Tesis doctorales de Economía


TOMA DE DECISIONES EN LA ELECCIÓN Y ADOPCIÓN DE OPCIONES PRODUCTIVAS EN UNIDADES DOMÉSTICAS DE DOS GRUPOS DE PRODUCTORES CAMPESINOS DEL MUNICIPIO DE HOCABÁ, YUCATÁN, MÉXICO

Wilian de Jesús Aguilar Cordero


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CAPÍTULO V. DISCUSIÓN GENERAL

La participación del promotor y/o cualquier persona interesada en el sistema de relaciones campesino-naturaleza-cultura, no puede ser reducida a un estar frente, o a un estar sobre, o a un estar para los campesinos, puesto que debe ser estar con ellos, como sujetos del cambio (Freire, 1991: 63).

La sistematización de experiencias de aprendizajes de los grupos de productores rurales como señalan alguno autores (Bernechea et al., 1998; Ghiso, 1998; y Martinic, 1998), son significativamente importantes ya que se conoce desde la perspectiva de los mismos campesinos sus principales experiencias y conocimientos aplicados a procesos de cambio social y/o adopción de tecnologías agrícolas y pecuarias encaminados a mejorar sus condiciones de vida.

En nuestros estudios de caso, los grupos Yaxcol e Ixchel, en dialogo con ellos y ellas logramos conocer desde su propia perspectiva, cuales fueron los principales criterios (endógenos) que valoraron para la adopción de tecnologías agrícolas propuestas por PROTROPICO-UADY, entre los que destacan el conocimiento previo sobre la tecnología y el segundo el beneficio económico que obtendrían de la actividad productiva. Aunque también señalaron otro criterio, la mano de obra (fuerza de trabajo) que si bien no apareció significativamente en los cuestionarios, si resultó relevante, sobre todo en el grupo Yaxcol donde a través del diálogo con los miembros del grupo, nos comentaban sobre la insuficiente fuerza de trabajo en la Granja Integral Ecológica.

De hecho para el grupo Yaxcol la insuficiencia de fuerza de trabajo fue un factor limitante para el avance en la granja, sin embargo, lograron reorganizarse valiéndose del apoyo y la disposición de los miembros de las familias que conforman el grupo, apoyándose sobre todo en las relaciones sociales de parentesco, donde todos participan, niños, niñas, mujeres adultas y campesinos de la tercera edad, rotándose en turnos para atender los cultivos y al manejo de los animales existentes en la granja. Las decisiones sobre la distribución del trabajo la realizan de manera colectiva y democrática, donde participan con voz y voto tanto hombres como mujeres. Este mecanismo de dialogo y acuerdos, sienta las bases como diría Bastos (1999:41) de una construcción social de la relaciones de poder donde hombres y mujeres podrían construir nuevas formas de compartir el poder, como es el poder doméstico y/o la transición hacia las tres dimensiones de empoderamiento propuestos por Rowlands (1997), la dimensión personal, colectiva y de relaciones cercanas.

El camino hacia estas nuevas formas del ejercicio del poder no es sencillo como se pudo constatar en la Granja Integral Ecológica, donde se están entretejiendo formas diferentes de división del trabajo y de toma de decisiones, donde ambos sexos participan y deciden. Sin embargo, en el ámbito doméstico del grupo, es un poco diferente, porque a pesar de que dialogan hombres y mujeres y consensan las decisiones sobre los diversos asuntos familiares, la decisión última recae en los hombres. Esto es un claro ejemplo de que todavía se mantienen las relaciones de poder patriarcal dentro de las llamadas comunidades indígenas tradicionales.

En cuanto a los procesos de empoderamiento de las mujeres en el campo rural, dada la crisis económica que se vive en el modo agrario como diría Toledo et al (2002) las mujeres campesinas cada vez se han ido incorporando más al mercado de trabajo sobre todo con la coyuntura de los programas del gobierno federal, como fue el caso de las Unidades Agrícolas Industriales para las Mujeres (UAIMs) que representó un espacio socio-productivo importante, aunque en algunas casos poco exitoso (Villareal, 1996; Villagómez y Pinto, 1997). En el caso del grupo Ixchel, si bien no se constituyeron como una UAIM, si se lograron conformar como un grupo base y/o empresa social registrada ante la Secretaría de Hacienda y Crédito Público (SHCP). Para lograr formarse como grupo base e incorporarse al mercado de trabajo, tuvieron que enfrentarse a diversos factores inhibidores como “los deberes del hogar”, el permiso de los cónyuges, el “machismo” entre otros. Una estrategia que implementaron para cumplir con “sus responsabilidades domésticas” fue apoyarse en las relaciones de parentesco donde las tías, suegras, hermanas, hijas, hijos jugaron un papel importante para poder cumplir con ambas responsabilidades: la producción artesanal, sin descuidar las diversas actividades propias del hogar. Aunque no todas las mujeres lograron mantenerse en el grupo a pesar de re-organizar su espacio doméstico de acuerdo a los requerimientos del tiempo que se necesitaban para la producción, ya que al no contar con el apoyo del cónyuge, a la larga, tuvieron que abandonar el proyecto. Esto sucedió sobre todo con las mujeres de mayor edad.

