Susana Delfina Bautista Alvarado
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En 1875 tiene lugar el primer conflicto estudiantil , con el cual se obtiene la autonomía Universitaria: Durante los meses de abril y mayo de 1875, al finalizar el gobierno del licenciado Sebastián Lerdo de Tejada, y a un año de distancia del advenimiento del general Porfirio Díaz a la presidencia de la República, se registra en la capital el primer conflicto estudiantil digno de meditación. Surge entonces, concebido y planeado por jóvenes estudiantes, el primer intento serio a favor de la autonomía universitaria, bajo la denominación de la Universidad Libre. Como ocurre con muchos acontecimientos trascendentales, el problema estudiantil de 1875 se origina en un incidente trivial. Los estudiantes de medicina se propusieron combatir el método pedagógico del eminente médico Rafael Lavista, catedrático de la Escuela de Medicina, dejando de asistir a sus clases. La dirección del plantel castigó la insubordinación expulsando a dos alumnos, cada uno de los cuales encabezaba la lista de los internos y de los externos. Un convenio posterior logró la revocación de la orden y los rebeldes volvieron a sus clases. El caso se habría cerrado entonces, de no haber mediado un acto, de represalia de los alumnos contra uno de sus compañeros que se había negado a secundarlos y había asistido a clases durante los días de la insurrección: los muebles y documentos personales del traidor fueron destruidos por los internos. Esta vez la muchachada pareció demasiado fuerte, y el director del plantel, doctor Francisco Ortega, de acuerdo con el oficial mayor de la Secretaría de Justicia e Instrucción Pública –en funciones de secretario–, licenciado José Díaz Covarrubias, ante la imposibilidad de identificar a los culpables, ordenó la expulsión de los tres primeros alumnos de la lista de internos, cuyas becas eran costeadas por el Estado. Lo arbitrario de la medida sublevó a los futuros médicos, quienes decretaron la huelga en su escuela y lograron la adhesión de los estudiantes de Derecho, de Minería y de todos los planteles de educación profesional, que entonces se denominaban comúnmente de segunda enseñanza. A la huelga general se sumaron los alumnos de la Escuela Nacional Preparatoria, todavía bajo la dirección de su fundador, don Gabino Barreda.
La Universidad libre, consistió en que los estudiantes dieran y recibieran cátedra fuera de los recintos oficiales . El Manifiesto Estudiantil de ese entonces es el siguiente :
La Asociación de Escuelas Secundarias Unidas a la Sociedad Mexicana.
Deseosos de conservar nuestra dignidad, deseosos de hacer respetar nuestros derechos.
Considerando: que hasta hoy en nada se ha tenido Nuestra libre voluntad, y que en todas las decisiones para el régimen interior de los colegios, la autoridad competente sólo ha atendido a las antiguas prácticas, funesto legado de la dominación española, hemos resuelto sacrificar carrera, fortuna, porvenir y vida si es preciso, para lograr el cumplimiento de nuestro noble propósito: por eso nos hemos constituido en huelga.
Deseosos, sin embargo, de manifestar a la sociedad que este movimiento no es el resultado de bastardas aspiraciones, no la obra de muchachos revoltosos e indisciplinados, sino el pensamiento en acción de individuos que en el estudio han aprendido a conocer sus derechos y que en su dignidad encuentran la firmeza necesaria para sostenerlos sin retroceder ante ninguna consideración y ceder ante ninguna amenaza.
Con este objeto nos hemos reunido espontáneamente, teniendo por base el respeto al orden, el amor al estudio y la abnegación para con nuestros compañeros desgraciados. Una libre universidad y una asociación de socorros mutuos son el fruto de nuestras deliberaciones. En la una el amigo dará ciencia al amigo; en la otra, el hermano menesteroso encontrará hermanos que, cariñosos, satisfagan sus necesidades y velen por su porvenir.
Por la Asociación: EI secretario primero, Francisco Frías y Camacho.
