Sergio Boisier Etcheverry
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El contexto histórico
Según el discurso prevaleciente en América Latina, a la “década perdida de los ochenta” le sucede la “década de la recuperación democrática de los noventa”; a Chile le corresponde un papel relevante ya que el 11 de marzo de 1990, con la asunción del Presidente Aylwin al mando de la Nación se pone fin, en toda la América Latina, al período de gobiernos militares de facto y de derecha.
109 Esto lo dice quien trabajó en esa misma época y durante tres años en la implementación en Chile del modelo de asignación sectorial/regional de inversiones de Tinbergen (el así llamado modelo de Rótterdam), un trabajo que lindaba con la magia en la “fabricación” de datos complejos, por ejemplo, los coeficientes sectoriales/regionales de capital-producto! El candidato Patricio Aylwin cerró su campaña presidencial en 1989 precisamente en la ciudad de Concepción y en su discurso señaló: “el desarrollo regional es una responsabilidad regional”, una frase que podría considerarse como una divisoria de aguas en materia de la intervención del Estado central en la sociedad, frase preñada al mismo tiempo de una potencial descentralización a nivel de las regiones del país.
Una de las primeras medidas de la nueva administración será transformar la Oficina Nacional de Planificación en el Ministerio de Planificación Económica y Cooperación, una decisión plagada de problemas y entre ellos y no menor, fue la decisión de transformar a la antigua Sub Dirección de Planificación Regional de la ODEPLAN en una División (tercer nivel jerárquico) del nuevo Ministerio, con una evidente pérdida de rango y poder, al tiempo que en el Ministerio del Interior se consolidaba una Sub Secretaría (Vice Ministerio) de Desarrollo Regional y Administrativo (SUBDERE). Agréguese a ello la distribución de cargos públicos entre los diferentes partidos políticos que le daban apoyo al gobierno. La SUBDERE, con un poder relativo enorme debido a su control de los recursos fiscales para las regiones y municipios (Fondo Nacional de Desarrollo Regional y Fondo Común Municipal), quedó en manos del Partido Socialista y la nueva División Regional del MIDEPLAN, ahora en posición secundaria en la liturgia burocrática, quedó en manos de la Democracia Cristiana.
Parece perfectamente comprensible entonces que la nueva jefatura regional del MIDEPLAN desease mostrar una operación técnica y comunicacional que marcase la importancia funcional del MIDEPLAN en este tema, puesto que si bien este Ministerio no maneja directamente recursos, tiene la responsabilidad de formular los principios de política regional para el país, a la cual debe ajustarse la descentralización (responsabilidad de la SUBDERE); además MIDEPLAN es el “filtro” para decidir el destino de la inversión pública mediante su función evaluadora de proyectos.
Si tal era la táctica, resultó natural seleccionar la Región del Bío–Bío como el espacio de acción, dada su tradicional primera prioridad y teniendo también en cuenta la afinidad ideológica y partidaria entre quienes dirigían tanto el Ministerio como la Secretaría Regional de Planificación. Seleccionado el “espacio de acción” y los parámetros más relevantes, orientar la solicitud de asistencia técnica al ámbito de la CEPAL/ILPES con el financiamiento del PNUD parecía del todo razonable habida cuenta del prestigio institucional, de la localización en Chile de estos organismos facilitando la velocidad de respuesta y del hecho nada de menor de ser el ILPES un organismo especializado en el tema y que había monitoreado sistemáticamente la evolución de la RBB durante decenios, cuestión que significaba disponer de conocimiento previo. Idéntica afinidad ideológica y regional endógeno en el marco de las transformaciones del capitalismo actual. Reflexiones acerca de la Región del Bío-Bío en F.Alburquerque, C. A de Mattos y R. Jordán (eds.), 1990: Revolución Tecnológica y Reestructuración Productiva. Impactos y desafíos territoriales, ILPES/IEU-PUC/Grupo Editor Latinoamericano, Buenos Aires, Argentina.
Entendido este concepto como cooperación de Chile a otros países Para ser absolutamente fiel a la historia real esta situación fue sostenidamente cuestionada desde el interior de la Democracia Cristiana, insistiendo en su mejor derecho para controlar la SUBDERE, habida consideración de ser la descentralización un capital doctrinario de este partido político y habida cuenta también de ser la regionalización chilena parte del capital político de la DC desde el gobierno de Frei Montalva en los sesenta.
Ocupada además por un experto con el mayor nivel académico formal en toda la historia de la institución y por tanto, sensible a los nuevo vientos teóricos que soplaban en el mundo.
Por ejemplo, Sergio Boisier había escrito la monografía Región del Bío-Bío: veinte años de política regional en S. Boisier, 1991: Territorio, Estado y Sociedad, CEAL/Editorial Pehuén, Santiago de Chile y también Sergio Boisier y Verónica Silva habían publicado el trabajo Propiedad del capital y desarrollo partidaria ligaba además a los ejecutivos del ámbito público ya mencionados y al experto a quien se designaría para encabezar la misión.
Los dados están echados y había que diseñar la propuesta para lo cual existió acuerdo en que debería ser una propuesta innovativa, con recursos conceptuales extraídos de la frontera cognitiva. Por tanto en esta oportunidad se dará el salto desde la concepción ya tradicional de estrategia a una concepción más contemporánea, un proyecto político para la Región del Bío–Bío. ¿Por qué? El discurso. El nuevo contexto estructural del desarrollo regional Nuevas condiciones, tanto a nivel internacional como a nivel específico de Chile, configuran, en la época, un marco completamente distinto al del pasado, en el cual había que colocar la cuestión del desarrollo regional.
Probablemente ha sido Walter Stöhr quien mejor ha sintetizado estas nuevas condiciones o este nuevo marco externo del desarrollo regional, en la época en cuestión y en los términos siguientes.
Menores tasas agregadas de crecimiento global en comparación con lo que fueron los "veinticinco años dorados del crecimiento latinoamericano" (aproximadamente entre 1950 y 1974); costos energéticos mayores, con sensibles efectos sobre la localización de actividades; cambios en la concepción misma del desarrollo, privilegiando las transformaciones cualitativas por sobre el mero crecimiento; disponibilidad de tecnologías eficientes aplicables en pequeñas unidades productivas descentralizadas; segmentación geográfica de procesos dentro de una misma organización empresarial; menores fondos públicos en todos los niveles de gobierno derivado tanto del menor crecimiento como del aumento de las demandas sociales; desaparición de espacios libres, tanto ecológicos como económicos y políticos hacia los cuales "trasladar" los costos del crecimiento; mayor turbulencia en el entorno y dificultades para una programación cuantitativa y milimétrica; mayor presión por participación local; mayor conciencia pública por las cuestiones medio ambientales y ; nuevo papel de las PYME en relación a la generación de empleo y capacidad de adaptación a los cambios en el entorno.
