Jorge Alfredo Blanco Sánchez
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Desde un inicio es importante dejar en claro que hablar de jóvenes es aceptar que no conforman un grupo homogéneo, que son individuos caracterizados por diversidades tan notorias como la edad, el nivel de educación, el estrato socioeconómico, el contexto geográfico y el entorno familiar. Lechner (2004) indica que existen ciertas tendencias para pensar que la juventud convive con rasgos similares y divergentes al mismo tiempo en su relación con otros jóvenes y con adultos. Identificar estas similitudes y diferencias entre jóvenes, parece tarea nada sencilla y tampoco se cuenta con una amplia literatura al respecto. Hopenhayn (2003) y el mismo Lechner (2004) coinciden en que se pueden identificar en los jóvenes tres características que los distinguen del sector de los adultos: a) un mayor grado de individualización, b) mayor tolerancia a la diversidad cultural y social y c) un modo diferente de relacionarse y comunicarse con los demás individuos, identificados principalmente por los signos de la modernidad y la globalización.
Los autores antes mencionados, no han investigado de manera empírica si la tecnología ha ayudado a que los jóvenes reafirmen estas tendencias o si el uso y consumo de artefactos tecnológicos les ha determinado su percepción al respecto. Pero si cuentan con datos que les permite identificar las tendencias antes mencionadas entre jóvenes. Este asunto resulta interesante y podría ser un buen comienzo para atomizar lo que ocurre entre los jóvenes y la tecnología. La investigación documental realizada en el presente trabajo tiende a afirmar precisamente que el uso y consumo de las tecnologías de comunicación son factores determinantes de las expectativas de los jóvenes mexicanos respecto a su sentimiento de libertad y autonomía, de juzgarse ellos mismos más dueños de su destino y de tratar de dejar a un lado la cultura heredada para construir la suya propia a partir de su visión del futuro inmediato, es decir, su identidad.
Por otro lado, es conveniente mencionar que los estudios antes referidos son de carácter comparativo, los sujetos investigados son los adultos y los jóvenes de diferentes países Latinoamericanos. De tal manera que no se puede afirmar que las características de los jóvenes representadas en los estudios aludidos sean un punto de partida o de reafirmación de los parámetros que se están mostrando, solamente sirven como una referencia útil, para ser tomada en cuenta como antecedentes de investigación. De la misma manera se remarca que no se encontraron estudios similares que se refieran exclusivamente a la comparación de jóvenes latinoamericanos en la utilización de tecnología como medio de expresión, casos comparativos o similares se encontraron en otros países no latinos de carácter cuantitativo con grupos cerrados elaborados con alumnos y controlados por los maestros. Este tipo de casos no serán tomados en cuenta en el presente estudio ya que no permite la recolección de datos de manera libre y en lugares públicos, aspectos determinantes del presente estudio. Como recordatorio la intencionalidad de la investigación se centra en los jóvenes que de manera abierta acceden a los medios tecnológicos como forma de expresión libre.
Se encontraron estudios sobre cultura tecnológica (Castells, 2004) que hacen clara referencia del Internet como creación cultural que otorga libertad, individualismo y autonomía a los jóvenes usuarios. Es cierto que el uso y consumo de Internet sigue siendo excluyente, ya que su acceso se restringe para unos cuantos, estudios de uso y consumo de Internet (Encuesta Nacional de la Juventud 2000) así lo demuestran, especialmente en países en vías de desarrollo, aunque es de tomar en cuenta que su acceso se está incrementado de manera vertiginosa, especialmente entre jóvenes (Lechner, 2004).
