Andrés María Ramírez
Janvry, A. de, y Sadoulet (2002, relacionaron el tamaño de superficie laborable con la proporción de ingreso agrícola y no agrícola en ejidos mexicanos a partir de una encuesta nacional del sector ejidal realizada en 1997 por la Secretaría de la Reforma Agraria de México y el Banco Mundial; la encuesta fue, según refieren los autores, representativa del sector ejidal, tanto en el plano nacional como estatal y consistió en un conjunto de 250 encuestas a nivel ejidal y 928 encuestas a nivel de ejidatarios pertenecientes a los ejidos seleccionados (Cuadro 48).
Esta relación entre superficie laborable e ingresos agrícolas y no agrícolas se graficó para observar si había relación entre una y otra variable. En la Figura 21 se muestra gráficamente esa relación entre el ingreso total del ejidatario según el tamaño de predio.
Se observa con claridad que a medida que se dispone de más superficie laborable el ingreso total es mayor. En la Figura 22 se muestra gráficamente la relación entre el porcentaje del ingreso agrícola total con respecto al ingreso total por ejidatario, de acuerdo con el tamaño de predio.
Se observa en la Figura 22 que el porcentaje de ingreso agrícola con respecto al ingreso total es mayor a medida que aumenta la superficie, pero esa relación al parecer no es exactamente lineal sino de tipo sigmoidal cuya forma se ve en la Figura 23.
En la Figura 24 se muestra gráficamente la relación entre el ingreso total fuera de la finca con respecto al ingreso total según el tamaño de predio por ejidatario, de manera porcentual. Nuevamente se observa con claridad una relación entre ambas variables, a menor superficie disponible mayor es el porcentaje del ingreso obtenido fuera de la finca.
Pero con una mayor superficie sembrada ya sea con maíz o con un cultivo comercial como la cebada, el productor no siempre consigue asegurar la autosuficiencia alimentaria o reducir su pobreza. De acuerdo con Islas et al. (2003), en una superficie de 5.05 ha que posee en promedio un ejidatario en Tlaxcala, si se siembra con cebada, el productor obtiene un ingreso equivalente a un salario mínimo por 10.2 meses con base en los costos directos vendiendo a un precio de $1238.00 la tonelada de cebada y a $ 1.63 por paca de paja; si se contabilizan los costos totales ello equivaldría a un salario mínimo por 6.3 meses.
Para que una familia rural pudiera vivir exclusivamente del cultivo de la cebada, sin tener ingresos adicionales de otras fuentes y recibir al menos el equivalente a cuatro salarios mínimos mensuales durante el año, tendría que sembrar, en Tlaxcala, 23 hectáreas si solo se consideran los costos directos de producción o 36 hectáreas si se contabiliza la totalidad de los costos (Islas et al., 2003).