Este es un sintético listado de las nuevas condiciones o del nuevo entorno del desarrollo regional en todo el mundo. Naturalmente, el cambio del "entorno paramétrico" debe conducir a un cambio en la naturaleza de las políticas.
También eran distintas las condiciones del medio nacional en relación al desarrollo regional, si se compara la situación de los años noventa con la prevaleciente diez o veinte años antes. Dos restricciones en el entorno nacional son ahora extremadamente importantes y limitantes: por un lado, resulta ya imposible pensar en la discriminación regional de algunas políticas macroeconómicas o sectoriales, como fue de uso común en la década de los sesenta, y por otro, existen ahora aparentes gobiernos regionales que no disponen casi de instrumento alguno de política económica.
El Gobierno de Transición (1990/1994) y la cuestión regional: un contexto favorable para la RBB La cuestión de la descentralización y por extensión, la cuestión regional y municipal, ocupó un lugar de cierta importancia en la campaña política de 1989. La coalición triunfadora había presentado un relativamente sólido y ambicioso programa y el candidato y posterior Presidente de la República (Aylwin) se vio obligado en un par de oportunidades a hacer importantes declaraciones a favor del desarrollo regional, enfocándolo de una manera novedosa al transferir a las propias regiones la responsabilidad de preparar sus propios programas de desarrollo.
El desarrollo regional es un proyecto regional afirmó precisamente en la capital de la Región del Bío–Bío el futuro Presidente, como fuese ya comentado. Es interesante percibir la intencionalidad descentralista de este planteamiento, que en cierto sentido o en apariencia lo hacía bastante coincidente con el planteamiento implícito del Gobierno Militar (basado en la libre competencia regional). Es claro, sin embargo, que en tanto el planteamiento de la administración de Pinochet era esencialmente individualista y fundamentalmente dirigido al empresariado regional, el actual es un planteamiento societal, dirigido a la comunidad regional organizada, conducida por el Gobierno Regional.
No obstante, estas ideas expresadas durante la campaña electoral no son recogidas inicialmente en el programa político de gobierno, salvo lo referido al nivel municipal. De hecho, en el Primer Mensaje Presidencial al Congreso Pleno (21.5.90), la cuestión regional no aparece como tarea de Gobierno y no recibe prácticamente mención alguna en dicho Mensaje.
Pero la realpolitik tiene más fuerza que los discursos y ocho meses más tarde el Gobierno se ve obligado a anunciar públicamente el envío al Parlamento de un proyecto de ley introduciendo importantes modificaciones al régimen de gobierno interior y a toda la estructura regional.
El Gobierno cometió el error de desconocer que el país había entrado a una etapa verdaderamente dialéctica de la descentralización. En efecto, el discurso supuestamente descentralista del Gobierno Militar penetró profundamente en ciertos sectores de la sociedad chilena (principalmente algunas burguesías y algunos sectores intelectuales regionales) revitalizando una latente y también confusa demanda por mayores espacios de autonomía y revitalizando también un histórico sentimiento anti–capitalino en vastos sectores provinciales y ahora regionales. El Gobierno cometió también otros dos errores al creer que la reforma municipal podría ser puesta en práctica al margen de una reforma regional (un error técnico) y al menospreciar la capacidad de la derecha política para tomar en sus manos la bandera de las reivindicaciones regionales (un error político).
Algunos grupos dentro del Gobierno, más perceptivos y más interesados directamente en la cuestión regional, aprovecharon este movimiento dialéctico en el cual la iniciativa técnica y política parecía cambiar de manos y promovieron la ejecución de un "proyecto regional" que significase un verdadero impacto político y técnico destinado a mostrar la capacidad de acción del Gobierno en esta materia, retomando al mismo tiempo la iniciativa y fortaleciendo de paso la posición profesional del nuevo Ministerio de Planificación y Cooperación, sucesor de la Oficina de Planificación Nacional.
Además, como es sabido, ningún gobierno autoritario hará algo más que un discurso descentralista, habida cuenta de la contradicción lógica que ella implicaría con la forma de gobierno.
En el mes de enero de 1991 esta iniciativa quedará en suspenso debido al rechazo parlamentario al proyecto de reforma constitucional que el Gobierno impulsase a fin de dictar una nueva ley orgánica municipal.
En esta perspectiva, como se comentó, era sólo natural pensar en una acción ejecutada en la RBB dada su histórica situación como región prioritaria y habida cuenta de su mayor complejidad socio–económica relativa, cuestión que permitiría ensayar la capacidad de la región para formular un proyecto de desarrollo. Resultaba obvio de todas maneras, la necesidad de una ayuda externa inicial, dada la precariedad de los equipos técnicos disponibles en el comienzo de la nueva administración. Resultaría importante sin embargo, bajar tanto como fuese posible, el "perfil externo" de esa ayuda técnica, de manera de no producir reacciones iniciales adversas en la orgullosa sociedad regional, o más bien, provincial (de Concepción). Sumando y restando, a mediados del año 1990 la RBB de nuevo pasa a ocupar un lugar de primera prioridad en la acción regional gubernamental, en un escenario ciertamente más complejo que en oportunidades anteriores.
El instrumental teórico para abordar el trabajo Lo que el Gobierno deseaba que se plantease en la Región era una "experiencia piloto" y por tanto diferente al trabajo que simultáneamente se ejecutaba en el resto de las regiones. Se pretendía poner en práctica en esta Región una concepción del problema regional y una metodología de trabajo en concordancia también con las tendencias mundiales más actualizadas en materia de acción regional. En este sentido, el Gobierno consideraba la cuestión del desarrollo regional como un asunto de responsabilidades compartidas entre las propias regiones y el Estado, y componente importante del proceso de fortalecimiento democrático de Chile, principal tarea política del período. En tal contexto cabe a las regiones potenciar su capacidad para formular un proyecto de desarrollo y cabe al Estado ordenar los proyectos regionales y comprometer su capacidad de orientación y de acción en función de los criterios que emanan de la política nacional de desarrollo regional y descentralización. Cabe señalar, en passant, que esta Región fue uno de los casos clásicos en América Latina de aplicación del pensamiento sobre "polos de desarrollo", un planteamiento que según muchos, debería estar guardado en "el baúl de los recuerdos".
