Saúl Corral García
El documento de la UNESCO es resultado de los cambios que se propusieron en París (1998) que describen las transformaciones de América Latina y del Caribe, donde el Banco Mundial logró imponer sus líneas políticas más importantes. Estas parten del supuesto de que la forma en la que está organizada la sociedad mundial, y por lo tanto la forma que ha asumido la globalización y la conformación de los bloques de países a través de la interacción y operación, es la adecuada. Aunque el documento resulta en sus planteamientos distintos a lo vivido en la realidad, se presupone en éste una aceptación práctica del nuevo ordenamiento mundial globalizado, donde no dejan de estar presentes algunas observaciones sobre la desigualdad e inequidad que existe en algunos países.
Otro punto importante en esta declaración de la UNESCO es la aprobación entusiasta que se la da a la llamada sociedad del conocimiento, la cual se concibe como la sociedad en la que los estudiantes tienen que integrarse para garantizar un alto nivel de calidad de vida. Sólo los países que se ubiquen favorablemente en tal sociedad por su competitividad serán los que podrán sobresalir.
Es necesario observar que cuando se refieren a la sociedad del conocimiento en el documento de la UNESCO, no queda claro a qué tipo de conocimiento se refiere. Parece que se trata de un conocimiento útil, algo que se convierte en insumo o materia prima para ser transformada en ventajas económicas por el proceso globalizador mundial. Es decir, el conocimiento ahora con esta nueva visión mercantilista debe producir un valor agregado, el cual debe reducir los costos de producción por la nueva tecnología que tiene. Los egresados de la educación superior deben tener una visión emprendedora, no sólo para que puedan emplearse sino para ser creadores de empleos nuevos o se perfilen como nuevos empresarios.
Además de que parece ser atractivo, el concepto de la sociedad del conocimiento por su propuesta innovadora en las políticas educativas tiene otras connotaciones. Se trata de la dificultad que presenta al plantearla en forma de objetivos o concretarla en resultados tangibles sobre todo para la economía, ya que la expectativa que tiene de la calidad y de su desarrollo positivo se ha convertido en un telón de fondo que sirve para justificar la construcción de una cierta clase de educación superior. Ésta sólo estará al servicio de los privilegiados y generará con ello procesos agudos de exclusión y de polarización que se reflejan en la continua inequidad de la distribución de los recursos en materia de educación pública. Por ejemplo, la insuficiente infraestructura que vive actualmente el ITP, se refleja en las instalaciones del equipo, con el desarrollo de los sistemas de computación y la operatividad de los programas que resultan inadecuados y obsoletos en su aplicación; además del restringido acceso al conocimiento que logran tener los estudiantes con el uso de las NTI para su formación profesional, como hemos observado.
Otro aspecto importante que debemos considerar en esta reflexión sobre el nuevo modelo o paradigma modernizador de la sociedad del conocimiento, es que dicho conocimiento será el valor agregado fundamental, y de ahora en adelante el principal factor de desarrollo, según los organismos internacionales mencionados. En cada uno de sus documentos reiteran que todos los países deben integrarse en una nueva sociedad globalizada en la que las instituciones educativas tendrán un rol determinante que deberán jugar para que los países no queden rezagados. Lo que no se cuestiona en este nuevo modelo de la sociedad global es el papel que juega el conocimiento al avizorar las deficiencias que puedan surgir de las mismas.
El paradigma propuesto se presenta como un dogma que pretende que en su desarrollo deben participar todos los países, con tal de no quedarse fuera del proceso de integración mundial. Pero si nos referimos a estos cambios con nuevos postulados que pretenden instaurarse en México, al retomar y aplicar los nuevos modelos educativos a través de sus políticas en la educación superior, observamos postulados que en forma constante aparecen en su discurso como calidad e innovación. Son congruentes con la naturaleza académica, pertinentes en relación con las necesidades del país: equidad, humanismo, compromiso con la construcción de una sociedad mejor, autonomía responsable, y estructuras de gobierno y operación ejemplares. Resultan aparentemente aceptables, pero al menos por ahora, inoperables en la realidad.