Las respuestas de los adolescentes en el estudio antes aludido para determinar la mayor individualización se concentró en tres factores, el reconocimiento de una mayor autoconciencia de sí mismos, los jóvenes manifestaron sentirse dueños de su destino con mayor autodeterminación. Los jóvenes declararon que el rumbo de sus vidas depende más de sus decisiones personales que de las circunstancias externas y el entorno. En otras palabras, los jóvenes consideran que su proceso de individualización se centra en la autoconciencia, la autodeterminación y la autorrealización de sí mismos como individuos. La autonomía medida por estos indicadores es el resultado de tal aseveración (Castells, 2004). Queda entonces por recopilar información empírica para deslindar la influencia que la tecnología proporciona a la juventud para cumplir con sus expectativas de autonomía y libertad, tanto en el plano figurativo, cultural, como en el plano de la vida diaria, en el uso y consumo constante de tecnología como un medio de entablar relaciones de interacción con sus semejantes y observar si de esta manera los artefactos tecnológicos propician estas percepciones juveniles de gustos y preferencias para la construcción de su identidad y su proyección del futuro.
El principio de autonomía que la juventud anhela como contrapeso a la carga de lo heredado, es una reacción natural al mundo de los adultos. El no aceptar las condiciones establecidas podría ser considerado como un sentimiento de falta de adaptación muy propio de su edad y de sus inquietudes, pero esta percepción de rebeldía ha existido en casi todas las generaciones anteriores, es decir, no es un fenómeno nuevo pero eso sí, es recurrente en las generaciones juveniles. Aunque el término autonomía proviene de la corriente ética, podemos decir que en sentido amplio es la capacidad de autodeterminación sin coacción ni violencia ajena que el sujeto tiene para establecer prioridades y preferencias al elegir sus metas personales (Villoro, 2002, p. 117). También es cierto que para que una cultura se realice cabalmente, es necesario que la comunidad que la sustenta junto con sus miembros, tengan la capacidad de decidir y aceptar como válidos para todos, los valores y fines que estructuren la autonomía o la singularidad de esa cultura en específico (Villoro, 2002, pp. 117-118). Y de esta manera se contempla el terreno de lo individual y grupal, lo público y lo privado.
Sobre este asunto polémico, es razonable pensar que si la prioridad es el mantenimiento de un grupo de manera homogénea, las estructuras sean respetadas en beneficio de la buena convivencia entre sus miembros, sin lesionar los derechos individuales de sus integrantes. Por tal motivo las prioridades individuales deben de ajustarse lo mejor posible a las colectivas, porque son las que garantizan la estabilidad social. Guariglia y Thiebaut (2003) establecen la distinción entre autonomía postulada como la que atribuimos a cada miembro en especial y a todos los miembros de una comunidad por el simple hecho de estar inserto en una estructura que tiene atribuciones dentro de una comunidad. Y la autonomía realizada que se refiere en sentido positivo al llevar a cabo del mejor modo posible las aspiraciones de cada sujeto en el transcurso de su vida. Esta última es la que interesa al presente trabajo observar entre los jóvenes cuando utilizan la tecnología, en especial la computadora con conexión a Internet.
De este modo la referencia de la autonomía a la que aspira el joven mexicano debe ser conquistada en ciertos espacios en los cuales no lo ha logrado por su calidad de joven o en proceso de ser adulto. Son los casos registrados a mediados del siglo XX donde la juventud empezó a exigir su ingreso a la sociedad como grupo diferente, no como un estado transitorio de la niñez a la adultez. El reclamo de ser partícipe en el campo laboral, cívico, económico por mencionar algunos, donde el ser joven era un impedimento para tener las mismas oportunidades que los demás miembros, tal es el caso de la mayoría de edad para elegir representantes políticos o los claros ejemplos de género, donde los padres decidían que por falta de recursos el hombre era el indicado para estudiar y la mujer no. Sin embargo, los jóvenes están ganando espacios en el campo tecnológico, donde se les reconoce que sus habilidades para manipular artefactos tecnológicos son difícilmente de igualar por lo adultos. En específico el manejo de computadoras, video juegos, comunicación por redes, etc. Parece que tienen una apertura “camaleónica” de adaptación a ciertos contextos cibernéticos y virtuales a los cuales tienen acceso de manera casi natural y por tanto puede ser un verdadero espacio donde se manifieste la autonomía juvenil. Estas dos perspectivas pueden ser claros ejemplos de la dicotomía en que se desenvuelve la juventud de cierto nivel económico y tecnológico. Porque no se puede dejar de mencionar que entre los jóvenes se encuentra una clara diferencia, una “brecha digital” por el uso y consumo de tecnología, entre los que consumen tecnología contra los que no la consumen.
