Leandro Sánchez Zepeda
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III.3.3. Otros rasgos geofísicos, estructurales y técnicos de la vitivinicultura de La Manchuela: Integración en la economía comarcal
La comarca se encuentra enmarcada entre los ríos Júcar y Cabriel, lo que le da una singular ventaja comparativa por su edafología y aspectos climáticos. El tipo de suelo predominante es arcilloso con base calcárea, lo que propicia que mantengan la humedad largo tiempo después de producirse la lluvia. Es lo que se conoce en el argot popular como suelos frescos. El perfil ondulado de sus tierras contrasta con la planicie manchega, mostrando una amplia gama de tierras que va de los colores rojizos y pardos al amarillo claro (pajizo), configurando un entorno paisajístico muy particular .
La climatología es de tipo mediterráneo continental, con inviernos húmedos y fríos y veranos cálidos y secos. En las últimas décadas se viene observando la extensión de los períodos intermedios -primavera y otoño- y el descenso de la rigurosidad térmica y de la pluviometría. El régimen de humedad dominante es el Xérico, caracterizado por la ausencia de lluvias entre los meses de mayo y septiembre. Esta escasa humedad y la gran cantidad de horas sol recibidas durante la maduración disminuyen el riesgo de enfermedades y la calidad de la uva no se ve afectada por la necesidad de tratamientos fitosanitarios prolongados como sucede en las zonas vitícolas caracterizadas por altos niveles de humedad ambiental. La temperatura media anual según las estaciones termopluviométricas de la comarca es de 13,8oC. con una amplitud térmica de 20 oC. entre el mes más cálido (julio, con 24,6 oC. de media) y el más frío (enero, con 4 oC). Los inviernos son fríos, aunque cada vez más cortos, con heladas frecuentes y temperaturas ocasionales extremas que han llegado hasta los -24oC.
Desde una óptica estructural, la edad media de los viñedos gira en torno a los 20 años. Ahora bien, dicho promedio resulta engañoso. No representa la edad mayoritaria de las vides de la comarca. Los viñedos son o muy jóvenes (menos de 10 años como resultado de la intensa y reciente reestructuración varietal acometida), o de avanzada edad (25 o más años). Por otro lado, el predominio de los viñedos de secano es abrumador (95 por ciento). Los suelos frescos de la comarca garantizan buenos rendimientos siempre que la pluviosidad invernal cale profundamente las tierras y por más que las lluvias de primavera y verano sean escasas. En los viñedos de regadío el sistema empleado es el riego por goteo. Finalmente, están ubicados a una altitud media de 600-700 metros sobre el nivel del mar, lo que les ocasiona durante el verano altas temperaturas durante el día, producidas por los vientos de Poniente, y el frescor nocturno de la brisa mediterránea influida por los vientos húmedos de Levante (aire Solano). Ello favorece la lenta maduración y óptima formación de taninos, aspectos esenciales para la obtención de vinos tintos de calidad.
Gráfico III.5.
Fuente: Denominación de Origen Manchuela.
Las variedades autóctonas tintas son: Bobal y Cencibel o Tempranillo, siendo todavía preponderante la Bobal (Gráfico III.5.) pese al avance experimentado durante la última década por la variedad tempranillo. Con la reconversión se están introduciendo otras variedades como Cabernet Sauvignon, Merlot, Syrah y Garnacha. El Macabeo es la variedad autóctona blanca por excelencia, aunque también se cultivan Albillo y Verdejo. Con todo, la supremacía de las variedades tintas sobre las blancas es manifiesta (Gráfico III.6.).
Gráfico III.6.
Fuente: Denominación de Origen Manchuela.
Las prácticas vitícolas básicas son: preparación del suelo para la plantación; plantación e injertado; poda; y vendimia. La preparación del suelo consta de varias fases: desbroce, desfonde, drenaje, nivelación de terreno, diseño en curvas de nivel, abonado de fondo y enmiendas. Si la superficie destinada a viñedo estaba ocupada anteriormente por vid se deja descansar al menos un año la tierra para que pierda el “amargor” . El marco de plantación más habitual es en cuadrícula, aunque también es frecuente la modalidad al “tresbolillo”. La densidad de plantación media se cifra en torno a 1.190 cepas por hectárea. El sistema de poda tradicional es el de “poda en vaso” , aunque también se practica la “poda en cabeza o manchega” y en espaldera, está última desde el comienzo de reestructuración del viñedo en la década de 1990. La época de poda abarca todo el período de reposo vegetativo, desde dos o tres semanas después de la caída de hoja hasta la semana que precede al desborre . La vendimia tiene lugar en los meses de septiembre y octubre, normalmente desde mediados del primero a mediados del segundo.
