LA CONCEPCIÓN DEL DESARROLLO EN EL PENSAMIENTO ECONÓMICO DE JULIO LE RIVEREND BRUSONE
Yazmín Bárbara Vázquez Ortiz
Los orígenes del subdesarrollo fueron identificados por Le Riverend, por medio de la reflexión sobre la inserción de los países americanos al proceso de desarrollo capitalista que pasó por el estudio de la conquista y la colonización. Su interpretación sobre este proceso partió de la consideración de que los caracteres que tipifican a las economías y las sociedades de los países subdesarrollados, constituyen la herencia del viejo colonialismo superviviente después de los años de emancipación de estas naciones y de que el proceso que los provocó estuvo condicionado al menos por dos factores, primero, por su función en el proceso de desarrollo del capitalismo internacional en aras de satisfacer las necesidades del mismo, y segundo, por las peculiaridades que asumieron las estructuras socioeconómicas en cada colonia a partir de esta función. Esto último, atendiendo a las condiciones existentes para dar respuesta a los requerimientos que este proceso planteó históricamente, así como por las incidencias de las formas de explotación de los recursos naturales y humanos que se implementaron por parte de los colonizadores con este fin.
Estos factores determinaron, según Le Riverend, la dialéctica entre desarrollo y subdesarrollo, la cual se revela cuando valora los resultados de la inserción de los países coloniales al proceso de desarrollo capitalista para ambos grupos de países. En este sentido, y haciendo alusión a los países europeos, señala que por la vía del colonialismo el capitalismo naciente aceleró y reafirmó su consolidación y que la burguesía usuraria y comercial propia de la baja Edad Media se apoyó, a partir de entonces, en la explotación de las economías nacionales en gran escala. La contribución de los recursos coloniales al desarrollo capitalista es destacada cuando afirma: “Uno de los hechos que contribuye más intensamente a que el capitalismo triunfe rápidamente es la explotación de los territorios coloniales; América, Asia y África entran en ese cuadro del colonialismo. Los beneficios que obtienen los comerciantes individuales y las compañías comerciales holandesas, inglesas y francesas, la posibilidad de obtener materias primas, como el algodón, la producción sobre bases esclavistas de productos “tropicales” como el tabaco, el azúcar, el añil, la vainilla, el cacao, que consumen los europeos, la utilización de los artículos coloniales para desarrollar el intercambio de esclavos en África, constituyen todos, aspectos de esa influencia decisiva del colonialismo en el rápido crecimiento del capitalismo.” Mientras que respecto a los países coloniales señala que: “... a lo largo del siglo XV la colonización responde claramente a objetivos económicos. Hay apoderamiento de la tierra productiva, explotación del nativo y creación de una organización económica destinada a resolver problemas que se plantean al desarrollo capitalista de la metrópoli.”
A través de estas ideas el autor muestra al colonialismo como el proceso que contribuye a la conformación de los cimientos del desarrollo del sistema capitalista por una parte, pero que por otra, en la consecución de ese mismo objetivo, sienta las bases de la aparición de estructuras económicas y sociales deformadas en los países coloniales atendiendo a que su fin fundamental era satisfacer los requerimientos de desarrollo de sus metrópolis. Recordemos que según Marx el descubrimiento de los yacimientos de oro y plata de América, la cruzada de exterminio, esclavización y sepultamiento en las mimas de la población aborigen, el comienzo de la conquista y el saqueo de las Indias Orientales, así como la conversión del continente africano en cazadores de esclavos negros son todos hechos que señalan los albores de la era de la producción capitalista y representan otros tantos factores fundamentales en el movimiento de la acumulación originaria. Mientras que en estudios más recientes como el realizado por Zoltán Kollár se plantea que el sistema colonial, que constituyó uno de los momentos más esenciales de la acumulación originaria europea, se tradujo en un factor negativo en la acumulación originaria en América Latina como consecuencia del acaparamiento de los ingresos latinoamericanos por fuerzas externas, al principio por simple despojo y más tarde como factor de la reproducción del capitalismo mundial.
