PERSPECTIVA DE LA MIGRACIÓN MÉXICO-ESTADOS UNIDOS. UNA INTERPRETACIÓN DESDE EL SUBDESARROLLO
José Luis Hernández Suárez
Puede bajarse la tesis completa en PDF comprimido ZIP
(265 páginas, 629 kb) pulsando aquí
Esta página
muestra parte del texto pero sin formato.
Roberto Gaxiola encontró la forma de hacer a las plantas resistentes a la sequía; César Sepúlveda participó en la creación del primer vehículo robot que descendió a Marte; Carlos Frenk, es uno de los postulantes de la teoría cosmológica de materia oscura fría. Los tres son científicos mexicanos que han desarrollado sus investigaciones fuera de México.
Como ellos, miles de trabajadores de alta calificación se encuentran fuera del país, especialmente en Estados Unidos por las mismas razones que el grueso de los demás inmigrantes mexicanos: la carencia de empleos remunerativos en México.
La migración de trabajadores mexicanos de alta calificación, al igual que la de los demás trabajadores, se da porque aparecen como “trabajadores en exceso” debido a la disminuida capacidad de inversión por las transferencias de valor ineludibles de los países subdesarrollados a los desarrollados.
Sin embargo presenta algunas particularidades que vale la pena mencionar. Destaca, por ejemplo, el que muchos de ellos, como los dedicados a la investigación en ciencias e ingenierías aplicadas a la producción y sus procesos, “…no encuentran lugar de desarrollo profesional” en México, es decir, no encuentran talleres de progreso en los cuales puedan desarrollar sus investigaciones. Por otro lado, históricamente los países desarrollados han aplicado políticas destinadas a la atracción de científicos ofreciéndoles pasaportes, residencias y espacios de investigación, esto es, acceso a los talleres de progreso, lo cual contrasta con el relajamiento o endurecimiento de los controles fronterizos a los trabajadores de baja calificación en función de la demanda de mano de obra de la economía y las estrategias de reducción de costos.
La falta de los talleres de progreso en México hace que incluso aquí mismo el número de patentes registradas por extranjeros sea muy superior al registrado por mexicanos. Así, de un total de 82,660 patentes concedidas en este país desde 1990 hasta el año 2006, sólo el 3.3% correspondió a mexicanos. En cambio, en el año 2004, por ejemplo, tan sólo la empresa estadounidense The Procter & Gamble Company obtuvo en nuestro país 184 patentes frente a 162 en total concedidas a mexicanos en ese año. De hecho por cada patente solicitada por un mexicano en el año 2005 hubo más de 20 patentes solicitadas por extranjeros.
Hay que anotar también que dentro de la migración calificada se encuentran enormes cantidades de profesionistas que realizaron sus estudios en el país de origen y al país de destino se dirigen no a realizar investigaciones ni estudios de postgrado sino a aplicar los conocimientos, habilidades y destrezas adquiridas en su país de origen y de este modo compensar la escasez de profesionistas que no puede cubrirse con personal del país de destino. Históricamente ha sido el caso para los profesionistas dedicados a la educación o la salud, y en las últimas dos décadas también ha aumentado enormemente la demanda de los preparados en telecomunicaciones e informática.
La discusión sobre la migración de personal calificado en América Latina adquiere relevancia después de la Segunda Guerra Mundial, como consecuencia del crecimiento económico basado en el desarrollo del mercado interno, aunque disminuye en la década de los ochenta por la prevalencia de otros temas pero se reaviva a partir de mediados de los años noventa debido, entre otras causas, a) a las necesidades de mayores especializaciones producto del acelerado cambio tecnológico; b) al éxito alcanzado por los países del sudeste asiático en el crecimiento económico y el desarrollo científico y tecnológico que los convirtió en un paradigma con respecto a las políticas orientadas a consolidar un sector de personal altamente calificado, y c) al intenso movimiento de personal calificado que se dio después del derrumbe de los países socialistas de Europa del Este y la Unión de Repúblicas Socialista Soviética que se dirigieron principalmente hacia Europa Occidental, Estados Unidos y Canadá.
