Leandro Sánchez Zepeda
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CONCLUSIONES
En los últimos años ha recobrado interés entre economistas, sociólogos y geógrafos la problemática de la distribución espacial de las empresas privadas y públicas y de la población. Las empresas y las familias optan por una localización concreta porque ofrece mayores ventajas que el resto de alternativas. En el caso de las empresas su localización viene determinada por la actividad a realizar.
Bajo esta perspectiva, los aglomerados empresariales conformados por las industrias vinícolas del Valle de Guadalupe y La Manchuela representan la alternativa para lograr el desarrollo endógeno aprovechando mejor la existencia de sus recursos locales y de capital físico y humano en sus respectivos entornos. Ello permitiría avanzar en consonancia con los propósitos del desarrollo sustentable, dado que éste enfatiza en los modelos de desarrollo rural y otorga un papel preponderante a los productos “de la tierra”. El desarrollo sustentable o sostenido también se puede entender como un desarrollo diversificado que, en un sentido amplio, incluye una agricultura diversificada, una industria diversificada e incluso un turismo diversificado. Desde esta óptica, se considera que la diversificación facilita tanto la sostenibilidad como la integración.
Hablar de la evolución de la industria vitivinícola del Valle de Guadalupe y de La Manchuela implica abordar el tema desde tres ámbitos: i) La identificación de los aspectos o formas en que dicha industria ha contribuido al crecimiento de sus respectivos entornos; ii) La explicación de por qué ambas comarcas tienen como rasgo común un empresariado dinámico y emprendedor que, a diferencia de lo que sucede en otras ramas industriales, viene abordando en las dos últimas décadas un proceso de modernización tecnológica y de reconversión varietal del viñedo; y iii) La calidad de los caldos como factor competitivo diferencial clave para una estrategia de mayor penetración en los mercados nacional e internacional. En el primer caso la contribución al crecimiento es de aceptación generalizada. El segundo se explica por la aparición de una generación de empresarios y emprendedores autóctonos que impulsa la nueva industria en ambas comarcas. En el tercero, el más importante para nuestra tesis, la calidad vínica ha sido el factor determinante en este proceso. Ayuda a competir a escala nacional e internacional y aporta fuerza al desarrollo económico, social y cultural de los espacios considerados.
La panorámica actual del mercado de vino mexicano se caracteriza por la existencia de una intensa competencia. México importa vino de la mayoría de los principales países productores, lo que constituye una desventaja para los vinicultores mexicanos, pues, a diferencia de lo que sucede en dichos países, no reciben ningún tipo de subvenciones ni protección arancelaria por parte del gobierno. Todo ello, junto a las preferencias del consumidor por vinos importados dado su menor coste, reduce la demanda interna de vino mexicano. Por ello, se vislumbra como única alternativa para su expansión la penetración en los mercados por la vía de la calidad.
El análisis comparativo de ambos territorios confirma la gran importancia relativa de la vitivinicultura, que en los últimos cinco años se ha convertido en una fuente generadora de mayor valor añadido para sus respectivas economías y, por tanto, en un sector clave capaz para impulsar procesos de desarrollo endógeno. En el estudio se ha puesto de manifiesto que las condiciones empresariales, socioeconómicas, tecnológicas y culturales de ambas comarcas son favorables para que los conglomerados industriales configurados por bodegueros y empresarios vinícolas ejerzan una mayor influencia en el conjunto de sus economías, pudiendo llegar a liderar un nuevo proceso de desarrollo basado en el mayor y mejor aprovechamiento de sus recursos endógenos, en una integración creciente con otras actividades y en un marco de sustentabilidad económica y ambiental.
Dichos conglomerados cuentan con la importante ventaja competitiva de elaborar caldos cuya diferenciación se expresa en términos de calidad. Ello permite no sólo profundizar en el mayor y mejor aprovechamiento del capital físico y humano disponible sino en la generación de nuevas economías internas y externas a la industria vinícola que beneficien tanto a ella como a otras empresas vinculadas directa o indirectamente al conglomerado.
Bajo este escenario, se estima que la industria vitivinícola representa actualmente un factor clave para fomentar no sólo el crecimiento hacia dentro del conglomerado empresarial sino el desarrollo endógeno en ambas comarcas, a través de la demanda de insumos que tienen que ver con el sector agrícola como en el caso del cultivo de la vid; del sector industrial demanda maquinaria, equipo, fabricación de botellas… Dichas actividades se traducen en aumento de la inversión y en generación de empleos en distintos campos. Asimismo, además de la comercialización del vino en el mercado doméstico y extranjero, los bodegueros ofertan sus vinos en sus propias bodegas dando origen a externalidades positivas como, por ejemplo, la derrama turística que abre nuevas posibilidades para que los empresarios hoteleros y de restauración eleven sus ingresos.
