Alejandro Díaz Garay
A pesar de haber concluido el Programa Bracero, la migración internacional siguió dándose en San Juan Unión, ahora de manera ilegal. Aunque es preciso señalar que paralelo a la migración por contrato había una migración ilegal entre México y los Estados Unidos. Por otra parte, es importante destacar que la migración en la comunidad durante ese periodo era interna y externa.
Indirectamente conocí el caso de una familia que empezó a desplazarse hacia la ciudad de México, con más carencias que comodidades, para trabajar en el comercio informal (vendiendo tacos en un carrito móvil). Pronto Don Josué y hermanos, lograron salir adelante de su crisis económica y han prosperado en sus negocios. Desde hace años su empresa ha sido fuente de empleo de otros jóvenes de la comunidad que deciden desplazarse al DF. Actualmente, Don Josué es pastor de la iglesia cristiana interdenominacional que él mismo edificó en la comunidad, así como de un edificio con capacidad para albergar a 150 personas, un caso sui géneris.
Ya para el año 70, antes no, pues si iba uno allá andaba dando lástima, no tenían dónde llegar, no tenían dinero, no tenían pa la renta, quien iba a creer que Don Josué no tenía dinero aquí, mucha gente ahora ya tiene su carrito, ya vienen del D.F., de Cuernavaca para acá, en San Juan, en su carrito, sí, así es ese relajo de la migración, dentro del país y fuera del país (Idem.).
Volviendo a la migración internacional en la comunidad de San Juan Unión, había campesinos que empezaron siendo migrantes durante el Programa Bracero y, al término del mismo, continuaron desplazándose después de 1964, sin el permiso de la autoridad correspondiente. Es el caso de Don Federico Barrera, ya fallecido.
Los datos de la encuesta realizada a los habitantes de San Juan Unión en marzo de 2007 no registran entre 1965 y 1969 desplazamientos hacia los Estados Unidos. En cambio a partir de 1970 la frecuencia migratoria es continua y creciente a pesar de ser ilegal.
No obstante, se detectó por otra fuente al menos un caso que para cruzar la frontera norte del país lo hizo con visa de turista (no inmigrante) y actualmente cuenta con la ciudadanía americana. Es el caso de Don Memo, quien en la entrevista realizada en Chicago comentaba que antes de animarse a migrar a los Estados Unidos anduvo migrando internamente por motivos de trabajo y gracias a tener estudios más allá de la primaria.
Los varones que decidían pasar sin documentos, buscaban hacerlo contratando los servicios de un “coyote”. En 1970 el costo era de $200 dólares en promedio; a fines de esa década se elevó a $500. En los años 80 se duplicó el precio, cobrando hasta $1,000 dólares por persona. En los años 90 volvió a duplicarse el costo por cruzar ilegalmente, alcanzando los $2,000 dólares por persona (figura 4.7).
El alza de las tarifas provenientes del coyotaje se debía a dos factores: una mayor demanda por pasar la frontera en forma ilegal, incorporándose las mujeres y familias completas, así como una mayor vigilancia de la patrulla fronteriza de los Estados Unidos.
Para la mujer el costo mínimo de cruzar ilegalmente la frontera norte del país en 1990 era de mil dólares y lo más que se ha llegado a pagar son dos mil dólares en el año 2003. Por edades migran desde los 18 años de edad. La mitad de los encuestados dijeron haber cruzado por primera vez la frontera México-Estados Unidos durante el periodo 1965-1986. Los dos puntos principales de cruce eran Nogales y Tijuana; otros puntos de menor afluencia fueron Laredo, Piedras Negras y Matamoros (figura 4.8).
En la primera mitad de la década 1980-1990, el surgimiento de un flujo de trabajadores temporales marcó una etapa clave de todo el proceso migratorio en San Juan Unión. A partir de ese momento, el desarrollo de flujos fue más rápido. En esta etapa la migración seguía siendo circular aunque con una tendencia a permanecer por periodos más prolongados respecto al Programa Bracero. Los habitantes de San Juan Unión que decidieron migrar durante esta etapa, ya regularizaron su situación migratoria.
El 53 por ciento tiene residencia y el 47 por ciento tiene ciudadanía. Sus edades actuales fluctúan entre los 40 y 62 años, con un caso extremo de 72 años pero que vive en San Juan Unión.
Algunos de los familiares de migrantes dijeron desconocer el lugar de cruce fronterizo. Se registra una migración todavía masculina, pero ha descendido la edad promedio respecto a la etapa anterior. Ahora se registran casos de 16 y 17 años, la mayoría apenas rebasa los 20 años de edad. Se trata de los hijos de los migrantes del Programa Bracero, que también quieren “probar suerte y conocer el Norte” (figura 4.9).