Según Adela Pellegrino la discusión se dio entre los “internacionalistas” por un lado y los “nacionalistas”, por otro. Los primeros son los postulantes y partidarios de la teoría neoclásica, quienes argumentaban que el capital humano se dirige hacia aquellos lugares donde su productividad es más alta y sus retribuciones también, beneficiándose de ello y al país de destino sin que se perjudique al país de origen, dado el buen funcionamiento del mercado en la asignación de recursos; los segundos, agrupados mayoritariamente en el estructuralismo, consideraban que la calificación de fuerza de trabajo era fundamental para el desarrollo económico de cada país, y que en la emigración de estos trabajadores se perdía también capacidad para aumentar la productividad del país además de que en su educación se había invertido mucho dinero público, lo cual significaba también una transferencia de recursos hacia los países de destino.
Un estudio realizado por encargo de la ONU le daba la razón a los “nacionalistas” al encontrar que entre 1961 y 1972 hubo transferencias de recursos por éxodo intelectual desde los países subdesarrollados hacia Estados Unidos, Canadá y Reino Unido en un monto mayor al que estos países destinaban por concepto de “ayuda para el desarrollo”, ante lo cual se concluía que si se utilizara un sistema modificado de balanza de pagos donde se tuviera en cuenta el éxodo de trabajadores intelectuales que sufren los países subdesarrollados sin compensación alguna, la deuda pública exterior de estos países representaría menos de la mitad de su nivel en ese tiempo.
La transferencia de recursos no cesaba. Goldin y Reinert calculaban que en el primer lustro del siglo XXI vivían tres millones de inmigrantes con grados universitarios viviendo en los países desarrollados y debido a que estos títulos fueron financiados por los países de origen, el total de transferencia de riqueza de países pobres a ricos por ese tipo de migración representó entre 45 mil y 65 mil millones de dólares además de la pérdida en la captación de impuestos dado que este tipo de trabajadores generan altos montos de los mismos. Como ejemplo los autores ponen el caso de la India, país del que salen menos de la tercera parte de sus graduados universitarios pero pierde una tercera parte de sus entradas por concepto de impuestos solamente por este tipo de migración a los Estados Unidos.
Con razón, Enrique Oteiza rebatía los argumentos de los “internacionalistas”, diciendo, entre otras cosas, que en la realidad el mercado no funcionaba “libremente” y ponía como ejemplo las políticas de inmigración selectiva aplicadas por varios países desarrollados para captar trabajadores calificados de otros países, con lo cual exhibía claramente las políticas convenencieras de los países desarrollados que están “recomendando” permanentemente a las demás naciones la adopción del libre mercado mientras ellos protegen su economía al tiempo que aplican políticas de fronteras abiertas a la inmigración de trabajadores de alta calificación.
Pero aún con toda una serie de recomendaciones que se han venido haciendo desde la ONU para que los organismos internacionales especializados presten apoyo a los países subdesarrollados para promover el retorno de personal científico, profesional y técnico, la “fuga de cerebros” no ha cesado.
En el caso de México, el número de Profesionales y Técnicos en él nacidos pero censados en Estados Unidos aumentó de 34,937 en 1980 a 60,965 en 1990. Goldin y Reinert, basándose en otros autores reportaban que México había perdido cerca del 15% de sus graduados universitarios en los primeros años del siglo XXI y la titular de la Secretaría de Relaciones Exteriores del gobierno calderonista mencionó en julio del año 2007 la impresionante cifra de 475 mil mexicanos profesionistas y postgraduados residiendo en el país vecino del norte.