En lo que toca a la visión que se tiene del sistema de educación superior, observamos que no hay una definición clara que retome el Plan Nacional de Educación de la UNESCO, sobre la propuesta de sus postulados a cumplir hacia el año 2020. Entre otras cosas, sus recomendaciones se refieren a la interacción y apertura del sistema educativo, al crecimiento y diversificación de la oferta, a los modelos innovadores a implantar, a la distribución de los recursos para la educación a centrar en los estudiantes, al financiamiento, al marco jurídico necesario, y al aseguramiento de la calidad. La calidad, según la UNESCO y los planes de educación se deben reflejar en los nuevos sistemas educativos, los cuales formarán profesionistas de calidad. Pero todo esto se perfila hasta ahora como una utopía, porque las condiciones económicas y sociales actuales del país resultan insuficientes para cumplir con estas nuevas expectativas políticas para el desarrollo de la educación superior en México.
Después de la revisión y el conocimiento de los documentos que contemplan las nuevas políticas educativas por parte de los organismos internacionales e instituciones nacionales, podemos tener una visión más clara sobre sus propuestas y la finalidad de los mismos. Como ya se señaló, hasta ahora éstas no han sido aplicadas en forma efectiva en el contexto de la educación superior tecnológica. No se trata de una nueva política sino de la confirmación de las principales líneas de la política actual, aunque estén presentes algunas variables que destacan algunos aspectos más que otros, tales como la insistencia en lograr un sistema abierto en contra de uno cerrado, la conformación de redes institucionales, la escuela o universidad virtual, y el otorgamiento de personalidad jurídica propia a los comités interinstitucionales de evaluación de la educación. Se trata más bien de entender la proyección de lo planeado e imaginado en los últimos años. La proyección debe estar muy bien estructurada y la ejecución debe prever todas las deficiencias que se pudieran presentar con la aplicación de estos nuevos modelos educativos.
En este nuevo marco de desarrollo globalizado donde se trata de que a través de nuevas políticas propuestas por los organismos internacionales, los países en desarrollo logren su incorporación en el ámbito mundial para mejorar sus condiciones de competitividad y desarrollo. Por eso, la educación ha sido definida como el mecanismo a través del cual estos países puedan alcanzar un mejor nivel de vida para su población y por lo tanto alcanzar mayor desarrollo. Es el sector educativo el que reporta mayores tasas de retorno futuro, de acuerdo a los planteamientos formulados por los organismos internacionales. En ese sentido, se cree que a través de la educación, los países pobres podrán disminuir su rezago social y económico. Por eso resulta importante el interés que se le ha puesto a la educación, donde la atención se ha centrado en las principales acciones relacionadas con los aspectos del desarrollo económico por parte de la OCDE, el Banco Mundial y la UNESCO.
El avance de la tecnología de la información ha hecho que este crecimiento inmenso en el volumen del conocimiento sea accesible, efectivo y más poderoso. (Comboni y Juárez, 2002: 70) Por ejemplo, las redes computacionales y las nuevas formas de telecomunicaciones propagan la información alrededor del mundo con una rapidez impresionante, el volumen de información que circula a través del internet ha crecido en proporciones inimaginables, lo que significa que cada vez haya más información accesible, por lo cual es innegable que, participar en la economía del conocimiento requiere de nuevas destrezas y habilidades. El entrar en este mundo es difícil en un contexto subdesarrollado y dependiente de la economía mexicana.
