Marisol Isabel Martínez Iglesias
Uno de los enfoques que más vigencia ha tenido después del de gramática traducción es el enfoque comunicativo, el cual surgió entre las décadas de 1960 y 1970, a partir de las consideraciones de Chomsky.
Las teorías estructuralistas de la lengua y los aportes de la lingüística aplicada, enfatizaron en la necesidad de enfocar la enseñanza hacia la producción comunicativa. Exponentes de la enseñanza comunicativa son Christopher Candlin y Henry Widdowson, así como los lingüistas funcionales británicos John Firth, M. A. K. Halliday, los sociolingüistas Dell Hymes, John Gumperz, y los filósofos John Austin y John Searle.
Dentro de las características fundamentales de este enfoque destacan las siguientes:
La lengua es un sistema para la expresión de significados.
La función primaria de la lengua es la interacción y la comunicación.
La estructura de la lengua refleja sus usos funcionales y comunicativos.
Las unidades primarias de la lengua no son simples características estructurales y gramaticales, sino categorías de significado funcional y comunicativo, como se ejemplifica en el discurso.
El enfoque comunicativo se rige por una serie de principios, cuyo número varía de un autor a otro. En este trabajo se asumen los siguientes que resume Arcia (1999).
Ser consciente de lo que está haciendo.
El todo es más que la suma de las partes.
Los procesos son tan importantes como las formas.
Para aprender algo, hágalo.
Los errores no siempre son errores.
La enseñanza comunicativa ha evolucionado para ganar en conocimientos teóricos y ha profundizado en los elementos que influyen en el proceso de enseñanza-aprendizaje de lenguas extranjeras, para reconocer la importancia de tener en cuenta además de los elementos lingüísticos, otros relacionados con el proceso de aprendizaje. Así se conocen dentro de la enseñanza comunicativa; el enfoque de proceso, la enseñanza por tareas, el enfoque pragmático, el enfoque holístico, la enseñanza por proyectos y el aprendizaje cooperativo; entre otros.
En el enfoque comunicativo el desarrollo de la competencia comunicativa representa el fin a alcanzar en el proceso de enseñanza aprendizaje de la lengua. Para llegar a ella es preciso desarrollar, según Hymes, “un conjunto de procesos y conocimientos de diversos tipos (lingüísticos, discursivos, sociolingüísticos, socioculturales y estratégicos) que el hablante-oyente-escritor-lector deberá poner en juego para producir o comprender discursos adecuados a la situación y el contexto de comunicación y al grado de formalización requerido”. (Hymes, 1966: 15)
Durante esta investigación se hace un acercamiento a la distinción entre competencia comunicativa y competencia sociolingüística, que en este contexto implica añadirle una proyección intercultural.
El concepto “competencia comunicativa” aparece a partir de los estudios de Noam Chomsky (1959), quien se refirió a la existencia de una competencia lingüística que más tarde fue ampliada por los estudios de Hymes (1966), relacionados con la sociología y la antropología.
La noción de competencia comunicativa introducida por Hymes (1966) tiene que ver con lo que el hablante necesita para comunicarse apropiadamente dentro de una comunidad de habla específica y cómo adquiere nuevos conocimientos y habilidades para interactuar con hablantes de la lengua objeto de aprendizaje. Este autor busca comprender las lenguas en su contexto. Para él, la lengua no se puede separar del cómo y del por qué ésta se usa.
Al indagar en los procesos comunicativos, Saville-Troike (1994) concuerda con Hymes (1966) cuando plantea que la competencia comunicativa involucra no solamente saber el código de la lengua, sino también el tema objeto de comunicación, las personas, el modo y el tiempo. Es decir, que tiene que ver con el conocimiento social y cultural que permite a los hablantes interpretar las formas lingüísticas.
En reacción a estas consideraciones, Canale y Swain (1980) proponen una estructura teórica, primero de tres y después de cuatro componentes que describen la competencia comunicativa: la competencia gramatical, la competencia sociolingüística, la competencia discursiva y la competencia estratégica; a estos se agrega un quinto componente, la competencia sociocultural a la que hiciera referencia antes van Ek, (1976). Estos autores reconocen la importancia del contexto al incluir reglas del uso sociocultural en el componente sociolingüístico. Hymes (1972), había ya hecho alusión a lo que es apropiado o no en un contexto sociocultural dado, pero es van Ek (1976) quien lo operacionaliza y lo incluye en el concepto junto a las cuatro dimensiones ya establecidas antes.
Los autores antes mencionados se han referido a la subcompetencia sociocultural de modo que algunos de ellos la asocian a la subcompetencia sociolingüística, o a la discursiva, y otros le atribuyen una identidad propia, como una subcompetencia más dentro de la competencia comunicativa.
Para Gumperz (1982), citado por Mohammed (2001), el término competencia comunicativa reconoce y enfatiza el carácter interaccional y cooperativo de la comunicación y su contextualización.
Canale (1996) profundizó en cuanto a las directrices para un enfoque comunicativo con el fin de lograr un enfoque integrador en el que el objetivo principal es preparar y animar a los aprendientes a explotar de una forma óptima su limitada competencia comunicativa de la segunda lengua con el fin de participar en situaciones reales de comunicación.
En su conjunto, todos estos cuestionamientos involucran el conocimiento cultural compartido en la comunicación como un aspecto importante a tener en cuenta en los estudios sobre lenguas. En este trabajo se consideran las subcompetencias antes mencionadas y se asumen las definiciones ofrecidas por Hymes.
