Nilsia Joany López de Gelviz
CAPITULO 1. EL PROBLEMA DE INVESTIGACIÓN CIENTÍFICA
PLANTEAMIENTO DEL PROBLEMA
Desde el punto de vista teórico epistemológico o de los paradigmas, estos nos muestran la diversidad de las formas de conocer una época y también el marco de pensamiento o referencia que orienta las actividades y las reflexiones dentro de un área determinada del conocimiento. Se observa que en la sociedad actual, se evidencia una realidad concreta en las formas de pensar y de conocer, generándose en consecuencia una nueva episteme o modo general de conocer, que a la vez se expresara en diferentes paradigmas su correspondiente concepción del conocimiento y de la ciencia. (Moreno A., 1993). En este sentido, las nuevas realidades de la globalización de la economía, los adelantos tecnológicos, los avances de la sociedad del conocimiento y el manejo del cambio hacen que se plantee la necesidad de asumir nuevos paradigmas en la conducción y funcionamiento de las organizaciones.
Cuando un paradigma es reemplazado, hablamos de las revoluciones científicas, las cuales se consideran aquí como “aquellos episodios de desarrollo no acumulativo en que un antiguo paradigma es reemplazado, completamente o en parte, por otro nuevo e incompatible”. (Kuhn, 1969:149). Consecuentemente, el llamar “revolución” a un cambio de paradigma, implica que éste ha dejado de funcionar adecuadamente. Al adelantar nuevas teorías para resolver anomalías en la relación entre una teoría existente y la naturaleza [o un fenómeno gerencial] “la nueva teoría que tenga éxito deberá permitir ciertas predicciones que sean diferentes de las derivadas de su predecesora“. (Kuhn, 1969:157).
Los paradigmas en las ciencias sociales se suceden unos a otros y coexisten al mismo tiempo. En cuanto a la ciencia administrativa “es una disciplina pluriparadigmática, no en sentido ecléctico, sincrético sino sintético”. (Díaz M., 2000:3). Por lo dinámico del acontecer social, la producción de teoría se dá y de allí que es una disciplina que alberga múltiples paradigmas, mediante su composición de un todo por la reunión de sus partes. Nótese entonces que la totalidad es un fundamento epistemológico para organizar el razonamiento. En este sentido, “todo esta en conexión con todo y que el todo es mas que las partes”. (Kosik K., 1967, cp Zemelman, 1987:50). Se acepta el paradigma de la totalidad para la presente investigación, “no como todos los hechos, como un montón”, sino como una óptica epistemológica desde la que se delimitan campos de observación de la realidad, los cuales permiten reconocer la articulación en que los hechos asumen su significación especifica. De esta forma, se adopta la totalidad como exigencia epistemológica del razonamiento analítico.
El término de paradigma, se utiliza mucho para definir un modelo amplio, un marco teórico, un modo de pensar o un esquema de interpretar la realidad. Son cuatro los cambios de paradigmas que han impactado a los negocios según referencia de Tapscott & Caston, (1995:xii-xiii), destacándose el cambio en el orden económico y político del mundo, el cambio interrelacionado que se genera en el ambiente de los negocios y el mercado, igualmente, en la naturaleza de las organizaciones se genera en un cambio, y la era de la información.
El paradigma de la TIC ha afectado el ambiente internacional de los negocios y con ella la competitividad de las PYMES. En esta nueva era las aplicaciones de los computadores a los negocios, la naturaleza de la tecnología en si misma y el liderazgo en el uso de la tecnología atraviesan por una profunda transformación. Las TIC se han hecho estratégicas en cuanto es un componente necesario para la ejecución de una estrategia de negocios en las PYMES.
Epocalmente, la postmodernidad es una etapa histórica que configura un nuevo tipo de pensamiento el cual es producto de muchas condiciones que han venido cambiando. En consecuencia, la postmodernidad puede entenderse de dos formas. La primera de ellas, como una época reciente, en donde los valores y la percepción del mundo y del hombre se centran en la diversidad, la pluralidad y la complejidad. En la segunda concepción, se entiende la postmodernidad también como una época posterior a la modernidad; la cual se centra más en la creación de “una nueva sociedad”, donde pasamos de la era industrial a la época postindustrial. Se admite esta concepción para la presente investigación.
