Saúl Corral García
La aparición de la educación en un sentido moderno estuvo relacionada con cambios importantes en el siglo XIX. Uno de ellos era el desarrollo de los colegios. Se podría pensar de forma ingenua que existía una demanda de educación y que los colegios y universidades se fundaron para darle respuesta. Pero las cosas no ocurrieron así. Los colegios surgieron, como ha demostrado Michel Foucault (1990), como parte del aparato administrativo del Estado moderno. El plan de estudios oculto tenía que ver con la disciplina y el control.
Una segunda influencia fue el desarrollo de la imprenta y la aparición de una “cultura del libro”. La distribución masiva de los libros, periódicos y otros medios de comunicación impresos es una característica definitoria del progreso de la sociedad industrial, al igual que los son las máquinas y las fábricas. La educación se desarrolló para enseñar a leer, escribir y contar, y así hacer posible el acceso a las fuentes escritas. Nada caracteriza más a una escuela que el cuaderno de ejercicios o el libro de texto.
Para muchas personas, esta situación tiene que cambiar sin duda al aumentar la utilización de los ordenadores y de las tecnologías multimedia en el ámbito educativo. Se ha dicho que “entre un 70 y 80% de las pruebas que se realizan en el mundo en el sector de las telecomunicaciones están relacionadas con la educación o, por lo menos, tienen un componente educativo”. (Kenway et al, 1995: 23) ¿Se verá el libro cada vez más desplazado por el ordenador, el CD-ROM y la cinta de video? Y ¿existirán las escuelas de una forma más o menos parecida a la actual, si los jóvenes encienden la computadora para aprender, en vez de sentarse en filas escuchando al profesor?
Se cree que las nuevas tecnologías no sólo entrarán en los actuales planes de estudios, sino que los socavarán y transformarán, porque los jóvenes de hoy ya han crecido en una sociedad de la información y de los medios de comunicación, y están mucho más familiarizados con estas tecnologías que la mayoría de los adultos, incluyendo a sus profesores. Generalmente, se habla de una “revolución en las aulas”, que consistiría en una “realidad virtual de mesa” y una “aula sin paredes”.
No parece haber duda de que las tecnologías multimedia se abrirán paso en el sistema educativo. En Gran Bretaña y en otros países, esta penetración cuenta con el apoyo de los partidos políticos, pero uno de sus principales ejecutores es el mundo empresarial: los colegios y los hogares son el objetivo de las grandes empresas de la comunicación. El mercado de computadoras para uso doméstico en los Estados Unidos, por ejemplo, parecía haber llegado a su punto de saturación hasta que los nuevos tipos de programas educativos le dieron un nuevo impulso. Las empresas también planean utilizar internet para promocionar nuevos programas de este tipo. (Kenway et al, 1995: 25)
Como en muchas otras áreas de la vida social contemporánea, los mercados y las tecnologías de la información son una influencia crucial para el cambio en la educación. Agrega Kenway et al (1995), que las reformas introducidas por los gobiernos conservadores en el sistema de enseñanza británico se han visto influidas por la presión que ejerce la globalización hacia la reducción de costos. El comercializar y dar publicidad a la educación también refleja estas presiones; los colegios están siendo “reestructurados” de una forma muy parecida a la de grandes empresas.
Es posible que muchas de las organizaciones que entren en el ámbito educativo sean aquéllas que antes no tenían relación con la escolarización o cuyo contacto con ésta fuera sólo de carácter marginal. Entre ellas se incluyen las compañías del cable, las empresas de programas informáticos, los grupos de telecomunicaciones, las productoras de cine y las suministradoras de equipo. La influencia de estas organizaciones no se limitará a los colegios o universidades y ya forman parte de lo que se ha dado en llamar “entrenamiento educativo”, una especie de industria paralela, vinculada a la de la programación informática en general, a los museos, parques científicos y zonas protegidas.
Todavía se está debatiendo si las nuevas tecnologías van a tener consecuencias drásticas para la educación. Los críticos que hemos señalado dicen que, aunque tengan efectos importantes, éstos pueden reforzar las desigualdades educativas. A las privaciones materiales que ya tienen su impacto en los colegios se podría añadir una “carencia informativa”. La “aula sin paredes” parece bastante alejada por el momento. Mientras tanto, muchos colegios y universidades sufren una falta de recursos económicos y un prolongado abandono.