Es difícil saber cuánto porcentaje del PIB representa la transferencia de recursos por concepto de migración de trabajadores calificados mexicanos porque, hasta donde sabemos, no hay cálculos al respecto. Sin embargo, intentemos un acercamiento. Con datos de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), López Suárez et al. reportan que en México el costo completo de una carrera promedio fue de 14,858 dólares en el año de 2001. Pero esa cantidad representa solamente el gasto público. Otro estudio encontró que el gasto privado en un semestre de 1995 en el nivel de licenciatura en la Universidad Iberoamericana y en la Universidad Nacional Autónoma de México promedió 21,926.5 pesos. Si suponemos que el gasto privado en dichas universidades varió solamente en la medida que lo hizo la inflación tenemos que con una inflación acumulada de 227.99% desde enero de 1995 a diciembre de 2001 en este último año ascendió a 499,902.2 pesos por una carrera universitaria de 10 semestres.
Con una paridad de 9.33 pesos por dólar en promedio durante el 2001, tenemos que, sin considerar el gasto privado desde preescolar hasta bachillerato ni el de postgrado, el costo promedio de una carrera ascendió a 68,438 dólares por persona.
Esto significa que si emigró el 15% de los graduados universitarios como afirman Goldin y Reinert, esto es, 43,064 trabajadores en 2002 según calculamos a partir de las estadísticas sobre el total de egresados de licenciatura y postgrado disponibles en la página de Internet de la Asociación Nacional de Universidades e Instituciones de Educación Superior (ANUIES), se transfirió al exterior 2,947.2 millones de dólares que representan el 0.47% del PIB de 2001.
Pero esta cifra se antoja conservadora. Ahora bien, si tenemos en cuenta que el total de mexicanos universitarios y postgraduados radicando tan sólo en Estados Unidos es de 475 mil en 2007 estamos hablando de una transferencia de 32,508 millones de dólares que representan el 5.23% del PIB de México del año 2001, por establecer una comparación, aunque hay que considerar que seguramente muchos de estos profesionistas han realizado sus estudios de postgrado en aquél país. Pero también hay que ver que en estos cálculos no estamos considerando los costos privados en postgrado ni los que las familias realizan desde preescolar hasta el bachillerato.
De cualquier modo esto habla de un altísimo drenaje de recursos desde México en tanto país subdesarrollado. Pero desde los países desarrollados se ha criticado cualquier medida de los países subdesarrollados tendientes a incentivar la recuperación de talentos tachándolas de voluntaristas al querer controlar la migración, la cual es a todas luces una actitud totalmente contraria a la que se tiene respecto a la migración de trabajadores de baja calificación, puesto que mientras argumentan que ésta debe ser controlada debido a los “desequilibrios” que genera su liberación, en el caso de aquella exaltan las bondades y beneficios que trae su movilidad presentando de este modo una visión positiva en la medida que los retornos transitorios, “libres”, de los migrantes calificados contribuyen a la consolidación de los mercados de trabajo locales y a su desarrollo.
Desde esta perspectiva, dicen, el "brain drain" se convierte en "brain gain" y a su vez, el "brain drain" se puede complementar con el "brain exchange", o "brain circulation". Pero en realidad cuando se refieren al "brain exchange", o "brain circulation" hay que tener presente que en parte lo hacen para justificar los movimientos de trabajadores de alta calificación de un país a otro pero dentro de una o varias empresas transnacionales en virtud de la dispersión territorial de sus actividades productivas que obligan a que como consecuencia los trabajadores involucrados en ellas tengan que cambiar, a veces frecuentemente, su residencia.
Esto obedece, en gran parte, al comportamiento y desarrollo de la empresa transnacional, especialmente debido a dos estrategias aplicadas por ella: 1) las fusiones, adquisiciones o alianzas estratégicas, que cuando se llevan a cabo entre empresas de diferentes países fortalecen la circulación de capital y mercancías, pero también de trabajadores altamente capacitados que realizan tareas de investigación, innovación, diseño, administración, organización y planeación, y; 2) los acuerdos de cooperación para investigación con otras empresas, organismos, universidades e institutos, que del mismo modo deben recurrir a la movilidad de trabajadores calificados bajo esquemas de contratación flexible en la modalidad del trabajo ahora llamado permanently temporary (permanentemente precario) que los obligan a andar “permanentemente a caballo entre distintas empresas” como una especie de fondo común de empleados que prestan sus servicios ahora en una empresa y luego en otra ajustados plenamente a la consecución de la mayor tasa de ganancia posible para las firmas.
