EL TIEMPO LIBRE EN CONDICIONES DE FLEXIBILIDAD DEL TRABAJO: CASO TETLA TLAXCALA
María Áurea Valerdi González
La memoria de los vencidos no tiene inscripción en la historia de los dominadores
Eduardo Colombo, Volontá 1995
5.1 Algunas notas históricas
En esta parte se hará una descripción somera del Estado de Tlaxcala, que nos permita ubicar en este contexto a las empresas y a los trabajadores participantes, sobre todo exponer algunos datos sobre su tardío proceso de industrialización, aunque cuenta con una larga historia en la industria textil. De existencia milenaria Tlaxcala es producto de la mezcla de la cultura española y la prehispánica, se ha incorporado al progreso de México derivado de las políticas nacionales, lo que en conjunto constituye el contexto socio cultural de sus habitantes. Sobre todo, queremos asentar aquí que al igual que en el resto del país, se han combinado diversos factores y actores sociales que han posibilitado las condiciones para la acumulación flexible de capital.
El concepto de sociedad industrial mexicana se ha definido a partir del proceso de sustitución de importaciones en los años cuarenta del siglo XX, no solo por el desarrollo de la industria sino porque abarca otros procesos sociales, políticos y culturales, que intervinieron para su consolidación. De hecho algunos autores reconocen que fue la reconstrucción del Estado Moderno que se cristalizó en el período Posrevolucionario, lo que le devuelve a la burguesía mexicana la oportunidad de industrializar el país. Aunque Tlaxcala no participa en este primer intento de industrialización ya contaba con su tan famosa industria textil desde el siglo XVI.
Tlaxcala tiene una historia y una cultura arraigada en la época prehispánica de la cual todavía quedan algunos vestigios. Oficialmente se funda por el Papa Clemente VII en 1525 y diez años después se le otorga la cédula real. La unión de los indígenas originaros y los españoles dio origen a las haciendas coloniales que abarcaron grandes extensiones de tierra y de las que hoy quedan, en algunos casos, solo los llamados “cascos” o sea, los restos de las construcciones destinadas a la vivienda. Por su ubicación estratégica entre México y Veracruz, se construye en esa época el importante camino que pasaba necesariamente por Tlaxcala, es con la fundación de Puebla años después (1537) que pierde su importancia (ITC 1988).
Para adoctrinar y transmitir la cultura occidental los franciscanos tuvieron que aprender las lenguas indígenas, respetar sus creencias para después realizar la conversión a la iglesia católica, a la fecha el culto más importante en Tlaxcala es el que se le rinde a la Virgen de Ocotlán. “Por si fuera poco, en el mundo ibérico del siglo XVI, la expansión del cristianismo fue inseparable de la del imperialismo español: las dos se reforzaron mutuamente” (Bauer 2002: 77). La iglesia católica es “catalogada como uno de los pilares de la sociedad tlaxcalteca. Se trata de una iglesia altamente jerarquizada y de orientación tradicionalista” (Ramírez 1991: 211).
La iglesia católica ha tenido una gran influencia en la población, transmitiendo su propia cosmovisión de la realidad y en especial su concepción sobre el trabajo. Arnold Bauer (2002), sostiene que, primero con la conquista y después como colonia de España, América Latina ha adoptado elementos de la cultura europea. “Al mismo tiempo, ambas instituciones [se refiere a la iglesia y al estado] animaron a los pueblos nativos a abrazar el cristianismo, a aprender español y a adoptar elementos de la alimentación, la vestimenta y el orden urbano” (Bauer 2002: 86). La vía clerical no solo fue un camino para la nueva cultura religiosa, también lo fue para traer la cultura material ibérica hacia las comunidades nativas. De arquitectura renacentista, todavía se conservan algunos de los conventos de esa época como el de San Francisco en Tlaxcala o el de Tepeyanco, con una aportación original que es la “capilla abierta” (ITC 1988).
De igual manera, de Europa llegó la tecnología que cambiaría las formas tradicionales de producir, los telares de pedal, las ruecas y otros artefactos que promovieron la división del trabajo, más conocidos como “obrajes”.
Los obrajes más eficaces requerían de agua corriente para hacer trabajar a las hilanderías, rasgo que tuvo una influencia importante para determinar su ubicación. Consecuentemente, los obrajes se concentraron en el Valle de México, el Bajío y la región Puebla-Tlaxcala. Así como en los altiplanos ecuatorianos y cerca de Cuzco (Bauer 2002: 150).