El conjunto de ideas matrices sobre el fenómeno del desarrollo regional y sobre la naturaleza de las políticas públicas para su fomento fueron extraídas directamente del proceso de reflexión que sobre estos asuntos ha venido sosteniendo el Instituto Latinoamericano y del Caribe de Planificación Económica y Social (ILPES), organismo ejecutor del proyecto de cooperación técnica establecido para estos efectos con el Gobierno de Chile. Sin perjuicio de ello, se recurrió sin duda a aportes recientes en esta materia producidos fuera de la institución, sea en América Latina, sea en Europa, pero en lo fundamental se trató de aprovechar una oportunidad para hacer pasar por el test de la experiencia práctica, todo un conjunto de ideas que han pretendido alcanzar el rango de "escuela".
Para comenzar, una definición operacional del concepto de desarrollo regional resultaba imprescindible si se deseaba aplicar la metodología de escenarios prospectivos, ya que tal definición debería proveer las variables claves para la construcción de escenarios regionales.
De acuerdo a lo planteado en un trabajo de Boisier (1982) se adoptó la siguiente cadena conceptual:
El desarrollo regional se concibe como un proceso localizado de cambio social sostenido que tiene como finalidad última el progreso permanente de la región, de la comunidad regional como un todo y de cada individuo. Más concretamente, el desarrollo regional resulta de la interacción de un conjunto de procesos más singulares, cada uno de los cuales constituye una condición necesaria del desarrollo de la región. Así que el desarrollo de una región, que por cierto presupone su propio crecimiento económico en el marco estratégico nacional, requiere necesariamente: a) un creciente proceso de autonomía decisional; b) una creciente capacidad regional de captación y reinversión del excedente; c) un creciente proceso de inclusión social; d) una creciente conciencia y acción ambientalista; e) una creciente sincronía inter–sectorial y territorial del crecimiento; f) una creciente percepción colectiva de "pertenencia" regional Igualmente importante resultaba, desde el punto de vista de la propia planificación, el contar con una teoría o en su defecto, un conjunto de hipótesis sobre el proceso de desarrollo regional de manera de extraer de allí criterios de acción. De esta forma, también se adoptó el conjunto de hipótesis sobre desarrollo regional postuladas por el mismo autor que distinguen tanto el crecimiento del desarrollo regional como el papel del Estado y de la propia región en gatillar ambos procesos.
El crecimiento económico de una región depende directamente de la magnitud o proporción de recursos nacionales (y por tanto públicos y privados) que la región capta mediante variadas modalidades. Así que el crecimiento regional se asocia a un patrón dado de asignación (regional) de recursos. Este proceso asignativo resulta bastante exógeno a la propia región ya que una buena parte de los agentes económicos que toman estas decisiones de asignación no son "residentes" de la región. El papel del Estado–a través del sector público–resulta crucial, no tanto por la cuantía de los recursos por él controlados, sino más bien desde el punto de vista de las señales (o información) que la conducta estatal genera para otros agentes. Naturalmente que el efecto de la asignación de recursos estará mediatizada por la eficiencia en su uso. El crecimiento económico de la región también depende del impacto de la política económica (global y sectorial) sobre la propia región. Las políticas económicas no son por lo general neutras; por el contrario, a veces generan condiciones adicionales que estimulan el crecimiento de una región (por ejemplo, un tipo de cambio real elevado para una región exportadora) y a veces generan condiciones que frenan el propio crecimiento. Este es un proceso por completo exógeno a la región puesto que es el Estado–a través del Gobierno–quien tiene la responsabilidad completa de diseñar y ejecutar tal política económica. El desarrollo de la región, como un proceso y como un resultado más complejo y cualitativamente diferente del mero crecimiento, depende a su vez de la existencia en la región de una compleja malla de instituciones y agentes del desarrollo articulados entre sí mediante dos referentes: una cultura regional y un proyecto político regional. Los elementos más significativos de esta malla están representados por una clase política regional, por una clase empresarial, por un sindicalismo regional, por la intelectualidad y por varias organizaciones sociales de diferente importancia así como por la propia burocracia y tecnocracia regional. Todos estos agentes individuales e institucionales constituyen la expresión de la capacidad de organización social de la región, factor endógeno por excelencia y elemento crucial para transformar el crecimiento en desarrollo.
En consecuencia, una planificación estratégica del desarrollo regional se apoya en las hipótesis anteriores y se estructura en torno a tres funciones: una función de asignación cuya finalidad es generar óptimos criterios (sobre todo, información para reducir la incertidumbre) para que los recursos fluyan a donde se desee; una función de compensación, esencialmente visualizada como un proceso de negociación política para que ciertas regiones sean retribuidas (a priori) por pérdidas provocadas por efectos negativos de la política económica, y una función de activación, asociada a las tareas conducentes a la construcción política y social regional, la función más importante en último término y a partir de la cual se genera una dinámica de retroalimentación positiva (sociedades regionales mejor organizadas mejoran su capacidad de negociación, lo que conduce a una mayor asignación de recursos que finalmente permite alcanzar un nivel superior de organización y así sucesivamente).
Los nuevos temas del desarrollo regional No sólo ha cambiado el contexto y el entorno del desarrollo regional, también ha variado la importancia relativa de ciertos problemas considerados como clásicos en el campo del desarrollo regional, como es el caso del mayor peso relativo de las disparidades intra– regionales de ingreso versus las disparidades inter–regionales, y han aparecido temas nuevos vinculados al desarrollo regional. Entre ellos, los más relevantes parecen ser el concepto de endogeneidad del desarrollo regional, la importancia de las políticas científicas y tecnológicas puestas al servicio del desarrollo local, el medio ambiente, la descentralización, la equidad intra–regional y la creciente importancia de las pequeñas y medianas empresas.
La endogeneidad del desarrollo regional debe ser entendida en cuatro planos interactuantes: la endogeneidad referida al plano político, la endogeneidad referida al plano económico, la endogeneidad referida al plano científico y tecnológico y, finalmente, la endogeneidad referida al plano cultural. Por tanto el escenario endógeno del desarrollo regional es ocupado por los siguientes tipos de actores e instituciones: los dirigentes políticos y el aparato de gobierno, los empresarios y las empresas regionales, los científicos y técnicos y las instituciones de investigación, y "el velo envolvente de la cultura regional".
El potencial endógeno regional comprende los recursos físicos y ecológicos de la región, las aptitudes naturales y la energía de la población, la estructura urbana, el capital acumulado, etc., elementos que configuran también el potencial de innovación y adaptación regional. Este potencial suele verse trabado tanto por una serie de características funcionales de las empresas individuales localizadas en la región como por carencias de ciertas condiciones indispensables del entorno de la propia región para un ejercicio efectivo de adopción, concepción y puesta en práctica de innovaciones.
En el caso de la RBB (siendo ello extensivo en realidad para cualquier otra región chilena) el potencial de desarrollo endógeno es la única vía para el desarrollo regional, dada la considerable prescindencia del Estado (expresada por la prevalencia absoluta de políticas económicas de carácter estrictamente nacional) y habida cuenta del considerable grado de apertura externa de la economía que, en ausencia de un esfuerzo endógeno regional, transforma a las regiones en verdaderos "cotos de caza" del capital internacional.
