Ramiro Morales Hernández
El resplandor del sol que avisa el amanecer en Acapulco, apenas aparecía en el horizonte, eran las 7:30 de la mañana, pasando por la Costera Miguel Alemán me percaté que una fila de personas estaba frente a un banco en el centro de la ciudad, intrigado pregunté a una persona de los componentes de la columna el motivo por el que estuvieran a tan temprana hora haciendo fila para entrar al banco, a lo que me contestó: “es la hilera para cobrar giros que mandan los familiares desde Estados Unidos y si no te vienes desde las seis de la mañana a veces no alcanzas a cobrar de tanta gente que viene” .
Nuevamente me dirigí a la informante y le pregunté de donde venía, “de Coyuca de Benítez“ contestó, enseguida me identifiqué y le dije que estaba haciendo un trabajo de investigación sobre el tema de migración, que trabajaba en la Universidad y que mucho agradecería si ella me ayudaba en el trabajo, le comenté que conocía algunas personas de Coyuca (las cuales afortunadamente también ella conocía), por lo que accedió a tener la entrevista el sábado siguiente, con la consigna de que me hiciera acompañar por alguno de los conocidos mutuos.
Coyuca de Benítez es la cabecera municipal del municipio que tiene el mismo nombre y se localiza sobre la carretera Acapulco- Zihuatanejo, en la región de la Costa Grande, aproximadamente a 32 kilómetros del Puerto de Acapulco.
El día señalado, previas dos llamadas telefónicas para pedirle a una familia que me distingue con su amistad, que uno de sus miembros me acompañara a la entrevista, me trasladé a Coyuca de Benítez. LLegué a las nueve de la mañana, la señora Gloria nos recibió junto con dos menores de edad, Enrique de 13 años, quien cursa el segundo grado de secundaria y Carmela de 10 años, que cursa el cuarto año de primaria; “Estos son mis hijos, pásenle por favor”.
En la pequeña sala de su casa en una de las paredes, cuelga una foto de su boda, al fondo sobre una mesa, un cuadro de la virgen de Guadalupe, adornada con un vaso con flores, todo en su lugar, al ver que observamos la foto de su boda, nos comenta: “Sí, es mi esposo, nos casamos hace quince años, aquí en Coyuca, siempre nos dedicamos a trabajar los dos, él en la ganadería y cultivo de mango, yo le ayudaba vendiendo zapatos por catálogo entre nuestras amistades.
Hace como cuatro años, mi marido pidió un crédito a un banco para comprar ganado de doble propósito (carne y leche), con el fin de aprovechar los pastos de una huertita que tenemos por el rumbo de la localidad del Papayo, como a diez kilómetros de aquí. Al principio todo marchaba bien, con el dinero del crédito compró quince terneras y un semental, todos cebú-suizos y los teníamos en el “corral”, donde hicimos una casita para cuidarlos, él casi siempre se pasaba allá y yo lo acompañaba en el día y en la noche me venía para la casa, pues tenía que mandar a la escuela a mis hijos y además no podíamos descuidar la casa.
Una tarde, llegaron a la huerta unos señores en dos camionetas de redilas de esas de tres toneladas, amenazaron a mi marido, le dieron unos golpes y se llevaron ocho de las terneras y el semental… así que.... nos quedamos con el problema del crédito, ya que aunque fuimos a poner la denuncia ante la autoridades no pudimos recuperar nada y el banco empezó a exigir sus pagos y nos amenazaron que nos iban a quitar la casa, por lo que recurrimos a la familia para que nos ayudará.
Por fortuna logramos conseguir el dinero que nos faltaba para pagar al banco, pero nos quedamos con el pendiente de pagarle a la familia, buscando alternativas y en virtud de que mi esposo tiene varios familiares en Estados Unidos, decidimos que la única forma de poder salir adelante era solicitarles el apoyo y que se fuera con ellos un tiempo a trabajar; así lo hicimos, vino uno de sus hermanos y se lo llevó, se fue hasta Atlanta, la verdad no tuvo problemas para irse y tampoco para empezar a trabajar.
Como en año y medio logramos pagar lo que debíamos, sin embargo, cuando a los dos años regresó a vernos, platicamos sobre las condiciones en que se encuentra en Estados Unidos y vimos que si se regresa en éste momento va a ser muy difícil que consiga trabajo y como tenemos que cubrir los gastos de la escuela de mis hijos, si se viene vamos a tener muchos problemas para poder darles los estudios, por lo que decidimos que siguiera por allá un tiempo, siquiera para ahorrar un poco y ver si podemos iniciar un negocio aunque pequeño… como yo sigo dedicada a la venta de calzado, creemos que vamos a poder poner una pequeña zapatería..
Normalmente me manda cuatrocientos dólares al mes, de ahí comemos, nos vestimos y pagamos el doctor particular cuando alguno de nosotros se enferma, y lo que sobra lo ahorramos, normalmente logramos ahorrar de ciento cincuenta a doscientos dólares, ya que yo también aporto con mi trabajo para los gastos de la casa.
Para mis hijos ha sido difícil entender el que su padre se vaya cada vez que viene, normalmente llega a finales de noviembre y se va en enero, la última vez que estuvo con nosotros, decidimos si no podemos poner nuestro negocio, en cuanto mi hija termine la primaria nos vamos a ir con él.
La situación por acá cada día es mas dura, mucha gente se va de las comunidades, ya sea hacia Acapulco, Zihuatanejo o alguna otra parte del país, sobre todo por tres razones: I) La falta de empleo; II) La inseguridad que existe; y III) La pobreza… la gente no tiene para comer.
Aquí en la región sí hay diferencias entre quienes reciben dinero y los que no reciben desde los Estados Unidos, los primeros comen y estudian y los segundos se les dificulta ambas cosas.