Bauer reconoce que a pesar del aporte tecnológico, los telares tradicionales en casa, el huso y el pequeño taller, permanecieron entre los campesinos para la producción de autoconsumo. Lo que para el autor significa que la población nativa podía adoptar, rechazar o apropiarse de estos nuevos bienes.
Si el camino México-Veracruz pasando por Tlaxcala perdió importancia, el ferrocarril cobró relevancia hacia 1867 con el tramo México-Apizaco-Puebla, lo que constituyó un factor importante para el asentamiento de las primeras industrias del Estado. Se sabe que los primeros industriales en México instalaron hiladoras y tejedoras en la década de 1830 (Bauer: 2002). La primera fábrica de hilados y tejidos, de la que se tiene noticias es la de San Manuel (1880), ubicada en Santa Cruz Tlaxcala a la que siguieron muchas más, los artesanos y mestizos dueños hasta entonces, se convirtieron en trabajadores asalariados al servicio del patrón, con bajos sueldos, tiendas de raya, multas etc., lo que motivó la formación de los primeros movimientos obreros en la zona (ITC 1988).
Como en otras partes del país, el pueblo, ya cansado del prolongado período de más de 30 años de gobierno de Porfirio Díaz , aceptó la paz basada en la aprobación de las ideas positivistas de orden y progreso que él impuso. Impulsó también la construcción de la infraestructura que posibilitaría la industrialización del país; más kilómetros de vías férreas, desarrollo de las comunicaciones, creación de bancos y captación de partidos políticos entre otras cosas, beneficios que se hicieron extensivos a Tlaxcala (ITC 1988).
La industria textil en Tlaxcala empezó a tener problemas de producción a partir de 1907 sobre todo por la introducción de maquinaria, de fibras sintéticas, por la escasez de mano de obra calificada y problemas entre organizaciones obreras, entre otros (resultado de la Revolución Mexicana de 1910-1921). Para este período sólo se reporta la existencia de 6 industrias textiles. Las diversas comunidades del estado producían lo necesario para cubrir las necesidades de la población sin recurrir a la producción industrial, aunque “parece que la crisis en la industria textil de algodón, permitió el crecimiento de la producción manufacturera y el trabajo domiciliario o maquila” presente en la actualidad (González 1991: 32).
Cabe destacar aquí la activa participación de los trabajadores en la vida sindical, frente a las condiciones desfavorables de la manufactura, se pueden encontrar datos sobre esta colaboración desde 1918:
Desde su fundación, la Confederación Revolucionaria Obrera Mexicana (CROM), ha mantenido sin lugar a dudas su predominio. Establece sus bases sobre el único sector de la clase: la textil. Era común que durante los años veinte se ganara cada nuevo grupo laboral que aparecía. Para 1925 tres nuevos sindicatos se adhieren a ella; en 1926 se suma una docena y en 1927 otras tres más. En total 18 sindicatos al cabo de un trienio (Ramírez 1992: 214).
La crisis se extiende hasta 1930 cuando se reimpulsa la industria textil. “Pero, la producción manufacturera y la maquila domiciliaria no desaparecen articulándose al sistema de manera peculiar” (González 1991: 33). Tlaxcala ofrecía como ventajas para los inversionistas de la época; la cercanía a la capital de país, los bajos costos del transporte y el bajo monto de los salarios que se pagaban en el área. En el período de 1928-1930 el presidente de México, Portes Gil negocia la paz y funda el Partido Nacional Revolucionario (PNR) como antecedente del Partido Revolucionario Institucional (PRI). En Tlaxcala al igual que en el resto del país se promulgó el Código del Trabajo, relacionado con el actual artículo 123 Constitucional (ITC 1988).
Como vimos en el capítulo relacionado con América Latina, el Estado mexicano junto con un segmento de la clase empresarial, promueven el desarrollo industrial. A partir de 1940, México entra a un proceso de industrialización acelerada, mediante el proceso de sustitución de importaciones que se fue consolidando con la Segunda Guerra Mundial. Con la reinserción del país al mercado mundial, el monopolio petrolero por parte del estado, la solidez del bloque en el poder, se reorienta el desarrollo económico transformando a México de rural en urbano, de agrario a industrial, lo que repercutió no solo en el cambio de clases y sectores sociales, sino también en la política y en la cultura en general. Raúl Prebisch desde la CEPAL se dedicó a demostrar las desventajas del mercado que favorecía al “centro” industrial de Europa y Estados Unidos y operaba en contra de los intereses latinoamericanos (Bauer 2002).
