EL TIEMPO LIBRE EN CONDICIONES DE FLEXIBILIDAD DEL TRABAJO: CASO TETLA TLAXCALA
María Áurea Valerdi González
El mundo del trabajo esta cambiando. Asistimos a un nuevo mercado de trabajo que se reestructura constantemente, por impacto de la tecnología, por nuevas formas de organización, por nuevos requerimientos de mano de obra, etc. Hace tan solo dos décadas (1980), todavía se pensaba en la sociedad de pleno empleo: trabajo para todos, todo el día, para toda la vida. Lo cierto es que el neoliberalismo como modelo de desarrollo bajo el capitalismo, ha desplazado más mano de obra de la que contrata. Por un lado se instalan empresas con tecnología de punta que requieren poca mano de obra (opciones para muy pocos en la llamada era del conocimiento), por el otro, cierran empresas ante los movimientos propios del mercado internacional, dejando a su paso desempleo o un aumento en el sector de los servicios. El sindicalismo es demasiado débil para contrarrestar los vaivenes del mercado laboral. Todo ello hace suponer a diversos autores (Handy 1987, Offe 1988, Rifkin 1997, Castells 1999 entre otros) que estamos ante el fin del trabajo, en consecuencia con la posibilidad de acceder al tiempo liberado por el trabajo. Si los beneficios de esta transformación se reparten in equitativamente, el tiempo libre es de esperarse que solo esté destinado para algunos sectores. Partimos en esta investigación con la idea de que el trabajo sigue siendo importante para los países latinoamericanos. Aquí se muestra parte de la enorme diferencia respecto de los países centrales.
En esta reestructuración productiva han participado distintos actores sociales, entre los que propiciaron el cambio (el Estado, el capital nacional, los empresarios locales etc.) y los que se resistieron (los trabajadores, las organizaciones civiles, las ONG´s, etc.) al paso de un modelo de desarrollo keynesiano fordista a otro de acumulación flexible, como un movimiento propio de la expansión capitalista. En los procesos productivos este tránsito ha generado la reducción en las jornadas de trabajo, creado trabajos de tiempo parcial, propiciado retiros y jubilaciones tempranos, al mismo tiempo estas transformaciones traería un mayor tiempo libre discrecional para el trabajador. Otros autores (Sue 1987, Dumazedier 1985, Cuenca 2000) suponen que por fin, estamos entrando a la sociedad del ocio, con menos tiempo de trabajo, con más tiempo de recreación. Una situación del trabajo distinta al viejo anhelo del pleno empleo. Derivado de estos cambios, los teóricos sobre todo de los países centrales, han cuestionado que todavía se pueda hablar de un tipo de racionalidad que organice y rija el trabajo en su totalidad. No dudamos de que el trabajo se haya vuelto diverso y heterogéneo, lo que ha afectado la continuidad laboral, la forma de vida de los trabajadores y sus relaciones sociales. Por ello, resulta dificil construir globalmente el contexto de vida a partir de la esfera del trabajo, pues éste se ha vuelto temporal y escaso. Aquí cabría preguntar ¿Qué tanto de esto que señalan los teóricos es pertinente para explicar la realidad latina, en especial par aun grupo de trabajadores de Tetla, Tlaxcala, México?
Del análisis de resultados se desprende que, el trabajo en su más amplio significado, sigue siendo importante, lo que han cambiado son sus características y con ello sabemos que se han modificado las condiciones de vida de los trabajadores. El tiempo libre del que gozaríamos a consecuencia de la reducción de la jornada o por un trabajo de tiempo parcial, por impacto de la tecnología o por horarios flexibles, no significa que se trabaje menos y se viva mejor. Ya habíamos dicho que los más pobres en los países periféricos trabajan más y tienen menos niveles de bienestar (Acharya 1986). Los cambios derivados de la flexibilidad del trabajo en el caso de los trabajadores de Tetla, Tlaxcala, no han sido en realidad para disfrutar el tiempo libre, sino para forzar su adaptación y no sucumbir en la vorágine de un mercado de trabajo demasiado dinámico. El tiempo de vida resulta ser muy corto para lograr esta adaptación.