Ahora bien, a pesar de que la literatura sobre el trabajo familiar campesino señala que hay una participación a diferentes niveles del hombre en las actividades complementarias de la economía familiar (Villa, 1985; Herrera, 1994;Villagómez y Pinto, 1997; Baños, 1997), en nuestro caso, pudimos constatar que si bien los señores participan en menor o mayor medida, quienes más mostraron disposición a colaborar con el trabajo artesanal fueron los cónyuges más jóvenes del grupo Ixchel. Además de que según las informantes claves, mujeres artesanas (N=5) entrevistadas se inició un proceso de cambios de actitud y de conducta entre los cónyuges surgidos a partir de una mayor continuidad en la participación de hombres y mujeres en la actividad artesanal, además, de que ellas podían incidir con mayor fuerza en la toma de decisiones relacionadas con los asuntos de importancia familiar, como son los gastos, el trabajo, la educación, la salud entre otros. Aunque, esta mayor participación y espacio ganado en el poder doméstico entre las mujeres artesanas del grupo Ixchel, haya tendido más a un “poder encubierto” como señala Chávez (1998), en el sentido de que a pesar de ganar ciertos espacios de poder mediante un intenso trabajo, luchas y esfuerzos individuales realizados en el interior de cada hogar, no se llegó a cuestionar del todo la autoridad masculina y nunca se evidenció a nivel público.

En ambos casos, tanto en el grupo Yaxcol como en el grupo Ixchel, los procesos de transferencia y toma de decisiones tiene que ver tanto el ámbito doméstico como a lo interno del grupo productivo, la presencia masculina estuvo presente en la vida y desarrollo del grupo, por lo que consideramos como bien señala Bastos (1998) que sería importante considerar de la mejor manera, la posibilidad de promover el cambio social y cultural donde los hombres llegasen a entender que no necesariamente tienen que ser esa carga autoritaria para el bienestar doméstico y que pueden convertirse en un agente de la prosperidad del grupo e incluso ser capaz, contra todo pronóstico según el modelo cultural vigente, de compartir espacios de poder y decisión con la mujer, que permitan no sólo una mayor participación en la toma de decisiones sobre la familia, sino el poder incorporarse al mercado del trabajo y generar ingresos para la mejora de la economía familiar, logrando de esta manera el empoderamiento tanto de la mujer como del hombre. Aunque si bien estamos de acuerdo con este cambio, hay que ser muy cuidadosos sobre todo en cuestiones que impliquen cambios sociales y culturales que pueden resultar muy peligrosos y violentos sobre todo para las mujeres, como es la transformación del patriarcado hacia la nuevas formas de ejercer el poder, como es el poder doméstico y el empoderamiento.

En cuanto al uso y abuso del conocimiento tradicional por parte de algunas instituciones académicas, científicas y de los tres niveles de gobierno y ONGs que no valoran dicho conocimiento y que además no consideran en su justa dimensión la opinión de ellos al momento de ofrecer el o los “paquetes agro-tecnológicos” siguiendo con los viejos esquemas reproducidos desde la conquista española hasta la llamada Revolución Verde, que a nuestro parecer aún continúa vigente, donde se considera al campesino como un simple “recipiente” al que hay que verter el conocimiento sobre el uso y manejo de las tecnologías, consideramos que este modelo de transferencia debe ser superado, porque desde el punto de vista de los mismos campesinos y campesinas son ellos quienes deberían decidir sobre la adopción de estas innovaciones tecnológicas como señala Freire (1991) y Batalla (1987), entre otros.

En nuestro estudio de caso, el dialogar con las artesanas de Ixchel y sobre todo con los campesinos del grupo Yaxcol, proporcionó información valiosa sobre la percepción que tienen los propios productores sobre esta situación de transferencia, donde se ha carecido de sensibilidad al momento de establecer vínculos de confianza y trabajo colaborativo, olvidándose en muchas ocasiones de buscar y establecer el Rapport, entre los diversos actores sociales, desafortunadamente, esto no es valorado por la otredad (“nosotros”), como generalmente suele suceder, como señala un campesino del grupo Yaxcol:

Es que las instituciones [académicas y científicas], no todas buscan beneficiar al campesino lo que yo he visto es que los técnicos [académicos] vienen y se llevan nuestro conocimiento, publican y se apoderan del conocimiento de nosotros y no lo revierten a la comunidad para que se mejoren las condiciones de vida y cuando no estamos de acuerdo con lo que ellos hacen comienzan a decir que somos “lidercillos”, estamos “jodidos” los campesinos porque nos han robado constantemente, no en tierra ni en dinero sino en conocimiento (Entrevista: Fabián Balam, 2005).

