Tesis doctorales de Economía


CONTRIBUCIÓN A LA EVALUACIÓN DE LA SUSTENTABILIDAD; ESTUDIO DE CASO DOS AGROECOSISTEMAS CAMPESINOS DE MAÍZ Y LECHE DEL VALLE DE TOLUCA

Luis Brunett Pérez



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I.3.1.- Descripción del ejido de Benito Juárez (Agroecosistema convencional)

El ejido de Benito Juárez es consecuencia de la afectación a la Hacienda El Salitrillo en el reparto agrario de 1936. Colinda al norte y al este con el ejido Santa Catarina Tabernillas, al sureste con el ejido San Cristóbal, al sur con el ejido Cieneguillas y al oeste con el Ejido Santiago del Monte. A su interior, el ejido esta dividido por lomas y barrancas. Existen tres núcleos de población conocidos como La Loma de San Antonio, La Loma del Terraplén y La Loma de la Purísima o de la Escuela y “La Ampliación”, que es un área de reciente asentamiento. Esta última se divide en dos partes: Las Ranas y La Nopalera. (Ver mapa en anexo B).

Cuenta con una superficie de 839 hectáreas. Se localiza aproximadamente a 20 kilómetros al este de la cabecera municipal, Almoloya de Juárez. Se ubica entre los 19°24'45'' y 19°27’55'' de latitud norte y los 99°49'55'' y 99°52'08’' de longitud oeste del meridiano de Greenwich. Se llega al ejido por la carretera Toluca-Zitácuaro, desviándose en la carretera que se dirige hacia Santa Catarina Tabernillas, la cual atraviesa por el ejido, encontrándose a 3.5 kilómetros aproximadamente de esta desviación.

La altitud oscila entre 2,445 y 2,520 m.s.n.m., en planos, con pendientes del 2 al 8 por ciento, por lo que estos terrenos pertenecen a las clases de “a nivel o casi a nivel” y “ligera”. El relieve es normal y subnormal, la pedregosidad es menor del 5 por ciento y la rocosidad también menor del 1 por ciento, presenta una erosión hídrica moderada en la mayor parte de este sitio; sin embargo, en algunas áreas alcanza niveles que exceden las pérdidas permisibles de suelo.

El suelo dominante pertenece a la subunidad vertisol pélico, según el sistema de clasificación de la FAO-UNESCO; los suelos son de origen coluvial y aluvial profundo (más de 50 cm), el color varía en húmedo de negro a gris oscuro y en seco gris, la textura es arcillosa; la estructura es blocoso-angular y subangular, la consistencia en seco es dura, en húmedo es friable y en saturado plástico y muy plástico; el drenaje interno de los suelos es ligeramente lento a lento, tiene un pH de 6.1, no presenta problemas de salinidad ni sodicidad (COTECOCA, 2000-A).

El clima dominante en el ejido es el templado subhúmedo con lluvias en verano, con la fórmula climática según el sistema de clasificación de Köppen y las modificaciones propuestas por E. García, es C(w2)(w); la temperatura media anual es de 13.3°C, la precipitación pluvial promedio es de aproximadamente 840 mm, con 90 a 120 días de lluvia apreciable. El 83 por ciento de la precipitación se presenta de junio a octubre; con humedad en el suelo de junio a noviembre.

En lo que respecta a la infraestructura hidráulica para riego, el ejido posee:

• Presa “La Purísima “

• Pozo profundo en la Loma del Terraplén

• Presa “San Antonio”

• Pozo profundo en la Loma de San Antonio

• Presa “La Nopalera”

• Presa “El tejocote” (inhabilitada)

• Presa “Ignacio Ramírez” (parte y desecada)

• Presa “Barranca Seca” (seca)

Las zonas agrícolas se dedican exclusivamente a la siembra de maíz, el cual se siembra bajo la modalidad de humedad residual o punta de riego, misma que representan el 13 por ciento, de la superficie total del ejido. La zona agrícola de temporal ocupa el 43 por ciento de la superficie total del ejido.

De acuerdo con COTECOCA (2000-A), el 100 por ciento de la superficie de pastoreo presenta condiciones por debajo de “buenas" y con una clara tendencia a condición negativa. Estos agostaderos han perdido del 30 al 50 por ciento de su potencial productivo, mientras que los suelos se están perdiendo paulatinamente por los procesos erosivos, como consecuencia, principalmente de la sobreutilización de los mismos.

Figura I.4: Uso del suelo en el ejido de Benito Juárez, 2000

Fuente: COTECOCA, 2000-A

Información derivada de un de la proyecto UNAM, establece que existen 324 unidades familiares, de las cuales 150 cuentan con ganado bovino; es decir, el 46.9 por ciento de las familias integran a los bovinos como una estrategia productiva. Así mismo, se reporta que en este grupo de unidades, el 38 por ciento tiene menos de 5 años de dedicarse a la ganadería lechera; 13 por ciento, tiene entre 5 y 10 años de haberla incorporado a su estrategia productiva y el 49 por ciento, cuentan con más de 10 años de dedicarse a la actividad.

El diagnóstico también arrojó que el 57 por ciento tiene la perspectiva de aumentar su hato, el 40 por ciento, de permanecer igual, y 3 por ciento, de reducir sus hatos como consecuencia de problemas económicos ó falta de tiempo para atenderlos.

La unidad de producción típica del ejido tiene de 2 a 5 hectáreas para siembra de maíz (algunas pueden tener acceso a agua para riego), áreas de pastoreo comunales y un hato de 2 a 7 vacas, aunque no todas en producción.

La historia del ejido se puede sintetizar de la siguiente manera: la gente reconoce que el cambio de maiceros a ganaderos se da en 1978, a través de un crédito a fondo perdido otorgado por una institución del gobierno estatal conocida como Comisión Coordinadora para el Desarrollo Agrícola y Ganadero del Estado de México (CODAGEM), dentro del “Programa Bovino Familiar” que financió las primeras 8 vacas de “clase”: bovinos con características de raza Holstein, cuyas vacas son conocidas como “pintas”. El siguiente factor que influyó fueron dos fuertes créditos bancarios, el primero en 1986, a través del Banco del Atlántico que les permitió traer vientres de un municipio del norte del Estado de México. El segundo crédito corresponde al año de 1987, mediante el cual se trajeron animales de Cd. Juárez, Chihuahua. El último crédito fue acompañado de un paquete de asistencia técnica y adquisición de maquinaria y equipo para mejorar el manejo de los recursos. A partir de este impulso el ejido fue considerado como un modelo potencial para desarrollar la ganadería lechera familiar en la zona.

Sin embargo, actualmente se observa un fuerte proceso de deterioro de la calidad genética de los animales, pero con posibilidades de mejorarse (Barbabosa et al., 1997). Se ha estimado que el ejido aporta 2,500 litros de leche diariamente (Inclán, 2001).


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