Se dijo también que existe un debate entre E. P. Thompson y C. Offe sobre la separación entre el mundo del trabajo y el mundo de vida. Para Thompson estos mundos nunca han estado unidos, para Offe fue la Revolución Industrial la que separó la vida laboral de lo familiar y del disfrute del ocio a través de las fiestas. Según los resultados de este estudio (y de otros que he realizado al respecto) ambos espacios están separados, obedecen a lógicas distintas uno más racional que otro, de las que el trabajador es poco conciente de ello, ha aprendido a moverse en los dos terrenos. En el mundo del trabajo combina sus saberes cotidianos con técnicas de organización innovadoras, lo que le permite adaptarse garantizar su permanencia el mayor tiempo posible. Lejos de ahí, en su vida se maneja con otra lógica, la de la supervivencia, la convivencia y la reproducción.
Si lo que se está cuestionando en los países centrales es el trabajo formal, asalariado, estable que está siendo sustituido por otras formas de trabajo en otros espacios, sabemos que son formas consideradas atípicas en los países desarrollados pero que en América Latina tienen una larga historia. De hecho los datos obtenidos nos muestras que los trabajadores tienen jornadas de entre 46 y 50 horas a la semana, ocho horas diarias, con uno o varios turnos de trabajo, con horas extras determinadas por las necesidades de la producción. Un ritmo de trabajo más al estilo fordista, es asalariado pero no estable, la flexibilidad aquí se refleja en la movilidad de los trabajadores entre una y otra empresa, con tres y cuatro años de permanencia según declararon varios de ellos, casi como el promedio de vida determinado para las mercancías.
Las bases teóricas de las que se partió, confirman la idea de que el tiempo en general, el tiempo de trabajo y el tiempo libre, están ligados al trabajo asalariado y al capital, desde la aparición del reloj que fue el principio para el intercambio económico y la ganancia. En esta lógica el tiempo libre entonces es un ámbito de control por parte del capital, en un afán por integrar los sistemas de trabajo, con el consumo, las normas de trabajo al interior de la empresa y las formas de vida. En este sentido, la escuela de la regulación que se mencionó en el cuerpo del documento, nos permitió entender la vinculación de estos distintos espacios bajo determinadas condiciones históricas del capital. Vimos entonces un poco sobre el proceso de industrialización en América Latina, en México y en Tlaxcala lo que nos permitió concebir el sistema como una totalidad en la que se imbrican diversos elementos en un sistema capitalista dependiente. Hoy analizado como Economía Mundo o Internacionalización, relaciones económicas transnacionalizadas como supone Beck o analizadas a nivel micro social como “glocalización” (Robertson). Desde el punto de vista teórico la escuela de la regulación nos brindó de las herramientas adecuadas para cubrir los objetivos planteados; explorar en los países periféricos la importancia de las actividades del tiempo libre que nos permitiera entender al trabajador más allá, pero vinculado al mundo del trabajo.
Vimos como el reacomodo del mundo capitalista a partir de la crisis de 1980 implicó el desarrollo de distintas corrientes de pensamiento, desde la economía neoclásica hasta la postura de Piore y Sabel sobre la especialización flexible. Aunque el punto de partida para entender la crisis y explicar su origen difiere entre una y otra, como se pudo apreciar en el capítulo I, todas señalan la flexibilización como una condición para salir de la crisis. Bajo este esquema de explicación, en México como en casi toda América Latina, se han dejado sentir en mayor o menor medida los efectos de este movimiento. Los últimos gobiernos en México han apoyado fuertemente este proceso de reestructuración, flexibilizando las relaciones capital-trabajo, otorgando beneficios fiscales, minimizando el papel del sindicato, reduciendo las acciones del estado benefactor etc., lo que puede verse con las propuestas de modificación de la Ley Federal del Trabajo, o la insistencia de ingresar al Plan Puebla Panamá entre otros.
