Marisol Isabel Martínez Iglesias
El aprendizaje cooperativo de la lengua (ACL) forma parte de un enfoque instructivo más general, conocido también como aprendizaje en colaboración. Es un enfoque docente que se vale al máximo de actividades cooperativas en las que los alumnos participan formando parejas y pequeños grupos en el aula.
Tiene sus antecedentes en propuestas de tutoría entre iguales y seguimiento entre iguales que se remontan a cientos de años atrás. Se le suele atribuir a John Dewey (1950), el haber promovido la incorporación de la cooperación en el aprendizaje y en las clases, pero no es hasta la consolidación de la enseñanza comunicativa de lenguas que cobra fuerza.
Mediante el aprendizaje cooperativo se pueden diseñar actividades muy diversas. Una característica que define el ACL es el uso sistemático y esmeradamente planificado de procedimientos docentes a través de grupos como opción a la enseñanza.
Existen numerosas descripciones de tipos de actividad que se pueden utilizar en el ACL. (Coelho, 1998:132):
1. Práctica de equipo a partir del conocimiento inicial, el desarrollo de habilidades y el dominio de hechos.
2. Rompecabezas: conocimiento diferenciado pero predeterminado por la evaluación y síntesis de hechos y opiniones.
3. Proyectos cooperativos: temas y recursos elegidos por los alumnos predeterminados por un aprendizaje de descubrimiento.
Para el ACL, el papel que desempeña el alumno es el de un miembro de un grupo que tiene que trabajar en colaboración con los demás miembros en la realización de las tareas. Esto los convierte en directores de su propio aprendizaje y les permite conocer, planificar y evaluar su propio nivel de conocimientos.
El aprendizaje de lenguas requiere participación e implicación directa y activa del alumno. Por lo que el trabajo en parejas o equipos donde los alumnos alternen sus papeles les hace asumir una variedad de roles que contribuyen a que alcancen un nivel de competencias.
El profesor, en el ACL, tiene que crear en el aula un entorno de aprendizaje muy estructurado y bien organizado, estableciendo objetivos, planificando y estructurando tareas, fijando la disposición de la clase, distribuyendo a los alumnos en grupo y roles y seleccionando materiales y tiempo Johnson et al. (1994). El profesor se convierte en facilitador del aprendizaje, lo que le permite moverse aclarando dudas, ayudando a alumnos y grupos según lo necesiten.
Durante estas clases los profesores hablan menos, formulan cuestiones generales para provocar la reflexión, la retroalimentación, preparan a los alumnos para las tareas que van a ejecutar, los ayudan con las tareas de aprendizaje y dan pocas órdenes, imponiendo menos control disciplinario Harel (1992) en (Richards y Rodgers, 2001: 196).
El ACL ha sido adoptado como una manera de promover la interacción comunicativa en el aula y es considerado como una extensión de los principios de la enseñanza comunicativa de lenguas. Se considera un enfoque docente centrado en el alumno, ofrece ventajas sobre los métodos de trabajo en el aula basados en la disposición frontal hacia el profesor. Para la enseñanza de idiomas tiene como objetivos:
Dar oportunidades para una adquisición natural de la lengua extranjera mediante el uso de actividades en pareja y en grupo.
Proporcionar a los profesores un conjunto de métodos que les permita alcanzar este objetivo y que se pueda aplicar a diversos contextos (aulas de idiomas extranjeros basados en contenidos)
Prestar atención prioritaria a unidades léxicas, estructuras lingüísticas y funciones comunicativas concretas a través de tareas interactivas.
Dar a los alumnos oportunidades de desarrollar estrategias de aprendizaje y de comunicación que tengan buenos resultados.
Aumentar la motivación de los alumnos, reducir su estrés y crear un clima afectivo positivo en el aula.
El ACL contribuye no sólo al desarrollo de habilidades lingüísticas, sino también el desarrollo de habilidades socio-cognitivas, con el fin de favorecer actitudes interculturales a partir del respeto hacia los otros y hacia sí. Con estos fines en esta tesis se fundamenta como requisitos básicos del ACL los siguientes:
1. Interdependencia positiva entre los miembros del grupo: los alumnos miembros de un mismo grupo tienen una doble responsabilidad: aprender lo que el profesor les enseña y procurar que todos los miembros del grupo aprendan. Se comprende, por una parte, que es necesario el esfuerzo de cada miembro como imprescindible para alcanzar el éxito del equipo y por otra parte, cada miembro tiene una contribución única y relevante en el esfuerzo conjunto, a través de los recursos que aporta al grupo, del papel que desempeña en él o de las responsabilidades que ejerce.
2. Interacción (cara a cara) como facilitadora del aprendizaje: es el apoyo a otros y la facilitación de los esfuerzos mutuos para realizar las tareas y alcanzar los objetivos del grupo. Cada grupo crea sus propias estrategias para facilitar a sus compañeros un aprendizaje efectivo.