En cuanto a las prácticas enológicas, se realizan conforme a lo estipulado por la normativa del Consejo Regulador. Las diferencias pueden surgir en el proceso de fermentación, que queda a criterio de los enólogos en cuanto al control de la temperatura, densidad que debe alcanzar el mosto para proceder al descubado, tipo de levaduras seleccionadas… Tales diferencias están en consonancia con el tipo de vino a elaborar. Los destinados para crianza proceden de una selección de las vides más viejas de Cencibel, Bobal y Cabernet Sauvignon. El período de envejecimiento varía según el caldo perseguido. Para el tinto de crianza es de 24 meses. De ellos 6 como mínimo y 12 como máximo debe permanecer en barrica y el resto en botella. En los reserva, el período de crianza es de 3 años naturales, con un añejamiento en barrica de 12 meses como mínimo y el resto en botella. Para los caldos gran reserva la crianza es de 5 años naturales, de los cuales 2 deberán estar en barrica y 3 en botella .
Cuadro III.15. Exportaciones de vino con D.O. Manchuela (Hectolitros)
n.d = Dato no disponible
Fuente: Elaboración propia con datos proporcionados por la Denominación de Origen Manchuela.
En cuanto a la evolución de las exportaciones desde la creación de la D.O, la inestabilidad de los mercados es el rasgo más sobresaliente, aún cuando la información disponible se limita a dos campañas y resulta insuficiente para establecer conclusiones definitivas. El desconocimiento por parte del consumidor nacional y extranjero de la D.O. Manchuela y, por ende, de la variedad y calidad de sus vinos embotellados dificulta su penetración y consolidación en unos mercados relativamente saturados a pesar de su competitividad calidad-precio. El desarrollo de la imagen de D.O Manchuela y la consolidación de las marcas de sus bodegas asociadas aparece como el principal reto a superar, así como la creación de adecuados canales de comercialización. Los países con los que mantiene una relación comercial creciente son Holanda, Bélgica, Estados Unidos y Dinamarca. El Reino Unido es el principal importador, si bien se observa un fuerte retroceso (48,4 por ciento) en su significación (Cuadro III.15.). Ello refleja la referida inestabilidad de los mercados del vino de la D.O Manchuela, fruto, en gran medida, de su juventud. Con todo, la diversificación geográfica de las exportaciones es un hecho y debe interpretarse como positivo para el futuro de la vitivinicultura comarcal (Gráfico III.7.).
Gráfico III.7.
Fuente: Denominación de Origen Manchuela.
Respecto a las características socioeconómicas de la comarca, la escasez de referencias bibliográficas y la imposibilidad de obtener información estadística oficial más allá de los Censos de Población y de los Padrones Municipales de Habitantes nos obliga a ser cautelosos en nuestras apreciaciones. A diferencia de Ensenada y del Valle de Guadalupe se carece de datos cuantitativos recientes sobre la estructura productiva de La Manchuela .
Se trata de un territorio escasamente poblado (47.000 habitantes en 2001) con núcleos de población que en la mayoría de los casos no llegan a los 2.000 habitantes y rara vez superan los 5.000. Se encuentran interconectados a través de carreteras autonómicas y locales que desembocan en la autovía de Levante y en la Nacional 322 Valencia-Córdoba, principal eje vertebrador de la comarca en su parte albaceteña. La separación entre núcleos de población colindantes es moderada (de 6 a 20 kilómetros). Los grandes centros urbanos de Valencia, Madrid, Alicante y Murcia se hallan a una distancia que oscila entre 1 y 3 horas. El acceso a Albacete y Cuenca dista a 1 hora en promedio. Con la construcción del tren de Alta Velocidad Madrid-Valencia -ya en ejecución- y de las proyectadas autovías Albacete-Cuenca y Valencia-Córdoba la accesibilidad a la comarca mejorará sustancialmente en el futuro.