La cuestión del nuevo papel que hoy día cumplen las micro, pequeñas y medianas empresas (MIPyME) tanto en el plano nacional, pero especialmente en el plano local (regional, comunal) ha sido suficientemente estudiada como para justificar una referencia apenas marginal en esta oportunidad. El hecho más significativo es por supuesto la contribución de este estrato de tamaño organizacional a la generación de empleo neto, dada la racionalidad competitiva de la gran empresa, basada en la productividad y no en el empleo.
Por esta vía, las MIPyME se conectan con el problema de la equidad, un asunto de la mayor importancia en la región en estudio.
El texto de Garrido y Cuadrado Roura (2005)) acerca de nuevos enfoques, nuevas tendencias y… ¿nuevas políticas? es ahora una de las contribuciones recientes a este tema, tanto como un último artículo de Vázquez Barquero (2006) sobre clusters y milieus en los procesos de desarrollo.
Algunas cuestiones formales tan importantes como las sustantivas Se optó por un procedimiento estratégico de naturaleza cooptativa. Con ello se señala la necesidad de lograr la incorporación activa a la propuesta estratégica de la mayor cantidad posible de agentes del desarrollo. Naturalmente que una cooptación completa es imposible y en consecuencia siempre se debe contar con un contingente de actores pasivos o en franca oposición.
La maximización de voluntades a favor de la propuesta exige que el propio trabajo estratégico genere dos tipos de resultados: uno de carácter colectivo consistente en un clima psico–social positivo, favorable al cambio, con expectativas de beneficios compartidos, en síntesis, la creación de un escenario de un juego de suma no cero, es decir, abierto y otro, de carácter individual, de compromiso, personal o institucional, en relación a la propuesta.
Todo esto significa que el método de trabajo debe ser desde la partida un método esencialmente participativo, en el que en una primera fase la comunicación unidireccional, la socialización de las ideas y de las hipótesis principales, la sensación para todos y cada uno de ser sujeto de un proyecto colectivo, constituyen elementos claves.
Por otro lado, con cada "agente" deben desarrollarse conversaciones profesionales en el sentido de las nuevas teorías organizacionales de Flores (1990) a fin de obtener de ellos "actos o compromisos comisivos" en relación a la propuesta estratégica. Aquí el lenguaje formal resulta decisivo desde el punto de vista del documento estratégico, uno de los productos de todo trabajo de desarrollo regional, no el más importante, pero sin duda, el más concreto y visible.
El documento que refleja el proyecto de desarrollo debe tener dos características formales. Primero, debe ser un documento amigable, en el sentido en que este término se emplea hoy en día en el lenguaje de la computación, o sea, un documento "invitante" y no agresivo. Segundo, debe ser un documento que coopte, es decir, debe maximizar la probabilidad de que el "lector" asuma como suya la propuesta.
Para que todo esto sea posible hay que escapar de toda pretención tecnocrática en términos del lenguaje; todas las disciplinas científicas (y el pensamiento sobre desarrollo no es una excepción) desarrollan lenguajes crípticos, descifrables sólo para iniciados e ininteligibles para la mayoría de los "agentes" reales del desarrollo. Incluso es necesario usar formas de titulación llamativas, que despierten la curiosidad del destinatario. En definitiva, si el documento en cuestión va a lograr su propósito cooptativo, debe ser estructurado con criterios de "marketing".
Las hipótesis de trabajo Preparar una propuesta bien fundada acerca del desarrollo de una región de compleja estructura puede requerir insumos de tiempo propios de una actividad académica, pero poco funcionales a las necesidades políticas de un gobierno.
Este riesgo fue posible de ser minimizado en el caso de la RBB en parte debido a una cantidad de investigaciones previas que durante algunos años se habían desarrollado en torno a varios problemas de la Región. Así es que el equipo de trabajo pudo llegar a terreno con algunas hipótesis sobre la Región que rápidamente fueron sometidas a prueba: a) Con respecto a la Región como tal: una no–región.
Se ha dicho que en los países con sistemas políticos unitarios, con fuertes tradiciones de una administración centralizada y sin abiertas tendencias separatistas derivadas de cuestiones étnicas o de otra índole, la regionalización como un proceso que busca crear entes territoriales políticamente descentralizados, es siempre un acto de voluntarismo político, sea del Parlamento, sea del Gobierno, como lo sostiene Baena del Alcázar (1989). Esto equivale a sostener el carácter de artificio de la mayoría de las regiones establecidas mediante tales actos de voluntarismo, o en otras palabras, a reconocer la contradicción región/no–región, que estará presente en mayor o menor medida en todo proceso regionalizador inserto en un marco en donde la institucionalidad precede y crea la regionalidad .
En el caso de la RBB se tomó como punto de partida la hipótesis de ser una región que en la práctica es una no–región, en el sentido de carecer de estructuras institucionales, administrativas, sociales y y sobre todo culturales que llenasen adecuadamente el espacio territorial, social y psicológico de la región. De hecho, las primeras miradas al mundo real de la RBB confirmaron plenamente esta hipótesis.
Para comenzar, no existe una cultura regional, no obstante que existen numerosas culturas provinciales y aún, estrictamente sectoriales, como la cultura del carbón, por ejemplo.
Yo soy del Bío–Bío es un mensaje vacío; no puede traducirse en referentes concretos de ningún orden. Distinto es el caso de la afirmación yo soy de Chillán, (la capital de la provincia de Ñuble), una proposición que puede ser fácilmente decodificada para encontrar los referentes semióticos específicos a los cuales el "mensaje" hace alusión (por ejemplo, la artesanía de greda de Quinchamalí, el mercado de la ciudad de Chillán, etc.).
Para continuar, la mayoría de las organizaciones sociales, gremiales especialmente, tienen una membresía y una representatividad meramente provincial, aún aquellas que más cuestión hacen de su "regionalismo".
Las tensiones inter–provinciales, un fenómeno casi inescapable en el contexto en el cual se producen estas regionalizaciones, son en el caso de esta Región, menores que en otras regiones de Chile, pero no por ello inexistentes o sin un potencial de conflicto. La "capitalidad" no está en este caso en discusión, pero sí la dominación, fundada o aparente, de la provincia capital sobre el resto.
Los medios de comunicación social no contribuyen por el momento a consolidar la idea de una región de todos, puesto que ninguno de ellos tenía en la época alcance regional, con la distorsionada excepción de los canales nacionales de TV que llegan a todos los rincones regionales en una operación de aplanadora cultural del centro nacional, es decir, de Santiago.