A esto le llaman “universalidad”, libertad, “espacio de vida transnacional”, aunque en realidad ese tipo de trabajadores permanezcan atados a las empresas que los contratan. Por ejemplo, según datos del Servicio de Inmigración y Naturalización de Estados Unidos, en 1995 este país otorgó 118,898 visas para trabajadores con ocupaciones especializadas, 2,782 para entrenamientos industriales y 112,529 para transferencias de compañías. Las visas otorgadas a México fueron 3,655, 188 y 3,280 respectivamente.
Sin embargo, al parecer la circularidad de trabajadores calificados es algo que se ha venido dando especialmente entre los países desarrollados y también en los países en transición al desarrollo, como algunos asiáticos. Por ejemplo, citando a Pellegrino, la CEPAL reportaba en el año 2006 que:
Hacia 1995, la información anual sobre personas admitidas temporalmente a los Estados Unidos permitía suponer que la circulación tenía lugar más que nada entre países desarrollados: mientras europeos y asiáticos constituían entre el 75 y 80% de las visas otorgadas en las categorías de admisión de trabajadores temporarios (trabajadores con habilidades y méritos especiales, entrenamientos industriales, transferencias de compañías y visitantes de intercambio), los latinoamericanos no llegaban al 10% del total.
Esto se debe, como ya se dijo, a las estrategias que para aumentar su tasa de ganancia llevan a cabo las empresas transnacionales. Ellas concentran la investigación y desarrollo, innovación y diseño principalmente en sus países de origen y en otros países desarrollados en donde existen las mejores condiciones para realizar dichas actividades, como la existencia de clusters que facilitan el intercambio de información y toda una serie de condiciones de infraestructura que les permiten efectuar grandes inversiones con bajo riesgo y expectativas de alta tasa de ganancia. Por ejemplo, al 31 de diciembre del año 2000 la transnacional Bayer empleaba 12,000 científicos en investigación y desarrollo localizados en Alemania, Estados Unidos, Japón, Dinamarca y Suecia, mientras que la japonesa Nissan cuando desplaza alguna de estas fases fuera del país, “…lo hace hacia otros países desarrollados, como es el caso de Estados Unidos en Norteamérica.”
Pero cabe mencionar que últimamente las transnacionales también están abriendo centros de desarrollo tecnológico en países asiáticos como China e India ante el gran éxito y crecimiento económico que están teniendo. Por ejemplo, en el 2007 General Motors informó que invertirá “…250 millones de dólares para construir un centro de desarrollo y estudio científico aplicado a la industria en China, con lo que dará mayor énfasis al descubrimiento de métodos más substanciales para el mejoramiento vehicular.”
Hay otro proceso ligado a las estrategias de las empresas transnacionales que con toda seguridad favorece la movilidad de trabajadores calificados, pero más que nada entre países desarrollados y desde éstos hacia países subdesarrollados. Cuando una filial o subsidiaria de una firma transnacional se instala en un país diferente al de su origen requiere de “…fuerza de trabajo especializada y una estructura de servicios e integra en su entorno a empresas proveedoras no necesariamente de la región” sobre todo en los países subdesarrollados, donde:
…por lo general, no existen ni las aglomeraciones industriales que permitan la transferencia de conocimiento y tecnología, ni un numeroso grupo de empresas locales que tengan capacidad para integrarse a la red como proveedoras, [lo que] propicia que la instalación de una ET en una región determinada venga acompañada de empresas proveedoras de primera y segunda serie, originarias de su país o de otros países desarrollados que sean proveedores mundiales y entre los que existe una relación muy estrecha, apoyada básicamente en el conocimiento y la experiencia del trabajo conjunto.
