Ramiro Morales Hernández
Hasta aquí se hizo un recuento del comportamiento del fenómeno migratorio en México, cuantificando el comportamiento de la incorporación de la población al fenómeno; sin embargo, es necesario tener clarificado, por un lado, ¿qué entendemos por remesas? ¿A qué recursos se les considera como remesas familiares, en virtud de ser la parte importante del trabajo? Y ¿Cuáles son los investigadores y sus aportaciones a su estudio?
Ha quedado claro que el fenómeno de la emigración de mexicanos hacia los Estados Unidos de Norteamérica durante los últimos años del siglo XX fue un movimiento masivo que ha impactado tanto a las regiones expulsoras de México como a las receptoras norteamericanas. Este hecho ha significado para México la llegada de recursos de parte de los emigrantes a sus familias, cantidades que se han venido incrementando a medida que se incrementa la población que emigra, aseveración que se constata con los distintos informes emanados de fuentes como el Banco Interamericano de Desarrollo, el Banco Mundial y los registros que de ello posee el Banco de México, instituciones que coinciden en que las remesas que llegan a México son ingresos de divisas que apoyan la estabilidad de la economía del país mexicano.
Para poder tener una definición del concepto de remesas familiares, es pertinente tomar en cuenta ciertas consideraciones que contemplan algunos organismos internacionales para ello, como son: I) que sean resultado del cambio de residencia, ya sea temporal o permanente, de población trabajadora; II) que sirvan de apoyo en la manutención de los familiares en el país de origen, y III) que para el caso específico de las remesas familiares internacionales, los envíos de recursos económicos al país de origen constituyan operaciones susceptibles de registro en su balanza de pagos.
Para el Fondo Monetario Internacional (FMI) las remesas son las transacciones en las cuales una economía aporta a otra un valor sin que haya nada a cambio de parte de la región y economía receptora. (Carriles, Reyes, Vargas, Vera, 1997). En esta concepción del FMI podemos entender, para efectos de la investigación, que remesas familiares son “transacciones en las que una persona en el extranjero aporta a otra persona de su país de origen –sea familiar o no- un valor, sin que la primera reciba nada a cambio”. Bajo ese concepto general de remesas familiares, el FMI, establece además ciertas condiciones para que se puedan considerar remesas familiares: una, que quien envíe el dinero por lo menos deberá tener la intención de regresar a su país de origen durante el periodo de al menos un año y, que en el país destino, donde se encuentre el emigrante, tendrá que haber sido contratado legalmente o no por una empresa o persona..
Para el FMI no se considerará como remesa familiar si no se cumple alguna de las restricciones anteriores, puesto que al no cumplirse la primer condición, se considerará que el migrante no cambió su residencia, por lo tanto el registro de sus remesas se asentarán igualmente en la balanza de pagos, pero en el rubro de servicios factoriales, y por lo tanto no se considerarán como remesas familiares; para el caso de que no se cumpla la otra condicionante, su registro se hará en transferencias privadas.
En los últimos años quizá lo más abordado por las investigaciones del fenómeno migratorio internacional ha sido aquello que toca a los aspectos económico-sociales, derivado, sobre todo, de las cantidades de remesas familiares emanadas del fenómeno, que arriban a las distintas regiones, los cuales, tal parece, impactan en el desarrollo de las microregiones en esos rubros.
Dos de las investigaciones que demuestran la importancia de las remesas familiares en México fueron los trabajos de Lozano (1992 y 1999), sobre Las remesas monetarias de trabajadores mexicanos en Estados Unidos. Como corolario de su investigación señala que las remesas internacionales de los migrantes mexicanos en 1990 fueron superiores al monto de inversión extranjera directa en México, e inclusive que estuvieron por arriba de las exportaciones agropecuarias del país durante ese periodo. Lozano hace algunas precisiones sobre los montos de las remesas que fueron enviadas desde los Estados Unidos por emigrantes mexicanos en distintos periodos, señalando los incrementos cuantitativos de las remesas a través del tiempo hacia algunos de los estados mexicanos expulsores.
Por su parte, Pablo Serrano Calvo (2000) hace algunas precisiones y subraya las formas de organización colectiva de los emigrantes, y su potencialidad que se refleja en las remesas hacia sus regiones, provocando con ello que las organizaciones de los emigrantes se vuelvan protagonistas del desarrollo en sus países de origen.
Un investigador más que se suma a la discusión de la importancia de las remesas es Rodolfo García Zamora (2002, 2003), quien advierte que si bien es verdad que las remesas –sobre todo las colectivas- dan la oportunidad de desarrollar nuevos esquemas de producción en las localidades receptoras, también es cierto que existen ciertas dudas entre los migrantes en apoyar los programas de desarrollo regional antes de que estos realmente incidan en el beneficio de sus familias en las regiones de expulsión.
