David Flores Ruiz
Una vez argumentada la necesidad de buscar la competitividad sostenible de la actividad turística en los espacios naturales protegidos, en el presente apartado analizamos, siguiendo el modelo del “diamante” de competitividad de Porter, los principales factores que, según la bibliografía, pueden influir en el desarrollo turístico sostenible y competitivo de este tipo de destinos . Ello nos va a aportar una primera visión genérica de cómo los factores que conforman el “diamante” de Porter explican la competitividad sostenible de estos destinos. Posteriormente, en los capítulos siguientes, este análisis teórico se aplicará al análisis del desarrollo turístico de los parques naturales andaluces.
Así, tal y como apuntábamos en el capítulo anterior, cuando seguimos el modelo del “diamante” para analizar el desarrollo competitivo de los destinos turísticos estamos apostando por un enfoque estratégico y estructural de la competencia, en el cual tienen cabida una gran cantidad de factores: naturales, históricos, empresariales, socioculturales, institucionales, etc., así como las interrelaciones que se establecen entre todos ellos. Todas estas interacciones dan lugar a sinergias que inciden de forma conjunta, tanto positiva, como negativamente, en el desarrollo turístico competitivo de este tipo de destinos. Pues bien, nuestro propósito en los siguientes apartados es exponer de una forma ordenada e interrelacionada, como paso previo al análisis empírico de esta tesis doctoral, el papel que ejercen cada uno de estos factores en el desarrollo turístico de los espacios naturales protegidos.
4.4.1. Las condiciones de los factores
Tal y como recogíamos en el capítulo III, dentro de este grupo de factores irían todas aquellas variables que hacen referencia a los factores de producción localizados en el territorio, en nuestro caso, en los espacios naturales protegidos. Estos factores se clasifican en: básicos, los cuales se heredan o requieren una inversión mínima, -recursos físicos, mano de obra no especializada y semiespecializada, infraestructura básica y recursos ajenos a largo plazo-; y avanzados, los cuales son creados por el hombre mediante una elevada y continuada inversión -moderna infraestructura digital de comunicación de datos, personal altamente especializado, institutos de investigación, centro de formación, etc.-. A continuación recogemos brevemente el papel que pueden desempeñar cada uno de ellos en el desarrollo turístico competitivo y sostenible de los espacios naturales protegidos.
Recursos físicos: patrimonio natural, cultural y localización geográfica
Para el turismo de naturaleza las condiciones de los factores relacionadas con los recursos físicos, integrados éstos por el entorno, tanto natural -paisaje, abundancia de recursos hídricos, diversidad de flora y fauna, etc.-, como sociocultural -patrimonio histórico-artístico, cultural local, etc.-, toman una importancia esencial. Así, en el Plan de Impulso del Turismo de Naturaleza de España los aspectos más valorados por los turistas en la elección de este tipo de destinos son la calidad del entorno, su biodiversidad y el valor de sus recursos naturales. En cuarto lugar aparece el precio seguido del valor de los recursos recreativos, culturales y la calidad de la oferta de alojamiento (Secretaría de Estado de Comercio y Turismo, 2004).
Por tanto, la consideración de la variable ambiental en la planificación estratégica del desarrollo turístico constituye, como ya se hemos apuntado en el apartado anterior, una indudable oportunidad de negocio y una nueva ventaja competitiva. Actualmente la conservación del patrimonio y del entorno es parte inseparable de la actividad turística, sobre todo en la gestión turística de los espacios naturales protegidos. A diferencia de lo que ocurre en los restantes sectores económicos, este tipo de factores toma una especial importancia a la hora de determinar el éxito competitivo de la actividad turística en los espacios naturales protegidos, ya que la calidad ambiental del producto tiene un papel importante en la definición de la competitividad del destino y de los productos (León, 2004).
