MICHEL FOUCAULT Y LA VISOESPACIALIDAD, ANÁLISIS Y DERIVACIONES
Rodrigo Hugo Amuchástegui
El artículo Des espaces autres es, después de Vigilar y castigar, el texto que mayor repercusión ha tenido sobre aquellos cuyos intereses se ligan a la problemática espacial. Como ya indicamos en su momento, fue escrito en 1967 y publicado en 1984 con la anuencia de su autor. El punto de partida del mismo fue una presentación radial del año 1966 que interesó a un grupo de arquitectos que lo invitaron a dar una conferencia en el Cercle d'études architecturales en París el 14 de marzo de 1967. El centro de dicha conferencia es el concepto de ‘heterotopía’. Recordemos muy rápidamente que dicho concepto aparece por primera vez en Las palabras y las cosas (1966), donde –como ocurrirá luego– se lo contrapone a las utopías, pero ubicando a las heterotopías en el orden del lenguaje. Así dice:
“Las utopías consuelan: pues si no tienen un lugar real, se desarrollan en un espacio maravilloso y liso; despliegan ciudades de amplias avenidas, jardines bien dispuestos, comarcas fáciles, aun si su acceso es quimérico. Las heterotopías inquietan, sin duda porque minan secretamente el lenguaje, porque impiden nombrar esto y aquello, porque rompen los nombres comunes o los enmarañan, porque arruinan de antemano la ‘sintaxis’… Por ello, las utopías permiten las fábulas y los discursos…; las heterotopías… secan el propósito, detienen las palabras en sí mismas, desafían, desde su raíz, toda posibilidad de gramática; desatan los mitos y envuelven en esterilidad el lirismo de las frases”. (1966 [1984: 3])
Si bien este contexto discursivo no se mantendrá en posteriores usos de la palabra “heterotopía”, sí es importante destacar no solo su vínculo con las utopías, sino también esta capacidad de socavarlas, debilitando su potencial, que es como aparece en el artículo de 1967. Este texto ha sido calificado como “resbaladizo” (Urbach 1998: 347), “ambiguo” (Burdett 2000: 8), “algo confuso” (Johnson 2006: 75), las heterotopías que describe son “frustrantemente incompletas, inconsistentes, incoherentes” (Soja 1996: 162), sin embargo, o quizá por ello, ha sido objeto de variados análisis y aplicaciones. Es de notar, sin embargo, que el interés dominante ha sido en ámbitos angloparlantes, donde apareció traducido tanto como “Of Other Spaces” o como “Different Spaces”. Dentro de este orden lingüístico puede señalarse que, si bien es posible dar significados diferentes a palabras como “espacio” (espace, space) y “lugar” (lieu, place), siendo por lo general la primera empleada en un sentido más abstracto, Foucault las usa prácticamente en forma indistinta, centrándose principalmente en la palabra “emplazamiento” (emplacement) como palabra característica de estos espacios diferentes. En relación a estos empleos, Johnson observa que en la primera traducción del artículo en Diacritics se convierte “emplacement” en “site”, mientras que la palabra inglesa “emplacement” es empleada para traducir “la localisation”, lo que ha resultado en una traducción confusa, que se ha solucionado recién en la traducción posterior, al emplear la palabra inglesa “emplacement” para traducir la palabra francesa idéntica (2006: 77).
El carácter perturbador de las heterotopías que aparecía en Las palabras y las cosas es ahora acentuado en estas referencias espaciales concretas –que comparten con las utopías– en tanto “suspenden, neutralizan o invierten” y “contradicen… todos los otros emplazamientos”. Este carácter es sin duda lo que ha provocado la mayor parte de los escritos que lo tienen como punto de partida. Johnson indica que entre los espacios analizados que se pueden entender como “heterotópicos” se encuentran el “Palais Royal, locales masónicos, fábricas, paisajes, instalaciones ecológicas, ciudades y edificios posmodernos, sitios de Internet, entre otros” (2006: 81). En ese sentido, nosotros presentaremos aquí algunos desarrollos específicos, para dar cuenta de los posibles modos de aplicación del concepto y sus límites. De todos modos, aparece como una característica aglutinatoria de las diferentes perspectivas, el interés despertado por estos espacios como sitios de resistencia y transgresión, aunque difícilmente pueda atribuirse ese sentido exclusivo a la descripción foucaultiana. Así Genocchio afirma que muchos teóricos utilizan el término “heterotopía” para exponer “contra-sitios que incluyen una forma de resistencia para nuestro orden socio-espacial cada vez más vigilado, segregado y simulado”.
