Ramiro Morales Hernández
Ocho son mis hijos que están trabajando en el “otro lado”, siete están en Pensilvania y una de mis hijas en Carolina del Norte, se fueron “yendo” de uno por uno, hasta quedarme sola, el “chiste” fue que se fuera el primero y de ahí “se desgranó la mazorca”, como dicen por aca; de todos ellos, sólo uno no está casado, los otros siete (tres mujeres y cuatro hombres) sus esposos y esposas son de Tierra Caliente, nos dice “Doña Mary”.
Aquí hicieron su fiesta de bodas, para lograrlo primero se fueron los varones como un año, a juntar dinero como “mojados”, pues los gastos de la fiesta son “duros”, tenían que pagar el conjunto musical, hacer el “comelitón” (matar unos dos becerros), pagar el vestido de la novia y demás gastos de la iglesia y del registro civil.
No me acuerdo en que año se empezaron a ir, sin embargo, el que se fue primero fue mi marido, quien se contrató de bracero a finales de los años cincuentas y logró arreglar con su patrón para que primero le dieran la residencia y después la ciudadanía, ya cuando se arreglaron todos sus papeles se empezó a llevar a mis hijos, por lo que considero que hace mas de 25 años que se fue el mayor de ellos.
Todos mis hijos casados tienen descendientes nacidos en Estados Unidos, los grandecitos están estudiando, eso y el que algunos de mis hijos todavía no tienen papeles no permite que vengan a verme todos los años, los que tienen hijos porque en diciembre no les dan muchos días de vacaciones a mis nietos y los sin papeles porque se pone dificultosa la pasada para regresarse nuevamente a trabajar.
Los primeros años como se iban con su papá aunque sentía feo no me preocupaba mucho por su salida, pero a medida que mi marido ya no pudo ir porque empezó a estar enfermo, ellos tuvieron que irse solos y entonces las preocupaciones fueron mayores.
Lo anterior fue señalado por “Doña Mary” quien tiene 58 años y vive en la Palma, comunidad rural del Municipio de Cutzamala de Pinzón, en la Región Calentana, en el estado de Guerrero. Desde hace seis años murió su esposo, deceso que provocó su dependencia total de sus hijos, quienes cada mes le envían los recursos suficientes para poder cubrir sus necesidades de alimentación, vestido y gastos médicos.
Para llegar a la Palma, se sigue una carretera asfáltica que va de Cutzamala a Tucuruato, de éste último poblado se sigue por un camino rural de terrecería hasta la comunidad de Nuevo Galeana y de ahí a kilómetro y medio se llega a la Palma; es decir, entre Cutzamala, cabecera municipal del propio municipio y La Palma hay unos 12 kilómetros aproximadamente.
La pequeña comunidad rural, sólo cuenta con un Kinder y una escuela de educación primaria, por lo que para cubrir las necesidades de mayor nivel educativo hay que desplazarse a Nuevo Galeana donde está establecida una secundaria y para cursar estudios de preparatoria los jóvenes se trasladan hasta Cutzamala.
En la Palma no se cuenta con servicios de salud, es decir, la comunidad no tiene Centro de Salud; estando los más próximos en Nuevo Galeana y Cutzamala o bien en Ciudad Altamirano, en éste último (distante a unos 50 kilómetros) es donde está ubicada la única clínica del Instituto Mexicano del Seguro Social que atiende a los derechohabientes de toda la región.
La entrevistada comenta que sus gastos relativos a la salud son elevados, ya que desde hace varios años le diagnosticaron problemas cardiacos, por lo que cada mes tiene que someterse a revisión por parte de un cardiólogo y en virtud de no tener servicios médicos por parte del Seguro Social, se obliga a recurrir con médicos particulares, implicándole un gasto mínimo por concepto de consulta de setecientos pesos mensuales, más lo que le representan los gastos de las medicinas.
Independientemente del dinero que mandan mis hijos para mis necesidades, cinco de ellos han hecho sus casas de material (paredes de block de cemento, loza de cemento y pisos de cemento), todas tienen agua potable y luz eléctrica, aunque no cuentan con drenaje porque aquí en el pueblo no hay ese servicio, pero sí tienen fosas sépticas, ellos dicen que las construyen por si algún día tienen necesidad de venirse, tener donde llegar.
Desde que murió su papá mis hijos han estado mandando dinero para arreglar los potreros y sembrar pasto para alimento del ganado, potreros que rentamos en época de secas a los que tienen ganado vacuno; yo ya no tengo ganado debido a que cuando falleció mi marido tuve que vender las vacas que tenía por no poder atenderlas, así que ahora consigo ingresos a través de la renta de los pastos.
Remarca “Doña Mary” que en la Palma casi todos los jóvenes están en el “otro lado”, ya se fueron los Anselmo, los Cruces, los Benítez, los Chávez, los Montaño, todos los jóvenes que “nomas” esperan salir de la secundaria para irse, sólo nos quedamos los viejos y los chamacos, aquí no hay peones para trabajar la tierra y los que hay cobran hasta doscientos y doscientos cincuenta pesos por jornada, ya que como saben que hay necesidad de contratarlos y que nos mandan nuestros hijos dinero de los Estados Unidos, cobran caro.
A la Palma llega mucho dinero, casi todas las personas que nos quedamos ya estamos “grandes” y recibimos cada mes dólares para comer, vestirnos, hacerles arreglos a las casas y también algunos para hacerles sus casas a los que están en el “otro lado”; en los meses de noviembre, diciembre y enero, es cuando muchos de los que están en el “otro lado” vienen a su tierra, unos traen camionetas para sus familias, otros, vienen a casarse, por lo que casi siempre hay fiestas aquí y en los pueblos vecinos, eso hace que se mueva dinero en la región, apunta “Doña Mary”.
“Doña Mary” tiene la esperanza de que uno de sus hijos logre arreglar el que bajo la Ley de la Familia e Inmigración Legal del 2000 de los Estados Unidos, se le otorgue la residencia e irse con sus hijos a ese país, proceso que de acuerdo a sus comentarios ya está avanzado, inclusive comenta que ya le tienen en Pensilvania una casa trailer equipada; “eso por un parte me alegra, porque voy a estar cerca de mis hijos, pero por otra, siento una gran tristeza el tener que irme, se que por mi enfermedad en cualquier rato me voy a morir, que triste sería que fuera en un lugar lejos de mi tierra donde no conozco a nadie, ya les dije a mis hijos que si eso pasa quiero que me traigan a descansar aquí, a La Palma, donde están mis padres y mi esposo, no quiero quedarme en un lugar donde ni siquiera un rosario puedan rezar por mi.
La información obtenida mediante la voz de la entrevistada, independientemente de reflejar el comportamiento de la migración en la comunidad rural, nos acerca hacia otra visión de los efectos de las remesas en la región de Tierra Caliente del Estado de Guerrero, en virtud de su aplicación se presenta en distintas vertientes, por un lado, sirven como apoyo a la sobrevivencia de los adultos mayores, por otro, se usan como inversión en activos fijos para la población de retorno, además de que cubren gastos de compromisos sociales.
Sin embargo, como lo señala la entrevistada, las remesas también están siendo un factor que tiende a modificar la estructura de los salarios regionales, puesto que han influido en el encarecimiento de las percepciones por servicios laborales en la región.