Le Riverend consideró que esta dialéctica se pone de manifiesto desde el inicio de la colonización cuando señala que el capitalismo mercantil que aprovecha las riquezas americanas penetra por la vía de la circulación y ajusta cuantos mecanismos precapitalistas sirvan a su interés limitado al intercambio, sea de productos primarios o de metales preciosos. En este sentido el autor resalta la incidencia del proceso de acumulación capitalista en los modos de producción “en presencia parcelada” de los países coloniales, desnaturalizándolos o modificándolos de alguna manera, pero sin organizar realmente el sistema de producción colonial. Lo que respondió en su opinión a dos principios esenciales, primero, a que los procesos de colonización estaban determinados por “... la imposibilidad – intrínseca y extrínseca - de reproducir el capitalismo en las colonias” y segundo, a que debido a la naturaleza misma del capitalismo, “... la colonización solamente organiza y reproduce determinados elementos propios de la fase capitalista, aprovechando especialmente los modos precapitalistas,...”
En sus valoraciones sobre la imposibilidad de reproducir el capitalismo en las colonias, el autor tiene en cuenta que para que se desarrollen determinadas formas sociales de relaciones de producción, deben existir las condiciones materiales para ello, o sea, el nivel requerido de desarrollo de las fuerzas productivas que las sustenten. Es por ello que plantea que los conquistadores y colonizadores no pueden reproducir en estas tierras el esquema de organización social, económico y político imperante en Europa a partir del nivel de desarrollo de las fuerzas productivas y de las relaciones de producción existentes en las mismas, por lo que la colonización solamente organiza y reproduce elementos propios de la fase capitalista y de los modos precapitalistas recurriendo a la combinación de formas de explotación y de estructuras que garanticen sus fines. En este sentido plantea que, por una parte: “Como señala Marx con ironía, no se podía cargar un barco de relaciones de producción y sociales, vaciarlo en el territorio sojuzgado, armar todo al modo capitalista metropolitano y recoger riquezas inmediatas.” Y que por otra, tampoco se podían reproducir los modos de producción de los que se tomaban determinados elementos para ponerlos al servicio de la extracción de ganancias capitalistas, o sea, el feudalismo “a la manera entendida en Europa” o el “esclavismo clásico” ya que: “... el esclavismo no consiste solamente en la propiedad de un hombre sobre otro, su familia y el producto de su trabajo, sino en un conjunto de relaciones de producción y sociales que no pueden ser exactamente las mismas cuando se trata del esclavismo que proviene de la disolución del feudalismo y el nacimiento a escala mundial del capitalismo mercantil. Entre otras razones porque las fuerzas productivas han alcanzado un desarrollo superior.” Por lo que: “En el fondo, la expansión del capitalismo industrial era una manera de insertar sus estructuras y métodos en sociedades con fuertes supervivencias o reproducción de formas precapitalistas, sin liquidarlas, pues de hacerlo reproducirían su propio sistema; los “benefactores” capitalistas no llegaban al extremo de crear economías y sociedades pariguales.”
En estas apreciaciones se observa en Le Riverend la influencia de los planteamientos comprendidos en La Moderna Teoría de la Colonización, donde Marx realizó el análisis crítico de la teoría sobre la colonización de E. G. Wakefield planteando que aspiraba “a la fabricación de obreros en las colonias” y señaló que para ello hubiera sido necesario exportar, por ejemplo al Swan River, “las condiciones de producción imperantes en Inglaterra.” Destacando los factores que determinan las peculiaridades de la formación de las estructuras socioeconómicas en América.
La aplicación de estos postulados se apreciaron en sus análisis, cuando Le Riverend planteó que: “... los conquistadores y los colonos oligárquicos intentan reproducir en América un tipo de relación social existente en España. Logran hacerlo, pero no reproducen exactamente la situación que les sirve de modelo porque las relaciones de producción y sociales no son exportables, sino que requieren la creación de condiciones generales que les permitan reproducirse.” Idea que reitera apoyándose en Marx: “... como si se tratara de una maquinaria que puede meterse en un barco y montarse en las colonias sin más dificultades.”