Esta gran importancia de las condiciones de los factores físicos en el turismo de naturaleza la encontramos en que éstos no sólo participan en su proceso productivo como materia prima, tal y como sucede en el resto de sectores económicos, sino que se conforman también como los atributos más importantes del propio producto o destino turístico, cada día más valorados (León, 2004). Por lo que, como se verá en el análisis de los factores avanzados, la creación y gestión del conocimiento que permita compatibilizar estas dos funciones se convierte en una de las principales ventaja competitiva que deben desarrollar este tipo de destinos.
También las condiciones de los factores históricos, culturales, arquitectónicos, etc., se conforman como variables cuya conservación y puesta en valor contribuye a aumentar la competitividad de los espacios naturales protegidos como destinos turísticos. Así, para el caso español, tal y como recoge la OMT (2002a) en un informe elaborado sobre el mercado ecoturístico español, las principales características que hacen atractivo a un destino turístico son: la cultura, historia y arte (18%); la naturaleza (17,5%); las diferentes culturas y tradiciones (17%) y el paisaje (15%) .
En este sentido, Alba y Ceniceros (2004) consideran que el desarrollo de los espacios naturales protegidos no debe limitarse a la explotación del patrimonio natural, sino que debe basarse también en la incorporación como elemento diferenciador de su patrimonio cultural, pues no debe olvidarse que el turismo cultural forma parte del territorio en el que se encuentra, crea vínculos de identidad entre el hombre y su medio, además de ser un elemento generador de desarrollo económico y social. Por consiguiente, es el patrimonio en general, tanto natural como cultural, el elemento central sobre el que debe girar la producción de turismo en los espacios naturales protegidos.
Sin embargo, la problemática más importante que se encuentra en la gestión adecuada de las condiciones de los factores físicos como factor de producción en la industria turística y, a su vez, como atractivo de la misma, la encontramos en que la mayor parte de estos factores tienen una connotación de recursos de propiedad común y de libre acceso a los mismos. Por lo que, en ausencia de regulación e intervención pública, los aspectos de la teoría de los recursos de propiedad común, esto es, la existencia de libre acceso a la utilización del recurso y la presencia de externalidades negativas entre productores y entre consumidores, hacen que se obtengan resultados ineficientes desde el punto de vista social, al incurrirse en una sobreexplotación de los mismos. De ahí, tal y como vamos a comentar posteriormente a la hora de analizar los factores relacionados con el “efecto gobierno” del “diamante” de la competitividad, el importante papel que juega la iniciativa pública en la consecución de un desarrollo turístico sostenible y competitivo para los espacios naturales protegidos, espacios que, como su propio nombre indica, están afectados por un régimen jurídico especial, lo cual hace que las administraciones públicas pasen a jugar un destacado, y reconocido, papel en la gestión de este tipo de destinos.
Respecto a la situación geográfica, la distancia en términos coste-tiempo entre los espacios naturales protegidos y los principales núcleos urbanos emisores de turistas de naturaleza se convierte en otro de los factores con importancia a la hora de impulsar el desarrollo de la actividad turística en estos espacios. De hecho, tal y como recogimos en un epígrafe anterior, las inversiones en infraestructuras de comunicación, fundamentalmente carreteras, han mejorado sustancialmente el acceso a muchos espacios naturales protegidos, entre los que se encuentran los parques naturales andaluces, los cuales, hasta hace unas décadas, se encontraban aislados de los grandes núcleos urbano (Marchena et al, 1992) .
No obstante, debe decirse que la mejora en las comunicaciones, si bien contribuyen a impulsar el crecimiento de los flujos turísticos hacia los espacios naturales protegidos, no garantizan la competitividad turística sostenible de los mismos, pues si este crecimiento no es controlado se producirá un deterioro en las condiciones de los factores, lo cual pone en peligro el desarrollo turístico sostenible de los mismos.