Por último, la Región presenta serias deficiencias de articulación física que no juegan precisamente a favor de la transformación de una no–región en una región.
b) Con respecto a su comportamiento: crecimiento, pero no desarrollo La violenta apertura externa de la economía chilena en el segundo quinquenio de los setenta eliminó rápidamente la sobre protección sobre la cual descansó la expansión industrial tanto del país como de la Región durante el cuarto de siglo anterior. En la RBB la sola rebaja del arancel modal desde un 90 por ciento en 1974 a un 10 por ciento en 1979, produjo la desaparición de un contingente importante de empresas, redujo el nivel de producción y elevó extraordinariamente el desempleo como lo muestran Boisier y Silva (1985).
La industria regional que sobrevivió debió entrar a un rápido proceso de modernización que los propios empresarios consideran casi como paradigmática, pero que los académicos llamarían "trunca" a esta modalidad de modernización basada en la combinación de una abundante dotación de recursos naturales con una oferta de mano de obra inserta en un marco jurídico y político que permite su contratación a tasas salariales extremadamente bajas, sin generar nuevas relaciones organizacionales.
La industria regional "modernizada" se vio reforzada por la instalación de un importante conjunto de industrias forestales y pesqueras que se han convertido en las ramas de punta de la economía regional, desde el punto de vista del crecimiento, pero no necesariamente del progreso técnico. A partir de la crisis de 1982, la economía regional ahora fuertemente basada en industrias "modernizadas" y en industrias "nuevas", comienza un sostenido proceso de crecimiento económico que lleva rápidamente a copar los márgenes de capacidad ociosa, de manera que actualmente tal crecimiento––ligeramente por encima del crecimiento nacional––se apoya en inversiones netas en forma creciente.
Este exitoso crecimiento económico no está acompañado sin embargo de ni una sola de las características del desarrollo regional según fueron expuestas en páginas precedentes.
En particular, resulta casi chocante comprobar que en forma paralela al éxito económico y de acuerdo a cifras de la CEPAL (1990) la RBB se ubicaba en el segundo peor lugar entre todas las regiones en relación a la proporción de población "pobre" en el total. De hecho, en la Región el porcentaje de hogares pobres era un 30 por ciento superior al guarismo nacional.
Por supuesto, esto hacía de la equidad el tema central de la propuesta de desarrollo y transforma automáticamente a la propuesta regional en una propuesta funcional en términos nacionales,116 tanto técnica como políticamente. Esta situación es una situación que todo planificador busca desesperadamente.
De una estrategia tradicional a un proyecto político regional Aproximadamente durante el mismo período en que se preparó la propuesta de la RBB, en las doce restantes regiones se estaban preparando documentos estratégicos estructurados de acuerdo a un formato fuertemente tradicional. Con excepción del declarado propósito de "hacer una experiencia piloto", el equipo de trabajo dispuso de total libertad para definir su propio esquema metodológico, incluyendo la posibilidad de hacer algo muy similar a lo que se preparaba en las otras regiones. Sin embargo, no hubiese sido posible eludir lo que se hizo, es decir, llevar una estrategia de desarrollo regional a una de sus máximas expresiones, esto es, transformarla en un proyecto político.
Hay que recordar que la "consolidación democrática" y la lucha en contra de la pobreza constituían los dos principales compromisos del Gobierno de Aylwin.
Lo inmediato: un proyecto político. Dos razones permiten explicar por qué era inescapable proponer una propuesta de desarrollo regional que fuese en realidad un proyecto político regional.
Por un lado, la Constitución de 1980 hacía recaer sobre la autoridad política regional dos funciones y en consecuencia dos responsabilidades: la función de administración, es decir, la prestación de servicios a la comunidad regional y la función de gobierno. Debe entenderse esta función de gobierno en un sentido más amplio que la tradicional función de gobierno interior, esto es, la mantención de la seguridad y el orden interno y la representación del Poder Ejecutivo en un determinado ámbito territorial. Al tenor de la Constitución, el concepto de "gobierno regional" envuelve una función eminentemente política, de "conducción social hacia situaciones políticamente definidas y de permanentes procesos de decisión", de ejercicio de la "autoridad y del liderazgo". La cuestión práctica es que al inicio del Gobierno de Transición, ningún Intendente regional estaba en condiciones de "hacer gobierno" y esta situación es comparativamente más importante en la RBB que en otras, precisamente por su peso relativo, tanto económico como político. Esta situación deriva simplemente del hecho de que el país no tiene tradición de "hacer gobierno" en un nivel sub–nacional. Nunca se ha hecho tal cosa porque en el antiguo régimen provincial, la autoridad política provincial (también llamado Intendente), era un personaje meramente figurativo, sin poder alguno, inserto en un sistema hiper centralizado y durante el régimen militar hubiese sido insólito que un Intendente regional se propusiese "hacer gobierno" en la medida en que ello presupone la existencia justamente de un proyecto político regional que nunca será una mera reducción a escala del proyecto nacional y por el contrario, siempre presentará áreas de conflicto entre ambos, tanto mayores cuanto más "reivindicacionista" es la región.
Así es que la primera responsabilidad fue asumir justamente la necesidad de dotar a la autoridad política regional de un proyecto político que en lo inmediato le permitiese usar un discurso estructurado frente a una variedad de auditorios provinciales, sectoriales, corporativos, etc. Por otro lado, el trabajo debería mostrar coherencia lógica entre las hipótesis y las propuestas. Desde este punto de vista sólo hay que recordar que una de tales hipótesis establecía que la RBB era una no–región. La pregunta pertinente es entonces: ¿cómo se construye una región? Hay una doble respuesta para ella. Mediante un proyecto político que cohesione y movilice a una porción significativa de la población tras intereses colectivos y consensuados, que haga que la población regional entre en un estado de "efervescencia creativa" en la cual los conflictos intra–regionales quedan subsumidos en el conflicto central con el exterior (otra región, el Estado, etc.) y mediante un proyecto cultural que provea los lazos de auto identificación y de pertenencia territorial.
Lo mediato: un proyecto cultural regional. El proyecto cultural para la RBB escapaba a los alcances de la cooperación técnica prestada al gobierno regional, pero de todos modos se dejaron establecidos algunos principios rectores de tal proyecto.
En primer lugar, la consolidación de una cultura regional presupone una permanente apropiación regional de las culturas locales. Para ello se requiere una amplia circulación regional de productos representativos de formas culturales tanto como una también amplia circulación de expresiones culturales. En la RBB es precaria la circulación interna de productos y expresiones culturales locales.