En definitiva, para ambas comarcas la actividad vitivinícola se ha convertido en los últimos años en un factor clave para impulsar el desarrollo endógeno, factor que a su vez propicia la adaptación con éxito al actual contexto nacional e internacional de creciente competitividad y globalización. Existen las condiciones empresariales, socioeconómicas, tecnológicas y culturales mínimas en ambos entornos para que los conglomerados industriales de bodegueros y empresarios vitivinícolas lideren un proceso de desarrollo endógeno significativo.
Las similitudes entre la vitivinicultura de ambos espacios son notables. Desde el punto de vista geofísico, tanto el Valle de Guadalupe como La Manchuela son territorios con notables ventajas para el cultivo de la vid. Ambos están situados en la denominada Franja Mundial del Vino. Sus tierras son apropiadas para el viñedo incluso en condiciones de baja pluviosidad. Su climatología mediterránea, costera o continental, resulta óptima para la obtención de una uva de calidad sin precisar de tratamientos fitosanitarios excesivos.
En términos de organización empresarial, aunque se han producido avances en cuanto a modernización de la gestión, todavía hay un largo trecho por recorrer. En el caso del Valle de Guadalupe los principales retos derivan de la necesidad de abandonar el individualismo empresarial de cara a la obtención de economías de escala en el aprovisionamiento de inputs y comercialización del producto. En La Manchuela los obstáculos a superar son la profesionalización de la gestión y el asociacionismo de cara a la homogeneización de las distintas calidades de vinos y a su comercialización. La reducción de costes derivadas de las mejoras organizativas pendientes constituye otro factor fundamental para la competitividad de sus caldos, especialmente para los del Valle de Guadalupe.
El avance de las relaciones interempresariales y entre empresas e instituciones locales, la mayor integración con otras actividades industriales proveedoras de insumos y, sobre todo, terciarias (comercio y servicios turísticos), el mejor aprovechamiento de instalaciones, tecnología y capital humano endógeno, y la apuesta decidida por la I+D+i en un marco de sostenibilidad medioambiental son los aspectos vinculados al desarrollo endógeno que más se precisa potenciar tanto en el Valle de Guadalupe como en La Manchuela. Con todo, a nuestro entender, dichos aspectos pasan por la consideración de la calidad como la variable estratégica clave para impulsar el desarrollo endógeno basado en la vitivinicultura en ambos territorios.
En este contexto, se trata de acometer el objetivo central de nuestra tesis doctoral, que es demostrar que la calidad de los vinos elaborados en ambas regiones se erige en el motor clave de la expansión de dicho sector mediante los conglomerados industriales constituidos por las bodegas del Valle de Guadalupe, por un lado, y de La Manchuela, por otro.
Los resultados nos permiten plantear que las condiciones actuales de mercado se distinguen por la alta competitividad productiva acorde con la creciente globalización de los mercados a escala mundial. Bajo dichas circunstancias, se estima que en el corto plazo el empresariado vinícola del Valle de Guadalupe y la D.O. Manchuela reúne todos los aspectos organizativos y productivos para elevar su grado de penetración en los mercados del vino a escala nacional e internacional. Para lograr y consolidar tal objetivo cuentan con unas infraestructuras suficientes sobre las que apoyar la comercialización de los distintos tipos de vinos en los mercados nacionales y extranjeros en los que ya se tiene una presencia significativa factible de aumentar en el corto plazo. Asimismo, se cuenta con el soporte de instituciones investigadoras como la Universidad de Castilla-La Mancha y la Universidad Autónoma de Baja California para dar sustento a innovaciones; organismos públicos y privados capaces de recuperar y divulgar los lugares con valor histórico y el patrimonio artístico-cultural; e instituciones gubernamentales de carácter regional y local que impulsen el desarrollo de la actividad económica en general y, en particular, las actividades turísticas más vinculadas a la vitivinicultura (agroturismo, turismo del vino…) de cada comarca, lo que supone nuevas actividades para sus respectivos viticultores y conglomerados vinícolas.