Los proveedores de primera serie son aquellos que suministran partes del producto y para ello requieren del conocimiento de la tecnología del producto y del proceso de tal manera que llevan a cabo una relación muy estrecha con la subsidiaria; los proveedores de segunda serie suministran productos que existen en el mercado fabricados por varias empresas y que “…se insertan en el proceso productivo de la filial sin requerir del conocimiento de la tecnología del producto y del proceso, por ejemplo las llantas en la industria automotriz” y; los proveedores de tercera serie suministran “…bienes no relacionados con el proceso productivo que realiza la filial o subsidiaria, tales como artículos de papelería, servicios de limpieza, de comedor, jardinería, etcétera.”
De este modo, la instalación de una filial en un país subdesarrollado lleva consigo la movilidad o “circulation” de trabajadores calificados que se requieren con la implantación de ella misma y de las empresas proveedoras de primera y segunda serie, y en ocasiones hasta de tercera serie.
Por ejemplo, en octubre de 2007 se firmó un “programa piloto” que duraría 12 meses, una “carta de intención” que ya se venía fraguando desde el 2003, entre México y España para permitir la migración de trabajadores calificados a partir del primero de enero de 2008 con el cual se preveía que se podrían beneficiar 40 mil trabajadores mexicanos al año y para que, en palabras del titular de la STPS:
Cuantas veces alguna empresa [española] en México demande mano de obra española, en las actividades en que particularmente tiene mayor presencia, señaladamente servicios turísticos y financieros, nosotros también daremos todas las facilidades para que se puedan trasladar.
Ahora bien, aunque es difícil conocer la cantidad de trabajadores calificados que emigran, algunos datos que ya hemos expuesto pueden llevar a un acercamiento. Pero veamos otros más. Según unas estimaciones, a finales de la década de los noventa en Estados Unidos, Japón y la Unión Europea, los migrantes calificados provenientes de países no desarrollados, que trabajaban en Investigación y Desarrollo eran aproximadamente 400,000, en comparación con un total de 1’224,000 residiendo en los países de origen.
La National Science Foundation reportaba que el stock acumulado en Estados Unidos en 1997 de personas nacidas en México con títulos en Ciencia y Tecnología era de 35,100 individuos, lo cual representaba la mayor cantidad de los países latinoamericanos. Además, respecto a los mexicanos, se destaca que después de realizar sus estudios en aquel país, la mayoría tienden a permanecer allá, a diferencia de los coreanos y taiwaneses, quienes tienden a regresar a sus países dadas las políticas implementadas por sus gobiernos para estimular el retorno, comportamiento similar que posteriormente se daría en el caso de los hindúes y chinos.
De cualquier modo, el hecho es que desde 1990 el gobierno estadounidense ha venido ampliando la cuota de visas H-1B destinadas a “Trabajadores con especialidades” debido a las fuertes presiones de los empresarios quienes de este modo pueden disponer estacionalmente de trabajadores altamente calificados bajo contratos flexibles eludiendo deberes y obligaciones que la legislación estadounidense impone en el contrato de los nativos logrando así bajar los costos, a pesar de la oposición de los sindicatos y agrupaciones de profesionales quienes se vieron chantajeados por los empresarios, los cuáles amenazaron con que si no se ampliaba el número de visas H-1B trasladarían sus empresas hacia otros países donde hubiera abundante mano de obra calificada De 115,000 visas de este tipo en el año 2000 se pasó a 195,000 para los años del 2001 hasta el 2003, y entre el 1 de octubre de 1999 y el 29 de febrero del año 2000, o sea en 5 meses, se otorgaron 81,262 visas del tipo H-1B de las cuales 1,011 fueron para mexicanos. Goldin y Reinert reportan que debido al crecimiento económico de la década de los noventa la cuota anual de las visas H-1B fue aumentando de 65 mil en 1998 a 195 mil en el año 2001, pero que en el 2004 la cuota fue nuevamente reducida a 65 mil, con lo que se demuestra que los países desarrollados, en este caso Estados Unidos, aplican las medidas tendientes a captar el número de trabajadores extranjeros calificados según las necesidades de la economía, de ahí los altibajos en las cuotas.
