Jorge Alfredo Blanco Sánchez
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Una de las grandes incógnitas de la tecnología se encuentra en su evolución, en su desarrollo, su importancia radica en la dirección en que las tendencias de la técnica y la tecnología tomarán a futuro y la preocupación del hombre, si ese cambio o transformación lo podrá controlar a voluntad o simplemente tendrá que aceptarlo tal cual fuere su desarrollo de manera autónoma. Este asunto ha presentado a lo largo del tiempo diversas posturas para su análisis, las cuales serán señaladas a continuación, pero no estarán agotadas, solamente servirán de sustento para estructurar el planteamiento que se mantiene a lo largo del trabajo.
Una primera postura plantea la división entre desarrollo tecnológico interno (endógeno) que se refiere según Quintanilla (1991) a la mejora de la eficiencia de un proceso, la fiabilidad de los artefactos, dispositivos, partes, etcétera, o al funcionamiento en términos generales de la maquinaria como mecanismo eficiente. Este planteamiento considera a la tecnología exenta de carga valorativa, ajena al proceso de implantación entre usuario y proceso tecnológico. Su función es ser cada vez más útil a partir de los propios parámetros del proceso. Esta categoría sería de corte instrumentalista, de mejora continua, de diálogo ingenieril, de carencia cultural y social.
En otro sentido estaría el desarrollo tecnológico externo (exógeno) que apela a su implantación, uso y consumo, pero incluyendo al usuario, y abarca factores sociológicos, económicos, culturales, sociales y hasta demográficos. En este último sentido, la lista sería larga ya que se incluirían tantos ámbitos como implicaciones tiene la tecnología. En este apartado quedarían todas las propuestas humanistas, de impacto sociocultural, de consecuencias sociales, de bienestar y progreso. Siguiendo con la misma idea pero trasladada a otro plano, se puede especular que la distinción antes señalada entre el determinismo tecnológico y constructivismo social, se articula de la siguiente forma: el determinismo tecnológico —con todo lo dicho anteriormente—, se conecta directamente con el desarrollo endógeno y el constructivismo social se puede considerar como consecuencia del desarrollo exógeno. Esta percepción es discutible pero en principio sustentable, ya que la similitud entre las distinciones de técnica, señaladas en apartados anteriores ayuda a delimitar tanto para el desarrollo tecnológico como a la tecnología los aspectos netamente funcionales de los eminentemente humanistas.
El desarrollo tecnológico también puede ser analizado por ser acumulativo, es decir, los avances en este sentido podrán ser poco significativos pero alineados en cierta dirección que permitirá acumularse o agruparse alrededor de un cierto campo tecnológico específico. Una definición que va de acuerdo a lo señalado es la de Eduard Aibar (2001, p. 3) el cual dice que el desarrollo tecnológico se entiende, como una sucesión de invenciones o innovaciones donde cada escalón conduce casi necesariamente —o naturalmente— al siguiente y donde cada artefacto parece haber sido diseñado con el objetivo de llegar a la situación presente mediante aproximaciones sucesivas. En este sentido la relación tan estrecha entre ciencia y tecnología se puede interpretar como una interdependencia mutua altamente subordinada entre las dos áreas que en su convergencia producen avances gracias a la filiación de racionalidad que permite predecir ciertos acontecimientos como naturales o lógicos.
Su contraparte será el desarrollo a saltos, “el salto a la oscuridad” que señala Schumpeter (1975), uno de los economistas más prestigiados e influyentes en el siglo XX, y que se encuentra difundido como el cambio tecnológico. Este cambio en el desarrollo tecnológico se encuentra motivado en la mayoría de las ocasiones por el progreso técnico, la innovación, la invención, el diseño, la adaptación, entre otros.