Las regresiones resultantes del modelo econométrico logit y gombit predicen que las bodegas del Valle de Guadalupe y de La Manchuela gozan de un alto potencial para elaborar vino tinto de calidad. Asimismo, arrojan también unos resultados favorables en cuanto a su capacidad para competir por la vía de calidad-precio (0,61), sobre todo en La Manchuela, estimándose factible mejorar dicha relación, más por la mejora de la calidad que por la disminución de precios.
Consideramos que nuestra hipótesis central se contrasta positivamente, dado que existen todas las condiciones para establecer una serie de estrategias de crecimiento en el marco del desarrollo endógeno tomando a la industria vitivinícola en ambos entornos como actividad motriz e impulsora de otras actividades productivas que apoyen directa o indirectamente a dicha industria. Sin embargo, se plantean la siguiente problemática:
Para las bodegas del Valle de Guadalupe:
i) Necesidad de una mayor articulación sectorial en torno a la cadena productiva (abastecimiento de materias primas, producción y comercialización).
ii) Su bajo volumen de producción deriva en altos costes fijos del proceso productivo que son difíciles de rebajar mediante obtención de economías internas a la empresa. La posible reducción ha de obtenerse por la vía de obtener economías externas del conjunto de la industria vitivinícola y de otros conglomerados vinculados a ella.
iii) Insuficiente permanencia en los mercados de exportación. Hasta ahora
no ha sido posible sostener, en la mayoría de los casos, la relación comercial por varios años. La carencia de una mercadotecnia moderna que promocione eficazmente los vinos mexicanos contribuye a ello.
iv) Ausencia de ayudas gubernamentales a la viticultura en su conjunto. Existen apoyos pero no son suficientes para promocionar el vino mexicano en el exterior. En los últimos años se ha insistido en la necesidad de crear subsidios especiales para la producción vinícola, cuya resolución favorable redundaría en mayor competitividad.
v) Es necesaria una mayor promoción turística de la comarca para crear recorridos por las bodegas y así explotar los espacios culturales, históricos y gastrónomicos.
vi) Considerando que la gran mayoría de los productores de vino existe un régimen fiscal preferente para la producción vínica, en México se recomienda que haya una restauración de las tasas impositivas, ya que la actual (25 por ciento) le resta competitividad sacándolo prácticamente del mercado. En la Unión Europea el vino se considera como complemento alimenticio, incluso en España tiene una tasa fiscal cero.
vii) Para un mayor soporte tecnológico debe primar un continuo fortalecimiento a las disciplinas universitarias que puedan apoyar a la industria vinícola, en particular, al área de enología.
Para las bodegas de la D.O. Manchuela es válida la problemática propia del Valle de Guadalupe a excepción de los puntos referidos a ayudas públicas y fiscalidad. Como problemas específicos sobresalen:
i) Necesidad de planificar a medio y largo plazo y de ajustar la inversión en nuevas instalaciones y equipos a las estrategias productivas y comerciales de dicha planificación para evitar ineficiencias y despilfarros como los sucedidos en las últimas décadas, bien por escasez o exceso de inversión. Las ineficiencias se han producido, en gran medida, por que el proceso de modernización tecnológica no se ha visto acompañado por un proceso paralelo de modernización organizativa. Así, la falta de capital humano en la gerencia y puestos de dirección y de técnicos especializados en la elaboración de caldos (enólogos) y en promoción y ventas (comerciales) es uno de los mayores obstáculos a superar por las bodegas de la comarca, sobre todo por las de índole cooperativa.
ii) El elevado envejecimiento de los viticultores de la comarca debe ser contemplado como una variable fundamental para la dinámica del sector vitivinícola a todos los niveles: técnico-productivo, organizativo y societario. La reducción de la superficie del viñedo y, por ende, la producción de vino en la comarca, la extensión del marco de plantación en espaldera, la creciente mecanización de la vendimia, la disminución de la cifra de socios de cooperativas… son, entre otros, aspectos a considerar en la planificación del sector a medio-largo plazo.
iii) La reestructuración varietal ha sido parcial. Hay que completarla con variedades finas, pero también con otras del terreno -bobal, por ejemplo- que han demostrado sobradamente su productividad y calidad de sus caldos. En paralelo, ha de generalizarse la idea de priorizar la calidad de la uva sobre la producción sin más. Determinadas prácticas como la poda “dejando jarros” o la vendimiar de “uva de rebusca” antes de alcanzar el grado de madurez óptimo han de erradicarse. Contribuyen a incrementar la producción pero disminuyen la calidad media de la uva.
