Ana Mercedes Díaz de Iparraguirre
En la actualidad, vivimos en una sociedad compleja y global en la que los cambios se suceden a una velocidad vertiginosa, haciendo cada vez más necesaria una visión global que sea capaz de manejar la complejidad e interpretar la interdependencia de los fenómenos. La globalización económica, la homogeneización cultural, el avance tecnológico y científico y los riesgos medioambientales no son fenómenos neutros. Tienen consecuencias sociales, políticas y económicas tanto a nivel mundial como local, y plantean nuevas necesidades y dilemas que se deben resolver.
Estos cambios no sólo están afectando la forma como se organizan los países y se establecen las reglas internacionales, sino también el modo en que las personas se relacionan y piensan. Como consecuencia, la educación a través del conocimiento que genera, se convierte en un elemento transformador que debe hacer frente a estos retos, aportando herramientas para la comprensión de los problemas, y ofreciendo, al mismo tiempo, instrumentos para la búsqueda creativa de soluciones.
Ahora bien, debido a la vertiginosa rapidez con que ocurren los cambios, el mundo laboral, empresarial y educativo, está constantemente generando innumerables transformaciones. Estos cambios caracterizados por aspectos tecnológicos, de innovación, de servicio y por los factores políticos, económicos y sociales, demandan de las empresas y las instituciones universitarias una nueva forma de organizar el trabajo, las condiciones de producción, la transmisión del conocimiento y el uso productivo de ese conocimiento. Como consecuencia de ello, las universidades, tienen la oportunidad de ofrecer programas y cursos de formación profesional acordes con las necesidades del sector
empresarial, a través de la capacitación y actualización de sus trabajadores y fortaleciendo competencias para satisfacer los requerimientos generados por las nuevas tecnologías.
En este contexto, las universidades y el sector empresarial deben alinearse en una permanente inter-relación, para el desarrollo de tecnologías, y a una aplicación más racional y sistemática de los conocimientos científicos y técnicos que actualmente se usan en el mundo y que son esenciales para competir exitosamente. Según Samaniego, citado por Cejas (2004):
“El proceso de transformación que ha tenido la economía y el alcance económico mundial que la globalización ha traido, repercute considerablemente en el desarrollo de los países, exigiéndoles mayor atención al ámbito laboral, donde el capital humano se caracteriza…. protagonista del sistema” (pág.2).
Con respecto a lo anteriormente expuesto, el informe de la Comisión Internacional sobre Educación para el siglo XXI, considera a la educación como una posibilidad al servicio del desarrollo humano para combatir la pobreza, la exclusión, la intolerancia, la opresión y las guerras. Dicho informe señala cuatro pilares fundamentales de la educación para el siglo XXI: 1) Aprender a saber, 2) Aprender a hacer, 3) Aprender a ser, y 4) Aprender a convivir y sus respectivas dimensiones: a) La dimensión social y económica, b) la dimensión científica y tecnológica y c) la dimensión cultural y ética.
Es por ello que la educación y la formación siguen considerándose los motores del desarrollo económico de las naciones debido a su componente primordial: “el conocimiento”, el cual hay que gestionar para que los pueblos logren alcanzar niveles de competitividad y de crecimiento. En vista de esto, la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia, y la Cultura (UNESCO), considera que la educación y la formación se pueden analizar desde varios puntos de vista:
a) Desde el punto de vista económico: La educación es valorada como elemento central de las políticas de desarrollo en el concierto de la competencia internacional, ya que incorpora y difunde, de manera sistemática, los conocimientos y avances tecnológicos, que permiten la transformación productiva. Es por ello necesario hablar de una educación que supere la excesiva fragmentación de conocimientos por disciplinas, y utilice estrategias de aprendizajes más autónomos y flexibles, que conduzcan al cambio de paradigmas.
b) Desde el punto de vista humanístico: La educación debe garantizar el desarrollo integral de los individuos, los valores del patrimonio intelectual de la humanidad y favorecer los procesos de democratización política y social, reduciendo la brecha entre los individuos y los países.
c) Desde el punto de vista ético: La educación debe ser considerada como un elemento importante para aminorar el rezago de los individuos de los países menos favorecidos en el proceso de globalización. Esto se debería hacer a través de la vinculación con sus sectores productivos, relacionando las cadenas productivas de la economía con la ciencia, la tecnología e investigación en el desarrollo de la producción de los bienes y servicios e integrando el sistema educativo a un esquema más amplio de reestructuración global de la sociedad y el Estado.
