David Flores Ruiz
Tomando como referencia el marco teórico que nos proporcionan la teoría neoclásica del comercio internacional, puede afirmarse que, desde finales del siglo XVIII y principios del XIX, hasta época reciente , la explicación del éxito competitivo de determinados países en ciertos sectores económicos se ha fundamentado en la existencia de factores productivos abundantes en los mismos -materias primas, recursos naturales, mano de obra, etc.-, los cuales hacían que los costes de producción de determinadas mercancías fuesen menores y, por consiguiente, los países pudieran disfrutar de ventajas comparativas en su producción.
Pues bien, es sobre este paradigma en el que se basa, hasta épocas aún más reciente, el análisis de la competencia en la actividad turística, la cual, siguiendo los comentarios que hicimos en el apartado anterior, ha sido analizada tomando como unidades de análisis a los países receptores de turismo, es decir, a los destinos turísticos. Incluso en las últimas décadas, dada la importancia que, tal y como vamos a argumentar, tienen las ventajas comparativas en el desarrollo de la actividad turística, gran parte de los estudios sobre competitividad turística han seguido abordándose desde este enfoque teórico. En este sentido, si revisamos la literatura científica anterior a este período -década de los ochenta y noventa-, podremos destacar algunas de las principales características que definieron este tipo de investigaciones. De tal forma que ello nos permitirá contrastar el enfoque teórico neoclásico bajo el cual fueron elaboradas.
En este sentido, cabría comenzar destacando los esfuerzos realizados por el IET para conocer niveles y tendencia de los precios en hoteles (Figuerola, 2000:28). De esta forma, a partir de la evolución de los precios hoteleros se podía determinar el nivel competitividad tanto de España, en general, como de los diferentes destinos turísticos que la integran, en particular. La comparación entre niveles de precios de destinos turísticos diferentes proporcionaba información sobre el nivel de competitividad relativo existente entre éstos.
Por otro lado, como se expuso en el apartado anterior, el propio IET, durante el período 1977-1985, elaboró una serie de indicadores macroeconómicos de gran utilidad para la definición de las estrategias turísticas (Figuerola, 2000:29). De tal forma, que estos indicadores económicos, al igual que los niveles de precios de los hoteles, no tenían otra finalidad que la de medir el nivel de competitividad de España como destino turístico frente a otros países competidores, haciendo referencia, la mayor parte de ellos, a los costes.
Por otra parte, el IET también consideró oportuno poner a disposición del sector empresarial turístico un indicador competitivo de la situación de concurrencia y competitividad de los productos ofertados por las diferentes zonas receptoras (Figuerola, 2000:30). Para ello, realiza un estudio sobre los precios de los paquetes turísticos ofertados por los operadores turísticos europeos desde el año 1983 hasta el 1996. También en 1987 se realizó otro estudio sobre la competitividad de los alojamientos para el turismo individual.
Sin embargo, como se argumentará posteriormente, dada la importancia que tienen estas variables macroeconómicas a la hora de determinar y explicar la competitividad de los destinos turísticos en general, y de las empresas establecidas en los mismos, en particular, en períodos más recientes también se sigue investigando la competencia en la actividad turística bajo este enfoque macroeconómico. Una buena prueba de ello la encontramos en trabajos recientes tales como: Precios y competitividad en el sector turístico (Uriel, 2004); Precios hedónicos y rentas de localización en el sector turístico español (Ferri, et al., 2002), Inflacción y competitividad en el sector turístico (Uriel, 1998); Estudio de la competitividad del turismo en España y la Costa Blanca, a través de la evolución del tipo de cambio real (Ramón, 1997); La aportación de los aeropuertos españoles a la competitividad turística (Salazar de la Cruz, 1996) y Exportaciones de turismo y competitividad (Buisán, 1997), entre otros.
Por tanto, del recorrido realizado por las investigaciones más destacadas realizadas en España sobre la competencia en la actividad turística, concluimos que han sido los costes la principal variable sobre la que se ha apoyado este análisis, tanto de los destinos turísticos como de las empresas instaladas en los mismos, un análisis apoyado en el enfoque macroeconómico de la competencia.
En este sentido, siguiendo al profesor Bordás Rubíes, podría decirse que, según la teoría económica convencional, la competitividad en general, y de un destino turístico en particular, viene determinada por bajos costes de la mano de obra, por tipos de interés bajos, por tipos de cambios favorables, por economías de escala, etc. (Bordás, 1999:605). Sin embargo, Monfort Mir, en su tesis doctoral, señala que, con este planteamiento, la explicación de la competitividad de los mercados turísticos internacionales, se limita a analizar las ventajas en costes derivadas de los recursos productivos existentes bajo el control del sector turístico en cada lugar (Monfort, 1999:72).
La teoría neoclásica de la competencia basa, por tanto, el análisis explicativo de la competitividad de los destinos turísticos -unidad de análisis- en el concepto de ventaja comparativa de David Ricardo, comentada en los apartados anteriores, el cual hace referencia a la dotación factorial de los países, de forma que, según la misma, los países receptores más competitivos -destinos turísticos- serán aquéllos que dispongan de una mejor dotación de los factores utilizados de forma más intensa en esta actividad, tales como: el clima idóneo, la buena accesibilidad, la mano de obra abundante, la riqueza y variedad de recursos naturales y culturales, etc.
Siguiendo esta línea de argumentación, y profundizando en los comentarios anteriores, podría decirse, siguiendo a Camisón (1996) que el análisis de la competitividad abordado desde este modelo teórico se ha limitado al estudio de los costes y de los precios relativos. La investigación turística se ha decantado entonces en el pasado por una óptica macroeconómica, analizando los problemas y los hechos desde una perspectiva agregada, y siendo la principal fuente de información la estadística nacional (Pedreño, 1996:219-220).
Por tanto, podemos afirmar que la investigación de la competencia en la actividad turística ha sido rica en trabajos que han adoptado este modelo teórico de las ventajas comparativas -enfoque macroeconómico-, de tal forma que, con este planteamiento, la explicación sobre la competitividad en los mercados turísticos internacionales, se limita a analizar las ventajas en costes derivadas de los recursos productivos existentes bajo el control del sector turístico en cada lugar (Camisón, 1998: 17). En este sentido, el papel de la empresa turística a la hora de actuar sobre su propia competitividad y la de los destinos donde se localizan ha sido prácticamente inexistente. De tal forma que el éxito de éstas viene explicado por las características de los recursos de los territorios -destinos turísticos- donde se localizan.