LOS FACTORES DE LA ALTERNANCIA EN TLAXCALA. 1991-2001
Angélica Cazarín Martínez
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En el sistema político democrático representativo se considera como un avance en la democratización del sistema de partidos a la alternancia política como un elemento más dentro del proceso. Por alternancia entendemos al cambio de partido político en el gobierno, es decir, la sustitución de partidos en el ejercicio del poder en un espacio determinado (Martínez:2002).
En el caso de México la alternancia surge como producto de una serie de reformas en el marco institucional, legal y primordialmente un cambio en el papel protagónico de los partidos, actores políticos, ONG’s que enarbolan la defensa a los derechos ciudadanos.
Entre las reformas político-electorales más importantes destaca la hecha durante el sexenio del entonces Presidente de México José López Portillo en 1977, que sin lugar a dudas abrió las puertas a la entonces incipiente pluralidad política del país permitiendo la constitución de nuevos partidos, hasta la importante reforma de 1996 que dio vida al Instituto Federal Electoral y a la normatividad electoral vigente (Woldenberg: 2002).
Por otra parte, la intensa transformación política que ha vivido México en los últimos años ha sido un verdadero proceso de renovación de la cultura política y de creación de ciudadanía. La sociedad civil, los movimientos, y los procesos de observación ciudadana y denuncia son por mencionar algunos de los espacios que han consolidado el proceso democratizador de México (Alianza Cívica: 2002).
La confluencia de estos factores dieron como resultado una mayor transparencia en los resultados electorales y posibilitaron el triunfo de la oposición primero a nivel local para pasar después a nivel estatal y finalmente nacional. El proceso democratizador en México entonces fue un proceso de desarrollo de la periferia al centro y de abajo hacia arriba, fue una lenta pero sistemática acumulación de acontecimientos o procesos que acabaron pluralizando al Estado y en esa medida se fue erosionando al autoritarismo y las practicas político-electorales de lo que se denominó en México como el partido de Estado o un modelo de sistema de partido único, el Partido Revolucionario Institucional (PRI), el cual dominó la escena política ganado todas las elecciones en todos los niveles y en todos los estados del país, desde su constitución con los supuestos fraudes de elección en 1929 donde a Ortiz Rubio se le reconoció el 94% de los votos, el 5% a Vasconcelos y sólo 1% a Triana y Vasconcelos calificó estas elecciones de fraudulentas (Pozas:1983).
Por lo que para no salirse de la norma democrática el PRI ya desde entonces genera y delega espacios a partidos que funcionan ya desde entonces como partidos satélites (Pozas:1983), tales como el PPS entre otros, mientras otros con una base social más legítima a partir de su constitución como partidos independientes, o no lograban acceder al registro como el PC o no obtenían posiciones como el PAN de entonces.
En este contexto es que podemos considerar a la alternancia política como apenas un paso dentro de un singular proceso de democratización en México, como ya se mencionó antes desde la reforma de 1977, los acontecimientos en la vida nacional han dado paso a la conformación de un régimen más plural y democrático, en el que nuestro país la alternancia ha tocado ya todos los niveles de elección tanto federal como local impactando con profundos cambios en la distribución del poder político en el país.
La nueva correlación de fuerzas políticas en México ha provocado la recomposición del poder en los tres niveles de gobierno tanto a nivel federal como local, producto de esta geopolítica en México los partidos de oposición han ido ganando mayores espacios. Las reformas abrieron gradualmente las puertas para la celebración de comicios cada vez más equitativos aunque no necesariamente limpios, esto dio al menos inicialmente, pautas para la consolidación de un cambio en el poder político (Sirvent:2002). Pareciera que en México vivimos un proceso de transición política votada impulsada por todos los partidos y por la sociedad, siendo la expresión más acabada, la alternancia política del Poder Ejecutivo Federal el 2 de julio de 2000 con el triunfo del PAN.
