Ramiro Morales Hernández
Otro de los indicadores que permiten comprender el grado de marginación en que vive y se desarrolla una población, sin duda son las opciones que tiene al acceso y utilización de los servicios de salud, en el entendido de que las consecuencias del uso o no de tales servicios, implica consecuencias sobre su calidad de vida e incide en la estructura de las edades de los habitantes de una nación o región.
Al analizar los datos relativos a estos servicios en el Estado de Guerrero en el año 2000, encontramos que únicamente 626,078 habitantes eran derechohabientes a los servicio de salud en ese año, es decir, el 20.3% de su población total (INEGI, 2000), tal comportamiento del factor de seguridad social es indudable que repercute desfavorablemente en el mejoramiento de la vida de los habitantes de la entidad.
Es de señalar, que ésa prestación en México se otorga mediante el IMSS, el ISSSTE o por instituciones como PEMEX, la Secretaría de la Defensa o la Secretaría de la Marina; tanto al trabajador directamente como a sus beneficiados; siendo estos, su esposa o concubina, sus hijos menores de 18 años, sus hijos mayores de 18 años que se encuentran estudiando y a sus progenitores, siempre y cuando éstos dependan económicamente del trabajador. Bajo estas condiciones quienes contestaron tener los servicios de salud derivados de una prestación laboral, no necesariamente tenían un empleo.
Por su parte los que están privados de la prestación social de salud derivada de una relación laboral de trabajo, para atender estas necesidades tienen que recurrir ya sea a los servicios privados, -lo que implica el pagarlos con recursos propios-, o bien utilizan los servicios que presta la Secretaría de Salud de México o pueden hacerlo mediante algún programa especial del IMSS o utilizar servicios de “curanderos” locales de las comunidades o ciudades donde residen.
En ese contexto, se encontró que 2 de cada 10 personas receptoras de remesas declararon tener derecho a servicios médicos derivados de prestaciones laborales, es decir, de 67,607 beneficiados directos de las remesas, sólo 12,255 tenían la prestación ya sea por el IMSS, ISSSTE , PEMEX o alguna de las Secretarías de Marina o de la Defensa Nacional.
En ese caso y profundizando el estudio de la variable “usos de servicio de salud”, al compararla con género, se observa que 20,351 personas del sexo masculino, no tienen prestaciones laborales de salud de acuerdo a la Ley Federal del Trabajo, así como 35,001 mujeres se encuentran en las mismas condiciones, es decir, el 81.87% de la población receptora de remesas carece de esta prestación social.
Por otro lado, al cruzar la información de la variable género con la población que no posee servicios de salud, se presenta un comportamiento similar, al que se exterioriza cuando se analiza la variable genero con los otros indicadores, esto es encontramos que de las 55,352 personas receptoras que no cuentan con servicios de salud, el 67% son mujeres. Por lo que nuevamente encontramos la feminización como un aspecto importante de análisis en el estudio de la población receptora.