Saúl Corral García
La globalización de la educación es un tema complejo que se presta a generalizaciones. La única manera de analizarlo es por aproximaciones que no tengan en cuenta la enorme complejidad de la situación global, la gran diferenciación y asimetría que en materia de desarrollo y diversos adjuntos concretos, en economía y estructura social, caracteriza a los diferentes países, regiones y culturas. La educación es una parte apenas – pero fundamental – de muchos aspectos del desarrollo social en un sentido amplio y de afirmación de los elementos permanentes positivos en la evolución de la sociedad. (Urquidi, 2001) En este sentido, Víctor Urquidi, especialista en el tema de educación y globalización, señala que en el ámbito de la globalización hay que ver el mundo en su conjunto y todos sus elementos. El desempeño educativo es diverso en función de niveles y resultados ya logrados, por ejemplo, los países europeos (occidentales y orientales) y los industrializados en general han alcanzado la educación formal básica necesaria para todos los jóvenes en edad escolar. (Urquidi, 2001: 287) Existe en estos países una experiencia conocida que se investiga continuamente, para evaluar lo que se ha logrado, cuáles fueron los errores y cuáles los resultados positivos, cómo se pueden evitar aquellos y mejorar éstos. En tales países nadie duda ya o se cuestiona la posibilidad de completar el ciclo de educación básica y el ciclo medio. La proporción que llega a la educación superior es de un 40% o más de la cohorte de edades respectiva. (Urquidi, 2001: 287)
En cambio en los países en desarrollo, la experiencia es variada y cada vez más difícil de interpretar. Las situaciones en perspectiva no son, en la mayoría de los países, las mismas de cuando había poca población. Ahora la población es abundante, a veces abrumadora en número, y la tasa de incremento demográfico ha sido fuerte en el momento de iniciar la expansión de la oferta educativa, o continúa siéndolo. En la mayor parte de las naciones latinoamericanas, la educación primaria sigue estando incompleta en las áreas rurales, esto es para grandes sectores de la población. Muchos de los cuales no tienen siquiera acceso a terminar el ciclo, ni disfrutan de instalaciones, ni de maestros adecuados; situación que podemos observar también, de manera general en México.
En este sentido, en los países en desarrollo debe tenerse en cuenta la falta de continuidad de las políticas educativas. Los conflictos internos, los desastres, los cambios de gobierno y las inestabilidades interfieren con la formación de los maestros y con el proceso continuo de evolución educativa. Además, la educación tiene contexto social, de manera que si no existen las condiciones acompañantes – por ejemplo, nutrición adecuada, salud, mejoramiento de comunidades – la educación bien puede fallar. La educación no es un elemento aislado. Se olvida a veces que en los países en desarrollo el tamaño de los territorios y la accesibilidad de grandes regiones no es siempre favorable. (Urquidi, 2000: 289)
Por lo anterior, se puede observar que la globalización de la educación ha de ser una meta, o al menos es una tendencia inevitable en la sociedad mundial. Quiere decir que en un gran número de países se tenderá a orientar la educación conforme a las exigencias del mercado, es decir, de la demanda. La globalización termina por afectar otros aspectos de la sociedad, sobre todo la economía, lo que crea cambios en las políticas educativas hacia una mejor integración de una sociedad en la economía mundial. Por el incremento demográfico puede haber más necesidad que antes de proveer educación, pero ésta se orienta por el mercado o por lo que se percibe como mercado. La alternativa sería lo que antes se decía y hacía: una educación no planeada pero con objetivos culturales.
Hace unos 60 años se empezó a hablar de planeación de la educación. La planeación se volvió una palabra mágica, aun en el Instituto Internacional de Planeamiento de la Educación (IIPE) de la UNESCO, aunque ahora tiene diversos significados. Ya sea orientada por la demanda o en función de metas económicas y sociales generales, se debe cuestionar qué tanto de lo que se hace o deba hacerse se reduce simplemente a alcanzar metas que otros países han alcanzado o que la gente cree deban alcanzarse porque los esfuerzos no han sido suficientes.