En segundo lugar, el establecimiento de una cultura regional presupone igualmente una permanente apropiación regional de la cultura universal. Hay que encontrar un equilibrio adecuado entre la mantención de la cultura vernacular y la necesaria apertura e integración con la cultura internacional, un equilibrio que es a la vez una condición necesaria para evitar una alienación completa.
La cultura regional debe significar un rescate de una memoria regional, siempre existente, pero no siempre presente. En este sentido la valorización de la historia, de los personajes y de los hechos de la historia regional constituye una cuestión importante a la que el sistema educacional regional se encuentra íntimamente relacionado. La preservación del patrimonio, paisajístico y arquitectónico, es también un componente de la cultura regional. De nuevo hay acá una responsabilidad para el sistema educativo, como complemento de una inescapable acción del sector público. Sin duda, los medios de comunicación social juegan en este contexto un importante e insustituible papel, especialmente la televisión (dicha) regional.
El panorama completo de la cultura regional en el caso de la RBB es relativamente desolador. Productos artesanales famosos a nivel nacional, pero casi imposible de encontrar en ciudades regionales que no sean justamente las que sirven de asiento a la fabricación de ellos, productos gastronómicos vernaculares despreciados por los propios habitantes de la Región y de escasa circulación aquellos que gozan de amplia aceptación, paisajes deteriorados por desidia, ausencia de medios de comunicación de alcance regional, declinación de la antigua rica actividad cultural de la capital regional, etc., son todas situaciones que deben revertirse para que el yo soy del Bío–Bío contenga un mensaje de contenido real.
Estructura del proyecto político: imagen futura, ideología, conducción, base social y fundamento técnico Todo proyecto político se estructura a partir de una imagen futura de la sociedad a la cual se refiere, sea nacional, sea regional; sin dicha imagen no puede haber conducción social porque simplemente no se sabe hacia adonde ir. Por supuesto, se trata de una imagen futura que representa una construcción voluntarista del futuro, pero eso no la convierte en una utopía, en la medida en que tal imagen represente el campo de lo posible dentro de lo deseable.
La imagen futura de la RBB fue construida mediante el uso de la metodología prospectiva de escenarios. Se especificaron cuatro de ellos: un escenario actual (que es más una descripción ordenada de situaciones visibles hoy día que un verdadero escenario), un escenario tendencial que representa la situación probable de las variables definitorias de la idea del desarrollo regional, un escenario del Siglo XXI como telón de fondo contra el cual proyectar el futuro de la región y finalmente, un escenario estratégico que representa las desviaciones deseables y posibles con respecto al escenario tendencial. De la yuxtaposición de estos escenarios resultan las trayectorias regionales, así como la identificación de las fortalezas y debilidades de la Región.
Todo proyecto político tiene detrás de sí una ideología, que conviene explicitar. En el caso de la RBB esta ideología se expresa, primero, en la idea de un regionalismo militante y propositivo, que no se queda en la mera denuncia anti–capitalina (como ha sido frecuente en el pasado), sino que es capaz de formular una propuesta positiva; segundo, la ideología se expresa en la idea del humanismo, esto es, en la necesidad de colocar el territorio regional y su desarrollo al servicio de la persona humana. Esta es en definitiva la justificación de la importancia dada al tema de los recursos y del medio ambiente, ya que está claro que hoy día la Región coloca sus recursos al servicio casi exclusivo del capital, con resultados medio ambientales simplemente desastrosos. Igualmente en el humanismo reside la fundamentación de la prioridad otorgada a la equidad social regional, puesto que una región que no es capaz de proveer pleno empleo (aún con saldo neto migratorio negativo) y que genera pobreza extrema en términos alarmantes, claramente no constituye una región al servicio del hombre. En tercer lugar, la ideología del proyecto se expresa en la idea de la modernización de las actividades regionales, modernización que es considerada clave para el logro simultáneo de una mayor competitividad y equidad regional.
El proyecto político regional requiere, como es obvio, de una permanente conducción política en la Región. Se trata en verdad de una doble conducción política: cupular, por parte del Gobierno Regional y colectiva, ejercida por los dirigentes sociales y políticos regionales y por los Parlamentarios de la Región. Este es un asunto de la mayor importancia, pero que presenta grandes dificultades en la práctica.
Un proyecto político requiere apoyo social porque no se trata de una iniciativa "neutra", sino por el contrario, de una propuesta que reparte costos y beneficios de una manera necesariamente discriminada y que envuelve siempre transferencias de recursos (incluso poder) entre distintos grupos sociales. Por tanto resulta sumamente importante llegar a determinar lo más rápidamente posible qué sectores están a favor o en contra de la propuesta.
Con este objeto, durante el desarrollo del trabajo en la RBB, se sostuvieron reuniones con más de 1.000 personas pertenecientes a diferentes organizaciones (sindicatos, cámaras empresariales, universidades, mujeres, juventudes, ONG´s, dirigentes de partidos políticos, corporaciones privadas de desarrollo, etc., etc..) en un proceso inicial de comunicación y socialización de las ideas matrices de la propuesta a fin de recoger reacciones y sentar las bases para una etapa posterior de verdadera participación en la planificación regional.
Finalmente, cualquier proyecto político que se plantee en un terreno más concreto que la metafísica, requiere apoyarse en una propuesta técnica, que constituye su fundamento. En forma por demás esquemática se podría resumir la propuesta técnica de la siguiente manera.
El objetivo primario de la estrategia de la RBB era transformar su crecimiento en desarrollo. Esto, como fue especificado oportunamente, significa el desarrollo de la región como tal, el desarrollo de la comunidad regional y el desarrollo de cada individuo de la región.
El desarrollo de la región presupone su propia construcción social y política en tanto que el desarrollo de la comunidad y de los individuos supone, primerísimamente, la reducción de la inequidad social, y la densificación del tejido social. A fines del Siglo XX y con mayor razón en el próximo siglo, el logro de la equidad social presupone mejorar el acceso de las personas a dos recursos sociales escasos: el poder y el empleo. Muchas personas se mantienen en situación de pobreza porque, con independencia de otros factores, carecen de espacios organizacionales y políticos en los cuales representar sus demandas y carencias y no cuentan con "intermediadores" que los representen ante el Estado u otras entidades públicas o privadas capaces de corregir total o parcialmente las situaciones de carencia. En otras palabras, estas personas se mantienen en situación de pobreza porque tienen escaso o nulo acceso al poder político. Corregir esta situación supone una descentralización política territorial, de manera de crear numerosos espacios intermedios (desde juntas de vecinos, pasando por el municipio hasta llegar a la región) en donde se multipliquen las probabilidades, para un individuo cualquiera, de acceder a las instancias de intermediación o a instancias más directas de acción.