Muchos intelectuales comprendieron que la decisión estudiantil no se limitaba a la organización romántica de cursos temporales al aire libre, sino que encerraba una revolución ideológica tendente a separar la enseñanza superior y en general el ejercicio de la inteligencia de la órbita del poder público. Juan N. Mirafuentes, viejo liberal, resumió así los propósitos del movimiento estudiantil: ”no más reglamentos restrictivos; no más catedráticos de orden suprema; no más monopolio de las profesiones; no más privilegios que sofoquen el genio, y pongan el talento y la instrucción bajo el dominio de los dependientes del gobierno, en gran número habilitados de sabios por el favoritismo del poder; no más grangería de la instrucción pública; libertad para la enseñanza, honor y respeto para la inteligencia, soberanía para la razón” .
Ramón Valle decía en la Revista Universal: “Se trata de suprimir los fueros de las tinieblas; se trata de desamortizar la luz; se trata de independer la enseñanza del Estado; se trata, en fin, de una consecuencia rigurosamente lógica de nuestras creencias. Hemos conquistado los grandes principios sociales, conquistemos ahora los principios intelectuales, y consagremos nuestros esfuerzos a hacer práctica esta máxima, tal vez más fecunda que las que hasta hoy formaron nuestro credo: La enseñanza libre, en el Estado libre”.
José Martí hizo el siguiente comentario respecto al movimiento:
“No ha querido el gobierno herir este movimiento entusiasta y generoso; bien ha hecho en no provocar su debilidad, como ha hecho bien en esperar su templanza para facilitar un avenimiento… En vez de combatirla imprudentemente, el gobierno ha protegido esta exaltación de la dignidad. La ha dejado obrar y le ha procurado una solución honrosa, que tiene de respetable todo lo que tiene de parca y de tácita… El habitante de un pueblo libre debe acostumbrarse a la libertad. La juventud debe ejercitar los derechos que ha de realizar y enseñar después”.
De tal manera que, el 11 de mayo apareció el aviso de la conclusión de la huelga y de la vuelta a la normalidad. El conflicto terminó por medio de una transacción honrosa para ambas partes: “el Ministerio se desistió de la orden de expulsión de los alumnos de medicina y reconoció el derecho de éstos de asistir o no a clases, aunque mantuvo la orden de expulsión de los internos. Los estudiantes volvieron a sus aulas dispuestos a seguir luchando por la Universidad Libre. El curso posterior de los acontecimientos políticos lo impidió. La revolución de Tuxtepec y el arribo de Porfirio Díaz a la presidencia cambiaron el curso de la historia”.
Sin embargo es en febrero de 1881 cuando Justo Sierra publica su proyecto de Universidad, decide dar a conocer el proyecto universitario antes de su presentación a la Cámara, para “suscitar un ambiente de opinión que influyera favorablemente en los debates. Ostensiblemente el objeto de la publicación era recoger opiniones que sirvieran para perfeccionar el proyecto” . Sobre este proyecto. La situación que identifica Justo Sierra es la siguiente: “hasta ahora el Estado, ha ejercitado la patria potestad sobre la instrucción superior; su poder llega al extremo de imponer textos contrariando la opinión de los profesores (alusión a la polémica sobre el texto de lógica en la Preparatoria); la evolución consiste en dar un primer paso... En efecto, al mismo tiempo que se consigue la emancipación”.
El momento político-social de ese entonces consideraba a la Universidad como la tradicionalmente enemiga del progreso y de la ilustración conforme a la consigna política . Justo Sierra dice: “Mi proyecto no será bueno, pero es el único posible… [es] el solo oportuno en este momento de la historia de nuestro país” . De tal manera que “su nombre [de la Universidad] se invocaba como única posibilidad para que pudiera continuar la marcha de las luces”.