En definitiva, tanto los recursos físicos como la localización geográfica de las espacios se configuran como factores importantes explicativos del crecimiento de la actividad turística, si bien el desarrollo sostenible de esta actividad estará unido necesariamente a una gestión eficiente y respetuosa de tales recursos, para lo cual se requiere un conjunto de conocimientos que posibiliten tal gestión. Estos conocimientos se integran dentro de los factores avanzados, por lo que podemos afirmar la importante interrelación existente entre el mantenimiento de las condiciones de partida de estos factores básicos y las condiciones de los factores avanzados.
Recursos humanos
Tal y como hemos comentado anteriormente, el turista de naturaleza, cada vez más, viaja motivado por conocer y entrar el contacto con la sociedad local como forma de entender sus valores socioculturales, por lo que ello implica un intercambio de experiencias vitales entre éstos y la propia población local. Es por ello necesario valorar no sólo el medio físico, sino también el medio social en el que se va a desarrollar la actividad turística.
En este sentido, la implantación de un modelo de desarrollo turístico sostenible implica un proceso eminentemente participativo, cuyo éxito depende de la capacidad de involucrar a la población local, la cual se configura como la protagonista de todo el proceso. Siendo necesario, por tanto, la creación de un referente institucional de participación social. En este sentido, se manifiestan Ross y Wall (1999) al recoger que uno de los factores esenciales para conseguir un verdadero ecoturismo es la participación de la comunidad local. De tal forma que la participación de la población local puede ser definida como la posibilidad de que grupos de individuos influencian la dirección y el resultado de los programas de desarrollo que le afectan. Desde este punto de vista, el interés del ecoturismo se centra en que las comunidades retengan y ejerzan el control sobre el desarrollo y la implementación del ecoturismo (Wearing y Nel, 2000: 244).
Así pues, teniendo esto en cuenta, como afirman Eagles et al (2003), la planificación de áreas protegidas engloba dos ámbitos diferentes, pero relacionados, los cuales se reflejan en: 1) un componente técnico y 2) un elemento de participación pública de los interesados . En este sentido, la población local de los espacios naturales protegidos cumplen dos funciones fundamentales en el desarrollo turístico de los mismos: una como factor de producción y otra como población receptora, asegurando un trato hospitalario al turista. Por tanto, puede decirse que el capital humano se conforma, probablemente, como el factor individual más importante del que depende el éxito de la gestión del turismo en esas áreas, por lo que es esencial que se reconozca el valor fundamental del servicio que prestan a los visitantes (Eagles, 2003:145).
Sin embargo, el tejido social de los espacios naturales protegidos se suele caracterizar por una gran debilidad que se concreta en una escasa capacidad de iniciativa, unos bajos niveles de formación y una casi nula tradición de respuesta colectiva a los problemas . Por lo que se hace necesario que la iniciativa pública emprenda programas que dinamicen y orienten a las comunidades locales y formen a los empleados y voluntarios de las áreas protegidas. Así pues, las autoridades de áreas protegidas dedicadas a la búsqueda, contratación y mejora de su personal mediante estrategias apropiadas de desarrollo de recursos humanos estarán en mejor posición para proteger el entorno, involucrar a las comunidades locales y compartir la causa conservacionista con los turistas (Eagles et at 2003: 145).
En lo que respecta al capital humano, la Cumbre Mundial del Ecoturismo hace las siguientes recomendaciones a los gobiernos nacionales, regionales y locales: por una parte, que desarrollen la capacidad local y municipal para aplicar herramientas de gestión del crecimiento; y, por otra, que garanticen la prestación de apoyo en cuestiones técnicas, financieras y de desarrollo de recursos humanos a las microempresas y pequeñas y medianas empresas (OMT, 2003).
Por lo que respecta al sector privado, a éste se le recomienda que trabaje activamente con los dirigentes indígenas y las comunidades locales para garantizar que las culturas y comunidades indígenas sean objeto de descripciones precisas y respetuosas y que su personal y sus huéspedes tengan información adecuada y exacta sobre los lugares, las costumbres y la historia de los indígenas y las comunidades locales. Por su parte, a las comunidades locales e indígenas les recomienda que fortalezcan, alimenten y promuevan la capacidad de la comunidad para mantener y utilizar las técnicas tradicionales, especialmente la artesanía de fabricación casera, la producción agrícola, la construcción tradicional y la configuración del paisaje (OMT, 2003).
