ESTRUCTURA ECONOMICA Y MIGRACION INTERNA EN AYARIT. UN ANALISIS MICROECONOMÉTRICO
Eduardo Meza Ramos
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La evaluación de los cambios ocurridos en los municipios a partir del nivel de empleo en los sectores económicos durante los períodos 1990 y 2000, medido por los indicadores a) de empleo básico (que mide la ventaja comparativa de cada sector respecto a la oferta de empleo en cada municipio en relación al estado); b) la tasa de participación del empleo y; c) el indicador de potencial de crecimiento del empleo (que mide precisamente la capacidad relativa de los municipios para crear empleos respecto al estado y el crecimiento de la población), conjuntamente dan cuenta de la transformación de la estructura y el comportamiento de la economía, factores que han influido en el proceso de urbanización en Nayarit.
El comportamiento cíclico de los mercados y las diferencias en la estructura económica municipal reflejan que las economías locales tienen efectos diferentes en el corto plazo, pero a mediano plazo influyen en la movilidad de los factores, de tal manera que se concentran donde existe mayor rentabilidad, pues el tamaño de la población es también un índice del potencial de mercado y de las economías de escala que se pueden desarrollar en una área. En la medida en que exista más población en una región, surgen ciertas ventajas de localizar la actividad económica en dicha área a fin de captar las demandas de bienes y servicios que se generen (Galvis, 2003). La migración interna es uno de los elementos fundamentales en la determinación de la localización espacial de la población de un país.
Al analizar el crecimiento del empleo con relación a su población y la tendencia histórica de la concentración poblacional en los lugares donde se localizan y concentran las actividades económicas, se espera que las tasas de crecimiento de la población sean mayores en los lugares que ofrecen mejores condiciones reales de crecimiento económico y menores en los lugares con pocas expectativas de crecimiento, lo cual es regulado principalmente por la movilidad de los factores, pero en primer lugar por la localización del capital. La “tasa de participación”, relaciona la población ocupada en las actividades de los sectores primario, secundario y terciario dividida por la población total de cada municipio.
En el año de 1990, solamente no respondieron a ese supuesto el municipio de San Blas, municipio que en el decenio analizado reportó incremento en el empleo básico del sector primario; quizá por ser uno de los municipios que reciben inversión extranjera directa (véase el cuadro 2.7).
Si bien los supuestos señalados se revelan más acordes con la actividad económica en el año 2000, por la preeminencia de Tepic y Bahía de Banderas. San Blas y El Nayar son una excepción (véase el cuadro 2.8). En general estos resultados son indicio de que dichos municipios se dedican de manera predominante a actividades del sector primario y no generan el volumen de empleo que demanda la fuerza de trabajo local, lo cual es determinante para emigrar hacia los municipios que tienen mejor desempeño económico y posibilidades de absorber más fuerza de trabajo. Además, al inmigrar se busca alcanzar mejores condiciones de vida, que generalmente se ofrecen en las poblaciones urbanas.
Al analizar los resultados a nivel municipal incorporando la variable de indicadores del empleo básico, se aprecian con claridad dos tipos de economías municipales: aquellas que basan su crecimiento en las actividades manufactureras y secundarias y; las que se dedican a las actividades primarias.
Veamos primero los municipios que sobresalen por su estructura terciaria y secundaria.
Tepic es un caso típico. Por el crecimiento que registró, es presumible que ha tenido que ver su localización geográfica y su infraestructura física y social, factores atractivos para la inversión extranjera. La concentración de servicios públicos que proporcionan una considerable cantidad de empleos e ingresos a sus habitantes, es otro aspecto explicativo de su crecimiento económico y poblacional. En la década de 1990, los datos de empleo presentaban al municipio con una elevada participación relativa de la población en el empleo, con un índice de potencial de crecimiento del empleo (PCE) con valor de 1.12. (Al respecto véase el cuadro 2.7.)