En la sociedad postindustrial o sociedad técnica, el conocimiento y el talento creador e innovador son insumos o activos intangibles de gran valor (Fundación Universitaria San Martín, 1999:13). Ello implica en el nuevo orden mundial, donde todos los países e instituciones del planeta se enfrentan a acelerados cambios socio-políticos, culturales y económicos, los retos que se plantean las PYMES en la sociedad del conocimiento o sociedad técnica en donde los insumos principales son las innovaciones tecnológicas, la calidad de la información y el poder del conocimiento. Desde esta óptica, se esta frente a una sociedad dinámica y en constante transformación, donde las PYMES deben evolucionar a la par con el mundo de los negocios, de la administración de la información y del conocimiento.
En la actual sociedad, y en una nueva forma de concebir el mundo, las organizaciones y los negocios se desarrollan a partir de la globalización, la internacionalización y la apertura económica; al mismo tiempo son procesos múltiples, veloces y muy complejos. Las empresas y los negocios giran hoy más alrededor de los servicios, la información y el conocimiento. McLuhan en los años 60’s hablaba de una “aldea global”; de igual manera Toffler (1971:201) señalaba en los años 70’s, que “Estamos creando una nueva sociedad. No una sociedad cambiada. No una versión ampliada de nuestra sociedad presente. Sino una nueva sociedad.” Ambos autores coinciden en que se está viviendo en una sociedad postmoderna, con transformaciones económicas, sociales y culturales, en la cual los cambios se evidencian de manera vertiginosa, y cuya complejidad no admite precedente como lo señala Ferrari (2001); sin embargo, los cambios a que se refieren no son puntuales, sino que, por el contrario, se habla de cambios en amplitud y profundidad en la civilización, cuyas transformaciones que se siguen produciendo tienen alcance global. De manera que la conformación de un escenario global pero también fragmentado impacta sobre el plano de los actores sociales. El cambio que vive la humanidad está conectado a transformaciones profundas en sus procesos. Estos procesos son, en fuente del referido autor, (a) La revolución científico-técnica (cibernética y quimización) y sus derivaciones tanto hacia el modo de producción como hacia el plano de la gestión; (b) Las transformaciones del mundo del trabajo y su impacto sobre la sociedad y (c) La globalización económica.
Ante la transformación y surgimiento de un nuevo paradigma para la competitividad de las PYMES, él esta en función de la internacionalización de la economía, de la globalización del mundo, la publicidad comercial de los países capitalistas, la Innovación, la administración de la información y del conocimiento, la tecnificación del mundo y la creación de la Sociedad del Conocimiento en cuanto son campos que, mucho más que otras revoluciones, han transformado la vida de la especie humana como nunca. Hablar de nuevos paradigmas implica hablar de cambio. Los cambios para que sean efectivos deben estar asociados al desarrollo y que permitan la innovación y la transformación de la sociedad. En esta perspectiva, también el gerente y sus colaboradores tienen una responsabilidad social en la consecución de metas a largo plazo que sean buenas para la sociedad. En consecuencia, la responsabilidad social agrega un imperativo ético que permitirá hacer aquello que mejore la sociedad. También se sucede un cambio de paradigma en la respuesta social, como la capacidad de las PYMES “para adaptarse a las condiciones cambiantes de la sociedad”. (Robbins & Coulter, 1996:149).
Los paradigmas son los supuestos fundamentales “que explican como funcionan los negocios y establecen la forma de competir entre los integrantes de una disciplina determinada”. (Valdés, 1996:1). Es así como el cambio de paradigma establece nuevas condiciones y supuestos que traen retos y oportunidades. Las historias de las empresas siempre se han determinado por su capacidad para adaptarse a las condiciones y cambios que surgen de cada nueva perspectiva. Se hace necesario que los gerentes de las PYMES piensen en forma competitiva. “El pensamiento competitivo es fundamental para lograr el éxito”. (Rothschild, 1997:2). Es un asunto que debe ser asumido como una función continua, para todos los miembros de la organización, que debe internalizarse por quienes muchas veces, urgidos por la demanda permanente de mayor productividad, innovación, flexibilidad y resultados concretos, aun cuando como lideres hacen esfuerzos por aumentar la efectividad de sus organizaciones, olvidan que el cambio empieza por ellos mismos. Kofman (2001) afirma que los gerentes, en la mayoría de las veces intentan llevar un cambio hacia sus organizaciones, pero sin tener en cuenta que también ellos están obligados a cambiar. La transformación debe empezar por ellos. Es necesario modificar el modelo mental tradicional, con criterio de una totalidad, y con un sano equilibrio, con una perspectiva ética, con una administración basada en valores. Al mismo tiempo estos valores establecidos deben ser promovidos, practicados y compartidos. Ellos forman la cultura de la organización e influyen en la forma en que opera y se comportan sus empleados.