Le Riverend muestra cómo la formación de estas nuevas sociedades no estaría caracterizada por la construcción de una estructura socioeconómica definida, sino por la conjugación de una serie de elementos de la fase capitalista y de los modos precapitalistas en función de que los países coloniales pudieran, a través de estos, cumplir con su objetivo esencial, es decir contribuir a la realización del proceso de acumulación del capital como parte de los fenómenos inducidos por la transición presente en Europa. Esta tesis es ejemplificada a través del análisis del caso cubano cuando señala que: “En el caso de Cuba,... se observa que durante el siglo XVI, apenas los europeos inician la formación de una sociedad colonial, están en presencia pugnaz, y, a la par, combinatoria, las comunidades indígenas, en su etapa inicial de diferenciación de clases, las formas feudalescas y sus correspondientes superestructuras con nuevas funciones, por razón de aplicarse o proseguir en tierras nuevas el esclavismo moderno como, tanto de los indígenas como de los africanos, e incluso, en una medida no bien cuantificable, todavía de los blancos europeos, y, además, los asalariados en el grado correspondiente a la inmadurez contemporánea. ...” Planteando acto seguido, la siguiente interrogante: “¿Cómo definir y precisar un modo de producción predominante?” cuestionamiento que se planteó teniendo en cuenta las categorías históricas y los caracteres esenciales que desarrolló el marxismo para la orientación del razonamiento científico donde no se afirmó “tajantemente” la pureza de los modos de producción, sino que se contempló el desarrollo universal de la sociedad abstrayendo los elementos fundamentales al estudiar sociedades coloniales como el llamado “modo de producción asiático” .
El proceso de formación de estas sociedades heterogéneas, fue valorado por Le Riverend, como parte de la dialéctica del proceso de desarrollo capitalista. Esta dialéctica se apreció a partir de los resultados de la acción de los mecanismos de dominación que garantizaron que las sociedades coloniales funcionaran como complementos de las metropolitanas en aras de satisfacer sus requerimientos de acumulación y por tanto de desarrollo. Señalando en este sentido el papel de la “desposesión” y del monopolio comercial así como de las formas ideológicas de dominación en el proceso de acumulación del capital.
La utilización del término “desposesión” por Le Riverend, atendió a su uso por la historiografía tradicional, haciendo alusión a la “expropiación-apropiación de la tierra”en los procesos de colonización que Marx denominó enajenación y que postuló, tuvo lugar como prerrequisito para la formación del modo de producción capitalista en la etapa de la acumulación originaria del capital, al privar a la gran masa del pueblo de la tierra y de los medios de vida e instrumentos de trabajo.
Al valorar la diferencia de los efectos de la “desposesión” para las metrópolis y las colonias, el autor apreció el fundamento de la dialéctica del desarrollo capitalista destacando cómo por una parte se contribuyó a la creación de las condiciones objetivas necesarias para el despliegue de las relaciones capitalistas de producción, y por otra, se sentaron las bases de la deformación de las estructuras coloniales en función de que estos países cumplieran su papel en el proceso de acumulación capitalista: “El capitalismo europeo- señala- aparece y se desarrolla por un proceso de acumulación que se caracteriza por la desposesión de los pueblos: los agricultores y campesinos pierden sus tierras y los artesanos de las ciudades pierden la oportunidad de establecerse por su cuenta con sus propios instrumentos de trabajo. La gran masa de los pueblos europeos progresivamente desposeída de sus medios de vida independiente (tierras o instrumentos) tiene que vivir de su trabajo como obrero asalariado. También la colonización supone un proceso de desposesión: los indios pierden sus tierras, las oligarquías coloniales monopolizan las riquezas, el esclavo africano es objeto de la máxima explotación. La acumulación comercial se acelera.”
La diferencia de los resultados de la acción de este mecanismo fue valorada por Le Riverend, a partir de su incidencia en la conformación y desarrollo de las estructuras socioeconómicas de ambos grupos de países, considerando su repercusión en el desarrollo de las relaciones de producción a partir de las condiciones de producción existentes y del nivel alcanzado por las fuerzas productivas: “En Europa forma parte de un crecimiento capitalista que requiere esa separación entre el productor y el medio de producción, para integrar y engrosar las filas iniciales del proletariado y del conocido ejército industrial de reserva ... En la América Latina, ... esa población “sobrante” no halló el crecimiento que le permitiese incorporarse a un desarrollo superior de la producción. Cabría decir que en la perspectiva histórica el resultado era el mismo, pero en Europa la desposesión constituye, como punto de partida, uno de los elementos esenciales del proceso de formación capitalista, mientras en América Latina queda insertada en las estructuras coloniales sin contribuir eficazmente a su formación plena.” Explicando que en los marcos de subordinación esta acumulación no pudo ser considerada suficiente, ya que no satisfizo uno de los criterios fundamentales, no separó el trabajo de la propiedad y por tanto no hizo posible la liberación de la fuerza de trabajo.