Por tal motivo, para que los emigrantes acepten invertir en proyectos comunitarios y/o productivos en sus regiones de origen, primero buscan integrar organizaciones asociativas que les den representatividad en su región expulsora, antes de comprometer su participación en los programas; por lo tanto, si los gobiernos locales se interesan en coparticipar en sus inversiones, es necesario apoyarse en las organización de los migrantes en el extranjero, así como el apoyar organizaciones de contrapartes en las regiones expulsoras, éstas últimas son las que se encargarán de la vigilancia y operación de los programas o proyectos a nivel local.
Lozano (2000) advierte que en el estudio de las remesas hay investigadores que al disertar sobre los usos e impactos que generan en las regiones expulsoras de migrantes, plantean que estos recursos son utilizables en una mayor proporción para cubrir necesidades básicas de la población receptora y muy pocos son utilizables para emprender algún tipo de negocio, situación derivada de la falta de una visión empresarial del migrante. Asimismo, al profundizar sobre el tema de la importancia de abordar el tema de los patrones de utilización del dinero que envían los migrantes, Lozano señala la importancia que reviste el investigar sobre las políticas públicas y recursos de apoyo que brinda el gobierno en ayuda de su uso productivo.
Otros trabajos han sido enfocados al análisis de las inversiones derivadas de estos flujos migratorios, llegándose a no coincidir en sus posiciones sobre los efectos en el desarrollo regional, puesto que algunos investigadores como lo señalan Arroyo y Berumen (en Arroyo, Canales y Vargas, comp.2002), han coincidido en que en casos específicos ha habido cierto éxito, sin embargo, en otros, han encontrado que las remesas no son detonantes del desarrollo regional.
En tal sentido, es trascendental que se tenga que investigar, proponer y discutir la importancia que revisten las remesas para el desarrollo local de las comunidades expulsoras de emigrantes, atendiendo la complejidad del destino que le dan las familias receptoras, es decir, evaluando si realmente son fuente de ahorro para las familias o simplemente son un componente de ingreso familiar (Canales, 2001).
El cuantificar los impactos de los recursos provenientes del esfuerzo de los emigrantes mexicanos en el extranjero, ha sido una tarea complicada de realizar, ya que como lo señala Luis Felipe Cabrales (1997), - en su trabajo sobre el análisis de los ahorros y destinos de los flujos de remesas-, si se presentan problemas para la cuantificación de los montos y los flujos de las remesas que ingresan a México, mucho más complejo será el poder identificar los impactos que de ellas se derivan, esto por la complejidad del proceso de circulación del dinero ingresante, puesto que se trata de una “operación hormiga” en muchos de los casos que realizan los migrantes dentro del país, además de lo complejo y diverso de los medios a través de los cuales lo efectúan.
Sin embargo, desde la perspectiva de Durand y Arias (1997), el uso de las remesas en el desarrollo de las regiones no es nada nuevo, sino más bien ha sido un fenómeno que ha perdurado a través del tiempo, lo cual ha impactado en el desarrollo de distintas ramas de la producción y sobre todo en regiones de tradición expulsora como las de el Bajío mexicano, en el que las inversiones de los emigrantes aunque en pequeñas cantidades, ha propiciado el desarrollo de micro regiones.
La defensa de la idea de que las remesas internacionales contribuyen positiva y productivamente en el nacimiento y desarrollo de empresas en el México urbano, ha sido asumida por otros investigadores como Durand Massey y Parrado (1996), quienes al discernir sobre los factores inherentes a los recursos económicos personales y familiares que propician que se tengan posibilidades de iniciar una empresa, señalan que quienes reciben recursos de sus familiares en el extranjero, poseen mayores posibilidades de llegar a constituir un negocio generador de nuevos empleos.
Existen datos importantes, como ya se señaló en el apartado de justificación de esta investigación, como los que nos proporcionan Castro y Tuirán (1999), investigadores que en su trabajo destacan los registros del Fondo Monetario Internacional (FMI), señalando que desde 1995, México ha sido, en América Latina, el país que más envíos de dinero recibe por concepto de remesas familiares y que a nivel mundial en 1996 ocupó el primer lugar como receptor de remesas familiares internacionales.
Otros informes que permiten resaltar la importancia de las remesas familiares en México, son los del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), el cual plantea que América Latina recibió durante el año 2001, por concepto de remesas, 23,000 millones de dólares provenientes principalmente de los Estados Unidos y España, de los que México se benefició con 9,273 millones, los que representan el 40% de los envíos (BID, 2002. http://www.iadb.org).