Así es que en la propuesta estratégica de la RBB la descentralización aparece como una condición para la equidad. Por otro lado, mejorar el acceso de las personas al empleo presupone una oferta creciente de puestos de trabajo, debido a los cambios previsibles en la cantidad y composición de la fuerza de trabajo (por ejemplo, mayor tasa de actividad femenina) y presupone también empleos con productividad en constante aumento a fin de que los incrementos de ingreso tengan una base real y no puramente monetaria y en consecuencia inflacionaria.
Como ha sido bien probado por numerosas investigaciones el empleo neto está siendo generado en forma proporcionalmente más significativa en el estrato de la micro, pequeña y mediana empresa, debido a la racionalidad de las estrategias competitivas de las grandes empresas. Así es que la atención debe fijarse en el estrato de la micro, pequeña y mediana empresa, si el objetivo es la equidad. Pero además, las MIyPIMES generan proporcionalmente más renta regional que las grandes empresas, debido a la escasa importancia del modelo de segmentación geográfica de funciones empresariales en este estrato. Ahora bien, si los empleos creados en este estrato van a estar acompañados de una creciente productividad, ello supone la introducción sistemática de progreso técnico en las actividades y organización de estas empresas. Pero como es bien sabido, estas empresas tienen dificultades estructurales para acceder a las innovaciones, difícilmente tienen sus propios departamentos de I&D y encuentran muchas barreras para entrar al mercado internacional de C&T.
Esto significa que la modernización de este estrato empresarial debe descansar en la existencia de un mercado local de ciencia y tecnología, es decir, en un activo papel innovativo de las universidades y centros de investigación localizados en la región. Este es un campo en donde la RBB se encuentra en un buen pié potencial.
Sin embargo, la mera introducción de progreso técnico en las MIyPME puede no ser exitosa si previamente no se ha preparado técnicamente al personal. De aquí entonces que la formación permanente de recursos humanos constituya otro punto clave de la propuesta estratégica. De igual modo, el aumento sistemático del empleo debe provenir principalmente de un aumento constante en el número de pequeñas y medianas empresas y para que ello sea posible es necesario eliminar algunas de las trabas que impiden el nacimiento o la consolidación de estas empresas. Como se sabe, las dificultades de acceso al mercado financiero es una traba importante y por ello la estrategia de la RBB incursiona en el mundo financiero regional proponiendo un conjunto de acciones para colocar el Banco del Estado de Chile al servicio del estrato de la pequeña y mediana empresa.
También resulta importante, desde el punto de vista recién comentado, la articulación entre las MIyPME y el estrato de la gran empresa, de particular importancia en la Región. Las grandes empresas que operan en los sectores forestal, pesquero, metalúrgico, textil y otros, tienen en marcha estrategias de desarrollo empresarial probablemente exitosas y seguramente independientes de consideraciones particularizadas en relación al porvenir de la Región. Así que acoplar las MIyPME a las grandes empresas puede constituir una estrategia parcial adecuada; esto parece además ser actualmente más factible que en el pasado si se tiene en cuenta la fuerte tendencia a la subcontratación que se observa internacionalmente al interior de las grandes empresas. De hecho, en el sector forestal de la Región, un sector fuertemente oligopólico, ya operan más de 400 empresas sub–contratistas.
Cabe hacer notar que el trabajo en este caso puso de manifiesto que siendo la Región en su conjunto una región netamente transferidora de recursos financieros, ello es intermediado, no por la banca privada, como se suponía, sino precisamente por la banca estatal.
La modernización que se plantea para este estrato en cualquiera de los sectores en que opera, difícilmente podrá tener lugar sin una verdadera "transformación productiva" de las grandes empresas regionales que las conduzca a una segunda modernización, esta vez compatible con la equidad. La agregación de mayor valor a los principales productos transables elaborados en la región, la identificación de "nichos" tecnológicos que la Región podrá eventualmente ocupar, el surgimiento de nuevas relaciones capital/trabajo y la flexibilización productiva apuntan a facilitar el tránsito de la producción regional desde el viejo régimen "fordista" al nuevo paradigma "post–fordista".
El desarrollo de los individuos tiene que ver con la creación de condiciones de entorno que faciliten la potenciación de los seres humanos (los bípedos implumes de Unamuno) en personas humanas dotadas de dignidad, subjetividad, sociabilidad, y trascendencia.
En resumen, la propuesta técnica que fundamenta al proyecto político de la RBB, tiene como pivote visible la equidad; a partir de tal objetivo se estructura una cadena lógica de acciones interconectadas en varios campos. En más de algún aspecto, la propuesta completa es una aplicación concreta de la actual "idea–fuerza" de la CEPAL: la transformación productiva con equidad y sustentabilidad.
Una visión al documento estratégico Como se indicó más atrás, uno de los productos de un trabajo como el que se comenta, es un documento, que sirve para explicitar, fundamentar y socializar una determinada propuesta de desarrollo y en torno al cual, como es natural, se generan expectativas de distinto orden. La evaluación que los "clientes" (gobierno, grupos de interés, etc.) hacen acerca del trabajo de los equipos técnicos (sean locales o no) está críticamente vinculada a una cuestión en definitiva formal, como lo es todo documento.
Atendiendo precisamente a la importancia de algunos aspectos formales (tal como fuera discutido más atrás), la "operación" completa y el documento mismo fueron colocados bajo un título que sirviese como "idea–fuerza": LA REGION DEL BÍO–BÍO AL ENCUENTRO DEL SIGLO XXI, detrás del cual se ocultaba una intencionalidad perfectamente definida. La idea fue concitar en la Región una voluntad colectiva activa que le permitiese a la Región adelantarse al futuro, salir al encuentro de él, en vez de resignarse pasivamente a esperar lo que el futuro depare. Una postura pasiva implica–como la historia lo demuestra–hacerse cargo de los costos del cambio social y tecnológico, sin recibir los beneficios. También se utilizó en el titulaje de la estructura capitular del documento un lenguaje atractivo, cuando no provocativo, que buscó intencionadamente hacer un paralelo tan extenso como fuese posible, con la anatomía y fisiología del cuerpo humano. Esta vez la intencionalidad y el mensaje subliminal apuntaban a marcar el hecho de que toda región es en verdad un organismo vivo, no de una simpleza amebiana, sino por el contrario, tan complejo como el más complejo de los organismos vivientes.
Una cuestión que por cierto no puede ser definida sólo por la Región, puesto que envuelve asuntos pertinentes a la política científica y tecnológica así como industrial y de comercio exterior del país como un todo.
