Luis Brunett Pérez
Antes de los años setenta el sistema agrícola y ganadero que se desarrollaba en la región, era extensivo, ya que consistía en pastoreo de ganado criollo en agostadero. Estos espacios con el tiempo y por la demanda de tierra entran a un proceso de parcelización para convertirse en maizales, con lo que se redujeron las áreas de pastoreo. Por otra parte, la producción de leche no era la función del sistema sino obtener animales de trabajo que servirían como reemplazo para las yuntas; es decir, el interés estaba puesto en obtener becerros, más que becerras para la producción de leche. La producción vaca/día era de 3 a 5 litros. La ordeña era manual. Al igual que ahora, la leche se recolectaba en botes de 20 litros a través de carretas de burros, por los que se les conocía como “burreros”. La leche era entregada a un camión que pasaba por la carretera principal (Toluca-Zitácuaro) para ser transportada a la Hacienda Santa Rosa, ubicada en el Municipio de Lerma, donde se elaboraban diferentes productos lácteos.
Un siguiente proceso de transformación se identifica en la década de los ochenta, caracterizado por un impulso a la producción de leche por medio de diferentes acciones estatales encaminadas al fomento de la lechería campesina. Destaca el “Programa Bovino Familiar”. El principal efecto fue un cambio de actividad laboral, al dejar la albañilería como actividad económica primordial para dedicarse a la ganadería. En este sentido, también la Confederación Nacional Campesina (CNC), a través de la Unión Ganadera Ejidal, tuvo una participación importante en la organización de los productores, por medio de asociaciones ganaderas ejidales, a través de las cuales se distribuían apoyos y recursos y a la vez servía de gestión ante las diferentes instituciones. Estas células de organización eran controladas por el partido oficial.
Para los noventa, el desarrollo del sistema está influenciado por la aplicación de políticas neoliberales hacia el sector agropecuario, que han ocasionado la caída de precios y el retiro de subsidios en el cultivo de maíz, así como una readecuación de los programas de asistencia técnica y de apoyo financiero. Un fenómeno a destacar es que el precio del grano de maíz en los últimos años ha presentado en el mercado un menor valor que el del rastrojo (molido), lo que podría llevar a la ganaderización de la región, como una opción para darle valor agregado al grano.
Conviene dejar claro que el cultivo del maíz obedece a condicionantes culturales, en el sentido de que proporciona seguridad alimentaria a la unidad, y un medio de trabajo que permite disponer de tiempo para realizar actividades extraagropecuarias. El maíz utiliza 26 jornales al año que se distribuyen a lo largo del ciclo agrícola (SAGARPA/DDRI, 2000). Esto permite organizar y programar el tiempo para realizar otros trabajos durante el año, lo cual ayuda a estabilizar a las unidades producción.
V.4.- Puntos críticos de los agroecosistemas
A partir de la caracterización de los agroecosistemas Convencional y Modificado, así como de las entrevistas realizadas a productores, técnicos e investigadores y de la observación directa en campo se identificaron un grupo de puntos críticos que influían positiva y negativamente en la sustentabilidad de los agroecosistemas estudiados. En el Cuadro V. 1.- Se describen los puntos críticos, los criterios de diagnósticos y los indicadores diseñados y utilizados en la evaluación.