Sin embargo, y si nos atenemos estrictamente a la oposición utopías-heterotopía, este tipo de análisis no parece tener demasiado sustento desde el texto foucaultiano. Pues, las primeras son
“emplazamientos que mantienen con el espacio real de la sociedad una relación general de analogía directa o inversa. Se trata de la misma sociedad perfeccionada o del reverso de la sociedad, pero de cualquier manera estas utopías son espacios fundamental y esencialmente irreales”,
mientras que, por el contrario, las heterotopías aparecen como “una especie de utopías efectivamente realizadas … son una especie de lugares que están fuera de todos los lugares, aunque, sin embargo, resulten efectivamente localizables”.
Pero, Foucault diferencia entre dos especies de utopías: “Las utopías proletarias socialistas, que tienen la propiedad de no realizarse jamás, y las utopías capitalistas, que tienen la mala tendencia de cumplirse. La utopía… de la fábrica-prisión se ha realmente realizado” (1973 b: 611). Es decir, no parece sencillo atribuir a la prisión el carácter de sitio de resistencia o transgresión, aunque sin duda aparece como un espacio posible al que atribuirle el nombre de “heterotopía”. Más aún, puede decirse con Johnson que la concepción de Foucault “no está ligada a un espacio que promueve alguna promesa, esperanza o forma primaria de resistencia o liberación” (2006: 84), aunque sí aceptar que los espacios descriptos de algún modo son espacios perturbadores y, por ello mismo, ponen en juego la complejidad de las mencionadas relaciones de resistencia y transgresión (2006: 86).
Dedicándose estrictamente a evaluar desde una perspectiva general el vínculo entre heterotopía y arquitectura, Henry Urbach sostiene en “Writing architectural heterotopia” (1998: 347) que dicho concepto sirve como herramienta de análisis para pensar la exclusión social y las formaciones espaciales, aunque es muy poco lo que desarrolla en ese sentido, pero encuentra que se han dado interpretaciones que justamente tienden a despolitizar esa palabra-herramienta. Así, ha servido para mostrar las características formales diferentes de algunos edificios, constituyéndolos en edificios singulares. Autores como Demetri Porphyrios, Manfredo Tafuri y Georges Teyssot le parecen adecuados exponentes, aunque con marcados matices diferenciadores, de esta posición.
Urfach, en su lectura del artículo, destaca el carácter relacional de las heterotopías y las utopías, pues recordemos que Foucault afirma que son espacios que “tienen la curiosa propiedad de estar en relación con todos los otros emplazamientos”, aunque, como recién indicamos, modificando, alterando “el conjunto de las relaciones que, a través suyo, se encuentran designadas, reflejadas o pensadas”. Este autor entiende que las heterotopías aparecen oponiéndose a las instituciones dominantes en cualquier régimen espacial, pues “ellas exhiben las incoherencias, fisuras y contradicciones que son inherentes a los ordenamientos sociales y exponen su vacilante legitimidad” (1998: 348), aunque estrictamente Foucault no de un criterio organizador que permita incluir con certeza algunas construcciones y excluir otras.