En este acontecer histórico, se observa que el mundo no es estático sino cambiante; todo lo que acontece en el universo y en la sociedad, está sujeto a un cambio incesante, a un devenir continuo. Cuando transitamos hacia un nuevo pensamiento empresarial, se observa que el paradigma de la sociedad industrial ya se agotó. El paradigma emergente es el de la sociedad del conocimiento donde el capital intelectual es la base de la próxima visión empresarial como fuente de ventajas competitivas. Las bases del nuevo pensamiento empresarial “se pueden conceptuar desde la óptica de los elementos del cambio que dan lugar a las nuevas estructuras empresariales, para finalmente llegar a la esencia del pensamiento: la redefinición del concepto de trabajo” (Valdés & Garces, 1996:99).
La comunicación, la información y el conocimiento son “las armas termonucleares competitivas de nuestra época”. (Stewart T. 1998:9). Las empresas poseen algo mucho más valioso que los activos físicos o financieros: el capital intelectual. En explicación del referido autor, éste lo define como “la suma de todos los conocimientos que poseen los empleados de una empresa y le da a esta una ventaja competitiva”. En la nueva era, la era de la información, donde la riqueza es producto del conocimiento. La sociedad de principio del Siglo XXI fundamenta sus negocios esencialmente en las innovaciones tecnológicas, en el auge de la información y en el poder del conocimiento. Estos acontecimientos junto a otros hechos como la reingeniería, el posicionamiento en el mercado mundial, el liderazgo y la competitividad, por ejemplo, están generando un impacto profundo en la forma de operar de la PYME.
Un nuevo paradigma emerge ofreciendo una forma de dirigir las organizaciones, basadas en el manejo del cambio (adaptación), en la autonomía decisional al nivel operativo, en el equilibrio de las interacciones sistémicas y en la participación del individuo, con sus deseos y aspiraciones, como actor supremo de la organización. (Mariña, 1996:125-126). El gerente de la PYME necesita evolucionar, no de repetición, “es necesario un cambio, una transformación paradigmática”. (Stewart T. 1998:11). En este sentido, la única posibilidad de éxito es reinventando su propio pensamiento, y para muchas empresas radica en reinventar su propio negocio. Se trata entonces, de aceptar que hay paradigmas que se encuentran prácticamente agotados, pero, sin embargo, se ve a empresarios y empresas aferrándose a ellos, tratando de hacer negocios con esquemas de competitividad caducos.
En la necesidad de replantear los problemas actuales, en un nuevo contexto, en una perspectiva más amplia, se observa que los grandes cambios experimentales a nivel mundial están provocando inesperadas formas de competencia y un mercado cada vez más impredecible. La velocidad de generación de los cambios, la baja adaptabilidad de las empresas y la vida efímera de las organizaciones se evidencia en el mercado, son indicadores de que el paradigma que se utiliza ya no es el adecuado porque simplemente esta obsoleto. Es entonces cuando se produce una ruptura epistemológica, signado por los momentos en los que ocurre un cambio respecto la concepción tradicional de la competitividad, se generan nuevas ideas o métodos que reemplazan a las que existían. En este sentido el futuro no podrá ser observado por los gerentes a través de la vieja manera de pensar. Estas rupturas paradigmáticas se producen de forma rápida y abrupta. Es cuestión de reaccionar o morir. La significación de ruptura epistemológica, en Bachelard, cp por Lanz (1977) tiene que ser entendida en relación directa con el cuerpo de conceptos con los cuales guarda una estrecha dependencia.
La ruptura epistemológica esta referida a un cambio de sentido y de dirección de una problemática. Hay una ruptura, además, cuando son superados un conjunto de obstáculos que operan interiormente como limites del conocimiento. El desarrollo del pensamiento científico se da por sucesivas rupturas, por saltos, superando los obstáculos, luego una ruptura epistemológica implica un cambio. Las organizaciones que cobrarán relevancia en el futuro serán las que descubran cómo aprovechar el entusiasmo y la capacidad de aprendizaje de la gente en todos los niveles de la organización. Siendo así, “las organizaciones inteligentes son posibles porque en el fondo todos somos aprendices”. (Senge, 1992:11). El ser humano por naturaleza es dado a aprender; gusta de interactuar en equipos o grupos de personas mediante el aprendizaje aprendió a generar resultados extraordinarios.
