Alejandro Díaz Garay
Mientras que la duración de la segunda etapa (Programa Bracero 1942-1964) fue de 22 años y la duración de la tercera etapa fue de 21 años (migración ilegal 1965-1986), el gobierno de Washington se dio cuenta de que con la culminación del Programa Bracero no se había puesto fin a la migración de México hacia los Estados Unidos; por el contrario, ésta simplemente proseguía de manera no autorizada. La cuarta y última etapa histórica de la migración internacional en San Juan Unión corre a la par del año en que fue puesta en vigor la Ley IRCA, en 1986.
Este fue el primer intento serio por frenar la migración indocumentada de la Unión Americana. Se legalizaron 2.7 millones de inmigrantes. Sin embargo, tuvo efectos alternos contrarios a la meta que se perseguía. Lejos de frenar la migración la propagó, y con ello, propició el abandono del campo y la comunidad a nivel familiar en México.
El caso de San Juan refuerza la hipótesis respecto al impacto que tuvo la Ley IRCA, también llamada Simpson-Rodino, en reconocimiento a los legisladores que la promovieron, en el sentido de que ésta vino a transformar el patrón migratorio entre México y Estados Unidos desde el punto de vista sociológico y demográfico, al tener como principal objetivo detener el flujo de indocumentados y regularizar la inmigración. Sin embargo, mientras la implementación de la Ley IRCA hizo aumentar sensiblemente el índice de legalidad de la comunidad migrante mexicana, abrió nuevos horizontes. Autores como Durand (2003) reconocen que otros procesos paralelos han jugado en contra, entre ellos la creciente población indocumentada y las actitudes y leyes represivas y discriminatorias en contra de la población migrante. Esta segunda consecuencia negativa de la ley también se refleja en San Juan Unión. El 40.7 por ciento de los casos de la encuesta aplicada correspondió a los migrantes ilegales que llegaron a los Estados Unidos después de 1986, una vez que el proceso de amnistía ya estaba cerrado. Se fueron de ilegales y continúan sin regularizar su situación migratoria después de 21 años. Este factor ha modificado la estancia de los trabajadores, pasando de ser temporal a ser permanente. En la entrevista realizada a Jorge Durand, en Chicago, comentaba al respecto que:
Es un cambio forzado por las circunstancias y por las políticas migratorias por parte de Estados Unidos. Cada vez se hace más difícil pasar la frontera y más costoso. De este modo, aquel que logra pasar la frontera se queda porque pues ya no puede regresar, o ya no quiere poner su vida en riesgo o ya no quiere pagar tres mil o cuatro mil dólares para poder regresar. Antes había un sistema de status quo que no era legal, ¿no?, pero que funcionaba bien para ambas partes, que era, podían pasar de un lado a otro de la frontera (Jorge Durand, entrevista, Chicago, 2006).
Ahondando sobre la prolongación en la estancia del migrante, menciona las redes sociales que se crearon con la aprobación de la Ley IRCA.
Cuando en 1986 se legalizó a 2 millones 300 mil mexicanos y esos fueron una masa crítica de migrantes legales. Con la amnistía se legalizaron y esos a su vez han traído a más miembros, y han tenido hijos, se han casado, y eso forma ya una masa crítica que en los años 80 era fundamentalmente indocumentada, hoy en día no podemos decir lo mismo. Hoy en día son documentados, pero también hay muchos millones de indocumentados y eso es fundamental (Idem.).
También tenían derecho a vivir con su familia nuclear (esposa e hijos) y el beneficio alcanzaba a los padres del nuevo ciudadano americano. Esta lógica desatada por la amnistía aceleró la migración internacional de manera potencial en la última década del siglo XX.
La comunidad de San Juan Unión se enmarca plenamente a esta realidad. Los migrantes que llegaron a Chicago antes de 1982, lograron su residencia en 1986 con la Ley de Amnistía; cinco años después, en 1991 empezaron a hacerse ciudadanos estadounidenses. Como resultante, podían entrar y salir de manera legal de aquel país.
Al aplicar la entrevista colectiva fue muy impactante el constatar que de los 19 niños del grupo de 6º. Año, todos tenían al menos un familiar que se encontraba trabajando en algún lugar de los Estados Unidos, como se puede apreciar en la figura 4.10 levantaron la mano en señal afirmativa.
En la entrevista colectiva los estudiantes del sexto año de primaria, de 12 años de edad en promedio, tenían una posición muy clara respecto a su participación en la migración internacional. Los diez niños del grupo esperaban cumplir 15 o 16 años de edad para irse al “Norte”, esgrimiendo razones como: ir a conocer por allá, a probar suerte, para trabajar unos dos o tres años y regresar con dinero y camioneta. Las nueve niñas afirmaron que no estaban interesadas en salir de su comunidad, lo cual resultó contradictorio respecto a la respuesta de los niños.
En San Juan Unión hay un kínder, una primaria y una telesecundaria. Para continuar estudiando los jóvenes deben migrar a la cabecera municipal de Iguala o Taxco. Si desean estudiar una carrera dentro del estado de Guerrero, la migración debe ser hacia Chilpancingo o Acapulco.
La encuesta aplicada a la comunidad de San Juan Unión precisa la información de la entrevista colectiva respecto a los lugares de llegada y de radicación de los migrantes. La principal ciudad de llegada al cruzar la frontera norte del país es Phoenix, pero la principal ciudad donde radican los oriundos de San Juan Unión es Chicago (figura 11).