El documento se conformó finalmente en trece capítulos, de los cuales una apretada síntesis se muestra en el Anexo de este capoítulo. Una parte de los capítulos apunta preferentemente a cuestiones que tienen que ver con la "construcción" de la Región, en tanto que otros apuntan a varios aspectos vinculados con el tema de la equidad social. El lenguaje usado–muy coloquial–fue pensado como una herramienta importante en la socialización de la estrategia y en la cooptación de actores y se enmarca en el constructivismo lingüístico de Piaget, Vigotski, y Maturana (Rosas R. y C. Sebastián; 2001).
Programación del Sector Público en el corto plazo Bajo este título, el documento oficial de la EDR 1990–2000 119 señala algunas pocas cifras para el período 1991–1993. Dada la prioridad establecida en la EDR en los aspectos sociales del desarrollo (un déficit permanente en la Región), lo primero a destacar es el gasto y la inversión en los sectores sociales, la cual se proyectó en M $ 112. 025.842 (equivalentes a la fecha a algo así como US $ 313 millones). A su turno, la inversión en infraestructura (riego, agua potable y alcantarillado, transporte marítimo, transporte aéreo, vialidad urbana, vialidad interurbana) se proyectó en M $93.328.200. 120 La estrategia concluye listando un conjunto de acciones (sin su cuantificación) en diversas áreas: a) área de investigación; b) área de capacitación; c) área de investigación y promoción de mercados; d) área de promoción de inversiones y; e) área institucional.
Un offspring del trabajo estratégico en la región fue la constitución en el seno de la Universidad del BíoBío de un centro de estudios regionales, CEUR, (Centro de Estudios Urbano Regionales), un núcleo pequeño de calificados investigadores que se configurado– probablemente–como el centro más productivo y de alto nivel en Chile. A la fecha ha publicado varios libros y más de treinta títulos en la serie Estudios Regionales. Bien puede calificarse esta creación académica institucional como el resultado más importante de la cooperación técnica de las NN.UU a la región.
La metodología ¿Cuáles son las diferencias básicas entre la planificación normativa y/o estratégica y un proyecto político? La razón que justifica el paso a un “mecanismo de control” de máxima complejidad radica en la aceptación de la complejidad elevada del mundo contemporáneo, a la cual no escapaba–a fines del siglo XX–la RBB, lo cual obliga a volver a la Ley de Ashby y, por otro lado, ya era evidente a comienzos de los años noventa, a lo menos para los miembros del equipo MIDEPLAN/ILPES, que había que trabajar con conceptos como los descritos por Roberto Camagni, en el gráfico inserto a continuación.
Hay que anotar que ni el documento entregado por la Misión ONU de Cooperación Técnica ni la publicación oficial y final de la EDR por parte del Gobierno Regional mencionan un año terminal y sólo se habla del mediano y largo plazo. A veces se ha usado el año 2000 como terminal, pero ello obedece sólo a un deseo de marcar el cambio de siglo. Por supuesto que no se trató de una omisión, sino de una opción deliberada para marcar la dificultad de cerrar una noción de “largo plazo” en el contexto de la globalización y de la velocidad del cambio actual. Estas cifras son algo absurdas y más de alguien dirá que sólo faltó agregar los centavos.
Definidas estas cuestiones previas era necesario explicitar una metodología de trabajo, explicitar la naturaleza de cada componente de ella y su secuencia o articulación.
Los conceptos claves se relacionaron con la modernidad y modernización de la región (condición indispensable para competir en la complejidad de la globalización), con el papel del conocimiento e innovación, con la asociatividad, con la cultura, con la democracia, con la participación, con la identidad, y con el lenguaje. Que la idea era ser heterodoxo estaba claro. Necesariamente el diseño metodológico se apoyó en el marco cognitivo (territorial) emergente a comienzos de los años noventa así como en la heurística de la invención in situ.
¿POR QUÉ UN PROYECTO POLÍTICO? ¿ POR QUÉ NO UN PLAN O UNA ESTRATEGIA? PLAN Y ESTRATEGIA Un PLAN supone un único agente con control total del medio (el Estado con todo el poder).
Una ESTRATEGIA supone un agente hegemónico operando en conjunto con otros agentes (el Estado en situación de poder compartido).
Ambos se basan sólo en la racionalidad económica instrumental.
Ambos funcionan sólo con recursos de mercado.
Ambos suponen sistemas socio- tecno-económicos simples.
PROYECTO POLÍTICO Un PROYECTO POLÍTICO opera en situaciones de poder difuso con elevado número de agentes sociales.
Un PROYECTO POLÍTICO reconoce diferentes racionalidades distintas de la económica.
Un PROYECTO POLÍTICO es de naturaleza constructivista Es más teleológico que instrumental.
Opera con recursos tanto de mercado como intangibles.
Supone elevada complejidad del sistema.
Es holístico y sistémico.
El gráfico inserto a continuación da cuenta de la estructura metodológica y sobre él hay que hacer varios, pero breves comentarios.
En primer lugar se muestra claramente el uso de la Ley de la Variedad Necesaria, mostrada por la flecha bidireccional que conecta las ventanas tituladas “desarrollo regional” y “proyecto político” (iguales niveles de complejidad).
Si se observa el lado izquierdo del gráfico las cuestiones que se plantean en torno a la idea del desarrollo regional son, primero, una clara definición que diferencie el concepto de otros fenómenos que pueden estar ocurriendo en el territorio, segundo, el establecimiento de hipótesis previas de trabajo que optimicen el escaso tiempo disponible en la práctica y que se refieren en lo principal a aclarar si el territorio del cual se dice que constituye una región lo es en efecto y al examen de la performance económica y social en el pasado. Si la respuesta acerca de la realidad existencial de la región es negativa (se está en presencia de una no–región) será preciso sacar a luz los diferentes clivages y a partir de allí será probablemente necesario incorporar al proyecto político un proyecto de construcción social y cultural. La verificación empírica de la performance pasada en términos de crecimiento económico absoluto y relativo y en términos del cambio en la equidad social absoluta y relativa deberá ser explicada a partir de métodos científicamente validados.
El lado derecho de la gráfica contiene el proyecto político como tal, que se construye a partir de la definición de una imagen futura de la región, basada en un análisis prospectivo de escenarios. La ideología del proyecto, la forma de conducción de él, la base social con posturas a favor y en contra, y el fundamento técnico del propio proyecto, son todas cuestiones a ser explicitadas.
Siendo un proyecto político esencialmente teleológico o finalista (el qué), él incluirá una estrategia instrumental (el cómo), que debe ser definida conceptualmente y elegida la modalidad precisa de ella (militar, interactiva, cooptativa) para terminar como un documento público que a través de los medios masivos de comunicación ayudará a la participación y a la socialización. Como es obvio la estrategia finaliza identificando programas y proyectos de inversión.
Una exposición en detalle de la metodología utilizada en el proyecto político de la RBB se encuentra en un libro de Boisier (1992).