EL TIEMPO LIBRE EN CONDICIONES DE FLEXIBILIDAD DEL TRABAJO: CASO TETLA TLAXCALA
María Áurea Valerdi González
En otro apartado se señaló la relación entre los modos de producción y el consumo, iniciando con el modelo fordista y la producción en masa y luego con la flexibilización, producción de pequeños lotes diferentes y variados, lo que amplío la oferta de mercancías a través de la publicidad. Al principio de la investigación se dijo que el consumo es una extensión de la lógica del capital a la sociedad, como un acto de poder, imponiendo pautas de comportamiento, valores y aspiraciones a la población (De la Garza 1989). En el mismo sentido se expuso que, el tiempo libre en los países desarrollados estaba relacionado con el mundo del consumo, en lo que Schor (1992) denomina el ciclo “trabajar para gastar”.
El tiempo libre se ha planteado como un anhelo de la clase trabajadora desde el inicio de la industrialización, como una posibilidad de crecimiento personal, de libertad e incluso de felicidad, cuyo requisito era la reducción de la jornada de trabajo. Por ello, en los países desarrollados una de las demandas de los trabajadores era esta reducción, en la idea de que el aumento en el tiempo libre les permitiría disfrutar de las actividades de recreación en rápido crecimiento. ¿Qué pasa en Tlaxcala, en condiciones distintas que las anteriores? ¿Cuál es la construcción social que hacen los trabajadores de ese tiempo libre? Al respecto preguntamos a los trabajadores de CIX si ellos preferirían tener más tiempo libre que trabajar y como se pensaban en un futuro inmediato.
En Novaceramic y Vertronic (ambas con algún grado de flexibilidad) hubo declaraciones de querer cambiar el horario, en el sentido de compactar el tiempo de trabajo por la mañana o por la tarde, o de lunes a viernes, pues consideran de importancia tener más tiempo libre. Algunos señalan que por lo menos se pudiera “cumplir con el horario” o “apegarse al horario”, pues recordemos que en Novaceramic, para los transportistas el tiempo de trabajo aumenta o disminuye de acuerdo con el trayecto que recorren para entregar la mercancía. En Vertronic señalaron como una expectativa desear modificar su horario para trabajar menos horas al día o combinar largos tiempos de trabajo, con tiempos de descanso de la misma duración. Versiones que no constituyen una demanda generalizada sino expresiones personales.
Tabla No. 5 ¿Preferiría trabajar más y tener menos tiempo libre?
Nombre de la empresa ¿Preferiría trabajar más (y ganar más) aunque tuviera menos tiempo libre?
Lindavista (más fordista que flexible)
Los trabajadores manifestaron rechazar categóricamente querer más tiempo libre si esto les representa ganar menos, al contrario ellos desearían trabajar más y ganar más, aunque pocos de ellos preferirían trabajar menos y ganar más.
Vertronic (más flexible) El 90% de los hombres respondió que preferiría trabajar más y por supuesto ganar más que tener más tiempo libre, en comparación con las mujeres que en un 67% dijeron preferir más tiempo libre, aunque hubo manifestaciones de trabajar menos y ganar más.
Sorg Plastik (más flexible) En el 55% indica que preferiría trabajar más aunque tuviera menos tiempo libre.
Novaceramic (más flexible) El 50% preferiría trabajar con menos tiempo libre y el 50% prioriza el tiempo libre frente al trabajo, lo que no tiene una relación directa con el nivel de instrucción, ni con el hecho de que sean jóvenes o maduros o que estén casado o solteros.
Interiores Automotrices (flexible) El 58% de los encuestados que corresponde a los empleados administrativos, dijo no preferir mas trabajo frente a la posibilidad de tener más tiempo libre, recordemos que ellos salen a las cinco y media de la tarde, frente al 42% que prefería trabajar más.
