PERSPECTIVA DE LA MIGRACIÓN MÉXICO-ESTADOS UNIDOS. UNA INTERPRETACIÓN DESDE EL SUBDESARROLLO
José Luis Hernández Suárez
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En segundo lugar cabe mencionar la ocupación de elevados porcentajes de campesinos contratados en el cultivo de mariguana y amapola básicamente con el propósito de obtener el sustento para la sobrevivencia.
Un estudio del Programa de Desarrollo Rural Integral para las Zonas de Producción Intensiva de Enervantes del Centro de Planeación para el Control de Drogas de la Procuraduría General de la República arrojó que entre 1992 y 1995, más de 130 mil campesinos y jornaleros de Sinaloa, Chihuahua, Guerrero, Durango, Michoacán, Jalisco, Nayarit, Oaxaca, Veracruz y Chiapas se dedicaron a las actividades de cultivo y producción de mariguana o amapola y antes de dedicarse a ello tenían un ingreso “inferior a 20 pesos diarios.” Además, se dijo, el 85 por ciento de esos trabajadores del campo eran jóvenes “menores de 31 años y casados”', y “casi todos delinquieron por necesidad económica.”
La magnitud del problema se entiende mejor cuando se compara la proporción de esos campesinos respecto de la PEA: En el municipio de Atlixtac, Guerrero, 60.14%; Sinaloa, 4.5%; Chihuahua, 3.7%; Oaxaca, 1.7%; Durango, 7.36%. La mayor parte, dice el estudio, se ubica en zonas indígenas y serranas de alta marginalidad y pobreza, con tendencia al aumento del número de personas involucradas.
Los ingresos por concepto de narcotráfico posiblemente hayan reforzado las tendencias de la gente a migrar a Estados Unidos en algunos lugares, en la medida en que accedieron a más recursos para solventar los gastos del traslado y que el ejército penetró brutalmente en esas zonas. Eso pudo ocurrir por ejemplo en Atlixtac, Guerrero, un municipio donde el 8.85% de los hogares tenía al menos un migrante en Estados Unidos que se había ido sin regresar en los últimos cinco años, pero sólo el 6.31% de los hogares recibían remesas. Eso tal vez se debe a que mucha gente ha emigrado definitivamente, puesto que las condiciones de marginación social y represión del ejército a raíz de estos estudios no ofrecen ningún incentivo para regresar.
Este fenómeno de la represión debida al cultivo de enervantes incluso tal vez sea menos cruel en las partes de Sinaloa, Durango y Chihuahua que en las zonas indígenas de los estados ya mencionados debido a la respuesta de las bandas de narcotraficantes que contestan asimismo intimidando a los “soplones” y las autoridades. Por eso, aunque se vayan a Estados Unidos por temporadas, los narcos de menor rango regresan a disfrutar el negocio del narcotráfico.
Pero toda esta violencia de la que se ha hablado tiene que ver en el fondo con el despojo de las tierras a las comunidades indígenas de parte de los finqueros terratenientes que buscan expandir sus áreas agrícolas y explotar la madera de los bosques, lo cual reforzó la migración junto con el hecho de que cayeron drásticamente los precios de los productos más campesinizados, como el maíz, el frijol y el café al tiempo que el Estado retiraba los subsidios y abría las fronteras a la importación de estos mismos productos.