Otras ciudades de llegada son Florida, Michigan, Los Ángeles, Dallas y Nueva York. Respecto a las ciudades de radicación se localizaron Florida, Michigan, Phoenix, Los Ángeles, Dallas y Carolina. Cabe mencionar que el 22 por ciento de los migrantes encuestados radica en San Juan Unión. Todos ellos son personas en edad avanzada y opinaron que ya no son bien vistos para trabajar en Estados Unidos.
Las experiencias de los familiares migrantes pareciera ser el único referente laboral de los adolescentes y de los niños de San Juan Unión. Son más las familias que optan por mandar a sus hijos a los Estados Unidos, y los que le apuestan a la educación son casos aislados.
Fue hasta la realización de otras entrevistas que entendí la respuesta de las niñas. Don Manuel, quien vive con su esposa y la menor de sus hijas, comentaba en entrevista que su hija de 25 años se quiere ir a trabajar a Estados Unidos, pero no le da permiso por el temor de que nunca más regrese al pueblo. La estrategia de los padres en San Juan Unión es retener a las adolecentes hasta que se casen con alguien del pueblo. De esta manera, la esperanza de que regrese pronto a visitarlos y de mandarles remesas está presente.
La encuesta revela que a partir de 1990 surge en San Juan Unión la migración ilegal femenina, y los datos muestran cierta continuidad en los flujos de los primeros seis años del siglo XXI. Lo sorprendente es que también se van a edades muy tempranas a pesar de las resistencias de los padres. Es el caso de Margarita, una joven que estudió hasta la telesecundaria y lleva tres años sin estudiar. En la entrevista realizada afirmaba el deseo de irse antes de terminar el 2007.
El aumento de la migración de mujeres, niños y adultos mayores se explica tanto por la falta de oportunidades, la pobreza, pero también por la reunificación familiar, en la medida en que el jefe del hogar logra regularizar su situación migratoria. Una vez obtenida la residencia se abre la posibilidad de acceder a créditos inmobiliarios, aperturar cuentas bancarias, tramitar licencias de conducir, entrar y salir del país legalmente.
Lo cierto es que en San Juan Unión ya han emigrado algunas familias enteras. De todas las personas migrantes entrevistadas en Chicago, ninguna expresó su deseo de regresar a vivir en México. Algunos hablan de pasar los últimos días de su vida en su pueblo, pero únicamente por seis meses para conservar la pensión que les otorgue en su momento el gobierno de Estados Unidos.
En general, los migrantes laborales al ganar en dólares aprenden a valorar su fuerza de trabajo. El salario mínimo es de $6.50 dólares por hora. Si labora durante 8 horas diarias, al fin de la jornada gana $50 dólares en promedio, más de $500 pesos por día. Sabe que en su comunidad nunca ganaría eso, de ahí que una vez vencida la nostalgia decide quedarse definitivamente a trabajar allá y busca los medios de reunificar a su familia. Generalmente los hijos pequeños los pasan a través de las redes familiares que operan en la comunidad, con documentos falsos, haciéndose pasar por hijos de quienes ya son ciudadanos.
Los nuevos migrantes de San Juan Unión se van también de ilegales. Como ya mencionaba líneas arriba, el costo de cruzar la frontera mediante la contratación de un coyote, que se ha incrementado notablemente no sólo en términos cuantitativos sino también de riesgo. En los 70’s el costo era de $200 dólares, en el 2007 el costo mínimo es de $3000 dólares. El incremento en la vigilancia de la frontera Norte por parte del gobierno de los Estados Unidos, la construcción del muro con más de 1100 km. lineales en los puntos de cruce con mayor afluencia de connacionales, la exploración de nuevas rutas la mayoría de ellas por territorios desérticos, con temperaturas extremas, son los obstáculos a vencer.
De tener éxito en la travesía, el nuevo migrante debe conseguir empleo para pagar su cruce fronterizo al familiar, compadre, amigo o vecino, que lo financió. Después de eso, los siguientes cheques serán para sus familiares hasta que caiga en la cuenta que él mismo también tiene derecho de hacer su propia familia, y es cuando dejan de fluir las remesas (Andrés Miranda, entrevista, Chicago, 2006).
En verdad, la migración en San Juan Unión no se va a detener, pues en la comunidad no hay alternativas de empleo y el campo está abandonado. Esta es la realidad de Guerrero y del país, a pesar de las políticas antiinmigrantes de los Estados Unidos.
Yo creo que es un proceso que no se va a detener fácilmente, que hay condiciones para que se vayan limitando, en el sentido de que el crecimiento demográfico en México ya se ha controlado, es decir las familias ya no tienen 7 hijos, o diez o doce como en los años 50’s, ahora las familias tienen en promedio dos, tres hijos máximo, entonces, ya hay un control demográfico lo cual es muy importante. El otro aspecto es oportunidades de empleo que es donde realmente estamos fallando. La solución de NAFTA pues no ha dado empleos, ¿no?, al contrario, hemos perdido muchos empleos, sobre todo en el campo, y esa gente está buscando oportunidades de empleo en los Estados Unidos (Jorge Durand, entrevista, Chicago, 2006).
El gobierno federal mexicano mantiene una política económica que no impacta al campo, y es que mientras no existan estrategias bien definidas en función de las necesidades del país, la migración va a seguir su curso.
No, yo creo que no va a cambiar. Que la misma política que aplicó el presidente Fox, cero apoyos al campo, va a seguir en el actual gobierno y eso va a generar más y más migración. Paradójicamente, aquí en Estados Unidos si hay apoyos al campo, si hay subsidios. Sin embargo, la receta que nos mandan y que nos imponen es la contraria (Idem.).