Cabe apuntar que en realidad fueron dos los proyectos de la Universidad que realizó Justo Sierra, el primero de ellos es el publicado tanto en El Centinela Español el 10 de febrero de 1881 como en La Libertad, y el segundo presentado al Congreso con el apoyo de las diputaciones de Veracruz, Aguascalientes, Jalisco y Puebla el 7 de abril de 1881; sin embargo es hasta 1910 cuando las Comisiones rinden dictamen . La filosofía de la Universidad en 1910 propuesta por Justo Sierra es la siguiente:
“La nueva casa de estudios no es invernadero de una casta de egoístas que vivan en torre de marfil; será creadora, eso sí, de un grupo selecto, pero selecto por (su amor puro a la verdad), y por eso sabrá sumar el interés de la ciencia al interés de la patria. Esos hombres son los que cuentan, son (los que tienen voz en la historia), son los verdaderos educadores sociales, son Juárez, Lincoln, Karl Marx”.
Además: “Para realizar los elevados fines de la nueva institución, el proyecto de ley relativo, la establece como institución de Estado, pero con elementos tales que le permitan desenvolver por sí misma sus funciones dotándola de considerable autonomía.”
Sobre la inauguración de la Universidad Nacional de México, El Imparcial del 23 de septiembre de 1910, comenta lo siguiente:
“[La] más solemne y la más trascendental de las ceremonias verificadas durante el Centenario; la más vistosa por la procesión que honraran con su presencia el señor Presidente de la República y su gabinete y los delegados de las Universidades extranjeras; y en la que más se dibujara el gesto sereno de la muchedumbre, al paso de Minerva engalanada con las rosas de una fiesta en su honor y por su triunfo. Así el reportero escuchó de todos los labios... la festividad con que el elemento intelectual de México celebró la apertura de la Universidad mexicana: Así prorrumpieron en un clamor de entusiasmo las mil personas que se congregaron en el Anfiteatro de la Escuela Nacional Preparatoria para asistir a la inauguración.”
A las 10:30 llegó el presidente Díaz, y Justo Sierra, como ministro de Instrucción Pública y Bellas Artes, dirigió un discurso en el cual destaca lo siguiente:
“Cuando el joven sea hombre, es preciso que la Universidad o lo lance a la lucha por la existencia en un campo social superior o lo levante a las excelsitudes de la investigación científica; pero sin olvidar nunca que toda contemplación debe ser el preámbulo de la acción; que no es lícito al universitario pensar exclusivamente para sí mismo y que sí se puede olvidar en las puertas del laboratorio al espíritu y a la materia, como Claudio Bernard decía, no podremos moralmente olvidarnos nunca ni de la humanidad ni de la patria… No puede, pues, la Universidad que hoy nace, tener nada de común con la otra; ambas han fluido del deseo de los representantes del Estado de encargar a hombres de alta ciencia de la misión de utilizar los recursos nacionales en la educación y la investigación científica porque ellos constituyen el órgano más adecuado a estas funciones, porque el Estado, ni conoce funciones más importantes, ni se cree el mejor capacitado para realizarlas. Los fundadores de la Universidad de antaño decían: ‘la verdad está definida, enseñadla’; nosotros decimos a los universitarios de hoy: ‘la verdad se va definiendo, buscadla’. Aquellos decían: ‘sois un grupo selecto encargado de imponer un ideal religioso y político, resumido en estas palabras: Dios y el Rey’. Nosotros decimos: ‘sois un grupo en perpetua selección, dentro de la substancia popular y tenéis encomendada la realización de un ideal político y social que se resume así: democracia y libertad’.”
Por otro lado, la Universidad se forma por dos influencias, por un lado la francesa, representada por Justo Sierra, por el otro, la alemana representada por Ezequiel A. Chávez . Bajo la primera se incorporan “a la institución las Escuelas de Jurisprudencia y de Medicina, y… las de Ingeniería y Arquitectura; aunque en Francia éstas no forman parte de la Universidad, el principio que determina su incorporación, como escuelas de profesión científica, es el mismo que rige a La Sorbona. Además, de acuerdo con la tradición medieval de la facultas artium, se sumó la Escuela Preparatoria” . Gracias a la perspectiva alemana se crean las Escuelas de Altos Estudios y se incorporan los planteles de investigación” .