3.3 La tutoría en la planeación gubernamental de la educación

El antecedente oficial que determina la proliferación de los programas de tutorías en las Instituciones de Educación Superior mexicanas (IES), se encuentra plasmado en el Programa Nacional de Educación 2001-2006 (en adelante PNE 2001-2006), bajo el argumento de incrementar los indicadores de eficiencia terminal: “La eficiencia Terminal ha mejorado en los últimos años, en promedio, sólo 50% de los estudiantes de licenciatura y alrededor de 40% de los de posgrado logran terminar sus estudios y titularse lo que representa un desperdicio de recursos y la frustración de legítimas aspiraciones personales” (PNE 2001-2006: 191).

Con lo anterior, se emprende una serie de medidas que pretenden, según señala el programa en cita, “el reto es lograr que los estudiantes culminen sus estudios en los tiempos previstos en los planes y programas de sus carreras”, y señala lo que constituye el punto de arranque de las tutorías:

Para esto es necesario establecer en las IES programas de tutelaje individual y de grupo, y de apoyo al desempeño académico de sus alumnos, que tomando en consideración sus diferentes necesidades mejoren los índices de retención (particularmente en el paso del primero al segundo año del programa de estudios); que diversifiquen las opciones de titulación y simplifiquen los trámites administrativos para la titulación y la graduación” (PNE 2001-2006, p. 191).

En consecuencia, en las líneas de acción del Programa, se encuentra, entre otros:

“B. Promover que los proyectos que conformen el Programa Integral de Fortalecimiento Institucional consideren, entre otros aspectos: (...) La atención individual y de grupo a estudiantes mediante programas institucionales de tutoría” (PNE 2001-2006, p. 205), y contempla la siguiente meta: “1. Contar, a partir de 2001, en las instituciones de educación superior con programas de atención integral a los estudiantes” (PNE 2001-2006, p. 211).

Por su parte, el Programa Estatal de Educación (PEE) 2004-2009, de Sonora, contempla a la tutoría como una línea de acción: “Impulsar programas de atención a los alumnos, en lo referente a apoyos de formación integral: salud, tutorías, movilidad estudiantil, servicio social, titulación, prácticas y residencias profesionales, principalmente” (PEE 2004-2009, p. 104).

En la perspectiva del gobierno federal y por ende el local, aparece el estudiante como desinserto de un contexto familiar y social, de manera que los factores que causan un bajo desempeño escolar no están asociados a las condiciones de vida, ni mucho menos son imputables a la concepción económica que determina la planeación del desarrollo, sobre todo en materia de empleo e ingreso. Se impone, por lo tanto, una visión asistencialista respecto a cómo afrontar la deserción, el rezago y la baja eficiencia terminal.

La actividad paliativa del gobierno no toca un aspecto nodal, referido a las condiciones de vida de la población general y la de los estudiantes en particular. Así las cosas, se atacan problemáticas individuales con medidas que focalizan esa individualidad, pero al mismo tiempo cosifican al beneficiario; lo hacen objeto de una beca, por ejemplo, pero no le reconocen la condición de sujeto de derechos sociales y políticos. Se pretende afrontar los efectos, pero sin atacar las causas profundas de éstos. Se incumple el mandato plasmado en el artículo 25 de la Carta Magna, respecto a la obligación del Estado de impulsar el desarrollo integral de la población.