La competitividad de una nación no se hereda, sino que se aprende. Fonseca (1997:33) apunta con respecto al conocimiento que se genera en las sociedades que “(1) Cada sociedad da origen a una gama particular de clases y formas de conocimientos que le es propia y (2) A cada sociedad le corresponde un sistema cognitivo ordenado según ciertas escalas jerárquicas y el cual está en condiciones de hacer valer, como dominante, un tipo especifico de conocimiento.
La competitividad de una nación puede conseguirse a través “de la capacidad de su industria para innovar y mejorar”. (Porter, 1999:163). Para llegar a ser competitivo, conlleva a la interacción de por lo menos, seis grandes elementos:
(1) Elementos de la gestión administrativa en sus áreas fundamentales de desempeño: la gestión estratégica y la gestión diaria; (2) Los aspectos relativos a la innovación: (3) Actualización tecnológica; (4) Mejoramiento de la productividad en todas las operaciones; (5) Los temas que tienen que ver con la cultura de la organización y finalmente, (6) Manejo, desempeño y desarrollo de su personal. (Matiz P., 1997)
Con relación a los recursos humanos, éstos se consideraron entre los principales factores de éxito que permitieron a las empresas de los países desarrollados un progreso rápido alcanzado, donde se destacan, entre otros:
(a) Se privilegió el fortalecimiento interno de las empresas antes de exponerlas a la competencia externa discriminada; (b) No se considero que el proteccionismo era necesariamente malo (...) (f) Se propicio la estructuración de una gerencia innovativa, rentable, y responsable, orientada a servir al cliente y centrada en la aplicación de la calidad de gestión; (g) Se dedicaron suficientes recursos para investigación y desarrollo, en gastos y en personal, y se garantizo además una capacidad científica y tecnológica mínimas que permitieran el éxito en la investigación aplicada y básica en conexión con el desarrollo industrial; (h) Se privilegió la calidad de vida de la población participante, a través de una adecuada distribución del ingreso y del control de la inflación. (Daza M., 1998:15-16).
Debe señalarse que la calidad de vida ha sido materia de discusión por organizaciones a nivel mundial. El informe sobre Desarrollo Humano para el 2003 planteaba dentro de los Objetivos de Desarrollo del Milenio un pacto entre las naciones para eliminar la pobreza. El Administrador del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), Mark Malloch Brown, argumentaba que las iniciativas a largo plazo fracasaran de no producirse una reestructuración fundamental del sistema de comercio mundial (…) Uno de los principales mensajes del Pacto de Desarrollo del Milenio es que mucho de los países pobres tienen ante si impedimentos estructurales que dificultan enormemente la consecución de un crecimiento económico sostenido.
En este orden de ideas, los Objetivos de Desarrollo del Milenio y la Promoción de Desarrollo Humano comparten un ideal común y reflejan el compromiso vital de promover el bienestar de la humanidad, la dignidad, la libertad y la igualdad para todas las personas. Dentro de esta misma idea, el informe resalta que la sociedad civil debe tener una mayor participación en política y en la reducción de la pobreza. Por otra parte, el sector privado, y por ende la PYME, desempeña un papel decisivo en el crecimiento impulsado por el mercado y especialmente en la creación de empleo y el crecimiento de los ingresos.
En cuanto a la educación y bajo esta misma óptica, Porter, cp Navarro C. (1996:10), destaca que los países que más recursos han dedicado a mejorar la educación de sus ciudadanos, son por lo general, los que poseen mayor prosperidad y economías más competitivas. Así mismo, expresa que las empresas más exitosas y competitivas en cada nación, tienen en común el que invierten muchos recursos en la formación de su personal. La importancia de los recursos humanos en el desarrollo económico y social de los países siempre ha sido parte de las teorías tanto económicas como de gestión empresarial. Porter, opina también, que la competitividad no es de los países, sino de sus empresas [y de su gente] ya que estas son las que tienen que enfrentar a la fiera competencia del mercado internacional. (Pineda-Serna, en cita de Medina V., J., 1998). Y para que la ventaja competitiva sea sostenible en el largo plazo deben los gobiernos ayudar a generar condiciones tanto macroeconómicas como de infraestructuras adecuadas.
