Darbelio Agatón Lorenzo
La migración internacional tanto para la Colonia 5ª Sección como para la localidad de Estero Verde, tiene su expresión en ambos sexos, predominando la del sexo masculino, confirmándose así la historicidad de la migración en cuanto al género.
Sin embargo tanto en Guerrero, así como en las áreas de estudio, son cada vez más las mujeres que emigran, esta tendencia en la emigración internacional de acuerdo a los resultados obtenidos ha ido en aumento, sobre todo en mujeres jóvenes que se han insertado rápidamente en la dinámica del proceso migratorio de manera que ya no se quedan en sus pueblos ni se desplazan a las ciudades como nuevos polos de desarrollo ubicados dentro del mismo estado; éstas alcanzan a sus novios ó esposos en EUA, hacen vida de pareja y tienen hijos allá. O bien se van de manera independiente a laborar. Esta salida de las esposas y mujeres de las áreas expulsoras, podría dar pié a un alargamiento de la estancia en el lugar de arribo hasta convertirse en un una permanencia definitiva.
A pesar de todo en las localidades del municipio de San Marcos, sigue habiendo una mayor emigración internacional de hombres que de mujeres.
Así en los 26 años que lleva la emigración internacional en la Colonia 5ª Sección y 16 años en la localidad de Estero Verde, la emigración ha tenido una reconfiguración en cuanto al género. De acuerdo a las encuestas aplicadas en las áreas de estudio, en la primera esta diferencia de migración entre sexos es del 26.6%. En la segunda, la diferencia de la emigración entre el hombre y la mujer es de apenas un 14.8%. De acuerdo a estos resultados es en la localidad de Estero Verde es donde esta diferencia se ha hecho más estrecha entre los y las migrantes.
Esto significa que en estos últimos cinco años del siglo XXI, de la localidad de Estero Verde empiezan a emigrar más mujeres, alcanzando esa migración casi una proporción de uno a uno. Con las consecuencias que esto trae: por una parte un despoblamiento de los hombres; posteriormente aunque en menor escala un despoblamiento de mujeres. Reconfigurándose con ello, la estructura demográfica familiar al irse los dos actores que se requieren para la reproducción humana.
Existen además diferencias entre las áreas estudiadas respecto a la participación de las mujeres: son más las mujeres jóvenes del poblado Estero Verde (enclavada en la zona rural) que se van a los EUA como una estrategia económica o como consecuencia de su casamiento con un migrante. Lo que contradice a lo establecido en la Encuesta Nacional de la Dinámica Demográfica de la década de los 90’s que afirma que en la llamada región tradicional predominaba la participación de migrantes de origen rural, del sexo masculino. En cambio, en los estados no tradicionales, la participación de migrantes de origen urbano es mayoritaria, con una mayor presencia de mujeres. Afirmación contraria a los resultados obtenidos en la investigación los cuales indican que el patrón migratorio nacional hacia los EUA ha cambiado. Y se diferencia según el área estudiada. La presencia de la mujer en la migración sobre todo en la comunidad de Estero Verde se ha incrementado, provocando ello una reconvención en la estructura familiar en el hogar del área rural y en las funciones o roles que ellas desempeñan.
Durante la investigación se encontró entonces que, aunque históricamente en términos proporcionales, la migración inició y tuvo su origen en el sexo masculino, a medida que transcurre el tiempo se va haciendo extensivo a las mujeres. Esta brecha entre hombres y mujeres migrantes se ha ido cerrando más -proporcionalmente hablando- en la localidad de Estero Verde que en la Colonia 5ª Sección, sin dejar de presentar un constante incremento en ésta última área estudiada.
Así, a inicios del siglo XXI está latente la idea de emigrar de manera permanente en hombres y mujeres, sobre todo en aquellos que poseen el estado civil de casados. Por igual, en la comunidad de Estero Verde del municipio de San Marcos la idea de emigrar se encuentra enraizada hoy más que nunca en las jóvenes solteras, esposas y/o madres solteras.
He aquí el testimonio de Mireya, una joven de aproximadamente 21 años del poblado Estero Verde, madre soltera con una niña de dos años, candidata a migrante con deseos de salir en estos momentos de su lugar de origen: “yo tengo inquietud de irme y me voy a ir, por que dicen que allá está muy bonito y se gana mucho dinero, y porque aquí no hay trabajo, ni en Acapulco, porque yo estuve allá (Acapulco) y no encontré trabajo, no tengo ningún apoyo, pues el único apoyo que tengo es de mi madre, de otras familias o de otras personas no tengo”.
¿Sabes cuánto están cobrando los coyotes por pasar a las personas? “sí, cincuenta mil pesos” ¿y de dónde lo vas a tomar? ¿“deaonde? Emprestado. Pedirle a la familia que tengo por allá, de los que están en Estados Unidos, tengo familiares y a ellos les voy a pedir prestado para irme en unos dos o tres meses”. Se refleja la inquietud de las jóvenes mujeres del campo de querer salir del atraso económico y social en que se encuentran, bajo la estrategia de la migración internacional.
Con este nuevo escenario de la migración, los integrantes de las familias, van asumiendo nuevos roles y papeles al interior de las mismas. Por un lado, la estructura familiar observa un proceso de transformación gradual: los que se quedan ya no son los hombres y mujeres hijos o hijas de estos migrantes. Los abuelos tienen que insertarse en los roles sociales de las familias migrantes ya sea como vigilantes o como administradores de las remesas.