En México no ha habido una ruptura con el régimen anterior, estableciendo una nueva institucionalidad o incluso una crisis de legitimidad que haya obligado al partido hegemónico a abandonar la plaza, como ha ocurrido en otros países. De hecho el PRI sigue siendo un partido central hasta hoy en el escenario político nacional. En México el cambio político ha sido un proceso en el que los liderazgos anteriores comenzaron a convivir con las nuevas dirigencias derivadas de su oposición, es decir, la transición en México ha consistido en un proceso gradual de incorporación y ajuste mutuo; el PRI dejó de ser el partido hegemónico, perdió la presidencia y otros niveles de elección, pero sigue siendo el partido con más votos acumulados y sigue conservando la mayor parte de los puestos de elección popular (Merino:2003). Esto no ha ocurrido en otros países, por lo tanto la transición en México no ha supuesto una ruptura sino una apertura hacia la pluralidad.
El proceso de democratización en México se ha caracterizado primero y a diferencia de otros procesos de alternancia en el mundo, que el cambio y la alternancia en el gobierno se logró mediante el sufragio en las urnas de forma pacífica y sin que se diera un rompimiento del marco institucional vigente; por otra parte y producto de numerosos procesos de negociación entre las fuerzas políticas e instituciones electorales ciudadanizadas permitieron que el poder se sometiera al veredicto ciudadano en las urnas logrando relativamente comicios más limpios y transparentes que en el pasado. Todo esto generó en México la existencia de poder compartido que exige la convergencia política, el establecimiento de acuerdos y la corresponsabilidad en la tarea de gobierno entre las diversas fuerzas políticas.
En México de acuerdo a lo que menciona Merino (2003), la transición no ha sido pactada entre las elites que han buscado el poder, sino que los acuerdos se han limitado a las reformas electorales, tampoco hubo un pacto de los cambios legislativos, el PRI fue solo y las reformas fueron suficientes para generar las posteriores condiciones de competencia en 1997 y 2000, no hubo un pacto fundacional que abriera la puerta a la democratización, ni un conflicto que obligara a los actores políticos a celebrar acuerdos decisivos, dice Merino, lo que hubo fue un proceso gradual de pequeñas negociaciones que se limitaron al terreno electoral, de ahí que se concluye que la transición mexicana no fue pactada sino, una transición votada. Los cambios se han dado básicamente en el terreno electoral y en el sistema de partidos (Merino:2003)
Si bien el sistema electoral en México se caracteriza hoy por una rica pluralidad política, el poder se discute elección tras elección entre los principales partidos políticos que son el PRI, PAN y PRD, siendo los partidos pequeños en muchos casos satélites (alianzas) de estos. La tendencia en la presencia de estos tres partidos ha venido cambiando a lo largo de la historia política del país, como lo muestra la gráfica Nº 1 de votación en elecciones para Presidente de la República desde 1940 al 2000.
A partir de la gráfica anterior se puede observar que hasta las elecciones de 1976 el triunfo del PRI era siempre con un amplio margen en relación a los partidos de oposición, pero es precisamente a partir de este año en que también se muestra el principio de la caída del PRI y el aumento gradual del PAN y del PRD y marginalmente de otros partidos de oposición pequeños. Es en la elección de 2000 cuando en México se presenta por primera ocasión la alternancia política donde el PAN ganó la Presidencia de la República.
En la última elección de 2006 para Presidente de la República, como lo muestra el Mapa Nº 1 el PAN continua detentando el poder central, pero después de una elección altamente impugnada y acusada de fraudulenta, la distribución del poder del país pareciera dividida donde el país es ahora mitad panista y mitad perredista.
Hoy el mapa político del país muestra una clara tendencia de cambio en el poder político, la alternancia tanto en elecciones a nivel federal como local es un hecho cotidiano, la diversidad de fuerzas e ideologías partidistas y la creciente participación ciudadana ha sido el origen de este cambio, por lo que existe hoy, una clara situación de poder compartido tanto en el ámbito local como en el federal en México.
En este contexto la alternancia en el poder responde a una nueva realidad social y política. El éxito o fracaso del proyecto nacional no podrá ser más el monopolio de un solo grupo, partido o individuo, sino que será el reflejo visiones e ideologías que caracterizan a la sociedad plural de nuestros tiempos, porque así lo exigieron los ciudadanos tanto desde el espacio civil como desde las urnas.