Con ello se sentaban las bases para la expansión capitalista, que demostraban ser de “subdesarrollo” para América latina, la solución consistía en que el Estado apoyara una política de industrialización. Desde entonces el gobierno federal y los gobiernos estatales, derivados del PRI, han pugnado por atraer mayor inversión al país, lo que redundaría en el incremento de fuentes de empleo y elevación de los niveles de bienestar de la población. Estas intenciones pueden leerse tanto en los propósitos de campaña, como en los informes de gobierno de los distintos presidentes de la República y gobernadores del estado de Tlaxcala desde entonces a la fecha.
Al avanzar las décadas de los cuarenta, cincuenta y sesenta, la evolución de la industrialización latinoamericana nos lleva inexorablemente a una triple alianza entre el Estado, las corporaciones multinacionales y, como socios menores, los empresarios locales… de este modo el desarrollo de América Latina se hizo dependiente del capital extranjero, que requería “estabilidad” política (Bauer 2002: 231).
A partir de 1950 se crean en Tlaxcala los primeros corredores industriales, uno de ellos fue el de Tlaxcala-Puebla, con una gran variedad de industrias, esta actividad manufacturera fue apoyada por los políticos estatales y federales con la idea de industrializar y modernizar el estado. Pero no fue sino hasta 1965 que el gobierno federal lanzó el Plan Tlaxcala, por medio de la Nacional Financiera, en el que se ofrecía atractivos incentivos al capitalista que decidiera invertir en Tlaxcala. Lo que le permitiría superar la estructura económica tradicional que descansaba en la agricultura, la artesanía y la industria textil (Constable 1982, Ramirez 1991). Las políticas llevadas a cabo para el proceso de industrialización dieron resultados en términos económicos en las décadas de los cincuenta y sesenta.
En 1965 el gobernador dicta una ley para el fomento industrial, para que las industrias nuevas en Tlaxcala quedaran exentas por un plazo de 20 años, del pago de impuestos estatales y municipales, un plazo de 25 años de exención del impuesto predial, “tampoco causaban impuesto las escrituras para establecer nuevas industrias y ampliar las existentes”. Los beneficios se hicieron extensivos a las empresas turísticas, a las empresas ganaderas, lechera, las casas de salud, las escuelas particulares, las instituciones de crédito y culturales, “de hecho no había restricción alguna” (Ramírez 1991: 204). En una relación estrecha de que el apoyo a la industria estaba ligado a idea de “progreso”.
Como resultado de estas gestiones se establecieron diversos corredores y zonas industriales casi por toda la entidad. Para 1970 se habían creado 6 parques industriales: Zacatelco, Xicotzingo, Panzacola, Ixtacuixtla, Nanacamilpa y Calpulalpan. El corredor industrial Malinche que comprende los municipios de: Teolocholco, Miguel Hidalgo y José Ma. Morelos en donde se encuentra ubicada la Ciudad Industrial Xicotencatl. La máxima prioridad en materia de fomento y desarrollo industrial se encuentra en la región centro oriental del estado: Apizaco, Tetla, Xalostoc, Tocatlán, Tzompantepec, Huamantla, Cuapiaxtla y el Carmen (Banamex 1987).
En 1972 el gobierno federal, fomentó la descentralización de la industrial (el Distrito Federal empezaba a estar saturado provocando varios problemas) para desarrollar diversas regiones del país, Tlaxcala se ubicó entonces como una zona prioritaria y de grandes facilidades como; distintos estímulos fiscales y un trato preferencial a la prestación de servicios públicos e infraestructura (SEP 1988). Sin embargo, como reconoce José A. Alonso (1997) Tlaxcala ha experimentado altas y bajas en su proceso de desarrollo capitalista, pues al principio de la industrialización no se encontraban “empresarios industriales capaces de promover el desarrollo socio-económico de la entidad” (Alonso 1997: 281). “Antes de 1970 las pocas industrias que existían en Tlaxcala eran de índole textil y poca vinculación tenían con el resto de una economía predominantemente agrícola” (Ramírez 1991:271).
El impulso y consolidación de la planta industrial trajo consigo la aparición de un sector de la población ligado a las actividades manufactureras, de extracción campesina en su mayoría, que tuvieron que desarrollar múltiples habilidades y acostumbrarse a los ritmos que le imponía la disciplina de la industria. Sector que formaría la clase obrera de Tlaxcala. La industria de transformación empezó a ser en esa época, uno de los sectores con mayor creación de puestos de trabajo en la economía del estado. Cabe señalar que la producción artesanal (textiles, madera, cerámica y otros) continúo como una actividad paralela a la industrialización y ha tenido períodos de apoyo por parte de los gobiernos. Influida por las acciones concretas de la política nacional, se crearon mercados para los productos y se apoyó desde la capital con capacitación para el mejoramiento de las materias utilizadas y el desarrollo de diseños alternativos, lo que ha dado como resultado una heterogeneidad en los procesos de producción existentes en el estado (ITC 1988).