La separación entre sus miembros está ocasionando que las familias tengan que reajustar aceleradamente la asignación de roles y tareas, reorganización efectuada por quienes se quedan. Son cada vez más los hombres y las mujeres hijos jóvenes quienes asumen las tareas que antes compartían sus padres.
Esto se da en un primer momento producto de la migración que iniciaron los adultos (padres de familia) dejando al frente de su hogar a sus esposas o a sus padres (del migrante), otras veces, a los padres de sus esposas; generando con ello una reconfiguración en la organización familiar, en donde quien toma el control de la familia es la persona que se queda al frente de los hijos y convive a menudo con ellos. El requisito es que posea un lazo consanguíneo en cualquier dirección al interior de la misma. Todo este proceso genera para los hijos e hijas que se quedan nuevas responsabilidades.
Con el paso del tiempo, la relación con los progenitores cambia. Se da una transición de adaptación y aceptación de una figura que sustituye a la del padre y que en esta nueva dinámica familiar se ha ganado un lugar y una presencia al interior del hogar.
La figura del padre ausente o de la madre (o de ambos) genera patrones familiares distintos. Los hijos ya no conciben a su familia como la típica: con una mamá, un papá y hermanos. Ante la ausencia del padre ahora ven en la imagen de la madre el símbolo de guía y a la jefa de familia, que en ocasiones se traslada hasta los abuelos, tíos u otro familiar con los que conviven más de cerca y pasan la mayor parte del tiempo.
Carlos Echarry (2003) concibe a estas familias como un conjunto de formas y de normas de organización que regulan las relaciones diversas entre individuos que tienen entre sí nexos de parentesco o de cohabitación, coexistencia entre familiares que permanecen al interior del hogar.
Fernanda Olmos (2006) coincide con Echarry al aseverar que la familia, la unidad familiar o la unidad doméstica (los utiliza como sinónimos), se integra en un mismo espacio en el que se desarrolla para llevar a cabo su proceso de reproducción, a fin de sostener dinámicamente su vida para alcanzar mejoría entre sus miembros, posibilitando a sus integrantes la realización de las actividades de la vida cotidiana impuesta por el proceso migratorio internacional.
En el contexto de la emigración internacional de acuerdo a lo observado en la investigación, la familia se convierte en una instancia que puede ser pasajera o permanente y lo más gravoso es que induce a una desintegración entre sus miembros. Situación que rompe con la dinámica en la que se encuentran inmersos todos los que la componen. Lo cual puede provocar serios problemas en el control de los que la integran en virtud de que se ven inmersos en nuevos roles (sociales y económicos) que pueden representar altos costos en varios sentidos. Confirmando lo que sustenta Salvador Rubio Fabián (1999) sobre las relaciones familiares así como a los nuevos patrones que asumen al emigrar los familiares de los migrantes, al sostener que el fenómeno de la migración internacional trae consigo cambios en las relaciones familiares, en las relaciones generacionales, en las relaciones laborales, en los rasgos culturales, en las costumbres y las actitudes, así como, en la dinámica de los asentamientos humanos, en la vida de las comunidades, en la misma convivencia de nuestra sociedad.
Todo cambia en ausencia de una figura, sobre todo si ésta es la paterna o materna. Los hijos tienen que asumir nuevos roles en compañía ahora de quién haya quedado al frente de ese hogar. Pedro Santiago Ramírez, migrante de la Colonia 5ª Sección, quien al emigrar dejó a su suegro al cuidado de su familia, narra precisamente lo descrito en párrafos anteriores: “me fui exactamente el 11 de abril de 1990. La función de jefe de familia la hace mi suegro, el papá de mi esposa. Es él quien lleva el control, porque él ve por mi hija y por mi esposa en caso de que ellos se enfermen o necesiten económicamente algo”.
Cuenta el Sr. Santiago que en su ausencia, su esposa toma el papel de jefe de familia, en lo que se refiere a la administración del recurso, pero la responsabilidad de la familia recae en su suegro: “Bueno, en el dinero no, únicamente en el papel de que él (su suegro) debe de ver por ellos y cuidar de ellos en enfermedades, o en problemas de la casa que mi esposa tenga. Muy bien nos hemos entendido”.
Con este testimonio de un migrante que ha regresado de los EUA, se confirma que en ausencia de él o de ellos, quien asume el control de la familia, en muchas ocasiones es la madre que se queda con los hijos; en ausencia de ella, recae esta responsabilidad en los hijos mayores del hogar en compañía o en corresponsabilidad con el abuelo paterno o materno, según aquel que tenga mayor convivencia con los integrantes de ese hogar. Se trata entonces, de un proceso que cambia la dinámica al interior y exterior de las familias.
Esta reconfiguración de la estructura familiar, provoca que su impacto en el desarrollo local de las comunidades estudiadas no sea percibido positivamente. En tanto impide como lo sostienen Raquel Sans y Andrés Urrutia (2004), seguir cultivando los vínculos afectivos y de comunicación, hacer partícipes a los que emigraron de sentimientos, dificultades y asuntos familiares que ayuden a los padres a «resistir», a «paliar la situación» y a «hacerse a la idea de que la familia continúa siendo tal, aunque no todos compartan el mismo espacio, vislumbrándose con ello, un proceso de desintegración familiar, debido entre otros factores, al largo período de retorno que observan los padres migrantes a sus comunidades de origen.
Existe definitivamente en las áreas de estudio un reacomodo en las estructuras demográficas internas que coincide con Beavers (1995), lo cual obliga a los integrantes de un hogar, a mantener relaciones diferentes ó atípicas en la ausencia del migrante respecto al resto de la familia.