En referencia a la mayor tolerancia de los jóvenes a la diversidad cultural y social, se hizo mención en el apartado de los alcances de los procesos culturales, que las culturas juveniles y el multiculturalismo se despliegan en el marco de la globalización y la modernidad y por tal motivo se acepta como parte del mundo en que les tocó vivir a los jóvenes. Esta diversidad cultural se puede aceptar o rechazar desde lo individual o lo grupal, pero la tolerancia es un factor que los adolescentes han podido aceptar como parte del entorno que los circunda. Vale la pena matizar que el multiculturalismo o la homogenización de culturas, ha sido polemizada en varios ámbitos, especialmente por los adultos más ortodoxos respecto a sus creencias y costumbres. De tal manera que por el momento la tolerancia a la diversidad tiene tendencias compatibles con los jóvenes. Esto no quiere decir que sean los únicos dentro de la gama social que aceptan la diversidad, pero la globalización y el concepto de ciberespacio ayudan a entender porqué los jóvenes no comparten esta discusión en términos generales y dan por un hecho que existe.
León Olivé (1999) en referencia a la tolerancia hace una distinción muy clara entre relativismo moral y tolerancia, e indica que no se puede ser extremista al decir que todo está permitido porque sé es tolerante, existe un parámetro de sensatez en esta discusión al afirmar que la tolerancia acepta dos proposiciones fundamentales: el derecho a la autodefensa y la prohibición de dañar arbitraria o innecesariamente a sus semejantes. La diversidad conceptual y el pluralismo son dos factores necesarios para entender la tolerancia, ya que parten de las diferencias sustantivas entre sujetos y su libertad por pensar de distinta manera sin la clara necesidad de contraponerse en la convivencia cotidiana.
Martín Barbero (2003) indica que hay que aceptar que se cohabita en una sociedad multicultural, donde no sólo se aceptan las diferencias étnicas, raciales o de género, se convive también entre significados culturales compartidos como son las culturas letradas, las culturas orales y las audiovisuales, todas ellas suponen diferentes modos de ver, de comprender, de sentir y de gozar. Bajo estos parámetros los aspectos relativos a tolerancia y diversidad cultural se mueven en un constante ir y venir para crear un contexto lo suficientemente interesante para debatir en los momentos de reflexión de cada cultura en específico comparada contra los preceptos universalistas de la ética contemporánea.
Al tercer apartado referente al modo de relacionarse y comunicarse por parte de los adolescentes, será muy importante dimensionarlo porque representa una de las formas características en que los jóvenes pueden demostrar sus gustos y preferencias mediante la herramienta tecnológica de la computadora con conexión a Internet. Los estudios referentes a este tema han sido denominados como Comunicación Mediada por Computadora (CMC), el cual es tratado en un apartado posterior y que demuestra la conectividad que los jóvenes tienen en la actualidad, no sólo por la globalización y la modernidad, sino que los adolescentes se han apropiado de él como una forma de manifestar su individualidad.
Según Roxana Morduchowicz (2004) la sensibilidad juvenil cambió a mediados del siglo XX por la penetración de los medios de comunicación y las tecnologías de información y comunicación en la cultura popular. La cultura de la palabra dio paso a la cultura de la imagen, la lectura lineal cedió su supremacía a la percepción simultánea. Ferrés (2000) reconoce el mismo fenómeno e indica que el zapping ha dejado de ser una forma de ver el televisor para convertirse en una actitud ante la vida. La juventud vive en una permanente fragmentación de la realidad, coexiste dentro de una constante inmediatez y con una sensación continua de impaciencia.
Morduchowicz (2001) afirma que las culturas juveniles se definen no sólo por los libros que leen, sino fundamentalmente por lo que miran en la televisión, los textos multimedia por los que navegan, la música que escuchan y las películas que eligen. De este contexto que puede ser denominado cultura popular, queda por identificar la forma en que los jóvenes comunican sus inquietudes, gustos y preferencias. La forma en que expresan su sentir, manera en que se identifican con los otros, modo en que construyen su realidad.
