
En relación con esto deben destacarse los planteamientos de estos autores que reflejan la conformación de una estructura social que se caracteriza por el desarrollo de burguesías locales que solo se complementan asociándose al capital extranjero o subordinándose al comercio exterior; en la estratificación del proletariado local y la fragmentación de los intereses de desarrollo de un sector de “cuellos blancos” en la periferia; en la multiplicación de las “masas marginales” y en el desarrollo de una estructura social en el campo que perpetúa viejas y nuevas relaciones de poder aunque subordinando las clases y sectores al gran capital.
Con relación a esto último Le Riverend considera que los mecanismos utilizados por el capitalismo monopolista en la época de la internacionalización del capital, lejos de promover un desarrollo de tales países lo impide, hasta el punto que con todo el poder de sus recursos económicos, financieros, diplomáticos y bélicos debilita a la sociedad dominada y castra la formación de una fuerte burguesía nacional autónoma. Y a partir de su dominio sobre la economía propicia que el mercado de trabajo de una sociedad colonial o neocolonial del siglo XX no pueda ser real y mayoritariamente libre, es decir, “típicos, plenos, asalariados, que constituyen el fundamento del crecimiento capitalista.”
El autor valora cómo la dominación de las economías subdesarrolladas por el capital, no se limita a los sectores de la misma por el capital extranjero, sino que penetra y domina también sus relaciones sociales de producción, que constituyen la base de éstas estructuras socioeconómicas, en función de garantizar los requerimientos cada vez mayores de la reproducción del capital internacional. Haciendo alusión a ello reflexiona sobre el no establecimiento o desarrollo, en el régimen de trabajo de no pocos países donde domina el capitalismo internacional, de un mercado de libre contratación de trabajadores hasta nuestros días derivado del mantenimiento de ciertas condiciones de carácter esclavista impuestas por el capital transnacional que domina estas economías con el fin de instaurar formas de explotación de los recursos naturales y humanos en función de maximizar la obtención del excedente: “... las potencias colonialistas crean o re-crean condiciones esclavistas, más o menos discernibles y, sin duda, reales, concretas, específicas en cuanto proceden de un nivel “superior” de posibilidades de explotación humana.” Como formas reales de sujeción del trabajo al capital aún cuando se manifiestan en formas formales.
Concluyendo que la acción de este “neoesclavismo” constituye el mecanismo a través del cual se realiza este fin: “ ... hasta nuestros días se han mantenido ciertas condiciones de carácter esclavista en el régimen de trabajo de no pocos países en donde el capitalismo internacional domina; en este sentido debemos observar que en ellos no se ha establecido o perfeccionado, un mercado de libre contratación de trabajadores y, además, el sistema presenta sin encubrimiento alguno una alta proporción de trabajo forzado, no pagado, por supuesto.”
En la argumentación de esta tesis parte de que el capitalismo avanzado dispone de medios propios a su naturaleza, para aprovechar de modo exhaustivo la fuerza de trabajo humana, pero, por igual, pone a su servicio formas de explotación esclavistas a partir de que: “Cada momento de superior nivel de las fuerzas productivas y, por ende, de una más neta diferenciación de clases, hereda condiciones precedentes para situarla al servicio de los nuevos objetivos dominantes de clase y de nuevas estructuras de producción y sociales. Así la apropiación de los excedentes de producción evoluciona desde tiempos más antiguos hasta que, al decir de Marx, el capitalismo crea la necesidad ineludible de una mayor demanda de excedentes, o sea, de plustrabajo y de plusvalía arrancados sin más, de sus propias relaciones de producción y de cuantas supervivencias sociales hereda.”
Ideas que coinciden con los análisis realizados por Zoltán Kollár sobre las peculiaridades de la formación de las estructuras socioeconómicas en América Latina, debido a la aceleración del desarrollo capitalista por la penetración altamente contradictoria del capital monopolista. Sobre todo, con su señalamiento de la formación de relaciones jerarquizadas entre las relaciones heterogéneas de modos de producción en las que al convertirse la producción capitalista en la dominante en América Latina, las relaciones de producción capitalistas determinan la totalidad de las relaciones socioeconómicas con un doble carácter, subordina realmente el trabajo, pero lo hace de una manera formal.
Pero los análisis de Le Riverend van más allá al redefinir la categoría esclavismo atendiendo a su acción en las condiciones histórico concretas de la región y presentar al neoesclavismo como la forma a través de la cual se concreta la doble relación de determinación de la que habla Kollár.
