LA CONSTRUCCIÓN DE LA IDENTIDAD PROFESIONAL DE LAS NORMALISTAS TLAXCALTECAS
Victoria Ramírez Rosales
El punto de partida de esta investigación parte de la certidumbre de que en lo general las identidades sociales y en particular las identidades profesionales son el resultado de complejos procesos interaccionales entre sujetos y de éstos a su vez con las estructuras institucionales. Cuyos ejes de explicación lo constituyen sin lugar a duda los procesos discursivos de distinto orden que nos permiten explicar la construcción de la identidad profesional. Si bien no es el único medio para explicar el proceso de construcción identitaria, sí constituye una ruta factible para su estudio.
De ahí que en este trabajo el posicionamiento teórico-metodológico está sustentado en las posturas o perspectivas que conciben a las identidades como procesos interaccionales complejos construidos narrativamente. En este sentido estamos ciertos de que las significaciones, así como el sentido de “sí mismo” se originan en un contexto intrínsicamente relacional, en donde no solamente el “yo” y el “tu” se manifiestan en los diálogos de las relaciones humanas, sino que la identidad misma es producida por las narraciones surgidas de intercambios comunes, remitiendo a las narraciones del “yo”, al proceso de interacciones más que a las elecciones individuales (Gergen, 1996)
Supuestos básicos
De inicio quisiera referirme a los planteamientos que a manera de tesis de trabajo guiaron la investigación. Habría que aclarar que estas tesis fueron construyéndose a través de un procedimiento de aproximaciones con el objeto de estudio: un proceso de reflexión de los debates teóricos que sobre la identidad se han elaborado, un fase de autorreflexión y reconsideración de mi propia experiencia como investigadora, pero también como “nativa, pues yo misma soy maestra y, de un proceso de observación y delimitación más analítica del objeto de estudio. Considerando estas reflexiones concebimos que:
1. La conjetura prudente, que guía esta investigación apunta a inferir que las maestras tlaxcaltecas constituyen su identidad profesional a partir de los elementos simbólicos, culturales, subjetivos y objetivos que les son dados en ciertos contextos estructurales significativos. Entre los que destacan las escuelas formadoras de maestras y maestros (escuelas normales). Esta etapa fundamental de su formación profesional debe analizarse como parte de su trayectoria biográfica.
2. La investigación parte del reconocimiento de que las estudiantes normalistas construyen su identidad profesional en la interacción significativa con otros significantes: familia, profesores, estudiantes, en contextos históricos socialmente estructurados.
3. Esta construcción obedece a una articulación no poco conflictiva entre lo biográfico personal y lo social o relacional. Es decir, la existencia individual se construye en un proceso dialéctico entre el “individuo producido”, producto de las estructuras sociales, y el “individuo productor”, productor de su propia historia, de una identidad que le es propia.
4. Este proceso dialéctico se entreteje a lo largo de la trayectoria biográfica de las normalistas a través de contextos sociales estructurados como la familia, las instituciones formadoras y el empleo. Estos ámbitos brindan un orden simbólico pletórico de significados, en donde las imágenes de “ser maestra” producidas institucionalmente y socialmente, constituyen un referente importante en la búsqueda de su propia identidad.
5. La identidad profesional adquiere sentido (identificación simbólica de su acción) en su práctica, en la escuela frente a los alumnos y padres de familia, en su relación con los otros actores ya sea de su misma posición o de posiciones diferenciadas como otros grupos de profesionales.
6. La formación profesional de las estudiantes normalistas no es un reflejo del mundo real sino más bien una reestructuración de los valores, creencias, ideologías y sucesos a los que remite. De tal forma que la formación profesional crea una imagen de la profesión a través de los diversos códigos (culturales, sociolingüísticos y educativos) que la integran, estos códigos otorgan a las estudiantes las claves para descifrar los arquetipos fundamentales de la profesión, funcionan como unos anteojos que les permiten entender y otorgar significado a sus propias acciones y motivaciones profesionales.
7. La investigación se circunscribe dentro de lo que se ha llamado el giro lingüístico, que considera a la narración como elemento explicativo e interpretativo de las subjetividades de los sujetos investigados y a las estructuras socio-históricas que le dan sentido al discurso de los sujetos. Considerando que las interacciones significativas de los actores se traducen en relatos verosímiles construidos por colectividades en este caso profesionales, que comparten una ideología y formas culturales intrínsecamente simbólicas; mantenidas, reproducidas y resignificadas por los mismos miembros de la profesión; es decir la identidad profesional es una relato vital que los sujetos construyen a partir de su propia narrativa. De ahí la importancia de reconstruir desde estas narrativas los contextos de interacción como las escuelas normales y la propia experiencia biográfica de las estudiantes normalistas.