La industria textil sin embargo, ha proporcionado empleo a cientos de trabajadores en talleres semi-industriales, con pago a destajo (es decir, por cuota de producción) y casi de manera clandestina, sobre todo en San Bernardino Contla y Santa Ana Chiautempan (González 1991), provocando reacciones en otras áreas:
La industrial textil en Tlaxcala es y ha sido, un elemento de cambio desde muchos puntos de vista. A largo plazo no siempre positivos. Ha dado empleo pero al mismo tiempo ha reforzado la existencia de un agricultura pobre con monocultivo de maíz… también, ha favorecido el proceso de contaminación de los principales ríos en el estado, que ha sido acentuada a partir de 1970 con la instalación de las fábricas relacionadas con derivados de la petroquímica (González 1991: 41-42).
El proceso de industrialización en Tlaxcala esta ligado a un nombre; el de Emilio Sánchez Piedras, Gobernador de 1975-1981. Inspirado en las teorías desarrollistas de la época, que postulaban la sociedad de pleno empleo, bajo el auspicio del Estado, impulsa la creación de la industria y promueve la inversión en Tlaxcala. Crea entre otras instituciones el Comité Promotor del Desarrollo Económico del Estado y más tarde el instituto que promovería el desarrollo turístico. Según Sánchez Piedras “no había razón para que Tlaxcala no se hubiera industrializado” sobre todo porque contaba con la infraestructura necesaria y “mano de obra barata”. En el período señalado se sabe que se instalaron 250 empresas, que generaron 12 863 empleos (Sánchez citado por Ramírez 1991: 243). En el siguiente cuadro se muestran la infraestructura que se ofrecía a los inversionistas.
Ya hemos dicho que en la industrialización de Tlaxcala influyeron varios factores: los ferrocarriles y carreteras que permitieron llegar fácilmente a los centros de consumo del país, especialmente al Distrito Federal y Puebla, sus recursos energéticos y los estímulos fiscales, como los bajos impuestos, mano de obra barata, la participación de las instancias de gobierno, los empresarios etc. En el sur del estado (que colinda con el estado de Puebla), se asentaron principalmente la mayoría de las empresas. Para apoyar este proceso de desarrollo capitalista, el sector educativo en la década de los setenta tuvo que incrementar su oferta para la naciente industria, así se crearon el Instituto Tecnológico Regional de Apizaco, la Universidad Autónoma de Tlaxcala, los Centros de Estudios Científicos y Tecnológicos (CECYT), el Centro de Capacitación para el Trabajo Industrial (CECATI) y el Colegio Nacional de Estudios Profesionales (CONALEP).
Derivado de este proceso, el comercio tlaxcalteca intensificó sus actividades. Los centros urbanos que concentran a la mayoría de consumidores potenciales se encuentran en la ciudad de Tlaxcala, Apizaco, Huamantla y Calpulalpan. De hecho el comercio no es autónomo, depende básicamente de la dinámica comercial de Puebla y el Distrito Federal, aunque los tianguis ambulantes juegan un papel muy importante para la adquisición de víveres y artículos de primera necesidad. Apoyan también en el consumo popular las tiendas de autoservicio creadas por dependencias gubernamentales como el ISSSTE o CONASUPO , y las tiendas locales de abarrotes que han diversificado sus productos como Difer o Rivera, ambas establecidas en Apizaco.
El sector turismo se pensó también como un polo de desarrollo. El estado de Tlaxcala cuenta con una serie de atractivos, desde las ruinas de Cacaxtla y Xochitecatl, vestigios de la cultura prehispánica, hasta su arquitectura tipo renacentista del centro de la ciudad capital. El turismo no había tenido un desarrollo importante sobre todo por la falta de apoyo y financiamiento público y privado, para 1980 todavía existía un serio el problema de falta de hoteles. Hoy cuenta con una infraestructura hotelera que incluye dos hoteles considerados como de gran turismo. Tlaxcala también es famosa por la cría de ganado bovino de lidia, que aunque cuenta con una pequeña extensión de terreno para esta actividad, este tipo de ganado vincula a sus pobladores con las fiestas taurinas, lo que ha pasado a formar parte de su acervo cultural.