Por su parte, el Banco de México (BM), institución financiera que estima y registra las remesas que inscribe en la Balanza de Pagos, mediante las partidas de: Remesas familiares en el renglón de transferencias, - que aunque difieren con los del BID y los del FMI-, sus registros demuestran que el incremento de las remesas ha tenido un comportamiento de crecimiento constante, -como se refleja en miles de dólares en el Cuadro 3, es decir, de 1,181,778, que se recibieron durante el periodo de 1960 a 1969, pasaron a 3,712,267 para el siguiente decenio, y ya para 1989 la cifra alcanzó un 331% más de incremento en relación a los diez años anteriores sumando un total de 12,299,367; sin embargo, estas cifras parecieran insignificantes para los siguientes años, esto porque durante 1990 a 1999 el incremento fue de casi un 320%, lo que representó 39,329,333, y durante los últimos tres años la cifra alcanzó un 64% con respecto al decenio anterior. Lo anterior nos indica que los recursos monetarios que llegan a México desde los Estados Unidos de Norteamérica, provenientes de la exportación de mano de obra de los migrantes, son fuente importante de ingresos para el país. (BM, 2003).
Otros testimonios significativos son los números de operaciones derivados de los envíos de dinero que ha registrado el Banco de México durante el año 2001. Dichas expediciones sumaron un total de 2,774,429 que implicaron un total de 8,895.2 millones de dólares, dinero que comparado con los ingresos de 11,594 millones de dólares por concepto de exportación petrolera para el mismo periodo, refleja la importancia que revisten las remesas para un país como México, que hasta estos años ha sustentado su economía en la explotación de dicho recurso no renovable.
Con la incorporación de la población urbana mexicana, en los últimos 25 años, a los flujos migratorios internacionales entre México y Estados Unidos, se ha propiciado un incremento en las remesas familiares que en dólares envían los migrantes a sus familiares, lo que viene a ser un apoyo para el mejoramiento de las condiciones de vida de la población receptora. Desde el punto de vista del desarrollo regional es difícil cuantificar sus efectos, los que, como ya se ha asentado, su valoración normalmente es fijada bajo la perspectiva del investigador. Sin embargo, considero que independientemente dé la valoración que se le de a tales efectos, lo importante es conocerlo para poder aprovechar y/o corregir sus impactos.
Muchas son la vertientes que se pueden investigar derivadas del tema de las remesas y su influencia o no en el desarrollo de las regiones. Por un lado las investigaciones pudieran hacerse desde el contexto internacional, o bien en el contexto general o en función de las regiones de un estado nación; otra vertiente pudiera ser sobre los incrementos en el flujo de remesas hacia países expulsores, así como la migración internacional de nuevos lugares de expulsión.
Las posiciones surgidas de los distintos planteamientos sobre los estudios de las remesas demuestran que hay distintos enfoques en relación a su importancia y uso que se les está dando en México. Es indudable que se han desarrollado metodologías tanto desde la perspectiva cuantitativa como de la cualitativa, e inclusive se ha utilizado una mezcla de las dos, empleando variadas técnicas. Sin embargo, creo que todavía hay mucho por aportar sobre el tema, por lo que es importante que se siga investigando y haciendo propuestas abiertas a la discusión, buscando con ello encontrar esquemas que permitan un mejor aprovechamiento para el desarrollo local de las comunidades expulsoras de migrantes.
Es decir, se tiene que seguir considerando que desde el punto de vista estratégico, es importante entender y destacar la potencialidad de las remesas, en virtud de que pueden ser una fuente complementaria de los gobiernos estatales y municipales para el impulso de proyectos de desarrollo regional. Esto significa, como lo apunta Goldring (2002), que aunque las remesas y los debates sobre ellas no sean nuevos, sí ha cambiado el contexto dentro del cual fluyen las remesas y su discusión en relación a sus usos y manejo.
Por nuestra parte, buscando contribuir en el estudio de las remesas familiares, para este trabajo se diseñó y aplicó un enfoque metodológico denominado “Enfoque de Análisis Comparativo de Indicadores” (EACI), propuesta que pretende ayudar al abordamiento del análisis de las relaciones que guardan las remesas familiares internacionales, en comparación con los índices de desarrollo económico – social de las regiones en estudio. Mediante la sistematización del enfoque se constituyó como herramienta de trabajo que llevó a descubrir e interpretar la importancia de estos recursos en los niveles locales y regionales receptores de remesas familiares.