De acuerdo con el indicador de empleo básico, hacía 1990 ya se perfilaban como actividades motoras del municipio las comprendidas en el sector terciario (actividades de comercio, transportes, de servicios, de gobierno y otras) así como las del sector secundario (industria manufacturera, generación de energía eléctrica, distribución de agua y la construcción, entre otros). Las actividades relacionadas con el sector primario (agricultura, ganadería, aprovechamiento forestal, caza y pesca), en comparación con otros municipios, experimentaron un declive en cuanto al empleo que proporcionan.
En la década de los noventas el municipio de Tepic registró una tasa de crecimiento de la población por encima del promedio nacional, por ello la capital del mismo se convirtió en una ciudad media. El crecimiento del empleo y de la población tiene que ver con el impulso que le han dado tanto el gobierno federal como el estatal, principalmente en inversión pública en medios de comunicación y en infraestructura para el desarrollo, así como con medidas que han promovido la localización de inversiones nacionales y extranjeras que han impulsado la economía del municipio.
Este caso demuestra que la inversión en infraestructura para el desarrollo, junto con otros factores, que se ajustan a las necesidades locales y regionales, propicia de manera importante la creación de empleos y, por tanto, la atracción de población. González (1997) sostiene que las ciudades medias han salido adelante gracias a las ventajas competitivas derivadas de varios factores: de su ubicación geográfica reforzada por infraestructura de comunicaciones; el tipo de actividad económica desarrollada; la existencia de centros de servicios o donde se concentra algún poder político y/o religioso; la instalación de alguna empresa importante que ha generado economías de aglomeración en su infraestructura productiva, todo lo cual ha propiciado un crecimiento poblacional importante. Estas ciudades son además centro de actividades culturales y de difusión tecnológica.
Ya en este milenio el municipio de Tepic registró una tasa de crecimiento de la población de 2.4%, explicada en parte por la inmigración. En el 2000 registró el mayor índice de potencial de crecimiento del empleo, con el 1.12%. Estas características lo ubican en el municipio con la más alta capacidad relativa en el estado para crear empleos, mismas que se reflejaron en la población ocupada en las actividades del sector terciario y secundario. También se caracterizó por recibir el mayor monto de inversión extranjera directa en el estado.
Por otra parte, en el desarrollo de Bahía de Banderas ha influido su localización geográfica, contigua a Puerto Vallarta, Jalisco, desarrollo turístico de fama internacional, con quien comparte la formación de una zona metropolitana. Bahía de Banderas posee atractivos naturales de playa, vegetación, clima, agua e infraestructura física que han atraído la inversión extranjera. El potencial de crecimiento del empleo mejoró al pasar del índice de 1.08 en 1990, al de 1.1 en 2000. De acuerdo al índice de empleo básico, su actividad motora se ubica en los sectores terciario y secundario, en tanto que el sector primario ha disminuido. Este municipio está registrando las tasas de crecimiento de población más alta del estado y está por arriba de la tasa nacional, pues en el período 1990-2000 la población creció al 4.2% anual.
En lo referente a Xalisco, este municipio ha recibido el impulso positivo de su localización geográfica, contigua a la capital del estado, Tepic, con quien forma la zona metropolitana en desarrollo más importante de la entidad. Si bien hace años, estas dos ciudades estaban separadas por siete kilómetros, en la actualidad están unidos por un puente de la carretera periférica de Tepic, lo cual permite a la población de Xalisco el acceso a Tepic, como una colonia más, pero con la ventaja de comodidades naturales de un municipio que en esta década alcanzó la categoría de población urbana.
En este decenio Xalisco mejoró la tasa de participación la cual subió del 30.59 en 1990 al 35.3 en el 2000; en el cambio el potencial de crecimiento del empleo decreció, al pasar del 1.06 al 1.01 en dicho período. Pero la tasa media de crecimiento anual de la PE se incrementó, en 5.78 en la década de 1990-2000.
Ixtlán del Río, municipio del sur de Nayarit, colindante con el estado de Jalisco (atravesado por la carretera internacional que une a Nayarit con Jalisco), ha recibido el impulso de infraestructura carretera y de servicios. Por el indicador de empleo básico se observa que ha disminuido su participación en el sector secundario y terciario, pero se mantiene con números positivos en el decenio 1990-2000 y ha mejorado el índice del sector primario aunque aún sigue siendo negativo.