Identificar la competencia sociolingüística y la sociocultural es establecer las conexiones lógicas entre lengua y cultura, sustentado por el conocimiento de las reglas sociolingüísticas y culturales que hacen que las contribuciones sean apropiadas a los contextos.
El hecho de identificarlas está dado porque el componente sociocultural ha dejado de ser un mero concepto en el que se entrecruzan las aristas sociales y su más elevado producto, la cultura, para convertirse en una perspectiva práctica y transformadora de la realidad, donde la comunicación es decisiva. De igual manera, se ha valorado el caso de la competencia intercultural dentro de las lenguas extranjeras como una nueva aportación a la competencia comunicativa y a la cual se hará referencia más adelante.
Fernando Trujillo (2001), al referirse al tema, expresa que el uso de la lengua comprende las acciones que realizan las personas que como individuos y como agentes sociales desarrollan una serie de competencias tanto generales como comunicativas, en particular.
Las personas utilizan las competencias que desarrollan en distintos contextos y bajo distintas condiciones y restricciones con el fin de realizar actividades comunicativas que conllevan diferentes procesos para producir y comprender textos relacionados con determinados temas en ámbitos específicos, utilizando las estrategias que parecen más apropiadas para llevar a cabo las acciones que han de realizar. Es decir que, para que una persona que aprende una lengua extranjera desarrolle determinadas competencias en este sentido deben tenerse en cuenta aspectos tales como el contexto, el texto y el ámbito.
El contexto: se refiere al conjunto de acontecimientos y de factores situacionales tanto internos como externos a la persona, en el cual se producen los actos de comunicación.
El ámbito: se refiere a los sectores amplios de la vida social en los que actúan los agentes sociales.
El texto: es cualquier secuencia de discurso (hablado o escrito) relativo a un ámbito específico.
Al respecto Cancio (1998), ve en el acto comunicativo un suceso de carácter eminentemente social, en que la lengua, además de contribuir al intercambio puramente lingüístico, conduce a la formación de valores y motivaciones condicionados culturalmente.
En la enseñanza de lenguas extranjeras la conducta comunicativa(tanto lingüística como cultural) constituye un elemento significativo del estudiante que entra en contacto con la cultura. Su comportamiento cultural, de aceptación o no, hacia la cultura de acogida, su despojo, sustento o enriquecimiento de estereotipos, son elementos a considerar para que el proceso comunicativo tenga el éxito deseado.
Desde sus inicios, se aprecia, la definición de competencia comunicativa incorporaba consideraciones acerca del carácter sociolingüístico y sociocultural del lenguaje. Sin embargo, debido a interpretaciones reducidas del concepto “competencia comunicativa”, han sido estas sub-competencias precisamente las que han quedado olvidadas en las prácticas docentes. Elementos como el registro y el contexto de situación o los significados culturales de los enunciados lingüísticos y el contexto de cultura no se observan de manera palpable en las clases de idioma. Si antes de que se desarrollara el enfoque comunicativo en la enseñanza de lenguas extranjeras, apoyado por los estudios lingüísticos relacionados con la antropología, la sociología y la psicolingüística, se ofrecía mayor valor al desarrollo de la competencia lingüística como el fin supremo de cada profesor de lengua, en el último decenio se han incorporado nuevas competencias al discurso de la didáctica de las lenguas, todo ello relacionado con un cambio de paradigma en la enseñanza de idiomas, que avanza desde el positivismo, pasando por el constructivismo interpretativo, hasta el paradigma crítico-emancipador Kohonen (2001).
La competencia intercultural aparece al mismo tiempo que proliferan los estudios sobre educación intercultural. Así, la competencia intercultural ha recibido, al menos, dos definiciones generales. En una primera versión, según Oliveras, esta es “… ser capaz de comportarse de forma apropiada en el encuentro intercultural, es decir, de acuerdo con las normas y convenciones del país, e intentar simular ser un miembro más de la comunidad.”(Oliveras,2000:12) “… una cuestión de actitud hacia otras culturas en general y hacia culturas específicas en particular”. Su finalidad, pues, es reducir el etnocentrismo para desarrollar formas de comprensión general de las culturas y modificar la actitud del aprendiz hacia opciones más positivas y abiertas. De esta forma, la competencia intercultural recupera el discurso de las “actitudes” para la educación lingüística.
El contexto de la enseñanza de idiomas, por su carácter dialógico e interactivo, propicia el desarrollo de la competencia intercultural más compleja y de mayor valor educativo. En este sentido García y Granados, (1999) la definen como “el proceso por el que una persona desarrolla competencias en múltiples sistemas, esquemas de percepción, pensamiento y acción, es decir, en diversas culturas” Esta definición implica que los profesores reconozcan que todo individuo pertenece a diversas culturas, y la necesidad de traer a la clase esa diversidad, fomentando tanto la pluralidad de contenidos como de métodos de transmisión, y promover la conciencia cultural y el análisis crítico.
Así pues, a partir de todos los aportes de los autores analizados con respecto a la competencia intercultural se considera que ella representa un paso más allá de la competencia sociocultural y se asume como un concepto que implica a la persona que aprende una lengua, tanto en los aspectos cognitivos como actitudinales, en un diálogo constante con individuos de otra comunidad. Para ello debe existir una estrecha relación entre lo sociocultural, en este caso múltiple, en cuanto a las diferentes culturas que convergen en un grupo que aprende una misma lengua. Por tanto, se debe aprovechar las situaciones de enseñanza-aprendizaje de la lengua para desarrollar lo que se conoce en el enfoque comunicativo de enseñanza de lenguas extranjeras como la subcompetencia sociolingüística.