Con su aplicación en la investigación central se dilucidaron nuestras guías de hipótesis de trabajo consistentes en que: 1) las remesas mejoran las condiciones de vida de las familias de los emigrantes. Además, 2) dichas remesas se correlacionan con el Índice de Marginalidad de manera negativa; es decir, a mayores remesas, menor es el Índice de Marginalidad de las regiones. Y de manera positiva con el Índice de Desarrollo Humano; es decir, a mayores remesas, mayor es el Índice de Desarrollo Humano en las regiones del estado de Guerrero.
Es de destacar que en ambas hipótesis se considera que hay factores asociados con la migración, el envío de remesas y su efecto sobre la calidad de vida de la población receptora, como son los siguientes:
a) A mayor marginación de una región emergente se presenta una mayor migración de su población.
b) En las regiones emergentes hay un mayor compromiso de su población migrante con su comunidad y núcleo familiar que en las regiones tradicionales.
c) Las remesas familiares inciden en el mejoramiento del Índice de Desarrollo Humano de las familias receptoras.
d) Las remesas familiares inciden más rápidamente en el mejoramiento del Índice de Desarrollo Humano de una región que en el Índice de Marginación.
Planteamientos de hipótesis emanan de las dudas que todavía surgen sobre el fenómeno de los efectos de las remesas familiares en el ámbito local bajo las características particulares de desarrollo de un país tan heterogéneo como México, donde como lo señalan Lozano F. y Olivera F. (2005), en los estudios de las remesas hay trabajos que tienden a la identificación agregada de sus efectos en términos macroeconómicos, comparando los montos de remesas a nivel nacional contra indicadores como el producto interno bruto, la inversión extranjera directa, o bien los ingresos por petróleo. A nivel de las entidades federativas de México, se tienen datos del importante aumento de las remesas a partir de 1995. Sin embargo, existen aún vacíos de información que permitan tener un conocimiento claro de sus efectos a niveles locales en la esfera de sus regiones, como es el caso de Guerrero, información que permita identificar su uso, destino y efectos que generan en la economía familiar y en las localidades y comunidades.
Comentario final del capítulo uno.
De toda la información anterior, en síntesis, hay algunas apreciaciones que resaltar:
El fenómeno de la migración ha sido abordado desde distintas teorías. Todas han realizado aportes que permitieron desarrollar un conocimiento histórico de la movilidad de las poblaciones. Al revisar sus posturas encontramos contribuciones desde la perspectiva económica, o bien en términos de los cambios sociales de los países, regiones o localidades tanto expulsoras como receptoras de población. Sin embargo, como lo señalan Durand y Massey (2003), es necesario seguir generando conocimientos sobre las distintas problemáticas derivadas de la migración, no importando cuál sea el enfoque que se utilice para ello.
Las remesas derivadas de la migración no se han escapado de las posiciones teóricas del fenómeno; sin embargo, en lo que se refiere a los efectos que provocan en las regiones expulsoras, hay dos posiciones encontradas, una, que las concibe como recursos importantes que logran generar desarrollo en las regiones y mejorar la calidad de vida de quienes las reciben; otra, que las concibe sólo como recursos utilizados para cubrir necesidades básicas de subsistencia, y por tanto, no inciden en el desarrollo humano de la población receptora, como tampoco logran ser detonadoras de desarrollo local o regional.
Ambas posiciones han dividido las escuelas del conocimiento que abordan el fenómeno, lo que ha propiciado una nueva postura de teóricos de la migración que proponen vertientes de análisis que vayan más allá de una posición pesimista y optimista de los efectos de las remesas.
En ésta última se enmarca esta investigación, pues la perspectiva es lograr un conocimiento congruente con la realidad actual que permita el entendimiento de ambos aspectos, es decir, dilucidar por un lado, si las remesas logran ser generadores de desarrollo humano en la población del Estado de Guerrero; entendido esto, como un proceso conveniente para que las personas alcancen las siguientes expectativas: tener una vida larga y saludable, poder adquirir conocimientos y poder tener acceso a los recursos necesarios para disfrutar una vida decorosa; así como, si las remesas logran incidir en el mejoramiento de los niveles de marginación en el Estado, entendida la marginación como un fenómeno que se produce en el carácter diverso del comportamiento de desarrollo, y que se expresa en la exclusión de las regiones, lo que no les permite trascender el progreso técnico, sino por el contrario predominan las actividades de baja productividad, donde la población reside en localidades aisladas enfrentando una estructura precaria de oportunidades sociales al no contar con equipamiento e infraestructura.
De todo esto, en suma, se considera necesario rescatar y corroborar la importancia de los efectos del dinero que envían los emigrantes a sus lugares de origen, por lo que, en los siguientes capítulos, se desarrolla un enfoque de análisis comparativo de indicadores, que permite arribar a resultados que demuestran tales efectos en ambas vertientes del desarrollo en las regiones sometidas al análisis.