La despoblación es, desde mediados del siglo XX, uno de los principales problemas de La Manchuela. Desde 1985 su intensidad ha remitido pero no ha cesado, sobre todo en los núcleos de menor tamaño y peor comunicados donde la aparición de actividades que generen empleos alternativos a los agrarios ha sido de escasa entidad. El envejecimiento de la población, acentuado por el retorno de antiguos emigrantes tras su jubilación, no se ha detenido en la comarca. La población joven continúa emigrando y ubicando su residencia fuera de ella. A diferencia de décadas pasadas en las que el destino de los emigrantes manchuelos eran Valencia y Madrid fundamentalmente, desde mediados del decenio de 1980 el destino principal ha sido Albacete ciudad. En las poblaciones más próximas a la capital y mejor comunicadas con ella cada vez cobra mayor relevancia su papel de núcleo dormitorio, siendo otro de los factores que ha contribuido a desacelerar la despoblación en tiempos recientes.
El viñedo es junto con los cereales de secano -cebada básicamente- la base de la agricultura comarcal. El almendro, olivo, girasol y algunas legumbres -yeros, lentejas, habichuelas…- son otros cultivos de secano significativos. En las minoritarias tierras de regadío el maíz, la alfalfa y la cebolla son las producciones más sobresalientes. La tradicional ganadería ovina extensiva ha perdido peso en las últimas décadas pese a la excelente calidad de sus productos cárnicos. Dicha caída ha sido contrarrestada por la expansión de la ganadería intensiva, en particular la porcina, aviar y, en menor medida, cunícola. En suma, la Manchuela continúa siendo un territorio fundamentalmente agrario si bien es cierto que dicho sector ha perdido peso en el conjunto de la economía comarcal (29 por ciento de la población activa en 1995).
En consonancia con la relevancia agraria, la industria agroalimentaria -vínica, aceitera, harinas, piensos y cárnicas- es la base de la actividad fabril comarcal. Dicha industria junto con las transformados metálicos (cuchillería), eléctrica -hidraúlica y eólica-, material eléctrico y textil-confección concentran alrededor del 80 por ciento del empleo fabril. Se trata de un sector poco diversificado, con predominio de ramas de actividad de intensidad tecnológica baja -la confección ha registrado un fuerte retroceso en la última década-, muy atomizado, y disperso en el espacio -sólo un reducido número de municipios admitirían el calificativo de medianamente industrializados (Casas Ibáñez, Iniesta, Madrigueras, Motilla del Palancar, y Villamalea)- y con notable relevancia de las empresas de economía social (cooperativas agrarias y de trabajo asociado, comunidades de bienes y sociedades anónimas laborales). En conjunto la industria concentra en torno al 22 por ciento de los activos de la comarca.
La construcción y los servicios (14 y 35 por ciento de los activos) son, al igual que en la economía castellano-manchega, los sectores más dinámicos de la comarca en la última década. La construcción de viviendas para segunda residencia, la rehabilitación y la obra civil han sido las actividades que han tirado de la construcción. En el caso de los servicios el mayor dinamismo deriva de la expansión de servicios a empresas y, sobre todo, de los vinculados a la actividad turística -alojamientos y restauración principalmente-. El patrimonio artístico y cultural de la comarca y, sobre todo, sus recursos naturales -caza, pesca, viticultura y extensas zonas forestales- y paisajísticos (cañón del Júcar, valles y hoces del Cabriel y zonas montuosas) constituyen una importante base para el desarrollo del turismo rural y cultural que, pese a los avances registrados, se encuentra en un estadio incipiente .
En definitiva, al igual que sucede en el Valle de Ensenada, la vitivinicultura constituye un importante factor para impulsar el desarrollo endógeno en La Manchuela. Se trata de una actividad de alto contenido social por los jornales que genera y de alta capacidad integradora de los sectores agrario e industrial. Las características socioeconómicas de la comarca la convierten en un campo de pruebas adecuado para la aplicación de las teorías de desarrollo endógeno, con el sector vitivinícola como uno de los pilares básicos para ello.