Grammer (flexible) 100% dijo que preferiría trabajar más
Según el cuadro anterior, no cabe duda que, independientemente de las características de flexibilidad de la empresa o del perfil sociodemográfico de los trabajadores, ellos prefieren trabajar más y por supuesto ganar más, sacrificando la posibilidad de mayor tiempo libre. Lo que podría significar que hay una mayor necesidad de ingresos que de tener tiempo libre. Muy al contrario de las demandas de los trabajadores en los países desarrollados, que desde los años ochenta sugieren la reducción de la jornada como una vía para la repartición del trabajo (Handy 1987), o la postura que sostiene que derivado del desarrollo tecnológico, en los procesos productivos y en la vida diaria, accederemos al disfrute del tiempo libre anhelado desde hace mucho (Rifkin 1997). Para el caso de este grupo de trabajadores en Tlaxcala, el trabajo (como empleo) sigue siendo un medio para ganarse la vida y satisfacer sus necesidades, como diría Fomm (1971), el trabajo es un medio para ganar dinero y no una actividad con sentido. Como vimos, el tiempo libre esta ocupado por actividades propias para la reproducción de la fuera de trabajo.
En una visión de género, en Vertronic las mujeres declaran que prefieren tener más tiempo libre, pues en un régimen de jornada completa el tiempo para la regeneración, implica esfuerzos adicionales en el trabajo doméstico. En el apartado anterior se vio como las mujeres ocupaban su tiempo posterior al trabajo en los quehaceres domésticos, al igual que el fin de semana e incluso en los periodos vacacionales. Y ante la pregunta de que haría si estuviera desempleada, muchas dijeron que preferían quedarse en casa. Asimismo, en las estadísticas sobre el uso del tiempo en México, las esposas que trabajan (en las familias consideradas modernas) invierten el 37.6% de su tiempo en el trabajo y el 46.7% en el trabajo doméstico, casi en el mismo porcentaje que las que son jefas de familia. Estas jefas emplean el 35.3% en el trabajo fuera de casa y el 47.8% en el trabajo doméstico. En ambos casos el trabajo doméstico sigue ocupando una tercera parte del tiempo de las mujeres, trabajen o no. En una encuesta realizada por Offe entre trabajadores asalariados con empleo activo realizado en 1981 (en condiciones histórico sociales distintas), se señala que “las condiciones laborales a tiempo parcial sólo pueden aceptarse por parte de las mujeres en la medida en que no choquen con los márgenes temporales de las esferas vitales dominantes en su caso” (Offe 1984: 207).
Regresando al análisis del cuadro anterior, en Interiores Automotrices (empresa flexible) se observa que los empleados administrativos (58% de los encuestados) con un horario de ocho de la mañana a cinco y media de la tarde (9 horas y media), prefieren más tiempo libre que tener que trabajar, mientras que los operarios (el 42% de ellos) con un horario de siete de la mañana a tres de la tarde, desearían trabajar más con la esperanza de ganar más. Llama la atención el hecho de que en Lindavista (menos flexible) y Vertronic (más flexible) haya habido manifestaciones de querer “trabajar menos y ganar más”, tal vez reconociendo la disparidad del ingreso percibido en relación a las labores realizadas o quizás con la idea de que existen otras actividades en las que se puede ganar mucho con poco esfuerzo. En cualquier caso, ya sea trabajar más horas o menos tiempo, la idea es ganar más. Creo que el ciclo del que habla Schor (1992) para los países desarrollados de “trabajar para gastar”, en estas condiciones podría sustituirse por trabajar para vivir, con la expectativa de acceder a un mejor nivel de vida.
Ganar más puede estar relacionado con el significado del dinero. “El dinero lubrica el intercambio pero, sobre todo, se convierte en un medio a través del cual compramos y evaluamos el valor de las mercancías, tanto antes como después del hecho del intercambio” Los productores buscan siempre incrementar sus ganancias seduciendo a los consumidores por medio de la publicidad como vimos antes, hay una incesante insistencia “en alimentar ‘apetitos imaginarios’ hasta el punto de que las ideas de lo que constituye una necesidad social son reemplazadas por ‘la fantasía, el capricho, el antojo’… Placer, ocio, seducción y vida erótica se incorporan al espectro del poder del dinero y de la producción mercantil” (Harvey 1998: 120). Aunque como hemos visto para la gran mayoría de este grupo de trabajadores el ingreso solo alcanza para las necesidades elementales, lo que no evita alimentar esos imaginarios, tal vez los agudiza.