Todo ello nos deja entrever el importante papel que debe desempeñar la población local a la hora de asegurar la competitividad sostenible de la actividad turística de los espacios naturales protegidos. No obstantes, este papel, por la propia fragilidad del tejido social que habita en la mayor parte de estos territorios, debe ser promovido y dinamizado desde las administraciones públicas, pues, como afirmábamos anteriormente, la cualificación de los recursos humanos y, por tanto, la generación de conocimiento, como principal factor avanzado, va a incidir muy positivamente en el mantenimiento de las condiciones iniciales de los factores físicos y, por tanto, en la sostenibilidad del desarrollo turístico de estos destinos. En definitiva, todos estos argumentos demuestran, una vez más, el importante papel que debe desempeñar el “efecto gobierno” a la hora de impulsar una estrategia sostenible y competitiva de la actividad turística en los espacios naturales protegidos.
Conocimiento
Como se ha apuntado anteriormente, íntimamente relacionado con los recursos humanos se encuentra la gestión del conocimiento, en la medida en que la presencia de unos recursos humanos cualificados va a contribuir a generar los conocimientos necesarios para la gestión turística sostenible y competitiva de los espacios naturales protegidos.
Este factor se torna cada vez más importante a la hora de generar valor añadido en las actividades económicas, haciéndose aún más importante en la actividad turística, en general y en el turismo en espacios naturales protegidos, en particular, pues un buen conocimiento de los turistas va a incidir en la elaboración de los productos turísticos más adecuados para cada segmento. Y, a su vez, un buen conocimiento del espacio natural protegido por parte del turista va a permitir aumentar el grado de satisfacción de su experiencia turística, así como el respeto al entorno que visita. En este sentido, tal y como se recoge posteriormente, los programas de uso público se configuran como herramientas imprescindibles para la consecución de tales objetivos, en la medida en que el conocimiento se convierte en competente esencial del producto turístico, cada día más valorado.
Por otro lado, la necesidad de obtener información de manera sistemática y periódica, tal y como afirma Ivars (2004), hace aconsejable la creación de un sistema de información territorial que permita la construcción de indicadores, pues, en el contexto de la gestión turística sostenible, los indicadores de uso público se convierten en el elemento central del sistema que integra los siguientes factores: la cuantificación de la demanda de uso público real y potencial, el grado de adecuación del espacio protegido al uso público en relación con la vulnerabilidad del medio, los impactos ambientales y los conflictos de uso.
Sin embargo, en la práctica la mayoría de los espacios naturales protegidos españoles no evalúan su gestión, limitándose, exclusivamente, a balances contables, actividades realizadas u obligaciones de planeamiento (Sancho, 2004), existiendo, por tanto, un claro déficit relacionado con el seguimiento y evaluación del uso público como consecuencia de la falta de medios humanos, la falta de interés político y la falta de gestores especializados en la gestión turística de espacios naturales protegidos, lo cual incide en un déficit de conocimiento sobre la realidad y potencialidades de desarrollo turístico que tienen este tipo de destinos. Todo esto está incidiendo, tal y como comentábamos anteriormente, en la falta de una gestión turística activa, lo cual nos sitúa ante el enfoque macroeconómico de la competitividad.
Este déficit de información y conocimiento que sobre la actividad turística se tiene en los espacios naturales protegidos contrasta con la afirmación que realizan Crosby y Moreda (1996: 155), los cuales afirman que es fundamental conocer las necesidades, expectativas y factores críticos que influyen en la percepción de calidad por parte del consumidor…una vez más, el elemento de la información adquiere una importancia fundamental. En este mismo sentido se manifiesta Valdés (1999) al afirmar que una gestión turística eficaz exige disponer de información adecuada y suficiente sobre los diferentes aspectos que afectan a la actividad turística: características y hábitos de consumo de la demanda turística, característica de la oferta, grado de ocupación de las diferentes tipologías de alojamiento, equipamientos de uso público más utilizados, lugares o zonas más visitadas, etc.