Las diversas formas de innovación tecnológica en la educación, las podemos observar por ejemplo en la modernización, la calidad educativa, la evaluación, la currícula y los programas de formación-actualización docente, los cuales están actualmente saturados del contexto de la revolución micro-electrónica informática, telecomunicaciones, inteligencia artificial, telemática, informática educativa, educación virtual y a distancia, network educativa, vídeo texto, tele conferencia, fax, correo electrónico, world wide Web, videoconferencias e interactividad. Ciertamente la estandarización y fusión tecnológica impacta positivamente las innovaciones para la educación tradicional y en especial para la educación a distancia y las subsecuentes políticas gubernamentales de regulación educativa. Pero reducir a ello la innovación educativa puede confundir a los agentes educativos, en el sentido de ya no buscar modelos académicos sobre la currícula, la pedagogía y los procesos formativos humanistas que respondan a la interrogante fundamental del “por qué” y “para qué” de la educación.
La extensión de las nuevas tecnologías y de las redes informáticas lleva simultáneamente por un lado, a favorecer la comunicación con los demás y por otro lado, a reforzar las tendencias a encerrarse y aislarse. Por ejemplo, el desarrollo del trabajo académico a distancia con un interlocutor cibernético, puede perturbar los vínculos de solidaridad establecidos dentro de las mismas instituciones educativas, y sustituir estas actividades de interacción personalizada por una interacción cibernética, limitándose a realizar la mayoría de las tareas en un ámbito de esparcimiento, donde se aíslan los estudiantes frente a una pantalla de computadora, limitando y definiendo aún más su espacio de acción social. (Moreno, 2002: 140)
En estos aspectos de influencia que pueden tener las nuevas tecnologías de información, es necesario tomar en cuenta que esta situación de cambio tecnológico se encuentra ubicada en una crisis recurrente tanto económica como socialmente global. Es decir, el sistema de educación superior se enfrenta a grandes y desconocidos retos en este inicio del nuevo siglo XXI, lo cual nos lleva a replantearnos no sólo la estructura y organización, sino también el tipo de relación que deberá generar con la sociedad que lo sustenta. Con el aumento de las nuevas herramientas e instrumentos que generan conocimientos científicos y tecnológicos y de las nuevas tecnologías de la información y de la comunicación, también presentan nuevos retos y posibilidades para el desarrollo de las instituciones de educación superior que deberán ser tomados en cuenta en sus nuevos planteamientos y proyectos, de tal forma que permitan una interrelación creativa adecuada y coherente con las necesidades locales, amen de las demandas globalizadoras.
En esta tónica de los retos que la educación superior deberá enfrentar en un futuro, Brunner (1999) identifica tres áreas problemáticas que deben ser superadas para enfrentar estos retos del futuro: en primer término está el tema del financiamiento estatal, el cual es insuficiente en casi todas las instituciones educativas de carácter público en México. Esto se presenta así, porque la mayor parte del presupuesto se dedica al pago de la nómina tanto de administrativos cómo de académicos.
En cuanto al segundo problema, la gestión universitaria, Brunner (1999) subraya que las universidades de mayor tamaño en América Latina presentan deficiencias en este rubro. Es decir, la discusión a fondo de este tema ha sido evadida por su carácter políticamente polémico, y desde su perspectiva, las actuales formas de gobierno institucional de la educación no han sido las más adecuada para generar lo que denominan los postulados de las nuevas políticas como un liderazgo de cambio dentro de las instituciones. La falta de tal liderazgo, provoca entonces formas de gobierno débil. (Brunner, 1999: 73)
El tercer gran problema, Brunner (1999) lo ubica en la competencia. El impacto de la globalización y de las tecnologías de la información genera una competencia más globalizada, ya que reconfigura el ámbito de la formación. Esto implica nuevos desafíos a dicha competencia global. También sugiere la necesidad que tienen las instituciones de educación superior de construir, adaptar e incorporar nuevas formas del conocimiento y del quehacer académico en general, para recuperar el liderazgo en la transmisión, innovación y construcción del conocimiento, la ciencia y la tecnología, la genera un sistema de innovación revitalizado y adecuado a la sociedad con la que interactúa.