Otra estrategia de los países desarrollados para hacerse de talentos es a través de la aceptación de estudiantes extranjeros en sus universidades, especialmente en estudios de negocios, ingeniería, computación, matemáticas y salud. Por ejemplo, el número de estudiantes extranjeros en Estados Unidos creció de menos de 50 mil en el año escolar 1959/60 a cerca de 500 mil en el año escolar 1998/99, año en el cual más de 50 mil eran latinoamericanos, con los mexicanos como el grupo mayoritario, con 9,641 estudiantes, seguidos de brasileños y colombianos. De los 420 mil estudiantes que realizaban cursos de postgrado en ese mismo país en 1995, 100 mil eran extranjeros, de los cuales 55,444 cursaban el doctorado, y el 63% de ellos tenían planes de permanecer en ese país. Los nacidos en México que en 1995 cursaban el nivel de doctorado en Estados Unidos con intenciones de permanecer en aquel país una vez concluidos sus estudios eran 37 por cada 100.
Al parecer la atracción de estudiantes y la posibilidad de retenerlos se debe sobre todo a la habilidad de las instituciones de educación superior de los Estados Unidos que aseguran el financiamiento de los estudios de sus alumnos. Goldin y Reinert, con información de The Economist del 26 de septiembre de 2002, dicen que “…la mitad de los estudiantes extranjeros que reciben su doctorado en EE. UU aun están allí cinco años después.”
Las instituciones de educación superior retienen a los mejores, a los más talentosos. Por ejemplo, en octubre de 2004, el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología y la Universidad de Harvard de Estados Unidos anunciaron un programa de becas para 25 estudiantes mexicanos sobresalientes de doctorado por año para iniciar con la primera generación en el 2005 apoyada por la Fundación México en Harvard la cual “…ha impulsado alrededor de 500 becas para estudiantes mexicanos con una inversión de 3.5 millones de dólares.”
Ahora bien, se dice por un lado que la emigración de personal calificado es un hecho irreversible tanto en su existencia como en sus consecuencias y especificidades, independientemente de las acciones que puedan llevar a cabo las organizaciones y los gobiernos debido a la dispersión territorial mundial de los procesos productivos capitalistas y a la concentración del poder económico, financiero y comercial en las grandes corporaciones con sede en las llamadas ciudades globales, además del envejecimiento de la población de los países desarrollados y la disminución en los cohortes de jóvenes que ingresan al mercado de trabajo, lo cual refuerza las presiones para que la inmigración continúe. Esta es una posición básicamente surgida en los países desarrollados, en los cuales ha venido intensificándose la competencia por reclutar a trabajadores de alta calificación, “cualquiera sea su origen”, y que son, según Castells, “desde los ingenieros de software hasta los futbolistas” aunque para Martínez Pizarro “…esta figura tal vez es exagerada.”
Por otro, se encuentran quienes postulan que si los países donde se origina la fuga toman conciencia de la importancia de contar con trabajadores altamente calificados como condición insoslayable para enfrentar el cambio tecnológico, favorecer la innovación, ampliar la generación de conocimiento y de procesamiento de la información, estimular la investigación científica y desarrollar cuotas mínimas de competitividad, la emigración de personal calificado disminuirá, aunque comparten la consideración de los factores demográficos como fuertes presiones para que la emigración ocurra. Esta posición surge básicamente en sectores académicos de los países subdesarrollados. Tienen razón Pellegrino y Martínez Pizarro cuando dicen que “…siempre ha sido muy difícil identificar puntos de contacto entre las perspectivas fundadas en las sociedades de origen y las provenientes de las sociedades de destino.”