“Denominaré innovación a la producción de nuevo conocimiento tecnológico. Primero, lo diferenciaré de la invención, que es la creación de alguna idea científica, teoría o concepto que pueda conducir a la innovación cuando se aplica a un proceso de producción; en segundo lugar, de la difusión, que es la transferencia de una innovación existente a un contexto nuevo; y en tercer lugar de la sustitución, que comprende el cambio en el proceso de producción sobre la base del conocimiento tecnológico existente” Elster (2000, p. 86)
Elster expone las principales teorías sobre el cambio tecnológico. De las cuales las más sobresalientes son las que afirman por un lado, que la actividad dirigida a una meta específica y la elección de la mejor innovación entre un conjunto disponible de ellas, hace posible su desarrollo. Por otro, nos dice que los procesos de ensayo y error son la forma en que se han generado una gran cantidad de cambios tecnológicos, ya que la práctica es el método más común utilizado a lo largo de la historia. Es más, —reconoce el autor—, que ciertas instancias accidentales han ayudado de manera importante al desarrollo tanto científico como tecnológico.
Schumpeter (1975) considera que la innovación es un asunto desequilibrante que requiere capacidades especiales como creatividad, visión diferente de las cosas, ser osado. Considera que sólo unos pocos investigadores tienen los suficientes conocimientos para ofrecer desarrollo manifiesto, es decir, brindar un enfoque diferente de lo ya existente. La forma básica de la innovación es cualitativa y discontinua, es un cambio que surge desde adentro de los sistemas establecidos (desarrollo endógeno), pero que desplaza el punto de equilibrio anterior (exógeno) y trata de establecer uno nuevo que no tiene comparación con el anterior. En este sentido es compartido el desarrollo tecnológico tanto endógeno como exógeno. Comparten atributos que permite implantar nuevo conocimiento a lo ya existente y de ahí derivar un nuevo proceso técnico.
Thomas Kuhn (1971) conocido ampliamente por su formulación de la revolución científica, establece que los paradigmas son los detonadores de los cambios importantes y trascendentales y por tanto es una lucha entre lo establecido y estructurado contra la nueva propuesta a la cual no se le puede medir ni valorar utilizando los modelos vigentes, porque trae consigo una visión nueva y diferente (principio de inconmensurabilidad) que requiere como ya se dijo anteriormente, utilizar otra visión, otra forma de ver las cosas, en términos de Butterfield (1981) equivale a “ponerse unas nuevas gafas” y por tanto no se puede juzgar desde lo establecido, ya que no existe punto de comparación.
Quintanilla afirma que existe una lógica del desarrollo tecnológico, el cual se regula por “el imperativo de innovación constante”. Esto quiere decir que la innovación no es un accidente en la historia de la técnica, sino una constante. La parte que resulta primordial resaltar y que confirma todas las distinciones que se han señalado entre técnica y tecnología se pueden sintetizar en el siguiente presupuesto que el mismo autor revela al explicar que “...mientras en las técnicas preindustriales la innovación se produce generalmente como consecuencia de la maduración interna de la propia técnica, en la tecnología actual la innovación es un imperativo con el que se cuenta de antemano” (1991, p. 45).
Esto permite pensar que la técnica tradicional (preindustrial) se diseñaba, se ponía en práctica y se enseñaba pensando en que fuera para toda la vida, mientras que las tecnologías modernas al igual que sus artefactos se diseñan para ser mejorados casi de inmediato, o para ser mejoradas a partir de sus usos y consumos. De hecho se puede afirmar que las nuevas tecnologías son flexibles porque se reconoce que deben pasar por un proceso de adaptación y socialización que demostrará su utilidad y la mejora estará en relación a las nuevas necesidades que la misma tecnología proporciona por su continuo uso. En pocas palabras, las nuevas tecnologías y el desarrollo tecnológico se encuentran caracterizados por el principio de maximización de la eficiencia y el imperativo de innovación de manera endógena, pero que requiere para su maduración e implantación de pasar por procesos sociales y culturales exógenos, que afinarán su utilidad y redefinirán sus usos e interpretaciones dentro de un contexto específico otorgado por los sujetos consumidores.