Le Riverend encuentra en la obra de Marx, las premisas de la comprensión de la existencia del “neoesclavismo” y de sus manifestaciones, señalando que Marx constató la existencia de diversos tipos de esclavismo a lo largo de la historia presentes con la intensidad correspondientes para cada etapa del desarrollo social: esclavitud latente en las comunidades primitivas, esclavitud sin ambages del africano durante los tiempos modernos, esclavitud de hecho cuando la compulsión forzosa al trabajo no proviene de una compra del hombre o de una guerra, sino de mecanismos clasistas de poder y esclavitud encubierta o disfrazada del obrero europeo a mediados del siglo XIX. Partiendo en su estudio sobre el mismo de la diferencia entre el esclavismo como categoría económica históricamente implícita en las demás formas clasistas de organización del trabajo o asociadas con las mismas y el esclavismo como carácter identificador de un sistema dominante de relaciones de producción.
En relación a este problema Le Riverend señaló, identificándose con la ley de superexplotación permanente de la fuerza de trabajo en los países dependientes enunciada por los dependentistas, que tales situaciones de combinación no se dan en los países desarrollados sino sólo, o de modo principal, en los coloniales o neocoloniales donde las tecnologías mecanizadas, el comercio internacional creciente y la sostenida demanda global de mano de obra barata, provocan la ampliación del horizonte proveedor de trabajadores forzados para las grandes explotaciones agrarias.
Sobre la base de estos presupuestos el autor concluye que: “... 1) el capitalismo en sus fases superiores se aviene, sin vacilación alguna de sus beneficiarios y sus apologistas a emplear formas esclavizantes, acrecentadoras de plusvalía y de beneficios;” Así, retomando los presupuestos planteados por Marx en la Sección Séptima de El Capital sobre la esclavitud “encubierta” y la esclavitud “sin ambages” planteó que: “Lo que cambió fue el modo de compeler al trabajo y de enajenar su producto, pero no la esencia compulsiva y expropiatoria.” Marx en este sentido señala que: “El proceso de donde salieron el obrero asalariado y el capitalista, tuvo como punto de partida la esclavización del obrero. En las etapas sucesivas, esta esclavización no hizo más que cambiar de forma: la explotación feudal se convirtió en explotación capitalista.” Refiriéndose a la etapa del desarrollo manufacturero del capitalismo Marx señala como ella convirtió: “... al obrero en un monstruo, fomentando artificialmente una de sus habilidades parciales, a costa de aplastar todo un mundo de fecundos estímulos y capacidades ... se le convierte en un aparato automático adscrito a un trabajo parcial ...” Proceso de enajenación que se acentúa en la etapa de la maquinaria y la gran industria al producirse el desarrollo de un ejército de reserva que hace descender el precio de la fuerza de trabajo por debajo de su valor.
Como es conocido este análisis es desarrollado posteriormente por Lenin, especialmente cuando valora el taylorismo como método de abaratar la producción, convertido en las condiciones del capitalismo imperialista, en un instrumento más sutil de exprimir el sudor al obrero, señalando que su aplicación en los sistemas de organización del trabajo: “... era la forma más cruel utilizada por una minoría de las clases poseedoras para esclavizar y extraer una cantidad adicional del trabajo, las fuerzas, la sangre y los nervios de los trabajadores, ...” Dando continuidad a los estudios de Marx sobre la esencia explotadora del capitalismo, Lenin demuestra que el imperialismo constituye una fase, la última, del desarrollo histórico del capitalismo, precisamente porque las relaciones esclavizadoras solo cambian de forma en la nueva época. Esta tesis esencial sobre el capitalismo como sistema histórico que vive y se reproduce sobre la base de la enajenación de trabajo ajeno, Julio Le Riverend la comprendió muy bien, y los cambios de procedimientos de la explotación del hombre por el hombre en la fase imperialista, son explicados por él bajo el concepto de neoesclavismo.
En sentido general, Le Riverend entiende el neoesclavismo como un nuevo mecanismo de acumulación del capital para mantener la extracción de ganancias en la época del imperialismo. Plantea que la imagen de una regresión moral y física no puede escapar a la sensibilidad de los pueblos si el proletariado, como esclavo de otros tiempos, adquiere caracteres de medio de producción, de objeto adscrito al equipamiento de producción, aunque no se pueda ni se deba identificar el uno con el otro. Señalando que por demás dentro de la coexistencia de relaciones de producción, el surgimiento de una clase obrera es un adelanto, pero afirma que las condiciones de su formación, contra mecanismos colonialistas destinados a desposeerla de posibilidades de forjar su conciencia, tal como sucedía en el esclavismo, constituye un gran problema, por lo que le ha sido necesario organizarse y aprender con esfuerzos extraordinarios a librar su propio combate y el del pueblo todo.
