LA TUTORÍA A ESTUDIANTES DE ECONOMÍA EN LA UNIVERSIDAD DE SONORA
José Darío Arredondo López
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El recorrido por tres encuentros nacionales y uno regional, de 2003 a 2006, permite suponer que la tutoría sigue siendo un tema incomprendido, signado por el pragmatismo y la urgencia de dar cuerpo a las disposiciones del PNE 2001-2006 y, en el caso de Sonora, al PEE 2004-2009.
De las ponencias revisadas, dos se refieren a la tutoría en el doctorado (Moreno, COMIE VII, 2003; De la Cruz &Abreu, COMIE VIII, 2005). La tutoría en el postgrado encuentra su máxima utilidad al ser el vehículo de transmisión de las tradiciones de investigación de la institución en donde se estudia y de las propias del investigador que orienta al profesional en formación. Tal hecho queda claro en la afirmación que hace la Dra. Moreno Bayardo:
La relación de tutoría en un programa doctoral se construye entre un estudiante y un tutor cuya función, precisada por Sánchez Puentes (2000), alude al profesor investigador que se responsabiliza académicamente de un estudiante de manera inmediata, directa y permanente; establece con él una relación unipersonal, le brinda una atención individualizada y entre los dos crean un proyecto de formación específico para el estudiante, de acuerdo con el plan de estudios correspondiente, mismo que incluye estrategias para la generación de su proyecto de investigación doctoral, así como la asesoría correspondiente durante todo el proceso de realización [...]Se concluye que la relación de tutoría resulta por demás relevante en los procesos de formación para la investigación, las experiencias referidas por los estudiantes muestran que mucho de lo que éstos logran hacer o lamentan no poder hacer, tiene que ver con la forma que toma, en cada caso concreto, la relación de tutoría (COMIE VII, 2003).
El resto de las ponencias se ubican en el ámbito de la tutoría en los estudios de licenciatura, y presentan un panorama variopinto. Se tienen investigaciones que expresan una visión esperanzada de la tutoría como un medio para combatir el fracaso escolar, buscar la permanencia y evitar la deserción, buscar la calidad en los programas educativos y proporcionar a los jóvenes las habilidades y competencias necesarias para desenvolverse en su vida profesional y laboral (Canales, Agiss, Velázquez & Arano, COMIE VII, 2003), así como puntos de vista confiados en el poder del diagnóstico previo como forma del conocimiento de los estudiantes y su posible éxito escolar (Gómez, González & Martínez, COMIE VIII, 2005).
Entre las investigaciones referidas al nivel de licenciatura, también se expresa el reconocimiento de que algo nuevo ha ocurrido y que obedece a imperativos exógenos a la institución donde se trabaja:
Los tutores de la universidad consideran que dentro de la tutoría se pueden encontrar dos objetivos paralelos: uno institucional, que pretende responder a las exigencias mundiales y del país, en la exigencia que se le hace para mejorar la calidad de la educación en general; y el otro personal de los tutores, que pretende brindar un acompañamiento a los estudiantes en su trayectoria por la universidad y con ello lograr que los estudiantes encuentren elementos para desarrollarse de manera integral (Macías, COMIE VIII, 2005).