8. De igual manera, la investigación, parte del supuesto de que la construcción de la identidad profesional en el caso que nos ocupa de las normalistas de educación primaria de Tlaxcala, esta influenciada por el discurso del profesionalismo, discurso utilizado por la profesión para elevar su estatus y ganar más prestigio; sobre todo hoy en día en que la profesión atraviesa por una crisis de valorización social, profesional y económica.
9. El discurso del profesionalismo utilizado en la profesión magisterial es un discurso que se construye esencialmente desde los aparatos educativos del Estado, que se traduce en las políticas educativas en formación de maestros. Es importante señalar que este discurso ideológico se autoimpone hegemónicamente en respuesta a los consensos y acuerdos entre los distintos actores educativos y las demandas sociales. El discurso del profesionalismo no es ajeno al papel que se le ha otorgado al maestro como actor social y político en la construcción del Estado Nacional.
Finalmente revelar el proceso de construcción identitaria significó en este trabajo poner el énfasis en la dimensión subjetiva de nuestros actores de investigación. Partiendo del posicionamiento que la realidad es construida socialmente el interés se centró en el análisis del contexto y el discurso en diferentes ordenes, al considerarlos elementos explicativos fundamentales en la constitución de la identidad profesional de las estudiantes normalistas.
La construcción del sujeto
Tomando como referencia las ideas anteriormente señaladas, la presente investigación se ubica en las corrientes teórico-metodológicas llamadas interpretativas, bajo esta corriente se acogen una diversidad de enfoques, cuya característica en común es el papel central otorgado a los “significados de los sujetos”.
Específicamente en este trabajo retomamos el enfoque llamado construccionismo social que tiene entre sus principales representantes a Kenneth Gergen (1994), Peter Berger y Thomas Luckmann (1994), Jonathan Potter (1998). Cuyos planteamientos coinciden en señalar el “carácter construido de lo social” y del sujeto como “constructor de realidades”.
El construccionismo se nutre de teorías como el interaccionismo simbólico, la etnometodología y especialmente de la teoría del “acto social y del otro generalizado” de Georges Mead, que en resumen consideran que la realidad se construye por medio de la elaboración social de significados mediada principalmente por el lenguaje.
Respecto al lenguaje Potter (1998) hace una distinción muy importante, su análisis parte de una pregunta esencial ¿cómo se construye la realidad? A lo cual responde a partir de contrastar dos metáforas: la del “espejo” y la del “taller de construcción”. La metáfora del “espejo” supone que existe un conjunto de objetos del mundo que se reflejan en una superficie lisa, que sería el lenguaje. De esta manera el lenguaje refleja como son las cosas a través de descripciones, representaciones y relatos. Aquí el lenguaje es un vehículo pasivo, simplemente se limita a reflejar la realidad.
En contraste la metáfora del “taller de construcción” funciona en dos niveles de análisis: el primero es que los relatos construyen la realidad o versiones parciales de esa realidad. El segundo es que estos mismos relatos son construcciones. De ahí que la realidad existe a medida que se habla o se escribe sobre ella. La realidad se manifiesta en las prácticas de los sujetos por medio de las categorías y descripciones que forman parte de esas prácticas, es decir, la realidad se constituye a medida que los sujetos hablan, escriben o discuten sobre ella.
El construccionismo privilegia el análisis de los discursos y de sus repercusiones en la construcción de los significados, mediante la interacción-acción social de los actores, en los escenarios históricos y culturales que les condicionan.
Siguiendo este orden de ideas, en el siguiente apartado damos cuenta de la articulación analítica de los distintos escenarios y niveles discursivos, en donde encontramos las explicaciones que guían la construcción identitaria profesional de las estudiantes normalistas.
Marcos interpretativos: Imaginarios y discursos en la construcción de la identidad profesional
Imaginarios
La identidad del magisterio no solo se construye desde las experiencias del presente, sino que es tributaria de la historia de la profesión y de las imágenes que sobre el “ser maestro” se elaboran en esta misma historia.
La identidad profesional del magisterio mexicano ha estado vinculada desde su constitución, hace poco más de un siglo, a distintos imaginarios construidos desde el discurso ideológico del Estado, sobre su persona y su labor profesional, que al constituirse como esquemas de sentido a partir de los cuales los maestros guían su acción, han dado paso a la internalización, no sólo del propio magisterio sino de la misma sociedad, de ciertas imágenes en las que se simbolizan una serie de atributos sobre la figura magisterial. De manera que la identidad del magisterio esta fuertemente relacionada con su dimensión imaginaria.