Acotando lo anterior, el desarrollo tecnológico implica por un lado, una sucesión de conocimientos alineados de tal manera que se pase de uno a otro de forma racional, lógica y natural. Por el otro, el desarrollo tecnológico obedece a cambios bruscos, discontinuos, saltos, los avances son de carácter cualitativo ya que son internos y desplaza al conocimiento anterior para implantar un nuevo conocimiento vigente. La diferencia entre técnica y tecnología es que la técnica avanza gracias a la sucesión de procesos y conocimientos encadenados, mientras que la tecnología cambia cualitativamente por saltos y por nuevo conocimiento, no necesariamente acumulado. Esta última argumentación reafirma la tendencia que en este trabajo se sustenta, la tecnología no es acumulativa, es cualitativa y modifica tanto al conocimiento acumulado como a los procesos y productos que conlleva ese nuevo cambio. La tecnología se reinventa a cada salto y para su implementación requiere forzosamente de pasar por un proceso de maduración y de socialización que reafirma su utilidad, funcionamiento y redefine sus usos e interpretaciones gracias a los consumidores, usuarios tecnológicos.
Otro asunto que Broncano (2000) considera que todavía no está resuelto por ser complejo en su ubicación y delimitación es el referente a las diversas relaciones que los desarrollos tecnológicos por sí mismos acarrean. Se sabe que existe correlación entre el desarrollo tecnológico y las diversas perspectivas sociales, políticas, económicas y culturales, pero no se puede precisar a cada cual qué corresponde tanto en causas como efectos en dicha reciprocidad. También se ha explicado de manera clara que existe una relación muy estrecha entre sociedad y tecnología, pero tampoco se está muy seguro de hasta dónde cada uno de los factores involucrados toma en cuenta las consecuencias o sus responsabilidades en esta correspondencia. Una característica más que ayuda al análisis del desarrollo tecnológico es lo que el mismo autor denomina “isotropía” al afirmar que los sistemas tecnológicos se encuentran en una extraña interdependencia, ya que cualquier parte del sistema puede entrar en relación con cualquiera otra y de ahí desprender una línea de desarrollo hasta el momento no proyectada y generar un cambio tecnológico. Este asunto puede ser la parte explicativa de la relación existente entre las TIC que investiga este trabajo, ya que la línea histórica que origina el Internet como desarrollo tecnológico no se explica como un “continum” sino más bien como un salto por el conocimiento nuevo .
Esta afirmación se encuentra íntimamente conectada con la propuesta de Kuhn de los cambios de paradigmas y los saltos no acumulados tanto de conocimientos como de técnicas. Pero también es interesante hacer referencia a que los procesos tecnológicos en parte generadores del desarrollo tecnológico no se dan de manera sincrónica, en la generalidad de los casos todos los elementos necesarios para producir un cambio, sino que parecen como entes autónomos que cada uno maneja sus tiempos y su velocidad de manera asincrónica, ya que no existe una armonía visible entre el desarrollo de la estructura, la evolución funcional y el ejercicio real de la función prevista en los avances tecnológicos.
Los sociólogos de la corriente constructivista han señalado este hecho. La evolución de la tecnología no se encuentra en un “continum”, es decir, no existe una armonía clara entre los artefactos, sus técnicas y sus aplicaciones, y en menor medida con los usuarios, y mucho menos con la normatividad de su racionalidad. El desarrollo tecnológico parece investido de un fuerza que rebasa cualquier intento humano por detenerlo, o incluso, por cambiar su dirección. Tiene un carácter de inevitable y fatalista en especial con las innovaciones tecnológicas y su difusión e implantación en la sociedad. Este punto de vista sostenido por la corriente humanista se preocupa de manera singular por las consecuencias que pueda acarrear al ser humano contar con una herramienta cultural que no pueda ser controlada ni dirigida hacia el beneficio comunitario.
Esta es la propuesta que apoya la presente investigación, el impacto tecnológico que produce en las sociedades y las culturas cierta adopción tecnológica no puede pasarse por alto, las consecuencias de la implantación debe ser estudiada y analizada de acuerdo a los contextos específicos de cada transferencia, por tanto cada caso debe ser estudiado en lo particular y específico de países o regiones bien delimitadas.
Esta forma de pensar de antemano está cargada de simbolismo, ya que adquiere tintes políticos, sociales, ambientales, éticos y morales, pero es la parte crítica que da el contrapeso a la propuesta determinista y que a final de cuentas es otra forma de acercamiento al complejo tema de la ciencia y la tecnología. Al momento de pensar en el desarrollo tecnológico no se puede dejar a un lado las teorías tecnológicas que más han impactado a los estudiosos de la materia y por tal motivo se expondrán las principales corrientes que completan el marco referencial del ámbito tecnológico.