3. Uso frecuente de destrezas interpersonales y grupales: se deben utilizar, de forma apropiada, una serie de habilidades sociales y de pequeño grupo, con el fin de lograr que sus miembros consigan conocerse y lleguen a confiar entre sí. Esto implica que se comuniquen con precisión y sin ambigüedades, y que sean capaces de resolver, de forma creativa y constructiva, los conflictos que surjan.
4. Uso de una evaluación formativa de manera continuada: En esta evaluación los miembros de cada equipo participan convirtiéndola en un proceso continuo en el que los alumnos reconocen qué es aprendido, dónde están aún sus dificultades, cómo pueden obtener la meta u objetivo. Con el uso de este tipo de evaluación cada alumno puede evaluar su rendimiento individual y el de los otros compañeros, pero también propicia que participe y ayude en el aprendizaje de sus compañeros. Se debe informar de los resultados de esta evaluación al alumno y al grupo.
Los criterios asumidos con anterioridad no se pueden ver aislados sino en la interdependencia de unos con otros.
Como se puede ver, el aprendizaje cooperativo se caracteriza por el tamaño y la composición del grupo, sus objetivos y roles, su funcionamiento, sus normas, y las destrezas sociales que lo crean, lo mantienen y lo mejoran. Estos elementos favorecen el desarrollo de habilidades lingüísticas y de convivencia sociocultural de grupo, de ahí que se afirme que el aprendizaje cooperativo es adecuado para el desarrollo de la competencia sociolingüística como elemento esencial para alcanzar la competencia comunicativa. No se puede ver la enseñanza de lenguas fuera de la interacción y del contacto sociocultural donde se establecen los procesos comunicativos.
El aprendizaje cooperativo puede ser una forma efectiva para contribuir al desarrollo de destrezas sociales, adquirir un mejor conocimiento de los conceptos que se manejan en el proceso de enseñanza-aprendizaje, mejorar la capacidad de resolución de problemas y perfeccionar las destrezas comunicativas y lingüísticas. En actividades en pequeños grupos se promueve la atmósfera positiva necesaria para una interacción satisfactoria en el aula. Los estudiantes que trabajan juntos en grupos heterogéneos asumen responsabilidades respecto al aprendizaje de los compañeros y desarrollan una mayor receptividad hacia el aprendizaje y el lenguaje. Por último, dado que el lenguaje es interactivo en sí mismo, aprender una lengua en un entorno cooperativo permite a los estudiantes integrar lengua y contenidos siempre que se creen las condiciones adecuadas. Por otra parte, los alumnos se sienten con mayor seguridad y confianza a la hora de establecer un proceso comunicativo en pequeños grupos. Ellos se imponen retos superiores venciendo pequeñas barreras grupales.
Además de los contenidos adecuados, las formas de interacción cooperativa se convierten en la herramienta metodológica que permite el desarrollo de sentimientos de respeto y reconocimiento de lo propio y lo ajeno para aceptarse unos a otros y colaborar por un objetivo común en el contexto multicultural.
Conclusiones Parciales
Los contextos multiculturales representan un aspecto significativo a tener en cuenta por la Educación Superior Cubana actual a causa de la consolidación de proyectos globales como el Sur-Sur, CARICOM y otros encaminados a la formación de profesionales extranjeros en Cuba. Por esto, la necesidad de aplicar en los cursos preparatorios una estrategia didáctica para el desarrollo de la competencia sociolingüística como parte del desarrollo de la competencia comunicativa en el aprendizaje del español como lengua extranjera, no sólo representará un paso de avance a la internacionalización de la Educación Superior Cubana, sino que se convierte en un recurso didáctico para encarar este fenómeno creciente.
Entre los aportes de los estudios psicológicos y pedagógicos relacionados con las tendencias conductistas y cognitivistas, se concluye que el enfoque histórico-cultural es el que más se aviene a las situaciones derivadas de la interacción social en los procesos de enseñanza-aprendizaje de lenguas con enfoque comunicativo en contextos multiculturales. Esta interacción social condiciona las necesidades comunicativas que al mismo tiempo se ven afectados por los factores internos y externos que influyen tanto en el individuo como en el grupo.
La competencia comunicativa constituye un elemento esencial a tener en cuenta en los procesos educativos en contextos multiculturales, por lo que la profundización en el conocimiento de este contenido constituye una necesidad tanto en las concepciones pedagógicas de los docentes como dentro de los objetivos de la enseñanza de las lenguas extranjeras.
La subcompetencia sociolingüística constituye uno de los elementos de la competencia comunicativa que exige esencial atención de manera que se pueda reducir la distancia entre los aspectos estructurales de la lengua y los fines para los que esa se aprende en contextos multiculturales.
Teniendo en cuenta que el objetivo esencial de la enseñanza de lenguas extranjeras es la comunicación, se debe propiciar y exigir la interacción con otros. Es el aprendizaje cooperativo el enfoque que más propicia dicha interacción para satisfacer las necesidades de comunicación con otros. En este sentido, las actividades docentes deben estar diseñadas de manera tal que para su solución sea necesario el aporte de cada uno de los miembros de los equipos, quienes cuentan con iguales oportunidades de interacción y participación.