Tesis doctorales de Economía


LA TUTORÍA A ESTUDIANTES DE ECONOMÍA EN LA UNIVERSIDAD DE SONORA

José Darío Arredondo López
 


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4.2 Acerca del contexto institucional y los actores

En este punto, se darán elementos descriptivos acerca del contexto institucional y algunas características de los actores. Aun cuando el interés fundamental del trabajo es describir la opinión de los profesores acerca del programa de tutorías, incorporaré algunas opiniones de estudiantes que, respondiendo a preguntas directas, pueden contribuir a dar mayor detalle acerca del caso. Con el mismo propósito, incorporo declaraciones de funcionarios universitarios. En el texto se retomarán algunos aspectos tratados, con la finalidad de procurar mayores elementos a la descripción.

La actual planta de maestros de tiempo completo de Economía, casi en su totalidad, es producto de los cambios acaecidos en la Institución universitaria en la década de los ochenta.

Durante el rectorado de Alfonso Castellanos, que se prolongó por más de diez años (la década de los 70 hasta el inicio de los 80), las prácticas de la administración para abordar los asuntos universitarios, quedaron registradas en la memoria colectiva como represivas, autoritarias, y antiacadémicas. Tras el castellanato, de 1982 hasta casi el fin de la década, siguió una etapa de recomposición de la Universidad y de las diversas fuerzas políticas al interior. La reconciliación entre universitarios tuvo como precio la salida de los docentes “castellanistas” y la readmisión de estudiantes y profesores que, por razones políticas, habían salido durante la etapa en cuestión. En el aspecto laboral también hubo cambios importantes, fortaleciéndose las estructuras sindicales ahora de signo independiente. El sindicalismo universitario contó con dos organizaciones, la de trabajadores manuales y administrativos (STEUS), y la de trabajadores académicos (STAUS), ganando en su momento, mediante votación democrática, la titularidad del contrato colectivo, dejando fuera del juego al sindicato creado por la administración. Asimismo, vino la incorporación de sus propios egresados en sustitución de los académicos que, merced a los cambios administrativos y políticos, se habían ido.

Tras la etapa oscura, la rectoría de Manuel Rivera Zamudio dio nuevos alientos al quehacer institucional, generando fundadas buenas expectativas acerca del futuro de la universidad y su quehacer, porque:

Había un reverdecer de la Universidad después de una etapa muy negra, o sea, digamos, yo creo que no hemos valorado bien la etapa del “Pototo” [apodo afectuoso del rector Rivera], pero la etapa del “Pototo” para mí, no sólo fue una buena etapa en términos políticos, de que se abandonó los varillazos, las pedradas, todo lo demás, sino sobre todo un buen ambiente académico, que rindió mucho fruto, ¿no? Se puede ver que una gran proporción de los centros de investigación y de las maestrías, son de esa época, entonces, el ambiente a mí me gustó. Todavía había conflictos, me tocó el SEMUS, cuando la huelga de 50 días del SEMUS, que de ahí salió derrotado y el STAUS... Había esos problemas pero, era un ambiente de mucha mayor calidad que la que había habido en los setenta, ¿no? 70, 74 y el 82. (Entrevista 1, 28/05/07)

La parte académica, como consecuencia de las nuevas condiciones observó mejoras sustanciales, de manera que se observó un proceso de calificación de la planta docente consistente en la procura de mayores niveles de escolaridad. La nueva administración alentó la formación de cuadros capacitados para impulsar las mejoras universitarias, como lo atestigua un académico que en la época de los cambios formó parte de la administración:

“Yo me fui a estudiar un postgrado en docencia económica, cómo orientar a los estudiantes en la impartición de la ciencia económica, cosa que me parecía muy interesante, el programa de docencia económica que estuve estudiando contemplaba la docencia y la investigación, no era una maestría profesionalizante ni para profesor o para investigador, era formar cuadros para la universidad” (Entrevista 7, 4/07/07).

Por otra parte, con el tiempo también se va perfilando la calificación docente por medio del postgrado, como una forma de escalar en el tabulador salarial, sobre todo a partir de los años 90:

Si analizáramos el período de los últimos veinte años, nos vamos a dar cuenta que la tendencia a la calificación, llámese estudiar maestrías y doctorados, por ejemplo, fue muy marcada. El hecho de que la gente entendiera que la única forma de escalar niveles de [¿remuneraciones?] más crecientes era estudiar. La universidad ha invertido mucho dinero en formación de cuadros académicos, y los números universitarios ahí están. Son francamente buenos, de los primeros lugares a nivel noroeste, investigadores en el sistema nacional, doctores... Eso sí, hay que entender que la universidad ha hecho un esfuerzo muy importante en hacer crecer el activo en recursos humanos, como un activo fundamental para detonar... para hacer crecer el nivel de la calidad, por así decirlo, de los estudiantes, sobre todo (Entrevista 2, 4/06/07).