Para entender todos estos cambios del sistema actual de la educación superior, es preciso analizar también el rol que juegan las instituciones financieras y las fundaciones internacionales, sobre todo en su desarrollo de la última década y su impacto en las políticas estatales. En la actualidad éste se ha convertido en uno de los elementos fundamentales de organización y reestructuración de las políticas públicas y de contenido de los programas de gobierno, a través de la coerción que ejercen sobre las naciones que requieren financiamiento. Por tanto éste poder implica también otras estrategias de investigación, recolección, interpretación de datos, talleres, conferencias, recomendaciones y consultorías. (Schugurensky, 1998: 118)
A esta red se le ha denominado según Alcántara (2000: 85) el “complejo intelectual y financiero de la ayuda externa” y está compuesta por instituciones financieras internacionales como el Banco Interamericano de Desarrollo, y sobre todo por el Banco Mundial, además de la UNESCO, que ha contado con las medidas para concentrar investigación, recursos financieros y formulación de políticas bajo el mismo techo y que revisaremos más adelante.
Con relación a la calidad que las nuevas políticas educativas pretenden desarrollar en las instituciones de educación superior, las determinantes de dicha calidad se refieren, entre otras, a la dirección y administración, el perfil de los profesores y estudiantes, los planes de estudios y las técnicas de enseñanza, la investigación y su articulación con la docencia, los laboratorios, los talleres, las bibliotecas, los ingresos y las fuentes de financiamiento, el manejo de los recursos, las relaciones con otras instituciones, la vinculación con la sociedad y el sector productivo y el intercambio con instituciones de educación superior extranjeras. Todos son aspectos que hasta ahora hemos constatado que no se cumplen integralmente y de manera satisfactoria en el Instituto Tecnológico de Puebla y otras instituciones públicas de educación superior en México.
Por otro lado, aunque la UNESCO recomienda que las respuestas de la educación superior a los continuos cambios de hoy deberán estar guiadas por tres principios rectores: relevancia, calidad e internacionalización; éstas no siempre ven su cristalización sobre todo en la educación pública de los países en desarrollo. Su relevancia se refiere al papel y al sitio que ocupa la educación superior en la sociedad, en sus funciones con respecto a la docencia, la investigación y los servicios que de ella resulten, así como en términos de sus vínculos con el mundo del trabajo en un sentido amplio, las relaciones con el Estado y el financiamiento público y las interacciones con los demás niveles y formas del sistema educativo.
La UNESCO reitera enfáticamente que la vocación de las instituciones de educación superior, antes que cualquier otra cosa es atender las necesidades de la sociedad a fin de contribuir a crear un desarrollo humano sustentable y una cultura de paz. Si esto fuese factible, constituiría el cimiento de la pertinencia de las actividades educativas, de investigación, asesoramiento y servicio a la comunidad, lo que requiere una administración que orienta su política de cooperación en el servicio de la educación.
Según la UNESCO, la calidad es considerada de manera pluridimensional, aunque en su definición se le pueda entender como el ajustarse al logro de los objetivos que la institución ha fijado de antemano. Por consiguiente, el concepto de calidad no se refiere exclusivamente a los productores, sino también a los procesos efectuados por el sistema, el cual funciona como un todo coherente para garantizar la pertinencia social. Sin embargo, aunque la UNESCO plantea que el aspecto de la cooperación deba ser fundamental en la educación superior para enfrentar los desafíos que presenta la realidad actual con la elaboración de las nuevas políticas para la educación, estas políticas deberían permitir enfrentar con éxito las consecuencias de la regionalización y la mundialización; y resistir a sus efectos menos deseados, como la polarización, la marginación y la fragmentación, las cuales frenan el desarrollo sustentable y la cultura de paz propuestos por este organismo internacional. De manera importante, debe basarse la cooperación interinstitucional en la solidaridad para contribuir a reducir la brecha entre los países ricos y pobres en la esfera vital de la creación y aplicación del conocimiento.