Drucker (1999) considera que los desafíos de la Gerencia para el Siglo XXI son de índole social y políticos, siendo estos, el descenso de la natalidad en el mundo desarrollado, las modificaciones de la distribución del ingreso disponible, la definición del desempeño, la competitividad global, la creciente incongruencia entre la globalización económica y el fraccionamiento político. Ante estos desafíos, el referido autor pronostica que las instituciones [PYMES] que no contemplen estas realidades, difícilmente contarán con una estrategia adecuada y no podrán afrontar los retos planteados; en consecuencia, cabe esperar que ninguna empresa será exitosa, por lo tanto para crear riquezas, las empresas deben utilizar como herramientas de diagnostico información fundamental, sobre productividad, competencia e información sobre la asignación de recursos escasos, tanto de tipo financiero, tecnológicos, culturales y humanos.
A nivel mundial, en los últimos quince años, la competitividad ha Estado relacionada con la rivalidad política, pues ha sido un tema de creciente interés. Entre 1963 y 1990 se tomaba como base el criterio para una mayor competitividad el expresado por la Council of Competitiveness de Estados Unidos, quien para definir y medir la competitividad, valoraba la capacidad exportadora de sus industrias, sin tomar en cuenta otros elementos. Considerando a Alburquerque (1997) en cita de Medina V., J. (1998) estos criterios son simplistas. Otro factor de competitividad que se evalúa es la inversión que la industria haga en su presupuesto de Investigación y Desarrollo ( I + D ). Pero mas recientemente, una evaluación Europea hecha por el Instituto de Prospectiva Tecnológica tendiente a mejorar la concepción de calificación de los criterios para evaluar la competitividad, propone una redefinición según la cual un país y un territorio es competitivo (cualquiera que sea el grado de apertura a la economía global o el desarrollo de sus exportaciones), “si sus exportaciones tienen la capacidad suficiente para financiar las importaciones necesarias para asegurar su crecimiento económico y su nivel de vida, sin crear ningún tipo de desequilibrio o estrangulamiento”. (Coriat, 1997 en Medina V., J., 1998:25-26).
Las nuevas dimensiones de ese replanteamiento aluden a salir del reduccionismo según el cual la competitividad se relaciona primordialmente con competencia por cuotas de mercado y se mide por la balanza de comercio exterior de un país. Convierte en factor decisivo el grado de libertad que tiene un país en dirigir sus negocios. Valora a la par de los clásicos factores asociados a los costes, factores no asociados al coste como la calidad, la innovación, las inversiones inmateriales, la eficiencia de las redes de cooperación.
En América Latina, en las últimas décadas, los países andinos, es decir, Bolivia, Colombia, Ecuador, Perú, y Venezuela, han crecido menos que los países desarrollados e incluso menos que otros países en desarrollo, perdiendo importancia relativa en la economía mundial. Los países andinos han hecho importantes reformas económicas, logrando grandes avances en la estabilización de sus economías y en su integración a la economía mundial. Sin embargo, persisten características inapropiadas para una inserción exitosa en una nueva economía global en que la información, el conocimiento y la innovación son las claves del progreso (Venezuela Competitiva, 20001b). La globalización económica “ha arrastrado consigo una globalización del sector manufactura, modificando radicalmente las políticas industriales de los países y planteando continuas revisiones de los modelos gerenciales que han prevalecido hasta ahora para cumplir con la función de producción de las empresa”. (Rosales L., 1996:1-2). Para una inserción exitosa y capacidad competitiva de las PYMES se requiere que confluyan varios factores, entre los que se destacan:
(1) Creación de una cultura de la innovación basada en la utilización de la tecnología desarrollada en la empresa; (2) Entorno favorable al desarrollo de las actividades empresariales que se manifiesta en la política científica; (3) Formación y capacitación gerencial de los empresarios para asumir con propiedad las exigencias de la tecnología, del crecimiento y la penetración de nuevos mercados.
