Saúl Corral García
La Organización de la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) es una organización fundada en la década de los 60’s, que agrupa en la actualidad a 29 países. La mayor parte de sus miembros posee un alto nivel de desarrollo económico y comparten el compromiso de promover las políticas de cooperación y expansión económica. México fue admitido en esa organización en mayo de 1994, sin tomar en cuenta las verdaderas necesidades y carencias, enfrentándolo a situaciones contradictorias y negativas para el país en las negociaciones internacionales que lleva a cabo. Antes de ingresar a la OCDE, México solicitó a este organismo un estudio sobre la situación de su sistema de educación superior. En consecuencia, a partir de 1994 se llevaron a cabo misiones de un equipo de expertos que concluyeron en un dictamen en 1996. El cual en 1997, se publicó con el título “Exámenes de las Políticas Nacionales de Educación: México, Educación Superior”. La primera evaluación solicitada a la OCDE fue el estudio de la política nacional de ciencia y tecnología.
En este documento (OCDE, 2002) se hace constar que los informes de la OCDE se refieren a las principales cuestiones emanadas de un amplio intercambio entre los examinadores, las autoridades nacionales y los delegados de los países miembros. En este informe, los capítulos se redactaron de acuerdo con lo que se vio y discutió durante la estancia en México de los examinadores, complementando con lecturas y confrontando con lo que se conoce de otros países. Se hace explícito que no se pretende hacer propuestas sobre cómo reorientar la misión de la educación superior, sino más bien llamar la atención hacia ciertos aspectos concretos de las relaciones entre la educación postsecundaria y la sociedad.
El diagnóstico pone de relieve el carácter sumamente heterogéneo, complejo, frágil, poco articulado y rígido del conjunto de las instituciones de educación media superior y superior. Se trata de un sistema que se divide en varios subsistemas – universitario, tecnológico y normalista – pero que no esta integrado entre sí y tampoco permite la movilidad horizontal de los estudiantes, con diferentes formas de coordinación con las autoridades educativas y con diferentes formas de coordinación con las autoridades educativas o con distintos regímenes jurídicos, con un crecimiento muy significativo del sector privado (varias veces más que el público), alta concentración de la matrícula en las ciencias sociales y administrativas. Además el peso de las formaciones científicas y tecnológicas es modesto para el nivel actual de desarrollo económico del país. (OCDE, 2002)
De acuerdo con las observaciones de los examinadores de la OCDE, el contexto de la educación superior, tomando en cuenta el Sistema Educativo presenta, entre otras, las siguientes características:
• El nivel medio de educación y de calificación profesional en México es muy modesto: la duración promedio de la escolaridad es de siete años.
• Desigualdad social y disparidad regional en todo el país.
• Insuficiente preparación de la sociedad para participar en la vida pública.
• El carácter general de la educación es excesivamente académico, enciclopédico, con trabajos prácticos que sólo son una ilustración del curso.
• La mitad de los egresados de licenciatura no se titulan. De los que se titulan, el 73% corresponde al área de la salud y escasamente el 28% al de letras.
• El 3% de la matrícula corresponde a posgrados; la mayor parte de los programas se desarrolla en instituciones públicas. Un porcentaje significativo de estos estudios son especializaciones profesionales y no constituyen necesariamente una formación para docencia o la investigación.
• Considerando la importancia que tiene el sistema de educación superior, graduar sólo a 250 doctores al año representa un esfuerzo limitado.
• Las fronteras entre los diferentes componentes del sistema son poco permeables.
• El 80% de los docentes de nivel superior sólo cuenta con el grado de licenciatura.
• El número de carreras se multiplicó por ocho en 20 años sin un replanteamiento de la estructura general de los estudios.
• Existe poca continuidad de las políticas y programas seguidos por las autoridades de las instituciones, limitándose a los rectores en turno. (OCDE, 2002: 86-88)
Con base en lo anterior, los expertos de la OCDE plantearon cinco áreas críticas en las que las reformas se hacen manifiestamente necesarias: flexibilidad, pertinencia, calidad, personal académico y recursos financieros.