Para Martín Barbero (2003) la juventud replica la manera tanto como recibe los mensajes como los produce y los envía. Es decir, copia lo que observa y oye y emite su parecer desde la misma estructura en la que fue producido el mensaje. La falta de gusto por la lectura para los jóvenes no es más que un reflejo de la pérdida de importancia de los libros dentro de su entorno. La pérdida de linealidad ha permitido la simultaneidad, los jóvenes al mismo tiempo pueden estar platicando, escuchando música, haciendo la tarea y consultando información, porque su entorno así les ofrece la información. También se puede estar platicando con diferentes compañeros al mismo tiempo sin la necesidad de estar presente físicamente con cada uno de ellos, la computadora es el medio que ha permitido esta diversidad que admite la coexistencia en la inmediatez, la simultaneidad, la fragmentación y la falta de linealidad. La computadora con conexión a Internet ha permitido que las culturas juveniles se expresen de muy diversas maneras y por diversos medios electrónicos que ya no son exclusivos de los adultos.
En el caso de México, los estudios de culturas juveniles avalados por el Centro de Investigación y Estudios sobre Juventud (CIEJ) tienen como objetivo central contar con diagnósticos formales sobre la condición actual de la juventud, por tal motivo se ha dado a la tarea de analizar las características más significativas del sector juvenil para elaborar políticas y programas acordes con su condición social y cultural dentro de la dinámica natural de las condiciones del país. Para lo cual, mantiene varias trayectorias de investigación como son: 1) Las transformaciones y las permanencias que los jóvenes están produciendo en el seno de la vida familiar, en especial la relación con sus padres y la formación de nuevas parejas. 2) El perfil del joven que egresa de una escuela y su incorporación a los mercados de trabajo, su participación activa en los campos político y social y 3) Las nuevas percepciones e interpretaciones que hacen los sectores juveniles de su entorno inmediato (aspectos transversales de aculturación) ENJ (2000).
Cada uno de ellos aparece como una vasta región fértil que requiere ser recorrida con métodos sociales de investigación y que especialmente en México pocos investigadores han tomado este rumbo. Desgraciadamente no se encuentran en estos estudios datos referentes a la cultura tecnológica juvenil, asunto que el presente trabajo trata de analizar, solamente aparecen algunas preguntas sobre el acceso a computadora e Internet entre jóvenes, pero no son suficientes para comentar ampliamente esta situación. La propuesta que aquí se analiza, es empezar a tratar estos temas desde el ámbito cultural, desde una perspectiva de deslinde, de construir, reconstruir y estructurar los significados que la juventud requiere para su desarrollo y expresión como grupo distintivo que busca su identidad cultural a partir de su pasado, su presente y su futuro.
Una de las propuestas interesantes encontradas en el estudio al que se alude, se refiere al “meta-destino” dominante de la juventud mexicana en que la inserción de los jóvenes a la vida adulta requería de un destino lineal dado y predestinado donde la trayectoria familiar, la escuela, el empleo estaba históricamente construida para repetir lo patrones establecidos y preservar las creencias y costumbres de la cultura asignada. O por lo menos era la forma esperada por la sociedad en que los jóvenes deberían de transitar en su desarrollo hacia la etapa de adultez. Dicho de otro modo, los jóvenes (según los estudios consultados) ya no repiten de manera mayoritaria el mismo patrón lineal que se venía dando a través de la historia mexicana. La tendencia a construir su propio camino, de sentirse dueño de su destino que empieza a cambiar paulatinamente entre los adolescentes que buscan su desarrollo personal aunque tengan que contradecir las costumbres y las creencias heredadas de las generaciones anteriores de padres y abuelos.
Los jóvenes considerados como los destinatarios de todo el acervo cultural que con el tiempo serían los mejores transmisores de “La Cultura Propia” —en términos de un ideal no tangible—, preservarían de generación en generación este legado histórico valioso. Por lo pronto, este era el sentimiento de los padres respecto de los hijos.