iv) Las cooperativas vitivinícolas carecen de un plan común para impulsar la diferenciación y comercialización de sus vinos, ya fuera mediante meras alianzas de colaboración o mediante creación de cooperativas de segundo y tercer grado. La creación de la D.O Manchuela apenas ha servido para impulsar la parcela colaboradora, en parte por la elevada proporción de bodegas -cooperativas y no cooperativas- que no se ha acogido a ella. La capacidad de las bodegas manchuelas para obtener economías de escala y de gama está muy lejos de su techo potencial. De avanzar en esta dirección su competitividad mejoraría sustancialmente.
v) La proporción de vino embotellado es muy baja. Con todo, lo más grave es que la D.O. carece de una estrategia definida y consensuada sobre comercialización de graneles, siendo estos el grueso de las ventas. El sector vitivinícola manchuelo depende en exceso de los cupos destinados a alcoholeras y de las ventas de graneles a intermediarios ajenos a la comarca que ejercen un poder oligopólico ante la ausencia de consenso y colaboración entre las bodegas. Las relaciones interempresariales en el sector dejan mucho que desear y dificultan que la industria vinícola juegue el papel de impulsora del desarrollo endógeno comarcal.
A pesar de toda la problemática planteada, ha de reconocerse el fuerte impacto de la industria vitivinícola en el Valle de Guadalupe y en La Manchuela. En ambas comarcas la industria vinícola ha sabido integrarse con éxito en el proceso tecnológico de nuestro tiempo y, por ello, no sólo representa un legado cultural del pasado al presente sino una industria con futuro a poco que se corrijan las dificultades indicadas. Para ello es preciso diseñar y coordinar políticas de ámbito comarcal-local desde las administraciones regionales y locales que permitan superar los “cuellos de botella” hasta hoy presentes: desarrollo de las relaciones de cooperación entre los diversos agentes económicos e instituciones de la zona; integración de la vitivinicultura con otras actividades agrarias, industriales y terciarias, en particular las turísticas; y desarrollo e impulso de la parcela comercial a escala nacional y, sobre todo, internacional. En el caso de los vinos del Valle de Guadalupe, el mercado internacional y los segmentos de consumo de renta alta -mercado turístico local incluido- son los únicos destinos viables si no cambia la clasificación fiscal y política de ayudas públicas vigente. Su única opción competitiva es la calidad del producto. Los vinos de D.O. Manchuela gozan de una gama de alternativas para competir más amplia. En general cuentan con una variada gama de vinos embotellados con calidad-precio competitiva, así como graneles de una calidad media notable. Sus principales problemas son de índole comercial: desconocimiento y falta de imagen del producto, escasez de canales de comercialización propios, falta de vendedores especializados -sobre todo en comercio internacional- y ausencia de estrategias comerciales conjuntas entre bodegas de la zona, lo que limita y condiciona su penetración y consolidación en aquellos mercados con importadores que exigen un volumen de vino que individualmente una sola bodega de la comarca no puede garantizar y, si lo hiciera, desatendería otros mercados ya consolidados. En definitiva, la industria vitivinícola del Valle de Guadalupe y de La Manchuela ha sobrevivido con relativo éxito a los sucesivos cambios político-sociales acaecidos en sus países. Aunque en ambos espacios tiene retos importantes que superar, con voluntad (esfuerzo inversor) e ingenio (talante innovador) seguirá siendo un pivote esencial para el desarrollo económico, social y cultural de ambos territorios.
La presente tesis constituye un primer paso de desbroce investigador sobre las posibilidades de desarrollo endógeno de dos comarcas infradesarrolladas enmarcadas en entornos agrarios diferenciados pero con recursos competitivos comunes como un viñedo sobre el que basar una producción vínica variada y de calidad y un apreciable potencial turístico todavía poco explotado. Somos conscientes de que el trabajo adolece de numerosas carencias derivadas, en gran parte, por la escasez de estudios socioeconómicos y de fuentes estadísticas oficiales sobre ambos espacios. De cara al futuro me he planteado como objetivo seguir investigando sobre el desarrollo de dichas comarcas desde la perspectiva del desarrollo endógeno. Algunas de las líneas que merecen la consideración de prioritarias son, entre otras, el estudio del liderazgo empresarial e institucional en ambas comarcas y su capacidad para diseñar políticas de desarrollo particularizadas; la cuantificación y análisis de las relaciones interempresariales, interinstitucionales y entre empresas e instituciones; la estimación de los eslabonamientos hacía delante y hacía atrás de la industria vínica; y el estudio de los canales de comercialización del vino y alternativas estratégicas viables para superar las barreras de entrada en los diferentes mercados.