Sin tener que ahondar más en las cuatro áreas críticas restantes, porque se han mencionado hasta ahora a lo largo del trabajo, destacaremos a la flexibilidad como el aspecto, que sin ser el único, sí es el más trascendente, ya que participa de manera notoria en este proceso global de la transformación modernizadora de la educación superior en México, como se observa en los siguientes puntos que la propia OCDE propone:
• En el medio superior se sugiere separar las preparatorias de las universidades y agruparlas en un sistema nacional apropiado. Dada la diversidad de las universidades resulta difícil ejecutar estrategias globales de integración. Reforzar las formaciones técnico-profesionales.
• Examinar cuidadosamente la situación del mercado de trabajo antes de incrementar la matrícula en las disciplinas sobresaturadas del nivel medio superior.
• Diversificar las salidas intermedias, integrar a los subsistemas y replantear el concepto de autonomía.
• Implantar redes de instituciones para el intercambio de estudiantes de posgrado, que respondan a las necesidades cualitativas de la enseñanza superior y la investigación.
• Facilitar la movilidad de los estudiantes mediante el reconocimiento recíproco de los créditos entre las universidades.
• Implantar en colaboración con los empleadores niveles de formación y de capacitación que sean reconocidos por el sector empresarial.
• Crear para cada área profesional un comité nacional permanente compuesto por representantes de los sectores académicos y productivos, con el objeto de definir las ramas profesionales y los programas pertinentes. Su trabajo se basaría en un análisis de las necesidades y en la definición de las competencias requeridas por los empleadores en los diversos niveles de calificación. (OCDE, 2002: 89-90)
Sobre los planteamientos que se han destacado en sus visiones de cada uno de los organismos internacionales – UNESCO, Banco Mundial y OCDE – podemos hacer una reflexión comparativa desde una perspectiva social, apegándonos a los señalamientos de cada uno. Por ejemplo, el informe de la UNESCO subraya los factores que inciden en la pertinencia de la educación superior, particularmente en lo que se refiere a las relaciones de la educación con la sociedad y el trabajo. En este sentido, la UNESCO coincide con la ANUIES, el BM y la OCDE, en cuanto a la urgencia de un replanteamiento de la misión y las funciones de la educación superior, sobre todo en los países como México, que atraviesan por procesos económicos y sociales completos y contradictorios.
Por su parte, el Banco Mundial desde una perspectiva economista hace hincapié en los aspectos relacionados con la diversificación del financiamiento, la vinculación, educación-empleo y el papel que desempeña el gobierno en el manejo del gasto público asignado a la educación. Por tanto, sus recomendaciones se orientan principalmente a estos problemas.
Observamos que los planteamientos que la OCDE vierte sobre la problemática de la educación superior en los países en vías de desarrollo como México, van encaminados desde diferentes enfoques. Las políticas y estrategias que recomiendan coinciden ampliamente con las propuestas relacionadas a aspectos totales y que participan como categorías constantes e insistentes en los planes de educación de México, como la calidad, la pertinencia y la diversificación del financiamiento. Cabe señalar entonces que dada la naturaleza de dichas propuestas, las de la OCDE parecen más completas y fundamentales de acuerdo al grado de desarrollo económico y social que presenta actualmente las instituciones de educación superior en México, como es el caso concreto de la educación superior tecnológica.
Por lo antes expuesto, habría que destacar también que existen coincidencias y diferencias entre las recomendaciones de la OCDE y algunas políticas educativas vigentes, que deben aplicarse en el proceso educativo, tal como lo hace notar un comunicado del Observatorio Ciudadano de la Educación. (Mayo, 1999) Sobre estas diferencias, podemos mencionar un ejemplo donde la SEP a su vez, hace también ciertas recomendaciones – cuya aplicación en la práctica resulta muy difícil –, como son la realización de exámenes nacionales por asignatura, el seguimiento del destino de los egresados, así como los estudiantes que abandonan el sistema. Por lo que hacen a las coincidencias, éstas se encuentran, según el Observatorio Ciudadano de la Educación, en programas tales como el PROMEP (Programa para el Mejoramiento del Profesorado) y el FOMES (Fondo para la Modernización de la Educación Superior), considerados instrumentos eficaces para promover la calidad de la educación superior mediante la superación del personal académico y para evaluar el desempeño institucional, respectivamente.
Pero creemos que si bien las recomendaciones anteriores resultan positivas para alcanzar la calidad de la educación, éstas no son suficientes para cumplir los objetivos de una educación integral a la que se refieren las nuevas políticas educativas en México, ya que el alcance de sus beneficios es limitado en los grandes sectores de la población estudiantil, sobre todo en la educación pública.