Yarzabal, Vila & Ruiz (1999:32), argumentan sobre los trabajos pioneros de Solow (1957) que le hicieron merecedor del premio Nóbel de economía, los cuales permitieron descubrir que “el crecimiento económico no se explicaba solamente por los factores tradicionales de producción”. La existencia de un componente residual que Solow identifico con el progreso tecnológico, cumple un papel fundamental para el desarrollo económico de las naciones. A partir de ese momento los países en vías de desarrollo y algunos organismos internacionales, comentan los autores, comienzan a orientar inversiones con el propósito de crear una capacidad de investigación y desarrollo en universidades y otros centros de estudio de alto nivel. Si los países andinos no se incorporan rápidamente con fuerza a la revolución que está teniendo lugar en la actividad económica mundial, sus empresas quedarán nuevamente relegadas a especializarse en la producción y comercio de bienes cada vez menos valiosos y con mercados declinantes. Ello condenaría a varias generaciones a permanecer en la pobreza, soportando un deterioro creciente de su entorno natural y bajo la amenaza de nuevas explosiones sociales. (Venezuela Competitiva, 2001b).
Fonseca (1997:28-39) hace una critica a los efectos de la utilización del binomio ciencia tecnología en la sociedad, de que a pesar del mito de progreso centrado en una concepción de la ciencia como reino de la sabiduría y cuerpo idóneo para alcanzar simultáneamente la abundancia y la libertad; sin embargo, las promesas de progreso económico social y cultural se expresan en un significativo incremento de problemas sociales y en una profundización de la polarización entre riqueza – pobreza. Aunados a estos efectos se citan la contaminación ambiental, la desnutrición ecológica, el énfasis en la producción de armas con mayor poder destructivo, y el incremento de la desigualdad y tensiones entre las naciones.
En el caso Venezolano, la cultura de país petrolero ha convertido al petróleo en la industria, y ha reducido casi todo lo demás a artesanía; que ha creado en las relaciones comerciales y financieras un complejo de superioridad de quien se siente grande, fuerte y poderoso, y de inferioridad en quien se siente pequeño, débil y pobre. Rivas (1998) plantea que la desventaja tecnológica cobró importancia en la década de los ochenta en algunos países de la América Latina, de la cual Venezuela forma parte. Se requerían programas de reconversión industrial, como un movimiento que secundara a los intentos de industrialización de los años sesenta. El nivel de obsolescencia ya alcanzado tenia preocupados a los empresarios, sobre a todo a los grandes.
La Republica Bolivariana de Venezuela requiere de emprender planes para prepararse y así poder afrontar la globalización estudiando su entorno, además de diseñar y aplicar modelos idóneos creados en función de sus propias necesidades. En atención a lo antes esgrimido, para mejorar el desempeño de la economía Venezolana es necesario buscar los elementos que subyacen para dicho desempeño económico (nacional e internacional) los cuales dependen de sus recursos [materiales y humanos] y de la productividad con la cual se emplean. Por tanto, se requiere de “un modelo que permita a cualquier empresa o país evaluar estos recursos y las fuerzas que influyen sobre la productividad y la competitividad a nivel de empresa, industria y país”. (Enright, Francés, & Scott, 1994:64). En este sentido, estudios realizados respecto a la problemática que actualmente vive el país, específicamente en las PYMES del Estado Lara, por la Fundación para el Desarrollo de la Región Centro Occidental (Fudeco), alude respecto a un análisis estratégico de dichas empresas evidenciándose debilidades y amenazas tales como:
(1) Rigidez productiva, que se traduce en escasa capacidad para innovar, introducir cambios organizativos, lo cual limita el desarrollo de los recursos humanos y la profesionalización de la gerencia; (2) Predominio de criterios gerenciales tradicionales en lo relativo al manejo de recursos humanos, (3) Escasa disposición para manejar instrumentos de la gerencia moderna tales como el concepto de calidad total, el desarrollo de procesos que le permitan a las PYME incrementar entre otros aspectos la eficiencia de su empresa y reducir costos de fabricación. (Godoy de M., 2000:12-13).