Hablar de sistema de calidad total, arribar a los más altos índices de excelencia y contar con fuerza de trabajo flexible, entre otros, se han convertido hoy en conceptos de uso común en México, que han rebasado el ámbito del trabajo y perneado gran parte de la sociedad. Por eso sostengo que es una condición, un contexto de flexibilidad en lo que Harvey (1998) denomina etapa de acumulación flexible de capital, en donde se gesta la importancia del tiempo libre.
Las empresas estudiadas como vimos, no pueden ubicarse en “tipos puros” de flexibilidad pero forman parte de este gran panorama flexible. Si bien es cierto que la flexibilización cualquiera que sea su definición no puede fácilmente identificarse a nivel empírico, los autores señalan que ha sido una tendencia inevitable frente a otros sistemas de organización anteriores. El paso de un modelo de producción a otro en definitiva tiene que ver con las relaciones de poder y con la ideología. En este esquema es inevitable reconocer que la flexibilidad deja sentir sus efectos sobre la mayoría que desplaza y margina de los supuestos beneficios. Lo que es claro para este grupo de trabajadores, quienes padecen una mayor incertidumbre y en los hechos no alcanzan dichos beneficios pero se mantienen como expectativas de una mejor vida. Para que este modelo de flexibilidad se instale en la vida de los trabajadores se requiere hacer cambios a nivel de la sociedad en general.
El trabajo dependiente y salarial no es el único en la realidad latinoamericana, ni el más importante, junto a éste los servicios se han expandido a todos los niveles y sectores. Pero también es cierto que la centralidad del antaño espacio de trabajo reconocido como la “fábrica”, se está transformando por el de la empresa. La empresa le está robando el papel protagónico (en parte por la difusión que hacen de ella los medios de comunicación) al concepto de trabajo (Superville y Quiñones 2000), junto con ello el trabajo manual frente al trabajo intelectual resulta ser inferior, un mal necesario para subir en la escala social. Lo que nos recuerda el planteamiento inicial sobre los griegos y romanos, el trabajo manual y artesanal de unos, permitía el disfrute del ocio para las clases privilegiadas. Como vimos en las expectativas y metas de los trabajadores, la escolaridad, la capacitación y el adiestramiento constituyen uno de los caminos para ascender socialmente.
Como se pudo apreciar en la descripción de las empresas participantes en este estudio, la relación capital trabajo se transforma en un enlace de armonía, en una cadena de clientes, en la organización del proceso de producción y con los proveedores externos. Lo que convierte a esta conexión en un trato de intercambio momentáneo, no hay historia, no hay actores anteriores. Desplazar la referencia del trabajo a la del empleo esconde no solo la lucha de clases, sino sobre todo, desaparece la creación de valor a través del tiempo invertido en la producción de la riqueza. Tiempo que es valorado por las empresas a través de controles más estrictos como en el caso de Lindavista, que cuentan con un sistema de señales compartido (el timbre es un ejemplo). El trabajador reconoce este tiempo medido por la organización del trabajo, pero desconoce su propio tiempo de contribución al valor. Tal vez por eso algunos trabajadores no solo expresaron un cambio en los ritmos de trabajo sino al menos “respetar los horarios”. El tiempo libre entonces, se transforma en ocio, un tiempo de realizar distintas actividades de disfrute, de recreación, de una “actividad gustosa y querida”, un acto de elección exclusivamente individual y determinado por un mercado de opciones diseñadas por la mercadotecnia y la publicidad para este tiempo
Es en este contexto de flexibilidad que los trabajadores se van educando, se van formando, incorporando en su vida cotidiana una nueva forma de afrontar el mundo del trabajo. Obliga a los trabajadores a enfrentarse a la incertidumbre del mercado laboral, le exige definir sus relaciones y su identidad por sus propios medios, pues el mundo del trabajo puede ser efímero, de corta duración y cambiante, lo que de alguna manera constatamos al ver las trayectorias laborales. La vieja sociabilidad a través del trabajo esta llevando a los trabajadores a revalorar la convivencia con la familia, la visita de amigos y parientes en sus tiempos de descanso, pues sus relaciones sociales en la empresa tienden a ser flexibles, hoy conviven entre ellos y mañana quien sabe. Lo que de alguna manera manifestaron la gran mayoría de los trabajadores, que en el trabajo solo establecían relaciones de trabajo y en menor medida, de amistad. Ni el sindicato aparece aquí como una actividad de intercambio o convivencia entre los compañeros, más bien al contrario pareciera una actividad obligada y poco gustosa.
