Alejandro Díaz Garay
“El principio de la sabiduría es el temor de Jehová...”
Proverbios 1:7a
Durante los últimos tres años, tiempo que me ha llevado construir la presente investigación, he recibido el apoyo de mucha gente que me ha brindado su hogar, su amistad y su confianza sin merecerla, tanto en Guerrero como en Chicago. Quisiera hacer mención especial de Erasmo y María Salgado, quienes me hicieron sentir como en casa a lo largo del trabajo de campo en la ciudad de los vientos, prodigándome no sólo de vivienda y alimentación, sino transportándome a los lugares donde tendría alguna de la veintena de entrevistas realizadas durante el verano del 2006. Por si fuera poco, el que Erasmo sea el líder moral de la organización Clubes Unidos Guerrerenses del Medio Oeste, me dio la oportunidad de conocer a los veinticuatro presidentes de los clubes afiliados a ésta: Miguel Cano de Temaxcalapa, Eliseo Morales y Marcelino Mora de Apetlanca, Francisco Pérez y Guillermo Morales de San Juan Unión, Sergio Morales de Huahuaxtla, Joaquín Damián de Apipilulco, Crescencio Valladares de Chichila, Atanacio Rivera de El Horconcito, Héctor Reyes de la Colonia Lázaro Cárdenas, Javier Zenón y Maximiliano Mancilla de Huixtac, Juan Hernández de Icatepec, Francisco Rosas de Sauces, Juan de León de Landa, Miguel Landa y Celso Landa de Huixotla, Eliseo Taboada de Mexcaltepec, Francisco Vázquez de Puente Río San Juan, Aldegundo Bautista de San Miguel, Florencio Díaz de Santa Teresa, Gregorio Velázquez de Sasamulco, Saúl Martínez de Los Naranjos, Luis Castañeda y Alfredo Salinas de Tenanguillo de las Cañas, Zenaida Bibian de Pantla del Zapotal, Roberto Gómez de San Juan Tenería, Avimeleth Torres de Zapoapa, Gilberto Macedo y Germán Rodríguez de Pericones y Campana. Muy en especial a la comunidad de San Juan Unión radicada en Chicago, a las familias Monrroy, Morales y Pérez, agradezco su hospitalidad y generosidad al brindarse sin reservas para conocer sus experiencias de vida y comunitaria. También a Andrés Miranda y Esposa por ser excelentes anfitriones.
De la Federación de Guerrerenses quisiera hacer un reconocimiento a Fabián Morales, quien me ayudó a contactar a líderes clave como el Director de la Oficina de Políticas y Abogacías de los Nuevos Americanos del gobierno de Illinois, José Luis Gutiérrez, ex migrante de origen michoacano; a Isidro Arroyo, ex presidente de Amealco, primer club de migrantes guerrerenses en Estados Unidos. Otros líderes migrantes que aportaron información sobre el origen de los clubes guerrerenses fueron Manuel Martínez, ex presidente de la Federación Guerrerense; Israel Rodríguez, actual Presidente de la Confederación de Federaciones; Gregorio Salgado (“Greg”), entonces presidente de la Federación de Guerrerenses. A Dante Gómez, ex representante de las comunidades mexicanas en el consulado mexicano en Chicago, quien ha hecho una importante sistematización de las experiencias organizativas de los mexicanos radicados en el medio oeste de los Estados Unidos.
En San Juan Unión la recepción no fue menos cálida. La bienvenida de Manuel Guzmán y Fernando Monrroy y sus respectivas esposas, me hicieron sentir como en familia. Admirable la actitud del pastor Josué Monrroy y esposa, quienes además de hospedarme en su hotel reservado a misioneros, me prodigaron generosamente de los alimentos durante el tiempo que duró el trabajo de campo en la comunidad de San Juan Unión, al igual que hace cada domingo con un centenar de habitantes de los poblados aledaños, quienes asisten al templo cristiano edificado por él para la gloria de Dios. A don Macario Guzmán quien en la entrevista a profundidad se mostró como el cronista de su comunidad, lamentablemente falleció unos meses después, sin llegar a cobrar el 10 por ciento de retención de su salario como ex bracero.
Quisiera mostrar mi aprecio a la tutora principal de esta investigación, María del Carmen Juárez Gutiérrez, por su guía e invariable apoyo para caminar con paso firme a lo largo del Programa de Doctorado en Geografía, quien junto al Comité Tutotal, conformado por María Inés Ortiz Álvarez y Enrique Propin Frejomil, han visto la evolución de la tesis desde que era un simple bosquejo de protocolo, misma que se fue puliendo gracias a sus orientaciones y sugerencias; particularmente, cuando recibí la aprobación de la candidatura como Doctor en Geografía. A los sínodos Lilia Susana Padilla y Sotelo y Eliane Levine Leiter, cuyos comentarios en su calidad de lectoras le han dado mayor coherencia y sentido al estudio. En caso de haber algún acierto de lo aquí expuesto el mérito académico debe ser adjudicado a mis asesores, asumiendo en todo momento los inevitables yerros derivado de la mayor y más duradera investigación nunca antes realizada en mi existencia.
El haber cursado los seminarios de investigación económica con estudiantes de maestría y doctorado en Geografía permitió enriquecer la discusión y aprender de todos algo relevante para ir avanzando sobre los dos primeros capítulos de la tesis: la cartografía, la metodología, la teoría, las escalas geográficas, entre otros elementos de análisis. Mi agradecimiento a Claudia, Chema, Rodrigo, Abraham y demás compañeros de aula por sus valiosos comentarios. A Moisés, joven geógrafo, por las horas de servicio social dedicadas a mi trabajo hasta lograr construir los tan anhelados mapas temáticos sobre la migración internacional en Guerrero.
Quisiera agradecer a CONACYT por la beca de manutención que me fue otorgada durante los estudios de doctorado y a la SEP por otorgarme una beca de titulación PROMEP. A la Universidad Autónoma de Guerrero, por haberme postulado bilateralmente para aspirar a ser becario y al Programa de Doctorado en Geografía de la Facultad de Filosofía y Letras por darme la oportunidad de formarme al más alto nivel.
Finalmente, quisiera externar dos agradecimientos no menos importantes: a Dios por haberme permitido llegar hasta aquí. A mi familia por darme el aliento para seguir adelante cuando las cosas no iban del todo bien, particularmente a Hilvia, mi madre, por creer siempre en mí; a mi hermana Angélica, por apoyarme con el hospedaje durante todo este tiempo; a Irma, mi esposa, por estar dispuesta en todo momento; a mis hijos Alejandra y Alan, por entender que no siempre se puede estar juntos y ser mejores estudiantes de lo que yo fui en esos grados que ahora enfrentan a sus 15 y 12 años de edad.