La noción del imaginario social recoge esencialmente las ideas de dos corrientes contemporáneas: la fundamentación antropológica de lo imaginario por Gilbert Durand y el pensamiento filosófico de Cornelius Castoriadis. También existen otras fuentes de pensamiento que se vislumbran como trasfondo de los imaginarios sociales, como la herencia psicoanalítica de los arquetipos de Carl Gustav Jung, la cual es retomada por el propio Durand que le imprime una visión más cultural; la fecundidad de la ensoñación de Gaston Bachelard o la propia psicología genética piagetana. No obstante, para los fines de esta investigación el concepto de imaginario social descansa en las perspectivas de Durand y Castoriadis.
Con Durand (1960) aparece por primera vez el territorio del imaginario diferenciado del de ficciones, visión esta última derivada del positivismo y el racionalismo. Este autor, define al imaginario como el conjunto de imágenes mentales y visuales mediante las cuales el individuo, la sociedad y, en general el ser humano organiza y expresa simbólicamente su relación con el entorno. Lo que sirve para mostrar que la experiencia social hunde sus raíces en lo circunscrito a lo vital, vivencial y experiencial.
Durand subraya el vínculo entre lo simbólico y el sentido . La imaginación descansa sobre lo simbólico, que tiene el poder de remitirnos siempre a un ámbito de invisibilidad que trasciende a la realidad sensible. El acercamiento a dicho ámbito resultaría inalcanzable para una posición objetivista de investigación, la cual, bajo el imperativo de la objetividad desacredita los aspectos antropológicos y también gnoseológicos ligados a la subjetividad (Carretero, 2001:146).
Castoriadis (1989) en la misma línea que Durand señala que lo imaginario no puede ser comprendido como una simplificadora ficción o fantasía, por el contrario lo real y lo imaginario funcionan como una especie de simbiosis desde la cual se entiende la realidad social.
Castoriadis parte de una ontología construccionista desde la cual la realidad social no puede ser conceptualizada de una forma “objetiva”, por el contrario lo “real” es siempre resultado de una determinada construcción social desde la cual esta realidad adquiere una peculiar significación para los sujetos (Carretero, 2001:176). Lo “real” depende de un imaginario social que a través de la institucionalización de un “magma” de particulares significaciones dota de sentido a las cosas.
Con esto Castoriadis intenta destacar el proceso dialéctico entre imaginario y realidad, es decir, la realidad es una construcción llevada a cabo por el imaginario, pero también hay que reconocer que las significaciones imaginarias se concretizan en la realidad.
De ahí que para el autor el imaginario social es primordialmente la posición de un magma de significaciones imaginarias y de instituciones que las portan y las transmiten. En el intento de guardar distancia con una idea reproduccionista que observa a un sujeto anulado por las estructuras sociales, el autor señala que en la medida que el individuo social toma contacto y reconoce la alineación en la cual esta inmerso, se abre la posibilidad de que pueda cuestionar las significaciones sociales imaginarias.
Castoriadis establece en este punto un paralelo con el sujeto reflexivo que potencialmente puede surgir a consecuencia de tomar contacto con sus deseos y determinaciones, reflexionar y decidir sobre ellos. Siempre se trata de un proceso y no de un estado logrado de una vez y para siempre.
Los imaginarios sociales no existen como representaciones materializadas, de ahí que no denoten nada, en cambio, denotan poco más o menos que todo en tanto operan como el “cemento invisible que mantiene conglomerado todo este inmenso batiburrillo de real, racional y simbólico que construye toda sociedad (Castoriadis, 1993: 248).
Estas ideas, nos plantearon de inicio una problemática: la intangibilidad de los imaginarios. Si bien, los imaginarios son primordialmente creación de significaciones y creación de imágenes o representaciones que son su soporte. Específicamente en el caso del magisterio ¿cómo se construyen los imaginarios sobre el “ser maestro? ¿dónde encontrarlos?, ¿cómo analizarlos?
Como ya se ha venido señalando a lo largo del trabajo la profesión magisterial esta ligada completamente al Estado, es una profesión de Estado, de ahí que ha sido éste quien ha dirigido, regulado y controlado a la profesión. Lo que ha significado el control sobre el trabajo técnico de los maestros, los aspectos financieros, las estructuras institucionales e incluso la construcción de los significados del ser y hacer de los maestros sobre los cuales reposan los imaginarios del magisterio; a través de una permanente construcción y reconstrucción del discurso ideológico de la profesión.
Este último punto es el que nos interesa resaltar pues es a través del discurso ideológico como los imaginarios que sobre el magisterio se han construido se cristalizan, es decir, se vuelven tangibles para su investigación. A continuación desarrollamos estos supuestos.
Discurso, ideología e identidad
Si partimos de la idea que los imaginarios son sobre todo creación de significaciones que construyen realidades. Trasladando estas ideas al caso de nuestra investigación, diríamos que los imaginarios son la creación de significaciones sobre el “ser maestro” que se construyen desde el discurso ideológico y cambian con el tiempo. En este sentido, constituyen elementos fundamentales de la identidad profesional magisterial. Habría entonces que preguntarnos ¿cuál es el origen de estas significaciones?, ¿cuál es su fundamento?, ¿dónde se expresan?