Insisto en que no estoy de acuerdo con los autores que defienden el fin del trabajo, pero me atrevo a asegurar que el mundo del trabajo no es ya un ámbito exclusivo para la creación de subjetividades colectivas, ni fuente de identidad, ni un espacio de lucha entre el capital y trabajo. Es el trabajo junto a otros espacios, en especial en el tiempo libre, lo publicitado por los medios y hasta las migraciones lo que complementa esta formación de subjetividades. En ese proceso que Gramci mencionaba, que las formas de producción son inseparables de una determinada manera de ver y sentir la vida. O como afirmaban los teóricos de la escuela de Frankfurt, la industria cultural reproduce, y multiplica las relaciones de inequidad y desequilibrio que gesta el capitalismo. No descarto la posibilidad de reacciones de defensa o de resistencia frente a este proceso de hegemonía cultural o como diría Ianni, de occidentalización, o de globalización, pero creo que aún son incipientes. También existe la posibilidad de que los trabajadores como en el caso de Tetla, a manera de expectativas o metas reconozcan querer ingresar al mundo dibujado por los países desarrollados, sin resistencia, sin oposición. Esperemos que me equivoque.
El tiempo libre entonces es ese espacio público de no trabajo, pertenece como es lógico al capital y es construido socialmente bajo determinadas condiciones socio-históricas. Con la flexibilidad como vimos, ya no se compra la disposición de trabajar en un tiempo continuo, sino en otro discontinuo, el trabajo no se termina, sino posiblemente se amplía y confunde con otros ámbitos de la reproducción social (De la Garza 1998), con el trabajo precario, atípico, anómalo y yo agregaría con el tiempo libre. Sobre todo son nuevos espacios que el capital aprovecha para el control de la fuerza de trabajo. No pretendí dar con ello una visión economicista que reduce el análisis a la lógica del capital, aparentemente unívoco. Intenté vincular a través de la teoría de la regulación lo global junto a lo local, lo nacional y lo transnacional, lo teórico y lo empírico. Hay diferencias y similitudes frente a las posturas teóricas vistas a lo largo del documento, pero en definitiva son estos estudios a nivel micro social los que dan cuenta de la realidad para mostrar la diversidad.
Colocar el tiempo libre bajo los mismos patrones racionales que el tiempo de trabajo, avizora la posibilidad de que quienes tienen acceso a el puedan aumentar el estrés y la depresión con diversas consecuencias para la sociabilidad. En los pocos casos de trabajadores nucleares o de confianza o con puestos administrativos que pudimos ver, sus ingresos permiten acceder a las ofertas del tiempo libre, pero sus horarios de trabajo y el compromiso ante la empresa reducen la posibilidad del disfrute de ese tiempo libre. Lo que para unos pudiera ser un tiempo de libre elección y disfrute, para la gran mayoría de los trabajadores de Tetla es un destino implacable, de persecución. Están sometidos al ritmo del tiempo marcado por la empresa, por tanto no lo controlan “solo les queda matar el tiempo, de la misma manera que ellos son matados por él…” (Beck 2000; 89).
Mientras en la empresa las relaciones sociales se rigen bajo la racionalidad organizativa, la armonía y el compañerismo, en el tiempo libre se establecen relaciones de competencia y exclusión, gracias sobre todo al papel que juega la mercadotecnia y la publicidad. Vimos cómo esta estrategia fomenta expectativas de que la vida es mejor, más bella y más sana, en otros espacios o sectores sociales, lo que contribuye a imponer nuevos modos de consumo. El tiempo libre es un campo minado por el capital, la industria del entretenimiento ocupa el tiempo libre de los países desarrollados y de las clases privilegiadas de los países dependientes, lo que tiene que ver con una inequitativa distribución del poder económico. Para el caso que nos ocupa, yo creo que los trabajadores están siendo excluidos del mercado de trabajo, pues las condiciones de flexibilidad del trabajo, de división internacional del trabajo no garantizan la permanencia de las empresas. Pero también se encuentran marginados del mercado de consumo, en un tiempo libre impuesto por el mercado de trabajo como el desempleo. Esta es parte de la respuesta a la hipótesis planteada, en el tiempo libre se manifiesta también la desigualdad y la diferencia social de un sector (el capital) sobre otro (el trabajo).