Al respecto de este punto, en el estudio empírico hecho en la UIA (1981), ya mencionamos que en condiciones muy distintas, ante la pregunta de si los trabajadores tenían dentro de su presupuesto dinero destinado para actividades de tiempo libre, el 61% de académicos y el 75% de administrativos dijeron que sí, mientras que el 81% de los trabajadores de servicios en su mayoría casados, dijeron que no. Sus expectativas al tener tiempo libre fueron para el 22% de académicos estar con la familia y viajar, para el 29% de los administrativos estar con la familia y estudiar y para el 45% de los empleados de servicios buscar otro empleo. Y si tuvieran tiempo libre y dinero, el 66% de los académicos viajaría, el 36% de los administrativos viajaría y el 25% estudiaría y el 48% de los empleados de servicios invertiría en un negocio (Arrubarrena 1981). En este caso los datos hablan por sí mismos.
En términos reales, el nivel de consumo tiene que ver necesariamente con el ingreso, pero consumir más allá de ingreso, tiene que ver con las ideas de progreso, desarrollo y modernidad y también con lo promocionado por los medios de comunicación como estilo de vida al que hay que acceder. En América Latina se hacen todos los esfuerzos para que los patrones de consumo de Estados Unidos en especial y de Europa en segundo lugar, se multipliquen cada día más, en un intento de establecer el “modelo norteamericano de culturas de TV y McDonald’s” (Jáuregui 1999: 403). Aquí existen dos aspectos, por un lado las respuestas a, ¿preferiría trabajar más, que tener más tiempo libre?, que depende del significado o valor que le otorgan al tiempo libre como se vio antes. Por el otro lado, el tiempo libre esta siendo difundido como una actividad para la que se requiere de una capacidad de compra superior a los 10 salarios mínimos , entonces el consumo puede ser un consumo simbólico, pues no existe la capacidad real de compra. El consumo ha puesto énfasis en cambiar aceleradamente las modas y el movimiento de los artificios destinados a provocar necesidades, se puede hablar entonces de que la estética en estos nuevos tiempos señala la diferencia, lo efímero, el espectáculo, la moda y la mercantilización de las formas culturales.
Veamos primero que fue lo que obtuvimos cuando preguntamos sobre los salarios recibidos, en esta pregunta no siempre nos dieron una respuesta, pues el salario es algo de lo que no se habla comúnmente ni entre los trabajadores ni frente a extraños. Se parte del hecho de que el salario mínimo vigente para la región C, que incluye Puebla y Tlaxcala en el año 2003 era de $40.30 (3.85 dólares ) diarios, por una jornada de 8 horas como establece la ley. Si lo multiplicamos por 30 días del mes, el salario sería de $1’209.00 (115.58 dólares), lo que se considera como punto de partida para hacer un análisis comparativo entre algunos salarios reportados por los trabajadores y empleados.
Como podemos apreciar en esta pequeña muestra de trabajadores, los ingresos entre empleados de confianza o administrativos (de cuello blanco) y trabajadores operativos (periféricos) existe una enorme disparidad, pues mientras los salarios de los empleados se mueven en un rango de 3 y hasta casi 6 salarios mínimos (de 353 a 669 dólares), sin llegar a los niveles gerenciales (nucleares), los trabajadores asalariados están entre .83 y 2.06 salarios mínimos (de 95.6 a 239 dólares), lo que evidentemente restringe enormemente el poder adquisitivo. El salario del obrero solo representa una pequeña parte del valor que crea, pues la plusvalía que de su trabajo obtiene el capital queda en manos del capitalista, lo que asegura la reproducción del sistema. Como decía Marx “… sea condición o efecto, el volumen de los medios de producción comparado con la fuerza de trabajo que absorben, expresa siempre la productividad creciente del trabajo” (Marx, Vol. III 1972: 702).
Algunos de los trabajadores declararon realizar horas extras, sobre todo las empresas más flexibles con horarios de siete de la mañana a tres de la tarde como en, Sorg Plastik, Novaceramic e Interauto. Por ejemplo en Lindavista (menos flexible), se pagan horas extras en las temporadas altas, es decir, cuando hay una mayor demanda, los trabajadores se quedan a trabajar después de las 5 de la tarde e incluye los sábados. Cada hora extra está pagada por el doble de salario y después de 9 horas extras la décima hora se paga triple (como señala la LFT), el cálculo para el pago supone lo siguiente: por día ganan $67.4 pesos (6.05 dólares) (1.67 s. m.) que dividen entre 8 horas de la jornada legal, el resultado (8.42 pesos) se multiplica por 2 que es el pago por hora extra, lo que da un total de 16.85 pesos (un dólar y medio) y 25.26 pesos a partir de la décima hora. Es decir, para ganar $168.85 pesos (10.5 dólares) adicionales, se necesitan 10 horas más de trabajo a la semana, lo que aumenta su jornada a 10 horas diarias.