Otra debilidad es que la economía venezolana tiene una grave escasez de trabajadores calificados y semi calificados con know-how técnico. (Enright, Francés & Scott, 1994:300). El referido autor cita un estudio acerca de la formación de los recursos humanos y la competitividad en Venezuela, realizado por Granell y Parra (1993), en donde encontraron que la mayor parte de los operadores de las plantas en la industria venezolana cuentan sólo con el nivel de educación básica. Al comienzo de los años noventa, aproximadamente 40% de los trabajadores empleados en el país pertenecían al sector informal de la economía. La mayoría de dichos trabajadores ganan menos que sus contrapartes del sector formal y la brecha entre los ingresos de los trabajadores de ambos sectores se estaba ampliando, siendo esto un síntoma de debilidad nacional en el desarrollo del factor humano. La inmigración ha contribuido al bajo nivel educativo del sector informal. La mayoría de niños venezolanos no están recibiendo la educación que requieren para ser competitivos en la economía contemporánea. En 1993, el informe acerca de la competitividad en el mundo “clasifico a Venezuela en el ultimo lugar entre 15 países en desarrollo mencionados en cuanto a la disponibilidad del personal capacitado”. (Enright, Francés, & Scott, 1994:300). Venezuela ocupaba, para 1994, el puesto 65 de IDH después de Costa Rica y Panamá (Unesco, 1999).
Son pocos los recursos destinados a I + D en Venezuela. Para 1991 los gastos en este rubro fueron equivalentes a 0.31 del PIB. Entre 1970 y 1989 la tasa anual de crecimiento en el número de investigadores fue de 3,8% en Venezuela. Otro motivo de preocupación aparte de los limitados recursos destinados a I + D es que en los años ochenta menos del 10% de todos los investigadores trabajaban en el sector manufacturero lo cual representa una proporción muy reducida que lleve a fortalecer el sector manufacturero. (Enright, Francés, & Scott, 1994:336). En efecto, existen bajos niveles de I + D en el sector privado. La encuesta Viana (1995), en estudio realizado a la capacidad tecnológica de la industria manufacturera venezolana, encontró que las empresas nacionales estaban reduciendo sus esfuerzos en I + D y desarrollo. Veinte por ciento de las empresas grandes (150 empleados o mas) y 80% de las empresas pequeñas (10 a 20 empleados) no invirtieron en I + D en 1988. Para 1992, 40% de las grandes empresas y 90% de las pequeñas empresas no invirtieron en I + D.
Se observa una creciente disminución en la inversión en I + D de la industria venezolana, lo cual se traduce en una baja competitividad y debilitamiento del sector manufacturero. Es perentorio que el país, [Venezuela] asuma una audaz perspectiva, así como una nueva estrategia para los principales actores de la economía venezolana, incluyendo el Estado, la gerencia, la fuerza laboral y el público en general. Dicha estrategia debe responder a las realidades del entorno internacional. “También debe reflejar el hecho de que Venezuela sigue siendo una tierra llena de potencialidades. Sus enormes recursos naturales continúan en gran media sin desarrollar, gran parte de su población esta compuesta por jóvenes enérgicos, trabajadores, creativos”. (Enright, Francés, & Scott, 1994:11).
Venezuela atravesó un periodo difícil, acotan los autores, pero aprendió. Un factor de éxito, para que un país logre alcanzar su verdadero desarrollo es la innovación, lo cual se traduce en competitividad. Cordeiro (1996:12) destaca además que las ventajas competitivas se construyen basadas en tres planes fundamentales: “(1) la educación; (2) los sistemas económicos políticos sociales; y (3) la visión de país y sociedad”. En razón de ello, se observa que la competitividad no es un concepto que se aplica o se desarrolla aisladamente, mas bien, representa el resultado sistémico de aplicar todos los elementos anteriores y muy relacionados entre si. En esta perspectiva, “es un sistema debido a que contiene partes interrelacionadas”. (Beer, 1963:30).
Para Julio de 2002, la Agencia de Prensa Francesa (AFP) resaltaba alguno de los hallazgos de una encuesta contratada por la Asociación de Artesanos, Micros, Pequeños y Medianos Empresarios (Apyme) dentro de los cuales se mencionó que en los dos últimos años el 53,7 % de las 16.229 PYMES Venezolanas registradas habían cerrado operaciones, y la capacidad ociosa de las empresas que continúan operativas es del 80%. (Diario La Nación , Junio 23, 2002).
La PYME Venezolana requiere ahora mas que nunca, ante tan alarmante evidencia, de ser más competitiva, innovadora, para superar ese 80% de capacidad ociosa, buscando la apertura de mercados que le ofrece el mercadeo internacional, para mejorar su situación. De acá la conveniencia de investigar cual es la realidad del gerente y que subyace a la falta de competitividad y que no dejan que se superen escollos que otras industrias si han logrado derribar, pudiendo ser factores estructurales o el factor humano, quien es el que al final dirige toda la actividad empresarial, sorteando dificultades y haciendo uso de su pensamiento estratégico.