Los teóricos positivistas argumentan que por fin llegamos a era del ocio, del disfrute de las consecuencias de la reducción del tiempo de trabajo por la tecnología y otros factores. Eso puede ser válido para países centrales. El tiempo libre, como señalamos desde otra perspectiva teórica es un elemento del capital, pero ¿el trabajo y tiempo libre significan lo mismo en los países periféricos? Aquí podemos hacer un paréntesis y retomar algunas de las preguntas vertidas a lo largo de este trabajo de investigación. ¿Cuándo y bajo que condiciones se habla de tiempo libre?, sólo bajo condiciones del capitalismo, desde que el tiempo se convirtió en creador de valor, sobre todo en esta etapa de acumulación flexible de capital. ¿Qué pasó con ese tiempo ligado a la naturaleza y hoy subordinado a la tecnología? Es claro que el tiempo ligado a la naturaleza pertenece todavía a comunidades marginadas, excluidas de los beneficios del capital. Sin embargo, aún en esas localidades llegan las expectativas de una mejor vida no a través del trabajo, sino a través del consumo.
En esta etapa el capitalismo global está tratando de uniformar el consumo por impacto de los medios de comunicación, principalmente por la televisión, el Internet y las migraciones, que difunden estilos de vida distintos a los países de origen. Es un tiempo libre ligado a la tecnología, es un tiempo atemporal como diría Castells (1999). Si bien para los trabajadores de Tetla no se aplica el uso del Internet salvo en algunos casos, sobre todo de empleados administrativos o de confianza o de niveles superiores en la escala jerárquica y de mayor nivel de escolaridad. La televisión en cambio, se ha constituido en parte de la familia. A través de ella los trabajadores están conectados con el mundo (el real y el virtual, el tangible y el imaginario), con lo que pasa en el país y eventualmente en su comunidad o localidad, aunque reportan en menor medida a los noticieros como sus favoritos. En cambio las telenovelas son el programa de televisión por excelencia para los trabajadores, independientemente de sus características socio-demográficas. Lo dicen ellos, lo afirman las estadísticas revisadas. Es su casi exclusiva oferta de tiempo libre, no implica salir de casa, lo que suponemos le permite la convivencia con la familia, no gasta, pero esta expuesto a todo tipo de estímulos culturales que alimentan sus expectativas. A través de la televisión también están en contacto con el mundo del cine, sobre todo de las películas de acción.
¿La tecnología intensifica la producción y libera al trabajador? Tal vez así suceda en algunos sectores de las economías centrales y muy poco para las periféricas, parece que la tecnología lejos de liberarnos del trabajo, nos hace más dependientes. Pero en sentidos distintos, en países los desarrollados y para algunos sectores de los países en vías de desarrollo, la tecnología pareciera que nos atrapa en una telaraña de la que difícilmente podemos librarnos, sobre todo los electrodomésticos y aquellos que nos facilitan el trabajo en las oficinas. Los resultados en este estudio indican que las empresas participantes han invertido en tecnología, excepto tal vez las dos maquiladoras de la confección (Lindavista y Just Trousers), lo que ha modificado la organización del trabajo y los requerimientos de la fuerza de trabajo. Indudablemente esto ha contribuido no solo a la revalorización del trabajo, sino ha incrementado la productividad y la ganancia. Para los trabajadores en cambio, ha significado mantenerse atado a un nuevo ritmo impuesto por la máquina, en términos de turnos, de demanda del mercado, de jornadas y de contratación. En este sentido lejos de liberarlos los mantiene subordinados.
