David Flores Ruiz
En la segunda parte de la tesis hemos querido profundizar en el análisis de los espacios naturales como destinos turísticos, justificando la necesidad de abordar una política turística activa que busque la competitividad sostenible de esta actividad para minimizar sus impactos negativos y mejorar la posición competitiva de estos destinos en un mercado turístico, cada día, más competitivo. En este sentido, las principales conclusiones de este capítulo a las que llegamos, a partir de una revisión bibliográfica, son las siguientes:
- En la segunda mitad del S.XX, coincidiendo fundamentalmente con la etapa actual de búsqueda de relaciones de complementariedad entre Economía y Naturaleza -concepto de sostenibilidad-, tiene lugar la declaración de la mayor parte de los espacios naturales protegidos que existen hoy en día a nivel internacional.
- Es un hecho incuestionable el crecimiento de llegadas de turistas que están “sufriendo” los espacios naturales protegidos en las últimas décadas, consecuencia de la conjunción de una amplio número de factores, tanto de oferta como de demanda. Si bien, a pesar de la importancia de este fenómeno, la mayor parte de los espacios naturales protegidos carecen de una política de gestión activa de los flujos turísticos como consecuencia de unos escasos recursos financieros, de un personal técnico escasamente cualificado y de una falta de tradición por prestar servicios públicos gratuitos o a precios muy inferiores a los del mercado. Esta falta de gestión turística activa supone un deterioro de la posición competitiva a largo plazo y de su patrimonio natural y cultural.
- Esta política turística pasiva se corresponde con el análisis macroeconómico, a corto plazo, de la competencia, basado en la ventaja comparativa -explotación de los factores básicos de los espacios naturales protegidos-. Sin embargo, se considera necesario buscar nuevos modelos de desarrollo que, bajo un enfoque estratégico, dinámico y a largo plazo, tengan por objetivo la competitividad turística sostenible de estos destinos, basada en la puesta en valor de esas ventajas comparativas para convertirlas en ventajas competitivas, a partir, fundamentalmente, del conocimiento -condiciones de los factores avanzados-. Entendiendo la competitividad sostenible como la capacidad del destino de crear e integrar productos turísticos con valor añadido que protejan sus recursos y, al mismo tiempo, mantenga su posición competitiva ante destinos competidores. En este sentido, la estrategia de competitividad sostenible se configura como la única estrategia a la hora de afrontar el aumento de turismtas que “sufren” la mayor parte de los espacios naturales protegidos.
- La competitividad sostenible de los espacios naturales protegidos depende de las interrelaciones que se establezcan entre un amplio número de factores, entre los cuales destaca el papel activo de las administraciones públicas, si bien también ejercen un importante papel el tejido empresarial, la población local y los propios turistas. Todos estos factores se pueden recoger de una forma ordenada e integrada en el modelo metodológico del “diamante” de competitividad que propone Porter para analizar la competencia de los territorios en las actividades económicas. De tal forma, que ello dará lugar a un “diamante” de competitividad específico para cada espacio natural protegido.