Si el tiempo libre tiene que ver con el consumo y éste con el ingreso, era de esperarse que con sueldos que van desde .83 y hasta 2.06 salarios mínimos, solo tuvieran lo necesario para sobrellevar la vida. Al respecto los trabajadores señalan que lo que reciben lo ocupan en las “necesidades básicas de la familia”, “gastos propios de la casa”, en la manutención personal en el caso de los solteros, “objetos de uso personal”. Para la compra de los víveres, de la despensa o lo que algunos investigadores llaman la “canasta básica”, todos señalaron ir a las tiendas “Difer” o “Rivera”, que son las tiendas de abarrotes más grandes en Apizaco, en menor medida la tienda del ISSSTE y el mercado . Solo los niveles gerenciales mencionan ir a Walmart, Costco o Sam’s . Algunos trabajadores y empleados dijeron comprar electrodomésticos en Elektra o Gigante, en general opinan que para ir a esos lugares se tiene “que llevar dinero”.
Esta relación producción-consumo bajo estas nuevas condiciones de acumulación capitalista, se prevé que los tiempos invertidos en la producción repercutan en el tiempo de rotación en el consumo. Las mercancías han reducido su tiempo promedio de vida como lo señala Harvey (1998), que si antes tenían una duración de entre cinco y siete años, bajo la acumulación flexible se han reducido a más de la mitad, e incluso en los programas de computadoras el promedio es de menos de 18 meses. Lo que sin duda implica renovar constantemente los productos adquiridos. En este estudio hemos visto que difícilmente los trabajadores ingresaran al consumo de un mercado demasiado dinámico, pues implica un ingreso mayor y una capacidad de ahorro que no tienen.
Solo 5 trabajadores del total de 140 encuestados dijeron ahorrar aún cuando tienen bajos ingresos. Los trabajadores que ganan salarios y sueldos fijos tienen muy poca capacidad de ahorro, en general lo que obtienen lo destinan a los gastos propios de la reproducción de la fuerza de trabajo y difícilmente pueden ahorrar. Los ahorros de la clase trabajadora son muy pequeños, entre otras cosas porque:
Las clases medias y bajas nunca pueden ahorrar… puesto que están constantemente tratando de imitar los estándares de consumo de quienes son más ricos que ellos, mientras que éstos pueden ahorrar porque sus ingresos son más que adecuados para sus estándares convencionales de consumo (Aguilar y Carmona 1988: 142).
Todavía para los trabajadores de Tlaxcala el mercado o “la plaza” sigue siendo el lugar de preferencia para adquirir los insumos para la comida, también la “tiendita” de la esquina y en menor medida el centro comercial, pues como dice uno de los trabajadores “hay que llevar mucho dinero”. En Tlaxcala ciudad capital, sólo existen dos grandes centros comerciales, Gigante y Soriana instalados en los últimos 5 años, remotamente parecido a los mall de las grandes ciudades y este año (2003) se instaló el primer McDonal’s y Vip’s de todo el estado.
Hasta aquí pudiera decirse que los hallazgos del estudio confirman lo que parecía obvio, es decir, que todavía la clase trabajadora en México y en Tlaxcala se encuentra ligeramente por encima de la denominada línea de pobreza, con largas jornadas de trabajo y con poca capacidad de ahorro. En estas condiciones el tiempo libre se convierte en un anhelo, es la vieja esperanza de principios de la industrialización, ese espacio posterior al tiempo de trabajo en el que pudiera accederse al desarrollo humano y a la felicidad. Me atrevo a decir que bajo este panorama los trabajadores mantienen los pies clavados en la tierra, con los ojos puestos en la utopía de la otra realidad; la que nos bombardea cotidianamente que debiéramos ser y tener, por ello en el siguiente apartado sondeamos un poco para saber cuales eras sus expectativas para los siguientes 5 años.