El tiempo liberado por la tecnología no puede ser tiempo de desarrollo y crecimiento bajo el sistema capitalista, como ya lo dijera Marx, por tanto queda como un tiempo más bien ligado al consumo, en consecuencia para los trabajadores de Tetla es un espacio que los distingue y los excluye. El trabajo es entonces un tiempo obligado como señala Lefebvre, en ocasiones con dos empleos que le permitan cubrir sus necesidades y las de su familia.
¿El trabajador considera que necesita un tiempo libre? De acuerdo a los hallazgos de esta investigación quien, si no los trabajadores pueden decir interpretar y construir socialmente el tiempo libre. Si de su tiempo de trabajo depende incrementar el valor de las mercancías, contribuye entonces a sustentar uno de los pilares del capitalismo, el tiempo de producción. Pero este hecho pasa desapercibido para los trabajadores en lo que Marx llamó enajenación, pues es ajeno a este proceso. Fromm por su parte señalaba que si el obrero se encuentra enajenado en el proceso de producción, también estará enajenado en el tiempo libre. Por lo mismo el trabajador no reconoce el tiempo posterior a la jornada de trabajo como tiempo libre en estricto sentido, es decir, derivado y condicionado por el tiempo de trabajo. Paro los trabajadores de Tetla, no existe el tiempo libre. No hay una clara evidencia de que así sea, en consecuencia no lo registran como una necesidad.
En cambio existe una enorme preocupación por el trabajo como medio de acceso al salario y a través de este cubrir sus necesidades elementales. El salario se traduce en palabras de los trabajadores en “ganar más dinero” como lo expresaron. El trabajo según Fromm en este caso pierde sentido para los trabajadores, pues el fin es ganar dinero y más que ganarlo gastarlo. El trabajo constituye el eje mediante el cual estructuran y organizan su biografía, la de su familia y la de su futuro. El tiempo libre esta ocupado fundamentalmente en actividades para la reproducción de la fuerza de trabajo, por tanto, pertenece al capital. El tiempo libre entonces es un indicador más de la desigualdad, como apuntamos en la hipótesis, pues creo que primero se necesita estar comido, para luego pensar en un tiempo de disfrute para sí mismo. El tiempo libre se busca cuando se tiene necesidad de ocuparlo, bajo circunstancias específicas y no como un espacio que se tiene de manera natural. Los trabajadores manifestaron en reiteradas ocasiones que en el tiempo fuera de la empresa su principal ocupación era para las mujeres en primer lugar los hijos y la familia, le siguen los quehaceres y tareas domésticas, para los varones su principal preocupación es la familia en general. Así como el trabajo condiciona el tiempo libre, la escolaridad determina las ocupaciones del tiempo libre, que de acuerdo a los autores revisados dichas actividades serían consideradas más bien como ocio. Algunos trabajadores, señalaron ir al gimnasio, salir de vacaciones, leer textos de superación personal que los distingue de las declaraciones de la mayoría de trabajadores que circunscriben sus actividades a aquellas relacionadas con la reproducción de la fuerza de trabajo.
Para este grupo de trabajadores el trabajo es percibido como un espacio al mismo tiempo opresivo y necesario. Recordemos las declaraciones obtenidas a través del test de frases incompletas en Eugen Wexler, los trabajadores se atrevieron (tal vez por el anonimato del instrumento) a expresar su descontento sobre el ambiente de trabajo. Sus jefes y superiores fueron considerados, déspotas, autoritarios e incluso utilizaron palabras ofensivas. Reconocen asimismo, la división tajante entre la rutina laboral y el resto de la vida, como señalara Thompson para otras épocas, una distinción entre la rutina del trabajo y la vida cotidiana que incluía las fiestas y verbenas. Pero en la vida fuera del espacio laboral se encuentra el consumo, en el que sostengo, se está dando una diferenciación social, los trabajadores mantienen una relación más de aceptación y subordinación frente al consumo, que de crítica o resistencia. El tiempo libre es un concepto nacido del capital y cooptado por el mercado para incentivar el consumo, mediante la mercadotecnia y reciclar la economía.
