LOS FACTORES DE LA ALTERNANCIA EN TLAXCALA. 1991-2001
Angélica Cazarín Martínez
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El concepto de transición política remite a un proceso de radical transformación de las reglas y de los mecanismos de la participación y de la competencia política, ya sea desde un régimen democrático hacia el autoritarismo, o desde éste hacia la democracia. En sentido estricto el concepto se aplica en torno al análisis del paso desde un régimen autoritario hacia uno poliárquico (Dahl:1961). Desde una perspectiva general, el término de transición hace referencia a un proceso de cambio mediante el cual un régimen preexistente, político y/o económico, es reemplazado por otro, lo que conlleva la sustitución de los valores, normas, reglas de juego e instituciones asociadas a éste por otros(as) diferentes (Santamaría:1982). Ello implica que las transiciones no siempre se circunscriben a transformaciones políticas, sino que también puedan afectar otros ámbitos. Así, y además de la esfera política, habría que referirse a la económica, institucional o a aquélla otra que afecta a la organización del Estado, y cuya conjunción en algunos ámbitos espaciales ha sido caracterizada como de una revolución sin precedentes históricos (Offe:1992).
De acuerdo a lo anterior, podemos ordenar el proceso de transición política en dos dimensiones: liberalización y democratización (O'Donnell y Schmitter: 1988). Con la liberalización se hacen efectivos ciertos derechos destinados a proteger a individuos y grupos sociales de los actos arbitrarios o ilegales cometidos por el Estado, e indica también la ampliación de ciertos derechos de la ciudadanía, como las libertades de expresión y de asociación. Se trata entonces de la flexibilización de las normas de control del régimen sobre los medios de comunicación, o de la puesta en marcha de mecanismos y espacios legales, aunque restringidos, de sindicalización.
La segunda dimensión denominada democratización supone la modificación del régimen autoritario en sus procedimientos de representación política, de forma que las normas democráticas se convierten en el mecanismo básico para la toma de decisiones y para la delimitación del ejercicio del poder. Si bien ambas dimensiones no se dan de forma simultánea, en la medida en que se avanza en la liberalización, es más dificil contener las demandas de democratización
Adam Przeworski (1988) identifica la dinámica de liberalización con el proceso de desintegración del régimen autoritario, mientras que la de democratización la relaciona con la fase de instauración de las instituciones democráticas. Ambas dimensiones sugieren, más allá de su aportación conceptual, la distinción entre diferentes momentos (o rutas) de la transición.
Como regla general, la mayor parte de los procesos de transición política en Europa del Sur, América Latina y Europa del Este, comenzaron con alguna medida tendente hacia la liberalización del régimen autoritario, para pasar, a continuación, a la puesta en práctica de otras de carácter democratizador.
Desde esta opción analítica, resulta razonable considerar a la transición política como el proceso mediante el cual determinadas reglas de juego son transformadas hasta producir un nuevo orden democrático.
Un primer indicador que vislumbra la posibilidad de un cambio de régimen político es la crisis del gobierno autoritario. Así, los casos de Europa después de 1945, de Grecia, Portugal y España en la década de 1970, y de América Latina y Europa del Este en los años ochenta, demuestran que la transformación de sus regímenes autoritarios en otros democráticos se ha relacionado con la crisis producida al interior de los gobiernos de los primeros.
El análisis de la crisis del gobierno autoritario según la postura de Manuel Alcántara, se basa en base a cuatro criterios sucesivos:
1. Las características del régimen autoritario y de la coalición gobernante
2. Las causas del proceso de erosión experimentado por la referida coalición
3. Las manifestaciones de la crisis;
4. Por último la crisis de la coalición autoritaria.
Por lo que entonces lo que se requiere una atención a las principales características del régimen y de la coalición gobernante en él. Es así que la naturaleza y evolución del régimen autoritario se constituye en un elemento de decisiva influencia sobre el proceso de transición. Las variaciones en el origen y composición, el grado de movilización, el nivel de institucionalización, la eficacia en la satisfacción de las necesidades sociales y la existencia de principios de legitimidad, son algunos de los factores que contribuyen a diferenciar al régimen de partida y, simultáneamente, al proceso transicional y a su resultado final (Alcántara: 1992).
Finalmente la configuración de las dinámicas generadas durante el proceso de transición, se clasifican en tres posibles: en primer lugar, aquéllas que desembocan en una reforma radical del modelo de régimen, refundaciones; en segundo término, aquéllas que adoptan las instituciones políticas del último régimen democrático anterior, restauraciones; y, por último, aquéllas que permiten la vigencia de la legalidad autoritaria débilmente reformada (Alcántara:1992).
Habiendo esclarecido de manera de general los conceptos de democracia y transición política describiremos más adelante el proceso de transición política tanto el contexto Europeo como latinoamericano, lo cual permitirá ubicar la presente investigación en el caso temporal y espacial de México y Tlaxcala.