En definitiva, podría decirse que el conocimiento turístico, directamente relacionado con la conservación del patrimonio natural y cultural, se configura como el principal factor sobre el que basar la competitividad sostenible de la actividad turística de los espacios naturales protegidos, en la medida en que permite mantener en sus niveles originales las características de los recursos físicos -patrimonio natural y cultural- sobre los que se basa, en primera instancia, el crecimiento de los flujos turísticos a estos espacios. No obstante, dados los escasos recursos financieros y humanos con los que disponen los espacios naturales protegidos para su gestión turística, en la mayor parte de éstos existe un déficit de información, en general y adaptada a la gestión turística, en particular.
Infraestructura básica
Otro grupo de factores que pueden influir en el desarrollo turístico sostenible y competitivo de los espacios naturales protegidos lo encontramos en todas aquellas inversiones en infraestructuras, la mayor parte de ellas públicas, que añaden valor a la experiencia turística de los visitantes. Entre estas infraestructuras destacan: las vías de comunicaciones, el abastecimiento eléctrico y de agua, las infraestructuras de telecomunicaciones, sanitarias y de uso público, etc. De forma que la función de todas estas infraestructuras básicas es atender las necesidades de saneamientos, alimentación, alojamiento, información, transporte y seguridad, dependiendo de ellas la capacidad de acogida de estos territorios como destinos turísticos.
Relacionado con estos factores, la clave para asegurar un desarrollo turístico sostenible está en preservar unos servicios que satisfagan de la mejor forma posible estas necesidades, minimizando, a la vez, sus efectos negativos sobre el entorno, caracterizado éste por su fragilidad. En este sentido, toda infraestructura debe emplearse con cautela porque puede romper completamente la armonía del espacio natural donde se instala, su diseño y funcionamiento deben ser muy cuidadoso, debiendo reflejar los valores del área protegida y estar claramente de acuerdo con la política del parque (Eagles et al, 2003:61).
Entre estas infraestructuras de servicios y acogida destacan las de uso público, pues, como se ha apuntado anteriormente, éstas se configuran como una de las más importantes a la hora de asegurar un desarrollo turístico sostenible y competitivo en los espacios naturales protegidos, en la medida en que su correcta gestión permite cumplir las siguientes funciones (Pulido, 2002): a) garantizar el conocimiento, uso y disfrute de los valores naturales, culturales y humanos de cualquier espacio natural protegido; b) facilitar una gestión efectiva de los flujos turísticos, adecuada a las características diferenciales de cada uno de los perfiles de demanda de estos espacios, de forma que se puedan satisfacer las expectativas de todos ellos, garantizando, a su vez, un uso sostenible de sus recursos, y c) dar un paso más hacia lo que debería ser una gestión activa de un espacio natural protegido, influenciando las motivaciones de los visitantes, haciéndoles cada vez más responsables y sensibilizándolos sobre los valores del territorio.
Por uso público entendemos el conjunto de programas, servicios, actividades y equipamientos que, independientemente de quien los gestione, deben ser provistos por la Administración del espacio protegido con la finalidad de acercar a los visitantes a los valores naturales y culturales de éste, de una forma ordenada, segura y que garantice la conservación, la comprensión y el aprecio de tales valores a través de la información, la educación y la interpretación del patrimonio (Europarc-España, 2005). Según esta definición, aunque son términos distintos, el uso público y el turismo deben ser considerados parte de un mismo fenómeno, por lo que es necesario establecer cauces de comunicación y aunar esfuerzos entre las administraciones ambientales, con competencias en uso público, y las administraciones turísticas, con competencia en la regulación y ordenación de la oferta turística.