Aunque no hay una evidencia contundente, en este estudio, creo que el incentivar el consumo suntuario a través de la mercadotecnia y la publicidad tiene un impacto directo en las expectativas de los trabajadores, es mucho más sutil, silenciosa y efectiva, por lo que puede acentuar el enfrentamiento entre las clases. Aunque los trabajadores señalan que ni en fin de semana, ni en vacaciones realizan actividades de tiempo libre, hubo manifestaciones esporádicas pero significativas de querer acceder a lo promocionado por los medios como, “ser bella”, “tener una gran casa” “ser joven” etc. como la punta de un iceberg anunciando un nuevo terreno de disputa y desacuerdo. El tiempo libre por impacto de la tecnología, de los medios de comunicación y de una cultura del consumo, están ganado la batalla del capital, el valor social del trabajo esta siendo minimizado y trasladado al concepto de empresa, se ha convertido en un medio para la obtención de un ingreso, el tiempo libre resulta ser más seductor en una falsa imagen de vida, en un simulacro.
De acuerdo a lo establecido en la hipótesis de trabajo y derivado de los resultados empíricos de esta investigación, sostengo que el tiempo libre es un nuevo terreno de control por parte del capital, que propicia la diferenciación social, la lucha de clases, la exclusión, la discriminación y la marginación, como ya lo dijera Marx, válido para el caso de Tetla. El tiempo libre para este grupo de trabajadores es un tiempo empleado básicamente para la reproducción de la fuerza de trabajo, eventualmente para un segundo trabajo o para más empleos dependiendo de las características de flexibilización del trabajo, así complementar los ingresos. Cuando el tiempo fuera del trabajo esta dedicado a la reproducción de la fuerza de trabajo, se llega a confundir el ámbito de trabajo con el de tiempo libre. Afirmo que si el trabajo ha sido durante mucho tiempo el espacio de la confrontación de las relaciones sociales, hoy se extiende y profundiza en el tiempo libre.
Como lo señalé en otro apartado, no solo el capitalismo en su etapa de acumulación flexible esta impactando fuertemente en los países de América Latina, es el modelo económico neoliberal, son las clases políticas que lo están permitiendo y fomentando, es la revolución informática en manos del capital, son las transnacionales y los centros de poder más allá de nuestras fronteras. En especial el tiempo libre esta siendo promocionado por una cultura de masas individualista y hedonista, que promociona lo que solo la población de élite en latinoamericana puede acceder, el resto esta excluido, marginado, lo que le queda es un imaginario de ser y vivir.
Resumo y concluyo:
1. La teoría de la regulación junto con el concepto de especialización flexible y el de acumulación flexible de capital me permitieron bajar del nivel teórico-abstracto al entendimiento de lo empírico y local. Entender bajo este esquema que las condiciones de flexibilidad no son sino otra cara del capitalismo.
2. El trabajo sigue siendo importante para los trabajadores de América Latina pero está siendo substituido rápidamente por el concepto de empresa, haciendo de las relaciones sociales una relación entre clientes. La tecnología modifica los procesos productivos, la organización del trabajo, las características de la fuerza de trabajo pero sigue valorizando la mercancía. Los trabajadores siguen atados al tiempo de la empresa.
3. Si los trabajadores no reconocen el tiempo de trabajo como creador de valor, tampoco reconocen el tiempo libre, pues ambos son vividos como ajenos a ellos, en una persistencia de la enajenación frente al trabajo. Su vínculo con el consumo que se diseña para el tiempo libre esta dado más en términos de metas y expectativas que acceso real.
4. Los trabajadores econocen claramente las actividades de ocio más al estilo de Dumazedier en términos de Descanso, Diversión y mucho menos de Desarrollo personal
5. Según Lefebvre el tiempo de trabajo es percibido por este grupo de trabajadores como un tiempo obligado, el tiempo forzado es el que dedican a las actividades propias de la reproducción de la fuerza de trabajo y las tareas que demanda la vida cotidiana. El tiempo libre no existe en este marco.