LOS FACTORES DE LA ALTERNANCIA EN TLAXCALA. 1991-2001
Angélica Cazarín Martínez
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La participación electoral es una forma de participación política especialmente importante, es por ello que su estudio y análisis se aborda de maneras distintas con respecto a otras formas de participación política. Desde una perspectiva empírica, se trata de la forma de participación política más ejercida, en la medida en que supone menos riesgos y costes que otras como la participación en organizaciones políticas o el ejercicio de la protesta política, además de que se da dentro de un contexto político altamente movilizador como son las elecciones.
Por otra parte desde la perspectiva normativa, la participación electoral incorpora un elemento de igualdad que no está presente en otras formas de participación. En los sistemas democráticos, el acceso al voto es igual y universal para todos los ciudadanos, mientras que en otras formas de participación política la influencia de cada persona es variable en función de su capacidad y disposición.
Desde el punto de vista político, el nivel de movilización y el perfil de los electores son elementos que pueden incidir en los resultados de la elección. El tema de la participación ha interesado a raíz de las importantes diferencias en los niveles de abstención, el interés del ciudadano por los procesos electorales ha disminuido considerablemente impactando en el comportamiento electoral (Anduiza:2004).
A finales de la década de los 80’s, el término participación empezó a tomar auge entre los medios de comunicación, y principalmente entre aquellos estudiosos de la política nacional en México, denominando con tal término, actos tales como el pertenecer activamente a un partido político, el acudir el día de la elección a depositar el voto, o simplemente el reunirse con un grupo (no político), para tratar de resolver algún problema público. (Rivera, 2004: 335).
la participación ciudadana aparece en los regímenes capitalistas desarrollados, y asociada a la crisis de representatividad de las democracias liberales de la década de los 60’s materializándose en los fuertes movimientos sociales que reivindicaban nuevas formas de hacer política y de hacerse escuchar. El término de participación puede dividirse en dos, por un lado la participación política y por otro la participación ciudadana.
El término de Participación política, se refiere a la formación de las instituciones políticas, como los partidos políticos que compiten por el poder a través de las elecciones, puede también referirse al hecho de que un individuo participe a favor de algún partido político, ya sea como candidato, o como simpatizante activo. La motivación en este tipo de participación, será siempre a favor de la institución política, y en beneficio de dicho grupo de individuos.
Por otra parte, la participación ciudadana es el medio civil para controlar a la participación política. La participación ciudadana, exige la aceptación de las reglas de un juego democrático y no sólo eso, sino también la aceptación de la voluntad libre de los individuos que deciden participar; este interés de participación no puede darse sin una distribución de aportaciones individuales, es decir, cada quién participa de acuerdo a sus propios medios, intereses y posibilidades. Tenemos entonces en la participación ciudadana, al individuo o grupo de individuos que, sin pertenecer a una agrupación política, se reúnen para resolver algún problema que ataña a su comunidad. Siendo su única motivación, la solución y el beneficio público y privado (Valdiviezo:2005).
Es así que la participación electoral, está entendida como la conducta que vincula a la población con el poder, es decir, a la sociedad con el Estado, está sustentada a través de un solo acto dado en un lugar y tiempo específicos: el voto. (Rivera, 2004: 339).
Desde hace unas tres décadas, el voto, ha confirmado ser la expresión cotidiana del comportamiento político y se caracteriza por su naturaleza institucional y convencional. Jaqueline Peschard comenta que la participación electoral está definida en tiempo y lugar por una serie de reglas establecidas y estandarizadas. Entonces, tenemos que ...el voto es el derecho político más extendido y equitativamente repartido, pues todos los ciudadanos lo poseen y éste tiene siempre el mismo peso, independientemente de la posición social o económica del individuo que lo emita. (Peschard: 68). De aquí el principio de: un hombre, un voto.
El estudio de la participación electoral en México, en opinión de los académicos no merecía mayor atención, en el contexto de un país donde existía un sistema de partido hegemónico y donde la competencia y mucho menos la alternancia tenían cabida, es por ello que en general los estudios electorales tan sólo se les enmarcaba en estudios que, teniendo interés en lo electoral, analizaban fundamentalmente aspectos políticos, con énfasis en los partidos políticos y en la estructura de poder y el Estado. Durante largas décadas, los procesos electorales en México tuvieron resultados fácilmente previsibles: el triunfo cuasi unánime del Partido Revolucionario Institucional. La falta de competitividad hacía irrelevantes los estudios electorales y los colocaba en un lugar muy secundario para la opinión pública. (Emerich: 9).
Además de lo anterior existía un control férreo que el aparato de gobierno (secretarías de gobernación, federal y en los estados) y el partido oficial (PRI), ejercían sobre los organismos electorales (generalmente comisiones electorales, federales y estatales), por lo que era prácticamente imposible conocer los resultados reales de las elecciones, es así que mientras las elecciones no fueran reconocidas como “limpias y transparentes” era difícil tener la certeza de la veracidad de los resultados. Además había que agregar el hecho de que los partidos no eran competitivos y sus votaciones eran muy bajas, salvo en los casos históricos, como en 1929, 1939, 1952 y 1988 (Valdiviezo, 1998: 11), en donde hubo oposición al candidato oficial aunque la votación obtenida por el candidato de oposición fue poca, logró porcentajes más altos que los tradicionales. De ahí que no tenía mucho sentido el análisis específicamente electoral y el interés descansaba exclusivamente en la realización de estudios típicamente políticos, en sus dos acepciones: de la Ciencia Política, y de la organización político-partidaria. Los primeros tenían utilidad teórica y los segundos se suponía que fundamentaban estrategias y acciones de los partidos políticos (Valdiviezo:2005).
Sin embargo las condiciones políticas y electorales del país, fueron cambiando y con ello el interés por los estudios electorales que aumentaron por lo que el tema de la tema de la participación electoral, se volvió recurrente. En este sentido, muchas hipótesis se empezaron a construir y a buscar, siguiendo orientaciones de trabajos de otros países, preguntas y explicaciones acerca de por qué aumentaba la participación o la abstención o la competitividad de los partidos o la alternancia, etc., pero el centro de las reflexiones descansó en relacionar la participación y la competitividad con el perfil de la región estudiada, reduciendo sus características a la dicotomía rural/urbana. …se afirma que la alternancia responde, al igual que la competitividad electoral, a factores estructurales del desarrollo, los cuales se pueden expresar en la relación rural / urbano (Molinar:1990), presuponiendo que es en las zonas urbanas en donde se presentan los niveles más altos de desarrollo y por ende la alternancia. (Valdiviezo: 2005).
Hasta la década de los años de 1980, esta hipótesis pareció tener suficiente evidencia como para convertirse en la explicación principal en el área, pero después del fenómeno electoral de 1988 y, sobre todo, con la creación de instituciones electorales como el IFE, en los años de la década de 1990, vimos un cambio en el comportamiento electoral y requerimos de nuevas hipótesis. En esta línea se han desarrollado trabajos como el coordinado por Valdiviezo (2004), en donde se exploran nuevas variables y se ofrece nueva evidencia empírica, así, la participación electoral es hoy en día un tema relevante para el estudio y análisis electorales y, ofrece posibilidades muy interesantes, como la realización de estudios comparativos, entre entidades y entre elecciones, lo que enriquece el análisis.