Siguiendo esta lógica Le Riverend demostró la diferencia del sentido y trascendencia histórica de los procesos que se daban en Europa y en América. Ello se manifestaba, según el autor, en el despliegue del sistema de relaciones sociales de producción, sobre cuyas bases se conforma en Europa una sociedad bipolar definida y en América un sistema de relaciones sociales de producción que asume una estructura heterogénea: “... mientras en Europa esa disociación fortalece la tendencia al desarrollo del capitalismo... en América produce más bien una población, por un lado impedida de vender su fuerza de trabajo u obligada a hacerlo en cuantía tasada por la encomienda, y después la hacienda, y, por otro lado, aparece una población totalmente proletarizable, que el subdesarrollo – ya presente- impide emplear en la medida adecuada a su aumento. De ahí la masa de semiproletarios o de gente que o bien sobrecarga la producción agrícola... o acrece la población urbana marginal o marginalizada por un sistema social de castas. La dirección de esas condiciones no es como en Europa hacia la sociedad bipolar (burguesía-proletariado), sino hacia un intrincado sistema de capas no bien definidas – por sus relaciones de producción y sociales muy matizadas - ...”
En relación con la repercusión de la política del monopolio comercial, consideró la misma como la política de extracción del beneficio metropolitano que condicionó la formación de una estructura, donde los requerimientos de la actividad comercial determinaron los de la actividad industrial y agraria, y el modo de explotación fundamental de los recursos naturales y humanos a partir del cual se formó un sistema sui géneris de relaciones sociales de producción.
Las valoraciones que sustentan estas ideas se ponen de manifiesto en las consideraciones que realizó Le Riverend sobre la organización inicial de la estructura socioeconómica en Cuba en función de satisfacer las exigencias que plantea el desarrollo del capitalismo mercantil y el de la metrópoli ligado a éste. En este sentido el autor parte de la consideración de que el régimen colonial español se caracterizó por la organización de un monopolio muy estricto, fundado en el interés fiscal del rey y en su alianza con determinados grupos comerciales metropolitanos, particularmente de los grupos comerciales castellanos y andaluces. En estas ideas se aprecia su coincidencia con Marx cuando señala que los monopolios de la sal, del opio, del bétel y otras mercancías eran filones inagotables de riquezas a través de los que se esquilmaba al infeliz indio agregando que gracias a este régimen las colonias brindaban a las nuevas manufacturas que brotaban por todas partes mercado para sus productos y una acumulación de capital intensificada.
Sobre las teorías que representaban los intereses de la clase burguesa en ascenso en los orígenes del proceso de desarrollo desigual del sistema señaló que: “La teoría mercantilista es, además, una teoría del colonialismo. El llamado “pacto colonial” significa que las colonias producen determinados artículos que la metrópoli necesita recibiendo de éstas todo lo que requieren para la subsistencia de la población colonial. Lógicamente, no se permitirá por este “pacto” que las colonias desarrollen producciones que la metrópoli no necesita o que ella ya posee.”
En sentido general, Le Riverend, a través de las consideraciones anteriores, puso de manifiesto cómo con la aplicación de estos mecanismos, se fueron generando transformaciones internas en los países coloniales, tanto económicas y políticas como sociales. Creándose estructuras que se pusieron en función de la dinámica del sistema europeo colonizador y del desarrollo de la ley de acumulación capitalista. Tendencia que ejemplificó en sus análisis sobre la historia económica de Cuba cuando valoró el paso de un sector de la producción a otro y la conformación de una estructura económica heterogénea, en función de satisfacer las necesidades económicas de la metrópoli y en virtud de la cual se conformaron estructuras sociales con el mismo carácter, vinculadas con la estructura de clases de los centros cuyas aspiraciones se reflejaban en el pensamiento social, filosófico y político.