Por consiguiente, se debe tratar de construir una perspectiva ética, científica, teórica y práctica, que permita la participación que dé respuesta a desafíos contradictorios en este mundo globalizado. Es decir, procurando ser más abiertos al mundo, fortaleciendo, al mismo tiempo, nuestra identidad y cultura nacional; siendo igualmente más competitivos y productivos sobre la base de una mayor solidaridad y cooperatividad social, para ser capaces de crecer materialmente dentro del marco del desarrollo humano sostenible.
Con relación a lo anteriormente planteado, organismos como la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) y la UNESCO, proponen un modelo de desarrollo en el cual coinciden en reconocer que la educación debe estar relacionada con la producción y que las políticas educativas del Estado deben perseguir equidad y sustentabilidad social. Igualmente, sostienen que las políticas educativas de los países deben combinar objetivos múltiples para lograr la vinculación entre las necesidades del desarrollo económico de estos en términos de requerimientos de integración de las cadenas productivas. Permitiendo así la competencia internacional con los criterios de justicia y equidad para todos los ciudadanos.
El presente trabajo está adscrito a la Línea “Aprendizaje Organizacional “Del Doctorado de Ciencias de la Educación de la Universidad Nacional Experimental Simón Rodríguez. Es una investigación de campo de tipo descriptivo-interpretativo y de carácter documental orientada metodológicamente según la investigación cualitativa. De igual manera, se enfocó onto-epistemológicamente hacia una investigación educativa de naturaleza dialéctica, sistemática, humanista e interpretativa, por cuanto se estudia al hombre en su capacidad para el aprendizaje individual y colectivo en el interior de las organizaciones objeto de estudio, para lograr determinados fines y porque se concibe igualmente al individuo como un ser que interactúa socialmente.
Con este estudio se pretendió conocer e interpretar la realidad del papel de los actores sociales involucrados en el proceso de formación. Además, a través
del enfoque interpretativo se analizó, evaluó y reflexionó sobre la realidad en que están insertas las acciones de los informantes. Esta investigación se apoyó en las técnicas de revisión documental, y entrevista estructurada, sus resultados fueron objeto de interpretación y reflexión con apoyo en referentes teóricos que se asumieron como un marco orientador de la indagación para la satisfacción de las interrogantes y los objetivos planteados.
Entre las teorías que apoyaron la investigación se tiene a la teoría de la organización, teoría del capital humano, y teoría general de sistemas y desarrollista, las cuales dieron aportes relacionados con las técnicas utilizadas por las organizaciones, involucradas en la investigación, para generar conocimientos que contribuyan al crecimiento económico y sostenido del país, así como la satisfacción de las necesidades socioeconómicas de su entorno inmediato.
El presente informe fue conformado en los siguientes capítulos:
Capítulo I: Ofrece una visión del contexto, se analiza el problema objeto de estudio. Se describe la situación que da origen a la investigación. Se plantean las interrogantes, los objetivos, tanto generales como específicos, así como la justificación e importancia.
Capítulo II: Presenta el marco teórico, donde se relacionan los antecedentes, el marco referencial, las teorías de entrada (Teoría del Capital Humano, Teoría de Sistema, Teoría Organizacional, Teoría Desarrollista) y la Fundamentación Legal.
Capítulo III: Describe la metodología a utilizar, el modelo, el enfoque epistemológico, tipo de investigación, técnicas e instrumentos de recolección de la información y validez de la investigación
Capítulo IV: Contiene el tratamiento de la información, en el que se presenta en primer término los conceptos previos relacionados con las dimensiones que engloban los objetivos de la investigación. En segundo término, los conceptos
generados por la codificación abierta y las respectivas categorías y subcategorías surgidas a través de la codificación axial de las unidades de análisis de las documentaciones online, las entrevistas a los informantes clave y las de los estudiantes de postgrado en el cafetín “La Remolacha” de la Universidad de Carabobo.
Capítulo V: Se analizan los resultados de la investigación, la contrastación de las categorías, e interpretación de los hallazgos con el fin de generar teorización o teoría emergente del fenómeno estudiado.
Capítulo VI: Presenta las conclusiones y recomendaciones las cuales responden a los resultados obtenidos de los objetivos que se plantearon.
Capítulo VII: En este capítulo la autora expone una serie de reflexiones nacidas de la investigación realizada, a partir del contacto con los informantes clave de las unidades de análisis y su participación en el curso virtual dictado por la OEA/BID denominado Ética, Capital Social y Desarrollo Universitario.
Por último se presentan las referencias bibliográficas y los anexos correspondientes.