También se reconoce que la implantación del programa de tutorías conlleva algunos problemas:
Las creencias que prevalecieron en el grupo en cuanto su nueva forma de intervención se centraron en creer que se requiere desempeñar un modelo de tipo terapéutico para el que no están preparados, se les dificulta discriminar hasta donde los problemas académicos pueden ser más producto de situaciones personales de corte afectivo que cognoscitivo. Uno de los problemas que enfrentó el grupo es que carecen de la infraestructura física en sus planteles para realizar esta nueva tarea y su temor es, que los programas se conviertan en mecanismos de control burocrático para docentes y alumnos y se pierda el objetivo central de la tarea: acompañar y apoyar al alumno de manera sistemática mientras estudia su carrera. (Canales, Agiss, Velázquez & Arano, COMIE VII, 2003)
Aunque, por otro lado, descubren que:
A lo largo de su vida profesional, han desempeñado la función de tutor en diferentes ocasiones y que, de alguna manera ha sido parte de su formación como docentes y su compromiso como educadores, su trabajo inmediato es iniciar el trabajo colegiado con sus colegas, buscar espacios de reflexión donde se dé la participación y la búsqueda a partir de lo que son como personas, como profesionales y como educadores. (Canales, Agiss, Velázquez & Arano, COMIE VII, 2003)
La implantación de la tutoría implica un reacomodo interno de las actividades y los medios de comunicación interpersonal en las instituciones, por lo que un trabajo en sus conclusiones destaca “la necesidad de implementar estrategias que faciliten la comunicación y cooperación entre tutores, de tal forma que compartan sus experiencias con respecto a la actividad de tutoría y además, debe haber una participación más cercana y activa por parte del personal que administra el programa” (Márquez, Primer encuentro regional de tutorías, 2006). Al respecto, se enumeran algunos aspectos que deben ser resueltos para fortalecer el programa:
Trabajo conjunto entre autoridades, coordinación del programa, tutores, maestros y alumnos para buscar la disminución de debilidades propias del programa y las amenazas a las que se enfrenta: Perfil del tutor; establecimiento de las horas frente a grupo con peso curricular. Fortalecimiento de asesorías académicas; establecimiento de mecanismos durante el proceso de selección; capacitación a tutores; selección adecuada de tutores; participación del consejo estudiantil en las asesorías en pares; involucramiento de los diferentes departamentos de la institución y la comunidad [...] para apoyar el programa (Jefes de departamento, academias y autoridades y muy importante, la difusión interna y externa del programa) (Camacho & Zepeda, Primer encuentro regional de tutorías, 2006).
Pero, además del “involucramiento” de profesores y autoridades, el programa debe tomar en cuenta a sus destinatarios:
De acuerdo con las opiniones de los estudiantes, la planta de profesores tiene una buena preparación académica para impartir tutoría y las herramientas necesarias para hacer eficaz el proceso. Sin embargo, los alumnos no están totalmente satisfechos pues se encuentran deficiencias principalmente en el proceso de asignación de tutor, lo que trae como consecuencia la falta de confianza para concretar la interrelación entre maestros y estudiantes, entorpeciendo las posibilidades del acompañamiento y dificultando la formación integral que se busca con la aplicación del programa (Acuña, Rangel & Rodríguez, Segundo encuentro nacional de tutoría, 2006).
No obstante, las actitudes de quienes han sido incorporados al programa de tutorías [...] son variables, cada día más positivas por parte de su planta docente que busca sumarse al programa y negativa por parte de los alumnos que lo consideran como una carga de trabajo extra que no le ven el beneficio lo que genera en un buen número indiferencia y en otros malestar. Resulta evidente que quienes han tenido experiencias positivas parten del hecho de haber elegido a su tutor a quien conocieron como su profesor y le solicitaron personalmente que fuera su tutor (Vizmanos, López-Ortega & López-Uriarte, Segundo encuentro nacional de tutoría, 2006).
Por otra parte, existen esfuerzos sistemáticos de investigación sobre el estado del arte en la tutoría, tal es el caso del equipo que coordina el Dr. Bernardo Antonio Muñoz Riveroll (Jefe del Departamento de Análisis y Tendencias de la Orientación Educativa
DGOSE – UNAM y miembro del consejo editorial de la Revista Mexicana de Orientación Educativa), que está trabajando sobre el Estado del Conocimiento de la Tutoría Académica en las IES, 1995 –2005.
En comunicación personal de fecha 16 de abril de 2007, el Dr. Muñoz Riveroll comentó al investigador lo que hasta el momento había obtenido de la revisión de la literatura sobre la tutoría:
De allí hemos obtenido esta sencilla pero contundente conclusión: La tutoría académica es el campo de conocimiento de la educación, más pragmático y anárquico; en donde se están reciclando estrategias ya muy utilizadas por los psicopedagogos y los orientadores educativos, con mucho menos claridad y sentido que la misma orientación educativa.
En México, se han imitado los modelos de tutoría de la educación española, sin embargo (esto lo tenemos bien documentado), los hispanos también acusan un utilitarismo y una falta de construcción teórica del constructo: tutoría académica.
Por lo que corresponde a los materiales revisados para el presente estudio, en ninguno se encontró expresada la necesidad de indagar acerca de las necesidades reales de la institución que permitieran afirmar la pertinencia del programa de tutorías y plantear, en todo caso, un modelo propio y acorde a las tradiciones académicas institucionales. No se advierte un ejercicio de autocrítica y se da por hecha la aplicación del programa, de manera que las preocupaciones expresadas están centradas en aspectos operativos que en ningún caso contravienen los lineamientos prescritos por ANUIES.