Alejandro Díaz Garay
En México, la migración internacional que tiene como destino Estados Unidos es fundamentalmente laboral. Guerrero no es la excepción. A nivel nacional, el 98 por ciento de la migración internacional se dirige hacia el vecino país del norte; la tendencia en Guerrero se agudiza, alcanzando el 99 por ciento (INEGI, 2001b).
En general, las características del nuevo patrón migratorio del país también se manifiestan en la entidad. Flujos migratorios de todas las edades, participación masculina y femenina, rural y urbana, tendencia hacia el no retorno, expansión espacial del fenómeno, incremento en la magnitud de los flujos, entre otras.
La curva del crecimiento demográfico de Guerrero tuvo a partir de los años 60’s un punto de inflexión, cambiando su pendiente de positiva a negativa. En esa década alcanzó un 3.1 por ciento promedio anual. En los años 70 fue de 2.7 por ciento. En los años 80 de 2.2 por ciento. En los años 90 de 1.6 por ciento y entre 2000 y 2005 cayó a tan sólo 0.3 por ciento, una de las tasas más bajas del país en la primera mitad de la presente década (INEGI, 2006).
El descenso en la tasa de mortalidad y la disminución en la tasa de natalidad, ponen al descubierto la pérdida de población derivada de la migración. Este hecho genera un gradual envejecimiento de la población, reflejado en una menor proporción de niños y, por ende, un mayor peso relativo de los adultos mayores.
La emigración internacional en Guerrero no era un fenómeno recurrente hace apenas dos décadas. Se manifestaba en algunos municipios de las regiones Norte y Tierra Caliente. En 1990, 16 de los 75 municipios pertenecientes al estado de Guerrero no registraron población migrante internacional (INEGI, 1991). Para el año 2000, sólo 3 de los 76 municipios que representaban el total estatal no habían experimentado desplazamientos poblacionales a nivel internacional (INEGI, 2001b). Los tres municipios no registrados en esta dinámica migratoria eran Igualapa, Atlamajalcingo del Monte y Acatepec. Este último creado en 1993, ubicado geográficamente en la Región Montaña. Sin embargo, estos tres municipios se beneficiaron de envíos de remesas para el mismo periodo aunque en porcentajes por debajo de la media estatal (CONAPO, 2002). Las estimaciones de CONAPO se hicieron con base en la muestra del diez por ciento del XII Censo General de Población y Vivienda de INEGI (ob. cit.). Una explicación de esta discrepancia podría ser la salida de los migrantes antes de 1990 y su permanencia por lo menos hasta el 2000 en aquel país. Otra explicación podría deberse a errores metodológicos derivados de la muestra para poblaciones pequeñas. De un total de 9,181 cuestionarios aplicados en Guerrero sobre migración internacional en el 2000, para el caso de Acatepec no hubo muestra pero si en Atlamajalcingo (9 cuestionarios) e Igualapa (22 cuestionarios) cuyas muestras resultan insuficientes.
La figura 2.9 muestra el comportamiento migratorio por rangos de edad. Se registran edades menores de un año, lo que presupone una migración familiar de parejas recientes.
El 80 por ciento de los migrantes tiene como máximo 30 años de edad. La moda estadística se alcanza a los 18 años de edad. El comportamiento de la curva normal observa un crecimiento que obtiene su máximo en el rango 18-24 años, que representa el 43 por ciento del total. Los subsiguientes rangos van disminuyendo conforme avanza la edad de los migrantes. La emigración de mano de obra joven será un factor determinante que merme las potencialidades de desarrollo del estado. Es lo que los estudiosos del tema llaman pérdida del bono demográfico.
Durante el periodo 1995-2000, el mes de mayor emigración fue enero (14.0 por ciento) y el de menor noviembre (5.3 por ciento). No obstante, los flujos migratorios se dan durante los 12 meses del año, pero su incidencia es mayor en el primer semestre, ya que se registra el 60.6 por ciento de los desplazamientos totales.
Además de Estados Unidos, la muestra censal de INEGI (2001b) captó migraciones marginales hacia Canadá, Japón, Suiza, Alemania, Italia, España, Israel, Brasil y Guatemala. Estas migraciones juntas representan el 1 por ciento del total de las emigraciones internacionales en Guerrero.
No obstante, la migración hacia Estados Unidos de localidades mayores a medio millón de habitantes, en términos porcentuales, destaca por su perfil femenino. El 12 por ciento de las mujeres emigró desde la ciudad de Acapulco, mientras que en el caso de los hombres lo hizo sólo el 8 por ciento del total por sexo (figura 2.10).
De la base de datos vivienda y hogares del 2000, se aprecia que entre 1995 y 2000, el 8.4 por ciento de los hogares tenían al menos un familiar que había emigrado, y otro 3 por ciento no especificó su condición migratoria. El 70.9 por ciento de los hogares que experimentaron el fenómeno de la migración lo hicieron con sólo uno de sus familiares, el 19.2 por ciento con dos miembros, el 5.8 por ciento con 3 miembros; el otro 5 por ciento de las familias guerrerenses que emigraron a Estados Unidos sufrieron la ausencia de 4 y hasta 12 familiares. A medida que aumenta el número de emigrantes por familia, la participación de las localidades de baja densidad se hace más notoria, llegando a ser hasta 12 el número de emigrantes en una sola familia.
Finalmente, el 90.9 por ciento no había regresado al momento del censo. Del total que decidió volver a su lugar de origen, el 58.7 por ciento lo hizo durante el invierno, particularmente en el mes de diciembre, siendo el año 1999 en el que se registraron la mayoría de los viajes de regreso a sus comunidades (figura 2.11).
Dada la mayor migración masculina es normal que quienes retornan a sus lugares de origen son predominantemente los hombres. Los años 1998 y 2000 muestran una estructura porcentual semejante a los migrantes por sexo al momento de irse, es decir ¾ partes son hombres y ¼ parte mujeres. Los años 1995, 1996, y 1999 revelan una migración de retorno masculina por encima de lo normal con escasa participación femenina.