Demetri Porphyrios, siguiendo a Foucault –según lo presenta Urbach–, utiliza el concepto como inherente a la obra de Alvar Aalto (1898-1976). El arquitecto finlandés tenía una metodología heterotópica, es decir, proyectaba, por ejemplo, trabajando con discontinuidades en la organización de los volúmenes, con materiales combinados de modos curiosos (1998: 349), entre otras técnicas, y ello era su manera de enfrentarse a las características ‘homotópicas’ del modernismo. La crítica que le hace Urbach es que Porphyrios con el término busca un modo de establecer una tipología arquitectónica, que terminaría en una “repetición gobernada por reglas de tipos espaciales” (1998: 349) y no en algún tipo de arquitectura crítica.
Charles Jencks en Heteropolis defiende la heterogeneidad constructiva de una ciudad como Los Angeles, en tanto “arquitectura pluralista para un medio multicultural” (Urbach 1998: 349). Si bien este autor puede considerar su perspectiva teórica –en tanto reflejo de una situación social– como una alternativa superadora de la tendencia a una cultura dominante en tanto reivindicación del Otro, por las virtudes que encuentra en esa arquitectura como herramienta para terminar con las huelgas y rebeliones –como las ocurrida en 1992 en esa ciudad– Urfach la califica como reaccionaria al cooptar la noción de diferencia en un orden social totalmente incluyente (1998: 350).
Manfredo Tafuri –centrándose en la significación de “heterotopía” que aparecen en Las palabras y las cosas– encuentra en Piranesi el exponente de una arquitectura que puede pervertir los significados formales convencionales: “Socavando las convenciones del lenguaje arquitectónico, el ‘Piranesi’ de Tafuri expone la artificialidad de la forma institucional, y muestra un vacío imposible de saltar entre el lenguaje arquitectónico y lo que él significa” (Urbach 1998: 350). Pero, al ubicar Tafuri en una perspectiva historiográfica a Piranesi no emplea el potencial desestabilizador de las heterotopías, según Urfach.
Por último, para Teyssot en “Heterotopias and the History of Spaces” el término es aplicable a los hospitales, prisiones y asilos proyectados y/o construidos en Francia entre 1770 y 1850. Aunque estas construcciones son centrales a Vigilar y castigar, el interés de Teyssot se fundamenta en que estos edificios ofrecen “una densa historia de la variación y transformación arquitectónica, una historia en la que las discontinuidades del desarrollo formal se corresponden con las cambiantes nociones de higiene, seguridad, intimidad y disciplina” (Urbach 1998: 350). Al centrarse entonces en cuestiones de valorizaciones historiográficas, Teyssot estaría desinteresándose de la problemática presente de estos espacios.
Urfach, aunque sin dar datos concretos afirma –a diferencia de lo que usualmente se conoce, que se autorizó a publicar en 1984– que el texto de Foucault fue publicado varias veces después de 1980. Lo más concreto es su repercusión después de ser (re)publicado en inglés en Lotus International que sirvió para legitimar los trabajos de arquitectos como Aldo Rossi, O. M. Ungers y Vittorio Gregotti entre otros como constructores de obras heterotópicas como “lugares en los que un cierto discurso encuentra su expresión apropiada y autónoma” (1998: 351).
Como adelantamos, Urfach entiende que hay una consideración de las arquitecturas que se llaman heterotópicas como queriendo establecer standard o tipologías arquitectónicas, cuando en realidad su correcto empleo estaría en la orientación hacia una práctica crítica de la arquitectura y no en definir cuestiones prescriptivas. Foucault con sus espacios heterotópicos está “representando la aparente normalidad de otros espacios como ficticios y restrictivos” de forma que “disuelve, desestabiliza e interrumpe al poder” (Urfach 1998: 352). En particular, y basándose en la idea de relación de poder, que articula poder y resistencia, el autor encuentra que dicha idea puede justificarse en arquitectura para plantearse “cómo los espacios funcionan para identificar y desvalorizar determinadas formas sociales” (Urfach 1998: 352) en particular aquellas que se vinculan a la identidad sexual, que es el tema que a él le interesa, aunque en este texto no desarrolla nada en esa dirección. Veamos a continuación algunos análisis específicos que dan cuenta de la proyección del pensamiento foucaultiano.