Si al joven se le considera como un ser que hereda una cultura a partir de lo que la familia les transmite y ellos por aceptación, asimilación y/o rechazo, conforman su propio sentido de cultura, entonces se entiende que el postfigurativismo de Mead ( 2002) se encuentra como una realidad vigente que refleja lo que los adultos quieren que las nuevas generaciones cultiven. Pero los jóvenes están obligados a tomar su propia decisión, siguen el camino trazado por las anteriores generaciones o cambian de rumbo. De esta manera queda en duda el “meta-destino” como opción preponderante, los adolescentes tienen ahora la oportunidad de decidir su destino dentro de las condiciones posibles que su entorno les proporciona y la libertad de elegir con responsabilidad un nuevo proyecto de vida interesante y por tanto digna de ser recorrida. Esto quiere decir que el anhelo de libertad y autonomía es esencial para los jóvenes que buscan encontrar su proyección por medios propios, uno de esas opciones la ofrecen los medios tecnológicos que a partir de su utilización, las oportunidades de identificación, autonomía, libertad, igualdad, estarían de manera teórica a su alcance. De esta manera queda establecido que las culturas juveniles consideran que la tecnología es una de las herramientas que les permite expresar sus inquietudes y diferencias, aceptan que la diversidad cultural es factor importante, ya que su cultura, heredada, adscrita o proyectiva es el sustento de la construcción de su identidad individual y colectiva, pero que ellos mismos son los responsables de conjuntarla. La interactividad que otorga el medio tecnológico, más la buena disposición que existe por usarla y consumirla, permite que sea una opción racional y congruente con su época y con sus intenciones de simbolizar de cierta manera su estado transitorio de joven.
Las culturas juveniles por tanto, no sólo son depositarias de la cultura predominante sino que son, actualmente, participantes activos en la construcción de nuevas formas de expresar aspectos socioculturales y el desarrollo tecnológico globalizado es uno de esos caminos que permite expresar su interés por reafirmar su libertad, autonomía, igualdad de oportunidades, democracia e interactividad dialógica. Como tal, ellos asumen su responsabilidad ante el futuro inmediato y participan activamente en la redefinición de la tecnología por su constante exposición al medio digital.
Esta percepción cultural juvenil requiere ser contrastada con un medio tecnológico, en este caso el uso de la computadora con conexión a Internet, el cuál será abordado en el capítulo siguiente. Por lo pronto el estudio no se queda en un plano meramente cuantitativo de medición de uso y consumo de medios tecnológicos por las culturas juveniles, por el contrario, aporta propuestas indagatorias de carácter cualitativo para diagnosticar el aspecto simbólico de la tecnología y de las perspectivas culturalistas que los jóvenes imprimen al momento de manejar cierta tecnología.
Las culturas juveniles por tanto, son visibles en la actualidad, la propia tecnología lo reconoce y aparece como un nicho de mercado importante, sin embargo, el tránsito entre tecnología y cultura no está resuelto, los estudios culturales han aportado campos de investigación interesantes, pero la virtualidad y la transmisión de cultura fluye de manera mucho más rápida de lo que se puede documentar por las propias instituciones y sus representantes. En este sentido, es importante estar sumando constantemente y de manera acelerada lo que ocurre en la virtualidad junto con sus usuarios y la formación de comunidades electrónicas, los jóvenes han tomado como suya a la tecnología y la están redefiniendo constantemente de acuerdo a sus preferencias y opciones. Aunque ya se mencionó que las herramientas tecnológicas hablando desde el ámbito cultural serían mejor nombrarlas como herramientas tecnoculturales, habría que preguntarles a los jóvenes si así las perciben. Ya que tanto las máquinas como los artefactos se encuentra cargados intrínsecamente con rasgos culturales desde su propio diseño. Será percibido esto como parte de la redefinición de la tecnología elaborada por las culturas juveniles o se quedará solamente en un plano teórico especulativo.
La pregunta iría directamente al campo del Internet. Los jóvenes consideran al Internet solamente como la herramienta que permite acceder a la información y a la comunicación. La herramienta tecnocultural llamada Internet será percibida como parte de la propia cultura juvenil por los usuarios adolescentes. El siguiente capítulo analizará la racionalidad tecnológica del Internet desde sus orígenes y su diseño.