En México, las instituciones estatales como la Secretaria de Educación Pública (SEP) miden el desempeño educativo y la participación en el sistema escolar formal por la matrícula (inscripción), pero no se sabe si los educandos asisten a la escuela. Hay estudios que demuestran el absentismo escolar, la deserción, el absentismo de los maestros, el bajo rendimiento escolar y la falta de interés y apoyo familiar. Por ejemplo, las cifras nos muestran que en México hasta el año 2002, el índice de deserción de estudiantes fue del 1.5% en nivel primaria; en nivel de secundaria fue del 6.9%, en el nivel bachillerato y nivel profesional técnico desertaron el 23% y el 15.1% respectivamente, de la población estudiantil. (INEGI, 2003) Las estadísticas son engañosas y por desgracia se usan en las esferas públicas, los medios de comunicación y hasta en ciertos círculos académicos.
Debido a los factores de deserción mencionados, que se han dado recientemente, creemos que la calidad de la educación ha declinado en muchos países, aun en los Estados Unidos y en países como México; sobre todo en las ciudades pequeñas, en los asentamientos urbanos irregulares y zonas rurales donde la calidad y la constancia en la enseñanza son más bajas y donde faltan instalaciones para inducir a los estudiantes a leer, estudiar y hacer experimentos. También los aspectos metodológicos han fallado. Todo ello tiene que ver con el concepto de la planeación de la educación. Está en duda si pueden cumplirse normas mínimas de educación y si pudiera requerirse más en función de la demanda como elemento dinámico de un sistema educativo.
En un estudio apoyado por el IIPE que se llevó a cabo en México, se buscaba respuesta a la forma en que el sistema educativo se relacionaba con las necesidades de la industria electrónica y el empleo de equipo electrónico. (Mercado, 1990) Este estudio nos puede indicar uno de los primeros antecedentes de la incursión de las nuevas tecnologías, refiriéndonos concretamente al uso de las computadoras en la educación. Para ello, se hizo una encuesta sobre las fuentes de conocimiento y adiestramiento en los niveles secundarios y vocacionales, así como en las universidades e institutos tecnológicos y, al mismo tiempo, se efectuaron encuestas entre los usuarios empresariales y otros de personal que tuvieran conocimiento y práctica de operaciones electrónicas.
Con la información obtenida, se encontró en general que las empresas no se interesaban en lo que pudiera aprenderse en la escuela, ni en el certificado ostentado por el estudiante, sino que preferían buenos egresados promedio de las escuelas secundarias o de nivel medio superior y hasta superior, con base en entrevistas. Estos graduados debían demostrar inteligencia, obtener índices altos mediante pruebas y, según el análisis de sus resultados, se les contrastaba para adiestrarlos o capacitarlos. En algunos casos, las empresas han apoyado a instituciones de adiestramiento capaces de dar estos servicios en beneficio de ellas mismas. De ser correctas estas apreciaciones, no se puede concebir la globalización de la educación sin comprender, durante el proceso, el componente, complemento o sistema paralelo de adiestramiento o capacitación – en todos los niveles – teniendo en cuenta la rapidez del cambio tecnológico.
Puede pensarse también que la globalización de la educación debiera responder a los avances tecnológicos. Actualmente, observamos que los niños con frecuencia se adelantan a los adultos al aprender el uso de las computadoras y los sistemas que en ellas se emplean para manejarlas con gran rapidez. Lo aprenden dentro y fuera de la escuela y también de otros niños. La tecnología como impulso de la globalización de la educación es, en consecuencia, un factor de primera importancia en estas nuevas épocas.
Sin pretender afirmar por ahora que la educación sea mejor con el apoyo de las computadoras – aunque hay argumentos en contra – el hecho de introducir estas nuevas tecnologías en las escuelas debe implicar una modificación en la planeación de sus recursos tanto económicos, como materiales, además de humanos, ya que éstos tendrían que contabilizarse como un costo social adicional sistema educativo. En consecuencia, se necesitaría para ello una forma de educación compensatoria, como un factor que debe tomarse en cuenta en la globalización de la educación. Es también un costo adicional, pero puede rendir un beneficio grande a corto plazo.
Uno de los problemas en muchos países en desarrollo se encuentra en las condiciones económicas y sociales que impiden destinar recursos suficientes a la educación, pero no es fácil cambiar las estructuras del gasto público. La comparación de los coeficientes de gasto en educación respecto al Producto Interno Bruto (PIB), no es sino una de tantas mediciones agregadas que poco significan, ya que la estructura del sistema educativo en un país no se puede comparar fácilmente con la de otro, ni existe una norma universal, sin contar las cifras del PIB que dan cuenta parcialmente, al respecto. (Ver cifras en Capítulo 2)