Así, por ejemplo, tal y como recogen Molina et al (2003:30), para el caso de los espacios naturales protegidos andaluces, entre los objetivos que debe perseguir el modelo de uso público gestionado por la Consejería de Medioambiente de la Junta de Andalucía figura su contribución a la sostenibilidad del desarrollo turístico, ya que debe considerar las tendencias del turismo rural al reconocer la importancia de este sector emergente de actividad y la de sus consecuencias sociales y medioambientales, debe dar una orientación ambiental para su desarrollo y potenciar para su propia gestión las complicidades con los distintos agentes involucrados.
Por su parte, también Wearing y Neil (1999) reconocen el papel esencial que desempeñan la interpretación y la educación en el ámbito del ecoturismo lo que contribuyen a diferenciar las actividades ecoturísticas de otras tipologías de turismo que giran sobre la naturaleza. En este contexto, la interpretación puede aportar los siguientes beneficios a los espacios naturales protegidos: a) promocionales: en la medida en que promueven la “imagen” y la “identidad visual” del espacio protegido; b) relacionados con el ocio: en la media en que aumenta el valor añadido de la experiencia turística al permitir un mayor disfrute de la misma; c) educativos: la interpretación se está convirtiendo rápidamente en un apéndice de los programas de educación medioambiental tradicionales; d) conservación: en la medida en que permite una gestión eficaz del flujo de visitantes, aumentando con ello la capacidad de carga de estos territorios; e) económicos: ya que la interpretación puede dar al producto un valor añadido que lo hace más atractivo para los mercados, lo que supone un mayor beneficio para la zona, generando empleo, riqueza, inversión, etc.
Sin embargo, a pesar de todos estos beneficios, la interpretación ha venido ejerciendo un papel complementario, sin que sea considerada como una parte integral de la base que sustenta el producto ecoturismo. De hecho, para el caso español, muy pocos parques cuentan por el momento con planes o programas de uso público o similares -19,2%- (Europarc-España, 2004 en [Europarc-España, 2005:26]) como consecuencia de los siguientes factores: el poco tiempo de experiencia, al tratarse el uso público de una materia joven; una vez más, los escasos recursos humanos y presupuestarios destinados a la planificación; y la cautela por plasmar en un documento de planificación lo que se va a hacer, cómo, quién y con qué medios se hará.
Por consiguiente, una adecuada planificación y gestión del uso público, tanto en infraestructuras de descanso y recreo como de interpretación y educación del patrimonio, se presenta para los espacios naturales protegidos, tal y como hemos comentado anteriormente, como una de las estrategias más importante para asegurar un desarrollo turístico sostenible y competitivo de los mismos. No en vano, tal y como afirman Benayas y Blanco (2000b:77), el uso público es la base de la oferta turística complementaria del entorno de las áreas protegidas, por lo que este tipo de infraestructuras también se han podido comentar en el apartado dedicado al análisis de los sectores conexos y relacionados con la actividad turística del “diamante” de competitividad de Porter.
Todas estas infraestructuras básicas de acogida deben se impulsadas, fundamentalmente, por la iniciativa pública, si bien la iniciativa privada deberá involucrarse en la gestión de las mismas, pues estamos ante bienes cuasipúblicos cuyos beneficios van a repercutir de forma directa sobre los establecimientos turísticos localizados en los espacios naturales protegidos. Ello no viene más que a argumentar las interrelaciones que se deben establecer entre las condiciones de este grupo de factores -infraestructuras del destino- y los vértices correspondientes al “efecto gobierno” -administraciones públicas- y a los “sectores de apoyo y relacionados con la actividad turística”. No obstante, para este vértice del “diamante”, cabe destacar, una vez más, el importante papel de las administraciones públicas a la hora de implementar una estrategia de desarrollo turístico sostenible y competitivo en los espacios naturales protegidos