De estos presupuestos parten sus consideraciones sobre las consecuencias que tiene para las relaciones sociales de producción de los países subdesarrollados latinoamericanos, la internacionalización del proceso de concentración del capital. Explicando uno de los medios esenciales del capitalismo para garantizar su reproducción ampliada a través de la perpetuación de la condición del subdesarrollo en un grupo de países, los que según Rosa Luxemburgo en su libro sobre la acumulación capitalista -que fuera estudiado por Le Riverend- le son vitales para su existencia y que, según él mismo, no propicia el desarrollo del sistema capitalista en estos países sino que lo detiene al no hacer posible el desarrollo de relaciones de producción definidas. En consonancia señala que el capitalismo monopolista “... decreta la parálisis de un desarrollo mayor, no sin que se resientan los cimientos de su sistema. ...” Garantizando además, que: “... toda la economía y la sociedad subdesarrolladas responden a sus objetivos, incluso cuando subsisten cuantiosos elementos precapitalista,...”
En sentido general para Julio Le Rivered el desarrollo del capitalismo contemporáneo ha tenido un carácter excluyente, la aparición de cada nuevo elemento dentro del mismo, ha supuesto el subdesarrollo de los que llama, siguiendo la tradición martiana, países “nuevos” y esto se ha concretado a través de la creación de nuevas formas de dominación resultantes de la evolución del sistema y cuyo objetivo esencial ha sido aumentar sus beneficios. Al respecto planteó que: “... la fuerza impuesta por el subcapitalismo colonial y neocolonial no puede tener otra finalidad sino mantener los elementos precapitalistas al servicio del imperialismo y de la desacumulación final de nuestros pueblos.”
Le Riverend comprende que el desarrollo de la concentración del capital y su internacionalización, tienen en la pérdida de la soberanía nacional y en la imposibilidad de desarrollo de los países más pobres, el precio y requisito para la reproducción ampliada del capitalismo: “Es sabido que la democracia burguesa y su capacidad de empleo, sin olvidar que ella genera el desempleo, supone un nivel de desarrollo social, a expensas, no obstante, del estancamiento y la regresión de otras sociedades de nivel “inferior”, es decir, predemocráticas, precapitalistas.” O sea que la posibilidad real de obtención de mayores ganancias en los países menos desarrollados por parte de las potencias colonialistas es lo que se encuentra en la base del desarrollo social que se alcanza en la democracia burguesa.
Señalando finalmente, que este proceso deriva en el desarrollo de las contradicciones entre los capitalistas de los países desarrollados y la masa del Tercer Mundo, contradicción fundamental de nuestra época manifiesta entre el capital y el trabajo en dimensiones internacionales y cuya agudización sienta las bases para su solución radical: “... la tendencia – el proceso dirían los más sesudos científicos sociales- a la concentración del poder decisorio en el mundo a expensas, obvio es, de la mayoría de la humanidad, se acelera y, a la par, fortalece y reduplica las fuerzas sociales que lo contradicen. La consigna del “todo o nada”, lanzada por el nazismo en 1940, esto es, de un proyecto de dominación esclavizante del mundo”inferior o bárbaro”, heredado y en apariencia ampliado por el “club” imperialista y sus mercenarios, es una suerte de “canto del cisne” o más bien un águila a la que se le entumecen las alas, un suicidio como le ha ocurrido a otras clases e intereses dominantes a lo largo de la historia; cuando agotan sus posibilidades reales de mantener el mundo en la disciplina de la miseria impuesta por el terror, ... acaban por creer en ..., sus teorías de la Alianza para el Progreso, de la “vietnamización”, del “dominó”, de la “acción rápida”, de la Declaración de Santa Fé, del predominio técnico y nuclear. Se les olvida el hombre real, concreto, exacerbado e insumiso: el que decide.”
Carlos Marx había planteado la cuestión en los términos siguientes: “... Conforme disminuye progresivamente el número de magnates capitalistas que usurpan y monopolizan este proceso de transformación, crece la masa de la miseria, de la opresión, del esclavizamiento, de la degeneración, de la explotación; pero crece también la rebeldía de la clase obrera, cada vez más numerosa y más disciplinada, más unida y mas organizada por el mecanismo del mismo proceso capitalista de producción ...”