Luis Brunett Pérez
A partir de la descripción de los resultados obtenidos en el seguimiento de los indicadores, se optó por elaborar un mapa de sustentabilidad, también conocido como “diagrama de amiba”. Mediante esta imagen es posible identificar los indicadores que requieren de mayores modificaciones para mejorar su estatus, así como aquellos que es preciso fortalecerlos.
Para poder integrar los resultados obtenidos, se utilizaron los siguientes convencionalismos, el peor valor se representó con 0, mientras que el valor deseado corresponde a 100. En algunos casos, se utilizaron escalas inversas, es decir, que a menor valor del indicador, mayor nivel de sustentabilidad. En este caso se encuentran los indicadores de: consumo de concentrado, dependencia del CICA, consumo de kg de nitrógeno, consumo de kg de potasio, consumo de kg de fósforo, consumo de nitrógeno en pradera. Para representar el efecto negativo en la sustentabilidad de éstos indicadores, se restó su valor porcentual a 100 y la diferencia corresponde al valor representado en el mapa de sustentabilidad.
Los valores cualitativos se representaron con la siguiente escala: bajo = 33, medio = 66 alto = 99. Respecto a los valores cuantitativos se trabajó a través de porcentajes. Los resultados por indicador y sus valores óptimos, se muestran en las tablas 5.26, para el año 1999 y en la 5.27, para el año 2000.
La representación se hizo a partir de la selección de los indicadores que mejor mostraran los resultados. Para la selección se siguieron los siguientes criterios: (a) que la información fuera de buena calidad, (b) que sus valores permitieran un cambio en el corto plazo, y (c) que fueran representativos del comportamiento de la sustentabilidad.
Para el segundo ciclo de evaluación se eliminaron algunos indicadores, asumiendo que no sufrirían cambios importantes de un año a otro; tal es el caso de: costos de producción del maíz, consumo de herbicida para el maíz, ingresos extraagropecuarios. Con la finalidad de contar con mayores elementos para el seguimiento y la evaluación de la sustentabilidad de los agroecosistemas se agregaron otros, como son: autosuficiencia alimentaria, acceso a los recursos productivos, mecanismos de toma de decisiones, proporción de adopción de tecnología, percepción de los productores, propiedades físicas y químicas del suelo (pH, materia orgánica), consumo de nutrientes (Nitrógeno, Fósforo y Potasio) y porcentaje de sobrecarga animal.
Así mismo, no fueron integrados algunos indicadores al mapa de sustentabilidad, por varias razones, entre ellas: a) que los datos no se pudieron ajustar a las escalas de valores, b) que no se obtuvieron datos en alguno de los dos agroecosistemas, c) que no se contó con un valor ideal para referenciar los resultados; ejemplo de éstos son Fluctuaciones climáticas y su impacto en la producción, consumo de litros de agua contra litros requeridos en el cultivo de pradera, porcentaje de litros de leche no vendida, reducción de fertilizantes químicos, condiciones laborales, margen de ganancia apropiada por el intermediario vs productor y uso de mano familiar. Este último indicador se eliminó, por que se optó por un criterio de sustentabilidad social, en donde el valor estaba en la generación de empleos más que en la sobreexplotación de la mano de obra.