Pero también, con el cambio de ley orgánica (Ley número 4, promulgada en 1991), la vida cotidiana de la institución sufre un vuelco que reduce las expresiones democráticas y hace que la institución adquiera otro perfil, otra dinámica, otra identidad. La autonomía universitaria es un concepto cada vez más condicionado a los imperativos del gobernador en turno, que ahora puede decidir casi sin contrapeso sobre la vida universitaria. La Junta Universitaria, máximo órgano merced a la nueva ley orgánica, se integra por una minoría de universitarios. Los primeros integrantes de la Junta son decididos en 1991 por el Congreso del Estado:

El ambiente de esa época yo lo tengo muy presente, [...] las condiciones políticas de la universidad habían cambiado y había un ambiente de zozobra, de inestabilidad, de... incluso a algunos maestros les parecía muy angustiante, porque no se conocía a ciencia cierta y no se conocían tampoco cuáles eran las repercusiones que podía tener el nuevo... no sé si llamarle modelo de universidad o el nuevo enfoque que se le iba a dar a la educación superior que impartía la Universidad de Sonora, ¿no?, de tal manera que yo percibí angustia, cierta zozobra en el ambiente y, lo que desde el punto de vista personal, creo que prevaleció entre los maestros, cuando menos a mí me tocó vivirlo, fue una especie como de pasividad, ¿no?, o sea, dejar que las cosas transcurrieran, no mover nada, aceptar las condiciones, las nuevas condiciones que estaban siendo impuestas en la universidad, en el Departamento de Economía, el caso es que me dio la impresión de que se caía en un inmovilismo cuando menos de manera temporal, y que las repercusiones pues no las conocíamos pero teníamos ya la idea de que pudiera llegarse a una etapa de oscurantismo si las condiciones se agravaban (Entrevista 7, 4/07/07).

Las condiciones descritas cierran la década de los 90 y abren la puerta del nuevo siglo. A partir del año 2000, con las transformaciones políticas producto del cambio de gobierno y el giro del discurso y la pragmática gubernamental cada vez más definida hacia la derecha del espectro político, se plantea una nueva forma de ver al docente y al estudiante.

Los profesores, ya sin canales de discusión y de decisión colectiva por el nuevo marco legal universitario, a veces son los últimos en enterarse de las nuevas obligaciones que deben cumplir. Las decisiones tomadas recorren un largo camino hasta sus destinatarios. El papel del profesor en las iniciativas de reforma, en la implantación de programas, en la vida académica en general, es el de cubrir la parte operativa. Consecuentemente, el ambiente se torna opresivo, genera el desaliento y la apatía y, como forma equívoca de defender, quizá, la integridad y la autoestima, se simula el acatamiento de las disposiciones de la administración.

Por otro lado, los estudiantes se encuentran con medidas que bajo el argumento de ser benéficas para su trayectoria las aceptan, en principio con algo de curiosidad: “En un principio cuando nos hablaron a rasgos generales en que consistía el plan [el programa de tutorías], me pareció algo bueno, tener a alguien que te pueda dar una visión más realista de la carrera, que te pueda guiar; sin embargo al momento de ponerlo en práctica, el plan no es bueno, pues hay falta de interés por parte de los alumnos y los tutores” (Alumno 3, mayo 2007).

De cualquier manera, después de la inquietud inicial, el interés deviene en conciencia de que la utilidad del programa depende de necesidades particulares, de situaciones especiales del sujeto, de ahí lo inapropiado de la obligatoriedad y lo necesario de la libertad de elección del tutor, tanto como decidir libremente el uso del servicio:

“No sé, en mi caso no hubo mucho interés, ni de mi parte ni de mi tutor, por darle continuidad. Yo puedo decir que a mí no me hizo falta, pero supongo que hay personas a las que les funciona para poder ubicarse en qué es lo que esperan de la carrera, o dudas con respecto al funcionamiento en general de la escuela” (Alumno 2, mayo 2007).

En la actualidad, la planta de profesores de tiempo completo de Economía cuenta con más del 90 por ciento de personal postgraduado; de ellos, la mayoría cuenta con doctorado o lo está cursando. La antigüedad promedio rebasa los 20 años y la mayoría está en el rango de los 50 a 60 años de edad. También la mayoría es egresada de la institución, por lo que conocen y comparten la historia y las tradiciones de la escuela en la que trabajan. Pertenecen todos a generaciones que hablaban en plural y perseguían ideales sociales, transformadores de sus propias conciencias:

Quizá por ser cambios generacionales tan claros, la percepción de las cosas, la misma valoración de lo que es la calificación académica, el enjambre de expectativas que los muchachos tienen, se distancian de los que nosotros teníamos, porque éramos más idealistas. Todo lo referíamos a un proyecto de sociedad. ¿Qué sociedad queremos? ¿Qué tipo de proyecto de nación queremos? Era una discusión permanente. Hoy en día, me parece mucho del problema se reduce a que esa variable ya no está presente (Entrevista 2, 4/06/07).

Por parte de los estudiantes, la licenciatura en Economía, a 8 de noviembre de 2005, contaba con una matrícula de 279 estudiantes, considerando primer ingreso y reingreso, mientras que Finanzas tenía 181 (Dirección de Planeación, 2007).


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