Sergio Boisier Etcheverry
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Al iniciarse el proceso de independencia y configuración de las naciones latinoamericanas la regla que se impuso para fijar los límites entre los países fue la del uti possidetis, esto es seguir con los territorio tal como se habían heredado de las resoluciones monárquicas. En este contexto, Chile pretendía tener los títulos y derechos suficientes para lindar directamente con el Perú en el río Loa.
Las dificultades y contingencias que implicó el proceso de organización de la república llevaron a nuestros primeros gobiernos a descuidar la posesión de la zona norte.
No obstante, en el curso de la década de 1830 exploradores y aventureros chilenos descubrieron la existencia de yacimientos de guano. El presidente Bulnes dio cuenta al Congreso Nacional de estos hallazgos y proclamó en 1842 una ley que declaró de propiedad nacional las guaneras ubicadas al sur de la bahía de Mejillones, disponiendo que ningún barco podía cargar el producto sin permiso de las autoridades chilenas y facultando al presidente para gravar con derechos de aduana la exportación del guano. En 1843 el ministro plenipotenciario boliviano Casimiro Olañeta solicitó la revocación de esta ley argumentando que, Bolivia, como heredera del territorio de la Audiencia de Charcas, era dueña de aquellos territorios. Según Olañeta, el límite norte de Chile estaba en el paralelo 26º de latitud sur en el río Salado (Vázquez de Acuña; 1991).
No obstante, la presencia de chilenos en Atacama continuó muy activa. Capitalistas y peones migraban continuamente hacia esa región en busca de sus riquezas mineras.
Atacama bullía de actividad y en ella había gran presencia chilena. Los gobiernos bolivianos enviaron cinco legaciones para tratar el problema limítrofe y en 1863 el Congreso de ese país autorizó a su gobierno para declarar la guerra a Chile. La guerra con España cambió la situación pues los países latinoamericanos solidarizaron entre sí.
Terminada la guerra se restablecieron las relaciones diplomáticas con Bolivia y en 1866 se firmó un tratado que establecía el paralelo 24º como límite entre ambas naciones y el reparto de los impuestos provenientes de la explotación de guano y de otros minerales entre los paralelos 23º y 25º. En 1874 se firmó un segundo tratado que mantuvo el límite en el paralelo 24º. Bolivia se comprometió a no cobrar a los chilenos más impuestos que los ya existentes en ese momento. Sin embargo, el presidente boliviano Hilarión Daza no dio cumplimiento al tratado y, en 1878, aprobó una ley que gravaba con 10 centavos el quintal de salitre que exportase la Compañía de Salitre y Ferrocarril de Antofagasta. Las gestiones diplomáticas chilenas para hacer cumplir el tratado de 1874 fueron inútiles. Un nuevo decreto boliviano reivindicó la propiedad de la compañía salitrera chilena. Poco tiempo después en 1879 naves chilenas ocuparon el puerto de Antofagasta iniciando la guerra.
Bolivia buscó el apoyo militar del Perú. En 1880, las tropas bolivianas estaban vencidas.
De la lengua quechua: estiércol (en éste caso, de aves marinas).
Chile prosiguió la guerra con el Perú al cual venció en 1883. De este modo, Chile amplió sus territorios incorporando definitivamente a su soberanía el desierto de Atacama, la región de Tarapacá y el valle de Arica.