El discurso ideológico se convierte en el magma de significaciones imaginarias que sobre la figura del magisterio se han construido. Las significaciones no son un conjunto fijo, regular, estable, predecible, señala Castoriadis, su modo de ser es el magma o sea es creación, de manera que corresponde al investigador enmarcarlos de acuerdo a lo que quiere conocer.
De tal forma que para fines de esta investigación el concepto de significaciones lo delimitamos aludiendo principalmente a su cristalización en el discurso ideológico institucional que esta plasmado en las políticas educativas que sobre la formación de maestros se han elaborado desde las estructuras institucionales.
Van Dijk (1999) en un planteamiento que viene desde los estudios contemporáneos sobre el discurso, la lingüística, la ciencia cognitiva, y la ciencia política, usados como marco para una teoría multidisciplinaria de la ideología. Nos dice que las ideologías pertenecen a la esfera de las creencias sociales y por consiguiente están ubicadas en la memoria social. Al señalar que son creencias sociales nos advierte que son compartidas por miembros de grupos o colectividades.
Las creencias, especifica Van Dijk, no son pensamientos que se limitan a lo que existe o a lo que es verdadero o falso. También pueden corresponder a evaluaciones, es decir a lo que nosotros suponemos que es verdadero o falso, permitido o prohibido, agradable o desagradable, aceptable o inaceptable, o sea a los productos de los juicios basados en valores o normas. Tales creencias son llamadas comúnmente opiniones que equivaldrían a modelos de significado de los individuos acerca de eventos o de actitudes socialmente compartidas.
En conclusión “Las ideologías consisten en aquellas creencias sociales generales y abstractas, compartidas por un grupo, que controlan u organizan el conocimiento o las opiniones (actitudes) más específicas de un grupo” (Van Dijk, 1999:72).
Van Dijk (1999:152) tiende un puente entre ideología e identidad, en este trabajo nosotros intentamos articular ideología, representaciones y significaciones imaginarias como elementos constitutivos de la identidad profesional del magisterio. El autor señala que las ideologías consisten en un esquema fundamental que define los criterios de pertenencia a un grupo, esto significa que cuando un grupo ha desarrollado una ideología, esa ideología define al mismo tiempo la base para la identidad del grupo, en este sentido la identidad es a la vez personal y un constructo social.
Siguiendo las ideas del autor, en su representación del sí mismo, la gente se construye a sí misma como miembro de un grupo. Esta autorepresentación (o esquema de sí mismo) está ubicada en la memoria personal. Es una abstracción construida gradualmente desde las experiencias personales de los acontecimientos.
Tales experiencias incluyen las representaciones de la interacción social y las interpretaciones del discurso, de ahí que las experiencias y sus autorrepresentaciones inferidas están al mismo tiempo socialmente construidas: parte de nuestro esquema de sí mismo es resultado de los modos en que los otros nos ven, definen y tratan. Esta idea ya la analizábamos en el primer capítulo con autores como Dubar (1991) y su propuesta de “transacciones” y con Jenkins (2000) y su idea de “categorizaciones”.
Del mismo modo en que puede decirse que los grupos comparten conocimiento, actitudes y una ideología, podemos conjeturar que comparten una representación social que define su identidad o su “sí mismo social” como un grupo (Van Dijk, 1999:155).
Ahora, ¿cómo se expresan las ideologías?, ¿dónde analizarlas? si queremos saber qué apariencia tienen las ideologías, cómo funcionan y cómo se crean, cambian y reproducen, necesitamos observar detalladamente sus manifestaciones discursivas. Aunque habría que aclarar que las ideologías no solamente se expresan en el discurso, habría una infinidad de prácticas sociales en las que la ideología tiene su expresión y por lo tanto su campo de análisis.
Sin embargo, señala Van Dijk (1999:244) el discurso tiene un estatus especial en la reproducción de las ideologías. A diferencia de otras prácticas sociales o de otros códigos semióticos como fotografías, cuadros, imágenes, pinturas, películas, etc.; en los diferentes niveles discursivos, ya sea en forma de texto o conversación, los miembros sociales expresan o formulan concretamente creencias ideológicas o cualquier otra opinión relacionada con esa ideología.
Además es importante señalar que es en la formulación de creencias expresadas en las narrativas de los sujetos donde se pueden observar los significados para la acción. Ya sea en situaciones de texto o de conversaciones, los sujetos al interactuar, cuentan o recuerdan a otros, sobre todo a los iniciados, las creencias ideológicas compartidas por el grupo. Podemos argumentar entonces, que la socialización ideológica tiene lugar principalmente a través del discurso.