Es claro que el trabajar con grupos de campesinos como han reportado diversos autores (Freire, 1991; Blanco, 1997; Pérezgrovas, 1997; Alemán, 1998; Santos et al., 1998, Ramos, 1998; Chapela, 1999; Moya, 2003; Herrera, 2006) representa un reto para los agentes externos a la comunidad, ya que no es sólo establecer vínculos de colaboración, apoyar financieramente y asesorar a los grupos sociales, sino que también hay que lograr establecer el Rapport y valorar en su justa dimensión lo complejo que es el camino hacia la autonomía de los grupos organizados de pequeños productores rurales, como fue el caso de las mujeres artesanas Ixchel y del grupo Yaxcol asesorados por PROTROPICO-UADY quién los acompañó durante un tiempo y que desde su propia percepción consideraron adecuado finalizar el acompañamiento; pero que desde la percepción de las mujeres artesanas no fue el mejor momento para dejarlas solas, ya que según ellas aun no habían logrado consolidarse como equipo de trabajo; y en el caso del grupo Yaxcol, por los “malos entendidos y falta de dialogo empático” entre investigadores y ellos, consideran que la presencia de PROTROPICO-UADY no fue, ni es necesaria ahora.

Consideramos que la idea, de la autogestión y la autonomía (Lacki, 1995, García et al., 1998) se queda en muchas ocasiones dentro de la dimensión de la posibilidad, porque consideramos que hay varias interrogantes por resolver antes de aceptar la posibilidad real de que sucedan dichos hechos sociales, por ejemplo, ¿cuándo se considera que el grupo social está listo para ser autónomo?, ¿cuáles son los criterios para suponer que están listos?, y algo muy importante, ¿son ellos o ellas los que deciden cuando se consideran listos para su autonomía? o ¿somos los académicos, instituciones gubernamentales y no gubernamentales quienes decidimos?. Señalamos esto, porque en el diálogo con los sujetos reales, los campesinos y campesinas, comentaban que extrañaban la presencia de la “gente” de PROTROPICO sobre todo en el grupo de Ixchel quienes señalaron que de haber estado como mediadora la ingeniera Mucuy (promotora), quizás habría solucionado sus diferencias y resuelto los problemas que conllevaron a la ruptura del grupo.

Esta situación nos enseña que hay que aceptar, reconocer y valorar que la aceptación social de una nueva tecnología agrícola resulta difícil y su adopción y permanencia en sus actividades productivas aún más. Sin embargo, en la medida que nos demos cuenta de que no es solo cuestión de “convencer” a los campesinos, sino de entender y comprender las necesidades de ellos, sus sistemas tradicionales, su cultura agrícola, sus estructuras de poder y relaciones de poder, así como su “sentir” (estableciendo el Rapport), estaremos dando un paso hacia adelante en los procesos de trabajo comunitario y proyectos de desarrollo agrícola con corresponsabilidad.

Como último punto queremos señalar que en el caso del grupo Yaxcol, los campesinos entrevistados también reconocieron la importancia del acompañamiento de los promotores e investigadores de PROTROPICO pese a las diferencias, malos entendidos y resentimiento que tienen en contra del coordinador de PROTROPICO-UADY. Hay que recordar que para algún sector de la comunidad científica y académica todavía siguen pensado en los campesinos como “cosas”, “recipientes” a los que hay que llenar con el único “conocimiento valido”, el científico, y con las innovaciones tecnológicas; por lo tanto “aunque parezca obvio”, hay que reconocer y aceptar , como diría Freire (1991) de que los campesinos son sujetos pensantes y no cosas, y que hay que valorar e interiorizar metodológicamente que las relaciones empáticas son un paso importante para establecer el Rapport y para consolidar lazos de amistad y de trabajo colaborativo enmarcado dentro del respeto a las diferencias culturales. Esto, podría permitir una relación más cercana a la diversidad de problemas a los que se enfrentan los campesinos y campesinas durante el proceso de transferencia y adopción-adaptación de innovaciones tecnológicas, como fue el caso de las propuestas agro-tecnológicas realizadas por PROTROPICO para mejorar las condiciones de vida de las unidades domésticas de los grupos Yaxcol e Ixchel.


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