Santiago Ixcuintla, por su pasada actividad se hizo famoso con el calificativo de la ‘‘costa de oro’’, al caer el cultivo y beneficio del tabaco y sin diversificar sus actividades productivas, ha resentido la nueva situación económica. Por el indicador de empleo se observa que se han deteriorado las actividades manufactureras, por lo cual ha disminuido el empleo, la población ha sufrido una disminución de sus ingresos reales y en sus niveles de vida. Este municipio es uno de los que registran mayor deterioro del empleo básico en el sector secundario y terciario, que sólo ha sido amortiguado por el sector primario. En general, se puede decir que la base económica de Santiago es la agricultura y la agroindustria, por lo que suponemos que estas actividades dependen mucho de la proporción de ingresos que sus habitantes gasten en alimentos y servicios.
Por otra parte, los municipios cuya economía se basa en las actividades primarias, son Compostela (caracterizado como municipio urbano, y tercero en importancia en la entidad en cuanto al número de habitantes); Tecuala, San Pedro Lagunillas, Amatlán de Cañas, Ahuacatlán, Acaponeta, Rosamorada, El Nayar, San Blas, Jala y Ruiz. Estos municipios tienen como afinidad las actividades que comprenden la agricultura, la ganadería, el aprovechamiento forestal y la pesca, por lo cual comparten la problemática de las regiones agrícolas, que no logran desarrollar un sector de transformación que les permita generar nuevas plazas ni un mayor valor agregado. Según Arroyo (1999), esto se debe a que la capacidad de la tierra para fines agrícolas es fija, a lo cual se suma que su productividad desciende con su explotación. Además, cuando se intenta elevar la productividad con tecnificación ocurre un desplazamiento intensivo de mano de obra, situación que provoca que estos municipios registren altos índices de emigración.
Lo anterior refleja la ausencia de políticas para el desarrollo económico que se concreticen en programas tendientes a incrementar las tierras de riego; programas para desarrollar hatos ganaderos; tecnología para pesca; “camaronicultura” (la cual ya ha iniciado su despegue en la entidad) e industrialización de especies marinas o agrícolas; así como programas de empleo para que las economías de localización, determinadas por la cercanía espacial-geográfica entre las unidades económicas, sean de tamaño suficiente para minimizar costos (por ejemplo el del transporte), pero también para permitir un proceso de causación acumulativa espacialmente determinado (Myrdal, 1979).
En esos municipios será necesario, según Krugman (1991), replantear la noción de beneficios constantes de escala y de competencia perfecta, pues si bien el valor agregado generado en las actividades que permiten la entrada al escenario productivo de la industria manufacturera y, en consecuencia, de los servicios, por el reporte del empleo básico de estos municipios, es palpable la ausencia persistente de políticas para el desarrollo económico. Esto indica que no se han aprovechado las ventajas comparativas derivadas de su situación geográfica privilegiada, la abundancia de recursos naturales semivírgenes y la gran calidad de elementos disponibles requeridos para el desarrollo de los seres humanos.
Los municipios que registran tasa de potencial de crecimiento del empleo por debajo de la unidad, configuran el perfil de Nayarit como estado con vocación para las actividades primarias, para las cuales, afirma Ruiz (1999), no se han instrumentado programas públicos eficaces para alentar el desarrollo empresarial. Esto se ha reflejado en un bajo nivel de actividad manufacturera. Los programas existentes, la mayor parte derivados de programas federales, operan con baja efectividad debido a que no constituyen mecanismos orientados a promover un desarrollo autentico de las fuerzas locales. Además, por el proceso de globalización en que ha entrado el país, las causas económicas en torno al desarrollo regional son inciertas y no existe todavía consenso sobre las nuevas condiciones a las que se enfrentan las regiones y unidades internas de las naciones en este mundo globalizado (Dussel, 1990).