Por lo pronto, mientras la National Science Foundation de los Estados Unidos estimaba que “…entre 1998 y 2008 el número de ocupaciones para científicos e ingenieros crecería casi cuatro veces más que el promedio de todas las ocupaciones”, en México, salvo los programas de repatriación y retención de poco impacto lanzados por CONACYT, los responsables de la conducción del país y los grupos empresariales poco han hecho para disminuir la fuga de trabajadores calificados o estimular el retorno de los mismos, aún cuando la experiencia de varios países asiáticos al respecto está demostrando que mucho se puede hacer en ese sentido.
Por su parte, a los países desarrollados no les importa que 70% de los graduados universitarios de Guyana se vayan a Estados Unidos ni que más de la tercera parte de los jamaiquinos con el mismo nivel educativo hayan emigrado a aquél país y al Reino Unido, o que el 65% de los profesionistas de Gambia, 51% de Somalia, 45% de Sierra Leona, 44% de Ghana, 15% de Filipinas y 15% de México con títulos universitarios vivan fuera de sus países.
Esto se combina con el hecho de que debido al atractivo de los altos salarios en el extranjero y con la esperanza de recibir mayores montos de remesas muchos países parecieran estar invirtiendo en educar a la gente para que se vaya. En enfermeras este pareciera ser el caso en México en los últimos años bajo el argumento de que hay que ir a Estados Unidos a aprovechar las oportunidades de empleo que se ofrecen dado el déficit de enfermeras que presenta aquel país.
Por ejemplo, ante las dificultades que enfrentan las enfermeras mexicanas para trabajar en Estados Unidos por la carencia del idioma inglés y los obstáculos para certificarse, durante el gobierno de Vicente Fox se promovió un programa piloto “…para capacitar, en universidades mexicanas, a enfermeras que puedan ejercer en Estados Unidos.”
Debido a que ese país había estado reclutando enfermeras en Filipinas, Pakistán e India a un costo de 300 mil dólares cada una, el cónsul de México en Dallas preguntaba y sugería que:
…por qué traen estas enfermeras para suplir esta carencia de tan lejos, y sobretodo si este país [Estados Unidos] está tendiendo cada vez más a ser bilingüe y bicultural, y cada vez hay más pacientes hispanos y mexicanos, por qué no, entonces ver la posibilidad de darle un espacio a enfermeras o enfermeros mexicanos.
Ante ello líderes del sindicato del IMSS estaban de acuerdo bajo el argumento de que “…en Estados Unidos ganan entre 5 y 10 veces más por el mismo trabajo que hacen en México.” No les importa que en este país también se tenga carencia de esos profesionistas puesto que, según la Organización Panamericana para la Salud: “Se recomienda de 50 a 60 enfermeras por cada 10 mil habitantes, el mínimo es 20, y México tiene menos de 19 enfermeras por cada 10 mil habitantes.”
Es detestable que los países desarrollados se dediquen a reclutar médicos y enfermeras de los países pobres y subdesarrollados resquebrajando sus sistemas de salud sin importarles las consecuencias sobre el nivel de vida de la población. Mientras Ghana y Jamaica pierden hasta 60 y 80% de sus médicos, Malawi:
...perdió más de la mitad de sus enfermeras en los últimos cuatro años debido a la emigración, quedando tan sólo 336 enfermeras calificadas para servir a una población de 12 millones. Mientras tanto, la tasa de vacantes para cirujanos es de 85%, y 95% para pediatras. Debido a las epidemias de VIH/sida, los servicios de salud en Malawi son difíciles de obtener. Entre 1992 y 2000, la mortalidad prenatal se duplicó, un incremento que se atribuye a la decreciente calidad de los cuidados médicos.
De este modo, la transferencia neta de recursos por concepto de trabajadores calificados de los países subdesarrollados a los desarrollados continúa sin tregua.